21/12/08

“El lamento del cabrón”

Por Juan Gelman
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Es el título de una conocida canción del trío español de rock pesado Orthodox, pero nadie piense mal: se refiere al macho cabrío o cabra muy grande y no el adjetivo en que el uso común ha convertido al sustantivo. Uno de los versos de la letra dice “oye al cabrón que llora”. Claro que, en castellano, es difícil separar las dos acepciones. El cabrón-caprino estuvo presente en la mitología y las religiones desde tiempos muy lejanos. Artemisa lo consideraba un animal sagrado y un atributo dionisíaco. En el Antiguo Testamento es símbolo de la adoración de falsos dioses (Isaías, 13:21 y 34:14). El sumo sacerdote del templo de Júpiter tenía prohibido tocarlo. Pero éstas son divagaciones.

El presente artículo se refiere más bien a declaraciones recientes de W. Bush. Cuando un periodista de TV le preguntó cuál era, a su juicio, el mayor fracaso de su gestión, el mandatario saliente explicó (abcnews.go.com, 1-12-08): “Lo que más lamento de mis dos presidencias serían las fallas de (los servicios de) inteligencia en Irak”. Dicho de otra manera: los servicios de espionaje le informaron que Saddam Hussein tenía un arsenal de armas de destrucción masiva (ADM) y no le quedaba otro remedio que desatar la guerra. No se compunge por lo que hizo, que cuesta ya más vidas estadounidenses que el atentado contra las Torres Gemelas y un número de víctimas iraquíes que tal vez asciende a centenares de miles, sino por lo que presuntamente le hicieron. Que el victimario se haga la víctima es un viejo tic de nuestra civilización y exige mucho olvido, propio y ajeno.

El 7 de octubre del 2002, W. advertía en Cincinnati que “no se debe permitir al dictador iraquí que amenace a EE.UU. y al mundo con venenos, enfermedades terribles y gases y armas atómicas”. Ya olvidaba entonces que ocho meses antes un informe de la CIA no encontraba “evidencias de que Irak esté comprometido en acciones terroristas contra EE.UU. desde hace casi una década, y que está asimismo convencida de que el presidente Sa-ddam Hussein no ha proporcionado armas biológicas o químicas a Al Qaida y grupos afines” (The New York Times, 17-2-02). Es que la decisión de invadir Irak se había tomado ya en Camp David durante el fin de semana que siguió al 11/9.

El presidente Bush acentuó su no responsabilidad en la entrevista de la cadena ABC: “Mucha gente arriesgó su reputación y dijo que la posesión de ADM era una razón para derribar a Saddam Hussein. No sólo personas de mi administración opinaron así, muchos miembros del Congreso, antes de mi llegada a Washington D.C., en el debate sobre Irak, y muchos líderes de naciones de todo el mundo se basaron en los mismos datos de inteligencia... y yo habría deseado que la inteligencia hubiera sido diferente, supongo”. Dicho de otra manera: W. no tuvo más remedio que plegarse a la idea imperante sobre Saddam. Qué desmemoria: Thomas Ricks, corresponsal de guerra del Washington Post, relató en su libro Fiasco (The Penguin Press, Londres, 2006) que sólo cinco parlamentarios habían leído la evaluación clasificada de la comunidad de espías. Habrán encontrado luego –se supone– que la Casa Blanca había mutilado el texto del informe que se hizo público para convencer al pueblo estadounidense del peligro iraquí: desaparecieron advertencias y pruebas contrarias a lo que Bush quería demostrar (New Republic, 30-6-03). Un olvido más qué le hace al tigre.

El mensaje del gobierno norteamericano se volvió cada vez más intimidante en el 2000: el 26 de agosto, el vicepresidente Cheney –que mucho hizo para ocultar la realidad– subrayaba en Nashville que Saddam poseía “un arsenal de armas terroríficas que constituyen una amenaza para nuestros amigos de toda la región y que podrían someter a EE.UU. y a cualquier otra nación al chantaje nuclear”. Los analista de la CIA no estaban de acuerdo: en general daban por buenos los resultados de las inspecciones de la Organización Internacional de Energía Atómica acerca del programa nuclear iraquí: no existía, según el organismo de la ONU. Hasta el departamento de inteligencia del Pentágono elaboró una evaluación que señalaba: “No hay información fidedigna acerca de si Irak está produciendo o almacenando armas químicas o si ha restablecido, o se propone restablecer, sus instalaciones de producción de armas químicas” (www.dia.mil, septiembre 2002). La Casa Blanca no tomó en cuenta el informe: su voluntad política no quiso.

La invasión de Irak y Afganistán obedeció a planes de los “halcones-gallina” muy anteriores al 11/9 y su olor a petróleo y designios imperiales se extendió por el planeta. Los históricos olvidos de la historia que perpetra W. Bush tienen precedentes muy antiguos. Hace 25 siglos, la sangrienta oligarquía de Los Treinta prohibió en Atenas por decreto recordar la derrota militar que le infligiera Esparta. Hoy, la repetición de las versiones oficiales torna innecesarios los decretos.
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Página/12 Web - Argentina/21/12/2008

Obama: El salvador ¿de quién?

