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Democracy Now! - USA/18/08/2009

AGUA: Recurso vital y derecho humano

Por Thalif Deen
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Asamblea General de la ONU
Crédito: Undpi
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NUEVA YORK (IPS) - La creciente comercialización del agua y la gran influencia de las empresas embotelladoras obliga a reglamentar la gestión de ese recurso vital para que su acceso sea un derecho fundamental, según especialistas.

"Necesitamos un acuerdo o tratado internacional sobre el derecho de acceso al agua a fin de dejar sentado de una vez por todas que no se le puede negar a ninguna persona porque no lo pueda pagar", subrayó Maude Barlow, especialista canadiense y asesora del presidente de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), el ex canciller nicaragüense Miguel D'Escoto.

"Tenemos que proteger su disponibilidad en tanto que derecho" fundamental, remarcó, y añadió que la Comisión de Derechos Humanos, con sede en Ginebra, es quizá el órgano más indicado para proponer un tratado de esas características.

Pero lo mejor sería que fuera ratificado por los 192 miembros de la Asamblea General, apuntó.

"Necesitamos más que una declaración de la ONU", sostuvo Barlow. "Se requiere de un plan de acción para la Asamblea General".

Alrededor de 880 millones de personas, la mayoría en los países en desarrollo, carecen de agua potable, según la ONU, cifra que puede llegar a 4.000 millones en 2030, la mayoría en China y Asia meridional.

El mercado mundial de agua asciende a unos 250.000 millones de dólares, y puede llegar a los 660.000 millones en 2020, según un estudio realizado en marzo por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma).

El no gubernamental Consejo de Canadienses, presidido por Barlow, trabaja para que el derecho a disponer de agua sea incorporado en las constituciones de los países.

Uruguay es uno de los pocos países donde se aprobó una reforma constitucional, mediante una consulta popular realizada en 2004, que reconoce el acceso al agua como un derecho humano y un servicio público que debe brindarse sin fines de lucro.

La organización colombiana Ecofundo ya recogió dos millones de firmas para impulsar un referendo de similares características.

Estados Unidos se opuso a la designación de un relator especial de la ONU para impulsar el concepto de acceso al agua como derecho fundamental en una sesión de la Comisión de Derechos Humanos del foro mundial realizada en marzo de 2008, indicó Patricia Jones, especialista del programa de justicia ambiental, del estadounidense Comité de Servicio Unitario Universalista.

De todos modos se nombró un experto independiente por tres años a fin de asesorar a los estados miembros de la ONU en la identificación de los alcances de considerar la disponibilidad de agua y saneamiento como derecho humano.

"La oposición del gobierno estadounidense respecto de que el acceso al agua sea un derecho humano está cambiando", remarcó.

En su discurso de asunción, el presidente Barack Obama se dirigió a los ciudadanos de los países pobres con quienes se comprometió "a trabajar para que prosperen sus granjas y fluya agua limpia".

El paquete de estímulo económico aprobado por el Congreso legislativo para lidiar con la crisis financiera internacional permitirá atender el asunto de la disponibilidad de ese recurso, entre otras cuestiones, en Estados Unidos.

"No tenemos una política integral en el ámbito nacional. La gestión del agua fue cedida a los estados y está reglamentada por la Ley de Agua Limpia y la de Agua Potable Segura", explicó.

"Estamos ganando algunas batallas contra las empresas internacionales que roban agua", señaló Barlow, asesora de D’Escoto.

"En Canadá, por ejemplo, 53 municipios, algunos de grandes ciudades como Vancouver y Toronto, prohibieron el agua embotellada, lo que propició una pronunciada caída de las ventas", relató.

En muchas partes del mundo, la gestión del agua vuelve al Estado, como en Francia, donde la alcaldía de París asume por primera vez el control de ese recurso.

"Estamos logrando promover la noción de interés público en la gestión del agua en ámbitos políticos y reafirmar la importancia del control estatal sobre ese recurso esencial", indicó Barlow.

Pero "tenemos que estar atentos a las nuevas formas de control privado, mercados, bancos, comercio y especulación de agua, que se vislumbran en el horizonte para los que adopten la modalidad particular en vez de la pública", añadió.

Barlow mencionó el ejemplo de Australia, que concedió la gestión del agua a una gran empresa de inversiones estadounidense con el argumento de lograr un uso más sustentable. No sólo quedó fuera del control estatal, sino que ni siquiera está en manos de los australianos.

Al ser consultada sobre cuál podría ser la contribución de los inversionistas, Jones, del Comité de Servicio Unitario Universalista, señaló que pueden asegurarse de que sus emprendimientos traten de que el acceso al agua se convierta en un derecho humano.

El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) sostuvo que las actuales prioridades en materia de suministro pueden considerarse un "apartheid hídrico", en alusión al sistema de discriminación racial que imperó hasta 1994 en Sudáfrica, dispuesto por la minoría blanca en detrimento de la mayoría negra.

Hay suficiente agua y recursos financieros para cubrir las necesidades actuales, según el organismo.

El PNUD recomienda que se respeten las leyes existentes a fin de ajustar las prioridades financieras para que las personas más pobres dispongan de ese recurso.

Algunas empresas como Connecticut Water y PepsiCo adoptaron políticas que apuntan a considerar el acceso al agua como un derecho humano, señaló Jones.