Marwan Tahbub
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(CEDIB) - Todos coinciden en apuntar a la pesada herencia que el saliente presidente Bush está dejando a su sucesor Obama la más desastrosa situación de la "Unión" a lo largo de su historia como "Imperio". Esto es real, pero es una de las dos caras de la misma moneda.
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La desventaja es al mismo tiempo su contraparte; la ventaja de suceder al peor presidente de la "Unión" a lo largo de su historia. Como se ve, ésta constatación, es una referencia exclusiva a la "Unión", a los Estados Unidos de América, y si alguna referencia contiene respecto al resto del mundo, es de manera indirecta en la medida en que este "resto del mundo" es el "espacio vital" de EE.UU., es el espacio de la futura acción de Obama pero en función de los intereses de EE.UU. Conviene resaltar esta perogrullada en la medida en que delimita el campo de este análisis ya fuera de los mitos creados por la perfeccionada industria de "relaciones públicas" puesta al servicio de campañas electorales de los candidatos de un partido u otro, más en ésta última elección que implica cambio de presidentes como un relevo en el gobierno del partido republicano por el demócrata. Es decir que estamos hablando de un supuesto sistema democrático y su funcionamiento, en éste caso concreto el de EE.UU. que por la fuerza de los hechos trasciende sus fronteras y afecta a este "resto del mundo" que lo conformamos todos.

Desde hace un siglo se ha hecho tópico y típico criticar la relación incestuosa entre los políticos de Washington y el complejo industrial militar del mismo modo que se critica desde hace siglo y medio, el mismo tipo de relación de éstos políticos con el conglomerado de las transnacionales petroleras de EE.UU.

En un interesante análisis (1) Noam Chomsky refiriéndose a este contexto dice: ""La política es la sombra que la gran empresa proyecta sobre la sociedad", concluyó en su día el más grande filósofo social norteamericano del siglo XX, John Dewey, y así seguirá siendo, mientras el poder resida "en los negocios para beneficio privado a través de un control sobre la banca, sobre el suelo y sobre la industria, un poder que se ve ahora reforzado por el control sobre la prensa, sobre los periodistas y sobre otros medios de publicidad y propaganda"". Un poco más adelante Chomsky sentencia; "Los EE.UU. tienen, en efecto, un sistema de un sólo partido, el partido de los negocios, con dos facciones, republicanos y demócratas. Hay diferencias entre ellos. En su estudio sobre La democracia desigual: la economía política de la nueva Era de la Codicia, Larry Bartels muestra que durante las pasadas seis décadas "los ingresos reales de las familias de clase media crecieron dos veces más rápido bajo los demócratas que bajo los republicanos, mientras que los ingresos reales de las familias pobres de clase trabajadora crecieron seis veces más rápido bajo los demócratas que bajo los republicanos"".

Si al discurso de Obama se le desprende el lenguaje propagandístico y electoral, se ve que apunta a frenar el desastre financiero económico vigente en EE.UU. en primer lugar y mejorar, dentro de lo que cabe la situación de las clases medias y populares, finalidad nada contradictoria con el sistema sino conforma una de sus vitales válvulas de escape. Aun dentro del sistema formal de la democracia; partidos que se tornan en el poder y elecciones periódicas, el mundo de los negocios ha encontrado dos instrumentos de corromper y adulterar la democracia representativa. El primero es el Lobby, ejercido y difundido por la esmerada práctica del que hizo el fundador de la Standard Oil, Rockefeller, creando grupos de abogados, senadores, cabilderos, etc. con el fin de proteger sus intereses. Hoy día es práctica institucionalizada en EE.UU. El segundo instrumento lo constituye las campañas de recogida de fondos para las campañas electorales, dónde las aportaciones del ciudadano de a pie cada vez son menores proporcionalmente frente a la ascendencia de las aportaciones de los hombres de negocios, entes corporativos, financieros, industriales, etc. De este modo se institucionaliza la combinación incestuosa de la política con el mundo de los negocios. Al respecto es ilustrativo recordar que las aportaciones del fugitivo y gangsteril hombre de negocios Mark Rich a las campañas electorales de Bill Clinton como a su fundación, se tradujeron en el perdón presidencial otorgado por Clinton en el último día de su segunda presidencia. Es un hecho conocido sociológica y políticamente que las aportaciones corporativas surgen como resultado de las negociaciones entre la parte aportadora y el candidato o su equipo que concluyen con compromisos concretos. En este contexto cabe resaltar que la mayor recogida de fondos hecha en una campaña electoral a lo largo de la historia de EE.UU. es la que consiguió el candidato demócrata y actual presidente elegido Obama. Las conclusiones son obvias.

Esta democracia de EE.UU. agujereada, penetrada y adulterada pierde aun más si a lo anterior le añadimos los efectos destructores de la liberalización financiera tanto en el ámbito económico como en el del ejercicio propio de los derechos democráticos. Como se ha visto en la actual crisis, el ciudadano estadounidense que quiere ejercer su derecho a la vivienda, se ha visto sometido al encarecimiento de la misma, el encarecimiento de la hipoteca de su vivienda, y a perderla a favor del banco que ha especulado con sus deudas hipotecarias, sin que este ciudadano tuviera nada que ver con esta especulación y aun, menos en las decisiones tomadas respecto a afrontar la crisis financiera y económica producida. Para colmo, y sin que nadie le consultara se ve condenada a la frustración de ver que sus contribuciones al fisco de su país terminan entregadas a estos especuladores y premiarlos por su especulación. Pero este efecto negativo abarca más allá del derecho a la vivienda, y afecta el derecho a la salud, educación, etc., veamos lo que nos dice Chomsky al respecto; "... el Tesoro estadounidense contempla ahora la libre movilidad de los capitales como un "derecho fundamental", a diferencia, ni que decir tiene, de los pretendidos "derechos" garantizados por la Declaración Universal de Derechos Humanos: derecho a la salud, a la educación, al empleo decente, a la seguridad, y otros derechos que las administraciones de Reagan y Bush han displicentemente considerado como "cartas a Santa Claus", "ridículos" o meros "mitos"". En éste contexto cabe señalar por ultimo que tal efecto destructivo de la liberalización financiera y su Tsunami especulador afecta al resto de los habitantes de la Tierra, en la medida en que el encarecimiento del petróleo como de los alimentos que provoca, termina obligando a todos a pagar las ganancias de los especuladores en todas las actividades y adquisiciones que hagan.

A muchos les suscitó la esperanza el hecho de que en una sociedad como la de EE.UU., un afroamericano llegara, por el voto popular a la presidencia del país, esperanza tan fuerte que la mayoría no se paró a analizar el hecho. Cabe anotar que en sus discursos, Obama no hizo denuncias contra el racismo al que los de color se ven sometidos como se preocupó de recalcar que la identidad racial no era su bandera, que ser negro no significaba ser el representante de los negros. El puso lo puntos sobre la íes, pero los esperanzados en el nuevo "Salvador" no.

El dirigente más experimentado con la política de EE.UU. y sus presidentes es Fidel Castro que al respecto comenta, "Sería sumamente ingenuo creer que las buenas intenciones de una persona inteligente podrán cambiar lo que siglos de intereses y egoísmo han creado. La historia humana demuestra otra cosa". A falta de que Obama asuma la presidencia y entre en acciones concretas que permitan evaluar sus políticas, queda el examen del equipo que ha elegido para la aplicación de tales políticas, con el fin de vislumbrar la certeza de su pretendido "cambio salvador".

En primer lugar, para el puesto de Fiscal General, Obama escogió a Eric Holder que fue el segundo funcionario en el Departamento de Justicia en la segunda presidencia de Clinton y quién le aconsejó el ya mencionado indulto presidencial a Marc Rich. Con anterioridad a esta elección Obama anunció la elección del israelí estadounidense Rahm Israel Emanuel para el cargo más importante en su administración, el de Jefe de Staff de la Casa Blanca al admirador (según Juan Gelman en "Pagina 12" del 8/12/2008) de las frecuentes ejecuciones extrajudiciales israelíes contra la población palestina, e impulsor del servicio militar obligatorio para todos los estadounidenses de 18 a 25 años de edad, con el fin de aumentar los efectivos de las fuerzas armadas de EE.UU.

De acuerdo con el rotativo monárquico español ABC (6/11/2008) Emanuel disfruta de buenas relaciones con los financieros de Wall Street que trabajando con uno de estos financieros, Bruce Wassertein, en algo más de dos años, hizo la fortuna de 18 millones de dólares. Además de esta referencia cabe destacar que una de las principales aportación de Emanuel tanto a la campaña electoral de Clinton como la de Obama fue, gracias a sus buenas relaciones con las corporaciones financieras; la recolecta de fondos. La enciclopedia virtual Wikipedia (versión inglesa) informa que durante su participación (2000/2001) en la dirección de la famosa corporación semi estatal Freddie Mac (una de las artífices de la especulación inmobiliaria), ésta dirección fue acusada de escándalos sobre contribuciones y cuentas irregulares.

La tendencia belicista de Emanuel se refleja en el apoyo que prestó a la segunda guerra contra Irak como de incorporarse, en calidad de voluntario civil, al ejército israelí durante la primera de estas dos guerras de la dinastía Bush.

Finalmente, respecto a Emanuel, cabe destacar su intento de mantener la ropa sucia en casa, cuando pidió perdón, no por iniciativa propia sino a exigencias de la Comunidad de estadounidenses de origen árabe, por las declaraciones de su padre (ciudadano israelí que fue miembro de la organización sionista terrorista Lehi) de contenido racista extremo. Su padre comentando la elección de su hijo como jefe de staff de la Casa Blanca declaró "Obviamente influenciará al Presidente para que sea pro israelí, ¿Porqué no va a hacerlo? ¿Quién es él, un árabe? Él no va a limpiar los pisos de la Casa Blanca".

El otro "elegido" por "el Salvador Obama" es James Jones para el importante cargo de Asesor de Seguridad Nacional. Jones es general retirado de la marina de guerra de EE.UU., y ex comandante supremo de la OTAN. Es el presidente y jefe ejecutivo del Instituto para la Energía del Siglo 21 de la Cámara de Comercio de Estados Unidos. Jones también fue director de Boeing (empresa conocida como fabricante de aviones, pero su producción de armas de última tecnología es mayor), y como director de la gigante petrolera Chevron (de dónde procedió Condoleezza Rice). En resumen James Jones encarna lo que se denunció al principio de éste artículo; la relación incestuosa entre los complejos de la industria militar y la petrolera con la política de Washington.

En cambio, el recién designado como uno de sus principales asesores económicos, Robert Rubin, representa la relación incestuosa de la Casa Blanca con las corporaciones financieras. Su historia con las finanzas de la especulación es bien larga, así que optamos por mencionar lo más importante de éste escándalo de su elección. Rubin (2) siempre mantuvo una fe inamovible sobre los beneficios de la liberalización financiera, y durante su actividad como funcionario de la Administración Clinton ejerció su influencia para conseguir la abrogación de la Glass Steagall Act , o Banking Act , establecida desde 1933, que imponía la separación entre un banco de depósitos y otro de inversiones. De este modo se abonó, con eficiencia, el terreno para la fiebre especulativa que está sacudiendo el mundo actualmente. El caso es que "esta abrogación de la Banking Act permitió la fusión de Citicorp con Travelers Group para formar el gigante bancario Citigroup ... En el 2000, Robert Rubin entró en la dirección de Citigroup ... que el gobierno estadounidense acaba de salvar con urgencia, en noviembre de 2008, ¡garantizándole más de 300.000 millones de dólares de activos! A pesar de ello, R. Rubin es uno de los principales asesores de Barack Obama".

Robert Gates que Bush eligió, en una etapa tardía de su guerra en Irak para lograr el "triunfo soñado", es el elegido por Obama para una supuesta "retirada gradual y razonablemente rápida" de Irak. Al final todo se reduce a un juego de palabras. La Administración Bush y el Gobierno de Irak acaban de firmar un Convenio de Seguridad que implica que la fecha más tardía de la retirada de EE.UU. sería en el año 2011. Dicho de otro modo si Obama llega a cumplir su promesa acortaría este lapso de tiempo en algo más de un año pero dejando "fuerzas residuales en el terreno". En fin; diferentes palabras y un mismo contenido.

Dentro de este recuento asombroso no se puede dejar a un lado a la guerrerista Hillary Clinton, ferviente partidaria de las invasiones de su país a Irak y Afganistán y sus escandalosos viajes electorales a los marines en ambos países como tampoco se puede ignorar una de sus joyas declarativas de borrar del mapa a Irán con bombas atómicas. Con todo para los grandes medios mediáticos, Hillary goza de buena experiencia en el campo de "política Exterior".

Seguir con éste recuento no sería más que rizar el rizo, por lo cual optamos por abreviarlo con lo hecho ya. Obama al ser preguntado sobre la factibilidad de cambio que pregona con semejante equipo respondió "el cambio soy yo", reflejando un dogmatismo mas propio de Bush. Con todo, los previsibles e imprevisibles aduladores hablan de un cambio de 180º grados. Con el panorama delineado con éste análisis, queda claro que el cambio va más allá que esos 180º para alcanzar los 360º.
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1.
Ver:
2. Ver:
"Obama elige a los que han fracasado" de Damien Millet - Éric Toussaint.
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BolPress - Bolivia/21/12/2008

La insensible guerra europea

PAUL KRUGMAN*
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Esta es la situación: la economía se enfrenta a la peor depresión que ha sufrido en décadas. La respuesta habitual a una crisis económica, recortar los tipos de interés, no está funcionando. Las ayudas gubernamentales a gran escala parecen la única forma de parar la caída en picado de la economía. Pero hay un problema: los políticos conservadores, aferrándose a una ideología pasada de moda, y puede que apostando [equivocadamente] por que sus electores están relativamente mejor situados para capear el temporal, están impidiendo que se tomen medidas.
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En Europa, como en EE UU, el problema es el tiempo y las economías se hunden con rapidez
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Merkel se ha convertido en 'Frau Nein': no quiere formar parte de un plan de rescate europeo
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No, no estoy hablando de Bob Corker, el senador de Nissan (perdón, de Tennessee) y sus amigos republicanos, que torpedearon el intento de la semana pasada de ganar tiempo para el sector del automóvil estadounidense. [¿Por qué se ha bloqueado el plan? Un mensaje de correo electrónico a entre los republicanos del Senado afirmaba que negar al sector automovilístico un préstamo era una oportunidad para que los republicanos "lanzasen un primer ataque contra el sindicalismo organizado"]. A quien me estoy refiriendo es a Angela Merkel, la canciller alemana, y a su equipo económico, que se han convertido en el principal obstáculo para un muy necesario plan europeo de rescate económico.

En Estados Unidos no se le está prestando mucha atención al caos económico europeo porque, comprensiblemente, estamos centrados en nuestros propios problemas. Pero se puede decir que la otra superpotencia económica mundial (Estados Unidos y la Unión Europea tienen aproximadamente el mismo PIB) está en los mismos apuros que nosotros.

Los problemas más graves se dan en la periferia europea, donde numerosas economías más pequeñas están experimentando crisis que recuerdan mucho a las pasadas crisis de Latinoamérica y Asia: Letonia es la nueva Argentina; Ucrania es la nueva Indonesia. Pero el dolor ha llegado a las grandes economías de Europa occidental: Reino Unido, Francia, Italia y la mayor de todas, Alemania.

Como en EE UU, la política monetaria de rebajas de los tipos de interés en un intento de reanimar la economía está llegando rápidamente a su límite. Esto deja una única vía para prevenir el peor desplome desde la Gran Depresión: un uso agresivo de la política fiscal consistente en aumentar el gasto o recortar los impuestos para impulsar la demanda. Ahora mismo todo el mundo ve la necesidad de un gran estímulo fiscal paneuropeo.

Mejor dicho, todo el mundo excepto los alemanes. Merkel se ha convertido en Frau Nein: si tiene que haber un rescate de la economía europea, no quiere tomar parte en él y ha dicho en una reunión de su partido que "no vamos a participar en esta carrera sin sentido por los billones".

La semana pasada, Peer Steinbrueck, el ministro de Economía de Merkel, fue todavía más lejos. No contento con negarse a desarrollar un plan serio de estímulo económico para su propio país denunció los planes de otros países europeos. Concretamente, el ministro acusó al Reino Unido de embarcarse en un "keynesianismo craso".

Los dirigentes alemanes parecen creer que su propia economía está en buena forma y no necesita grandes ayudas. Están, casi con toda seguridad, equivocados respecto a eso. Sin embargo, lo verdaderamente malo no es la valoración errónea de su propia situación, sino la forma en que la oposición de Alemania está impidiendo una acción común europea ante la crisis económica.

Para entender mejor el problema, piensen en lo que pasaría si, por ejemplo, Nueva Jersey intentase impulsar su economía mediante rebajas de impuestos u obras públicas sin que este esfuerzo estatal formase parte de un programa nacional. Evidentemente, gran parte del estímulo se "fugaría" hacia los Estados vecinos, de forma que Nueva Jersey terminaría cargando con toda la deuda, mientras que otros Estados se quedarían con muchos de los puestos de trabajo, si no con todos.

Los países europeos están en una situación muy parecida. Cualquier gobierno que actúe de forma unilateral se enfrenta a una posibilidad considerable de contraer una enorme deuda sin crear demasiados puestos de trabajos en el país en cuestión.

Sin embargo, para la economía europea en su conjunto esa clase de fuga supone un problema mucho menor: dos terceras partes de las importaciones de un miembro medio de la Unión Europea proceden de otros países europeos, por lo que el continente en su conjunto no es más dependiente de la importación que Estados Unidos. Esto significa que una iniciativa coordinada para estimular la economía, en la que cada país cuente con que sus vecinos harán un esfuerzo similar al suyo, le proporcionaría al euro un impulso mucho mayor que unos esfuerzos individuales y descoordinados.

Pero no es posible tener un esfuerzo europeo coordinado si la economía más grande de Europa no sólo se niega a participar, sino que además menosprecia los intentos de sus vecinos por frenar la crisis.

El gran nein de Alemania no durará eternamente. La semana pasada, el Ifo, un instituto de investigación muy respetado, advertía de que Alemania se enfrentará pronto a su peor crisis económica desde los años cuarenta. En el caso de que esto suceda, seguramente Merkel y sus ministros reconsiderarán su postura.

Pero en Europa, como en Estados Unidos, el problema es el tiempo. En todo el mundo las economías se hunden con rapidez mientras esperamos que alguien, cualquiera, proponga una respuesta política eficaz. ¿Cuántos destrozos más habrá antes de que esa respuesta llegue al fin?
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*Paul Krugman es columnista del diario The New York Times. Traducción de News Clips. (c) New York Times News Service, 2008.
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El Pais - España/21/12/2008

La farsa de Bernie

Madoff mantuvo durante medio siglo un artificio financiero que le ha permitido defraudar al menos 50.000 millones

FERNANDO VICENTE
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Bernard L. Madoff, de 70 años de edad, antiguo presidente del mercado neoyorkino Nasdaq entre 1990 y 1993 y uno de los mayores intermediarios (broker) de WallStreet, usaba un diminutivo para transmitir confianza a la gente, Bernie. Es sólo uno de los muchos trucos de pillo con los que consiguió construir
una pirámide financiera que a lo largo de décadas se ha comido, según sus propios cálculos, 50.000 millones de dólares. Nada sofisticado. Tan de libro como sus métodos para romper la desconfianza de sus víctimas: prometía rentabilidades a los que le confiaban sus ahorros, que pagaba con los ingresos recaudados a nuevos incautos.

No era una rentabilidad espectacular, que hubiera llamado la atención, sino un constante y respetable 10 ó 12% anual. Pero la tremenda crisis financiera trajo a algunos de sus clientes pretendiendo recuperar inversiones por valor de 7.000 millones de dólares, justo en un momento en el que el flujo de nuevos ahorradores caía en picado y le era imposible obtener la liquidez necesaria para afrontar los pagos. Así se cuenta en el acta presentada ante el honorable Douglas F. Eaton, magistrado del Distrito Sur de Nueva York, por el agente especial del FBI Theodore Cacioppi. El informe asegura que es el propio Madoff el que se lo cuenta en sus oficinas, a principios de diciembre, a dos de sus más altosejecutivos.
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Madoff captaba a sus clientes con trucos de charlatán embaucador
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Entregado por sus hijos
Lo que el agente especial Caccioppi no le dice al juez, al menos por escrito, es que los dos ejecutivos que días más tarde acudirán a las autoridades con la historia, son los propios hijos del acusado, Mark (44 años) y Andrew (42 años). Según relata el agente especial del FBI, con seis años y medio de antigüedad en el cargo, Madoff confiesa a sus empleados en su lujoso dúplex de Manhattan que su negocio de asesoría de inversiones "es un fraude", que está "acabado", que no le queda "absolutamente nada" y que "todo es una gran mentira". Poco después, Madoff admite al ser detenido en su domicilio ante el mismo Caccioppi, que "no hay una explicación inocente" de por qué "pagaba a los clientes con dinero que no existía" y afirma que está "arruinado, insolvente" ,para acabar reconociendo que esperaba "ir a la cárcel".

Frío y calculador, pero educado, agradable y elegante, por dura que fuese la situación. Cinco características que repiten una y otra vez los que tuvieron la suerte de tratarlo. Una suerte que ahora maldicen, pero que hace apenas dos semanas bendecían, ya que sólo unos elegidos entre los elegidos por la fortuna de la riqueza, con al menos un millón de dólares disponible, eran aceptados en su restringido círculo de inversores. Ese era, quizá, el mejor de sus trucos de seductor. La gente llegaba a pagar cientos de miles de dólares por hacerse socio de los exclusivos clubs de campo (country clubs) a los que pertenecía Madoff, para poder acercase a él y confiarle los ahorros de toda una vida de trabajo.
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Prometía intereses que pagaba con los ahorros de otros incautos
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Madoff, de origen humilde, nacido en plena zona judía del este de Queens, uno de los cinco barrios neoyorkinos, no llegó a acabar la carrera de Derecho. Fundó su negocio de intermediación financiera en 1960 con sus primeros 5.000 dólares, ahorrados trabajando como vigilante en las playas de Long Island y como montador de riegos automáticos: Bernard L. Madoff Investment Securities. Un negocio en el que supo ser el primero en aplicar las nuevas tecnologías, introduciendo las transacciones automatizadas por ordenador, cuando el resto de sus competidores aún cerraban todas sus operaciones porteléfono.

A los 50 ya era rico entre los ricos y su nombre respetado en Wall Street. En una época en la que es difícil saber qué nombres se esconden detrás de las empresas propietarias de las compañías de inversión, él resumía su estrategia comercial en una sola frase: "El nombre del dueño está en la puerta". El negocio a la antigua, basado no en los controles externos, sino en la honestidad del apretón de manos. Una estrategia comercial que exige una imagen muy cuidada para cautivar a sus clientes y obtener de ellos una fe ciega en la capacidad para gestionarsu dinero.

Dinero viejo
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Dos hijos suyos, que trabajaban con él, denunciaron la estafa
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Ni mucho ni poco. Como en las siete y media, tan malo es pasarse como no llegar. Así eran sus rentabilidades: discretas pero seguras. Tanto, que entre los broker de WallStreet bautizaron sus inversiones como letras judías (Jewish T-bill), en referencia a la seguridad de las letras del Tesoro. Y así era la imagen que cultivaba, de dinero viejo, pero sin ostentaciones. Posee un dúplex en Manhattan, pero no con vistas a Central Park, sino en la más discreta calle 64 Este, esquina con Park Avenue, que compró en 1999 por 3,3 millones de dólares. Un yate en las Bahamas, grande, de 20 metros, pero antiguo, construido en 1969 y comprado por él en 1977 a cambio de 462.000 dólares de la época. Y dos mansiones, una en primera línea de playa en Long Island, Nueva York, y otra por la que pagó 21 millones de dólares en Florida, a kilómetro y medio del Palm Beach Country Club.

Es en este exclusivo club social, fundado en la década de los años cincuenta por judíosadinerados a los que habían negado la entrada en otros clubs de la zona, donde más clientes privados captó Madoff para su pirámide financiera. Lo hizo utilizando una de las estrategias más viejas del charlatán embaucador: la confianza que da la afinidad, el sentimiento de que no te va engañar "si es uno de los nuestros". Se calcula que al menos un tercio de los más de 300 adinerados socios del club, la mayoría ya disfrutando de su retiro bajo el cálido sol de Florida, y protegidos por las altas vallas de sus mansiones, podría haber perdido la mayor parte de sus ahorros por haberlos puestos en manos de Madoff.

Fiel a su política, Bernie se mostraba simpático y buen conversador, pero sin dejarse ver en exceso. Jugaba al golf, pero no participaba en las actividades organizadas para entretener a los socios. Y, de vez en cuando, para reforzar por un lado su imagen seductora y por otro la sensación entre sus clientes de pertenecer a un prestigioso grupo de iniciados, rechazaba la petición de algún socio de hacerse cargo de sus ahorros. Eso sí, siempre impecable. Su peluquero de Florida es ya famoso en Estados Unidos, aunque a cambio haya perdido un cliente al que desde hace 17 años le cobraba 65 dólares por un corte de pelo, 40 por un afeitado, 55 por la pedicura y otros 22 dólares por la manicura. Factura total: 182 dólares.
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Es frío y calculador pero siempre educado, agradable y elegante
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Maneras mafiosas
Madoff no sólo utilizaba maneras de cautivador para mantener y acrecentar su pirámide. Imaginarlo tendido en la butaca del barbero como a los mafiosos de la época de la ley seca en el Chicago de los años treinta, es una más de las similitudes con las técnicas popularizadas por la saga de El Padrino. El secretismo y la desconfianza definían un negocio en el que todos los puestos clave, sus tenientes, eran ocupados por sus familiares más cercanos.

Su hermano Peter, abogado, ejerce de número dos de la compañía prácticamente desde que salió de la universidad a finales de los sesenta. Igual que sus propios hijos, Mark y Andrew, que se incorporaron en los ochenta, directamente también desde sus respectivas facultades. Después le llegó el turno a la hija de su hermano Peter, que ejerce de abogada en la financiera.
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Fundó su negocio de intermediación con 5.000 dólares en 1960
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Todos ellos dirigen el negocio familiar legal desde el Lipstick Building (barra de labios), un rascacielos de oficinas situado en la Tercera Avenida, en el centro de la Isla de Manhattan. Desde sus plantas 19 y 18, Bernard L. Madoff Investment Securities gestiona unas dos docenas de fondos de inversión dotados con unos activos calculados en unos 17.000 millones de dólares. Pero el secreto se ocultaba una planta más abajo, en la 17, desde donde un pequeño puñado de empleados, a las órdenes directas de Madoff, gestionaba su negocio de asesoramiento de inversiones que en realidad era una estafa piramidal.

Ambos negocios estaban aparentemente desconectados, operando con personal diferente y sistemas informáticos totalmente independientes. Lo que le permite asegurar a Madoff que sólo él de entre su familia estaba al corriente de lo que sucedía. Es cierto que entre las víctimas de su estafa, cada vez se extiende más la sospecha de que el hecho de que Madoff fuera entregado por sus propios hijos no es sino una estrategia urdida con frío cálculo para exonerar a su familia más próxima de toda responsabilidad. Los investigadores aún no han sido capaces de determinar la cuantía exacta de la estafa, mucho menos aún cómo se llevó a cabo. Si bien es cierto que, al parecer, en los últimos días, han encontrado rastros y evidencias de la participación en el control de las cuentas de los clientes de Ruth Madoff, su mujer, de 68 años de edad y originaria de Queens como él.

Secretismo
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A los 50 años ya era rico entre los ricos y respetado en Wall Street
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Los hijos habrían intentado calmar el desasosiego de sus empleados explicándoles que su padre los mantenía tan lejos de su otro negocio como a ellos. Unos empleados que sólo veían al gran jefe si se quedaban hasta muy tarde, que es cuando solía aparecer por esa parte del edificio "para cerrar persianas y descubrir escritorios desordenados", cuentan. Su política para con ellos era también del viejo estilo paternalista. Con sueldos bajos para la media del mercado financiero neoyorkino, pero muy seguros. La empresa no era un lugar de trabajo familiar sólo para los Madoff. Muchas generaciones de empleados han ido pasando por el negocio y, para su desgracia, en la mayoría de los casos, confiándole de paso también sus propios ahorros.

Lo más característico del negocio era el secretismo. Las cuentas de una de las mayores firmas financieras de Nueva York no eran controladas por una gran empresa de auditoría, sino por una pequeña firma de tres empleados desde una pequeña habitación despacho en las afueras de la Gran Manzana. Espacio más que suficiente si se tiene en cuenta que de los tres, uno, de 75 años de edad, vive en Florida, y que el trabajo lo hacen en realidad un contable de 47 años y susecretaria.

Que ricos jubilados en paraísos cálidos del país confiasen todo su dinero a un hombre por el mero hecho de que fuese rico y judío como ellos, es una cosa. Al fin y al cabo, la mayoría de ellos se ha ganado la vida fabricando y vendiendo en la economía real, sin contacto con el sofisticado mundo de Wall Street, y el secretismo de Madoff sobre sus estrategias de inversión podría haberles parecido, incluso, atractivo. Pero otra muy distinta es que entre sus víctimas se encuentren algunos de los bancos y fondos de inversión más importantes del mundo y buena parte de las principales instituciones filantrópicas de la comunidad judía más adinerada de Estados Unidos.

Para su caso, con presupuestos millonarios para auditorías y procesos de comprobación del destino real de sus inversiones (due dilligence), la única explicación es la de la ciega codicia, el ansia desmesurada por el beneficio rápido, que lleva a saltarse los controles con tal de participar en el fondo más exclusivo entre los exclusivos. "Hay una tendencia, incluso entre la élite, a idolatrar a los que ganan mucho dinero y asumir que saben lo que hacen", advertía la semana pasada el Nobel de moda, Paul Krugman. Y lo decía tras definir como "corrupto" el sistema capitalista que hemos vivido en las últimas décadas.

Ricos y generosos
El propio Madoff seguía la regla, no escrita, entre los ricos estadounidenses de dedicar parte de sus beneficios a actividades filantrópicas. Así, era de los principales patronos de la Universidad Yeshiva, vinculada al judaísmo ortodoxo. Junto con su mujer, gestiona además la Madoff Family Foundation que, con unos fondos de 19.000 millones de dólares, entre sus actividades incluye desde financiar escuelas y hospitales en Israel hasta el Public Theather de Nueva York. Es a través de su propia actividad como Madoff recaudó las inversiones de la comunidad judía estadounidense.

Es el caso del magnate inmobiliario y propietario del The Daily News de Nueva York, Mort Zuckerman, que ha reconocido que invirtió 30 millones de dólares a través de Madoff, el 10% de su fondo destinado a obras de caridad. También el premio Nobel Elie Wiesel, sólo que en su caso las pérdidas afectan a la práctica totalidad de los activos de su Fundación para la Humanidad. Igual que la fundación del senador demócrata Frank Lautenberg, que le confío el 92% de sus activos.

También han perdido mucho dinero, pero del destinado a sus bolsillos, o de las cajas de sus empresas, algunos de los más importantes miembros judíos de la industria del cine de Hollywood. Es el caso de Steven Spielberg, al que en ocasiones se le veía cenando con Madoffen su restaurante favorito de Palm Beach, del que era cliente habitual desde hace casi 20 años. O el del guionista de Forrest Gump, Eric Roth, que se enteró de que acababan de detener al hombre al que había confiado una parte importante de su riqueza el mismo día que lo nominaron para los premios Globe.

También el marido de Uma Thurman, Arpad Busson, ha sido pillado por la trama piramidal de Bernie. Lo asombroso es que el dinero, unos 230 millones de dólares, proceden de los clientes de su fondo de inversión con sede en suiza, EIM. En otras palabras, una institución financiera que invierte dinero sin comprobar cómo se gestiona y se limita a esperar que todo salga bien. Lo mismo que le ocurrió a la más rica de la comunidad judía española, Alicia Koplowitz, que habría perdido 10 millones de euros por confiar en el broker simplemente por su fama, sin comprobar si ésta se correspondía con su forma de actuar en realidad, o qué había detrás de sus vagas y opacas explicaciones sobre sus estrategias de inversión.

Sospechas
Lo mismo se puede decir de instituciones como Banco Santander, cuyos clientes habrían perdido más de 3.000 millones de dólares, o la francesa BNP Paribas, que ha reconocido pérdidas por sus inversiones a través de Madoff de 350 millones de euros. Pero sobre todo, se señala con el dedo al regulador de los mercados financieros estadounidenses, la Securities and Exchange Commission (SEC). ¿Cómo es posible que no detectara nada durante décadas? ¿Cómo es que no llamó la atención que ofreciera rentabilidades del 12% anual, año tras año, sin fallar jamás? ¿Cómo es posible que sextuplicara las ganancias de la bolsa sin despertarsospechas?

Las despertó, vaya si lo hizo. Sin embargo nunca llegaron a comprobarse. De hecho, para aplacarlas, el año 2001, el Fairfiled Greenwich Group, un fondo de inversión propiedad de Walter M. Noel, fue invitado a mirar las cuentas de Madoff sin que sus auditores detectaran la gran estafa que estaba llevando a cabo. Noel Fairfield, antiguo amigo y socio de Bernie, con pérdidas de 7.500 millones de dólares reconocidos, más de la mitad de sus activos totales, es por ahora el mayor afectado porla estafa.

Si famoso se ha hecho su peluquero, el más buscado estos días por periódicos y televisiones de todo Estados Unidos es Harry Markopoulos, que allá por 1999 empezó a tocar la campana de alarma sobre las operaciones de Madoff en los mercados. Insistió e insistió, hasta que logró que la SEC estudiase el caso, no porque les pareciera que tenía razón, sino por si acaso, según han reconocido, ante el volumen de dineroimplicado.

Tan escondido está ahora Markopoulos, como esquivo fue Madoff a la labor de los controladores. De 52 años y residente en Boston, Markopoulos trabajaba entonces para una firma de inversiones que utilizaba una estrategia de inversión similar a la que Madoff afirmaba estar utilizando y sólo conseguía obtener la mitad de sus resultados. Escamado, aplicó técnicas de análisis matemático a las cifras publicadas por Bernie y llegó a la conclusión de que no podía conseguirlo a menos que estuviera utilizando un sistema de inversión piramidal, en el que los que entran pagan con sus aportaciones los intereses que cobran los más antiguos.

¿Pillado?
Por fin, seis años después, en 2005, sus informes obligaron a moverse a los responsables de la SEC, tras recibir uno en el que el denunciante señalaba 29 contradicciones y razones por las que Madoff tenía que estar mintiendo. Dos años de investigaciones del órgano regulador concluyeron que no había evidencias de fraude en las operaciones de Madoff.Encantador de serpientes, el financiero neoyorkino logró que los investigadores no acudieran a sus oficinas a revisar archivos y papeles: se conformaron con la documentación que el propio Madoff les envió, para llegar a la conclusión de que su actuación era legal y correcta.

Ahora, la SEC reconoce que Madoff les envió documentación falsa y les ocultó el volumen exacto de los fondos que manejaba.

Como consecuencia, miles de inversores han perdido decenas de miles de millones de dólares. Para muchos significa la totalidad de sus ahorros, y para otros, que no invirtieron, implica, sin embargo, la pérdida de su puesto de trabajo en fundaciones que se han quedado sin fondos. Una tragedia que supone la pérdida de una beca para un joven brillante, el final de una plaza en una residencia de ancianos que debe cerrar sus puertas por falta de fondos, o la abrupta interrupción de un proyecto de investigación, que además de sus sueños se lleva por delante la carrera de un científicoprometedor.

Es tentador contentarse con que el timo de Madoff ha dañado a un puñado de los más ricos entre los ricos. Pero la realidad, como siempre, es más dura que eso. Mientras tanto, tras avalar una fianza de 10 millones de dólares con los bienes de su hermano y de su mujer, y sus dos mansiones, su dúplex, y su yate, Bernard L. Madoff pasa su tiempo en arresto domiciliario atado a un GPS de tobillo, en su dúplex de Nueva York. Se enfrenta a un máximo de 20 años de cárcel y una multa de cinco millonesde dólares.

Público - España/21/12/2008

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