La comunidad internacional debe observar a las grandes potencias que buscan agua fuera de fronteras, como ya hicieron con el petróleo, señaló Barlow.

China, por ejemplo, construye un acueducto para canalizar el fluido desde la zona del Himalaya hacia su territorio.
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IPS/18/08/2009

Honduras y la ocupación del Continente

Ana Esther Ceceña *
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El ataque a Sucumbíos en marzo 2008 marcó el inicio de un nuevo ciclo dentro de la estrategia estadounidense de control de su espacio vital: el Continente americano.

Era el momento de creación de plataformas regionales de ataque bajo el velo de la guerra preventiva contra el terrorismo. Pero si en Palestina y el Medio Oriente había ya costumbre de recibir las ofensivas del Pentágono aderezadas con los propósitos particulares de Israel, en América no había ocurrido un ataque unilateral de un Estado a otro “en defensa de su seguridad nacional”.

El ataque perfiló las primeras líneas de una política de Estado que no se modificó con el cambio de gobierno (de Bush a Obama) sino que se adecuó a los tiempos de la política continental que, en esa ocasión, dio lugar a un airoso reclamo de Ecuador, secundado por la mayoría de los Presidentes de la región en la reunión de Santo Domingo.

Prudentemente se detuvo esta escalada militar para bajar las tensiones y dar paso al cambio de gobierno en Estados Unidos pero la necesidad de detener el crecimiento del Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA) y la búsqueda de caminos seguros para intervenir en la región, sobre todo frente a Venezuela, Ecuador y Bolivia, llevó nuevamente a Estados Unidos a involucrarse en proyectos desestabilizadores o directamente militaristas.

El golpe de Estado en Honduras, uno de los eslabones más frágiles de ALBA, conducido por un militar hondureño formado en la Escuela de las Américas, tramado en vinculación con la base de Palmerola, consultado con el personal de la Embajada norteamericana y asumido por la oligarquía hondureña -que si existe es por el auspicio de los intereses norteamericanos que requieren parapetarse en socios locales-, es el primer operativo de relanzamiento de esa escalada.

Mal precedente el de un gobernante legítimo, derrocado por un golpe espurio, que termina siendo acusado de violar la Constitución y por ese subterfugio es equiparado con el gobierno de los golpistas. Tan defensor como violador de la Constitución es uno como el otro en el esquema de diálogo que se impuso después del golpe.

Buen precedente el de un pueblo que se moviliza por el restablecimiento de la constitucionalidad y en contra de un golpe de Estado y de la militarización renovada que recuerda situaciones de un pasado cercano.

No obstante, el golpe en Honduras sólo anuncia lo que se vislumbra para esos gobiernos que han osado desafiar al imperio y que no cesan de ser acosados. Honduras resultó atropellado en una búsqueda por alcanzar objetivos de mayor importancia geoestratégica: Venezuela, Ecuador y Bolivia.

Mientras la nebulosa levantada por Honduras desvió la mirada, se volvieron a desatar los montajes para acusar de cómplices de las FARC-catalogadas como grupo terrorista en las listas del Pentágono-, a los Presidentes de Venezuela y Ecuador; y se revive un viejo acuerdo entre Colombia y Estados Unidos que otorga inmunidad a las tropas estadounidenses en suelo colombiano y permite la instalación de 7 bases militares norteamericanas que se suman a las seis ya reconocidas por el Pentágono en su Base structure report, sancionado por el Congreso.

Honduras constituyó el elemento desencadenador o, mejor, con todo y su gravedad, la cortina de humo que dio paso a la reactivación del proyecto interrumpido después del ataque a Sucumbíos: el establecimiento de una sede regional de la llamada guerra preventiva en América, justo al lado del Canal de Panamá y en la entrada misma de la cuenca amazónica pero, lo más importante en términos estratégicos coyunturales, en las fronteras de los procesos incómodos para los grandes poderes mundiales liderados por Estados Unidos.

Parar la militarización

Está en curso un proyecto de recolonización y disciplinamiento del Continente completo. Con la anuencia y hasta entusiasmo de las oligarquías locales, con la coparticipación de los grupos de ultraderecha instalados en algunos gobiernos de la región, se construye en América Latina mucho más que un nuevo Israel, desde donde el radio de acción se debe medir con las distancias que los aviones de guerra y monitoreo alcanzan en un solo vuelo, sin necesidad de cargar combustible; o con los tiempos de llegada a los objetivos circunstanciales, que son muy reducidos desde las posiciones colombianas; o con la capacidad de respuesta rápida ante contingencias en las principales ciudades de los alrededores: Quito, Caracas y La Paz; o con la seguridad económica que les da establecerse al lado de la franja petrolera del Orinoco, equivalente a los yacimientos de Arabia Saudí, al lado del río Amazonas, principal caudal superficial de agua dulce del Continente, al lado de los mayores yacimientos de biodiversidad del planeta, frente a Brasil y con posibilidades de aplicar la técnica del yunque y el martillo, contando con la cooperación de Perú, a cualquiera de los tres países que en Sudamérica han osado desafiar al hegemón.

Si bien Honduras muestra claramente los límites de la democracia dentro del capitalismo, el trasfondo de Honduras, con el proyecto de instalación de nuevas bases en Colombia y la inmunidad de las tropas estadounidenses en suelo colombiano, convertiría a ese país en su totalidad en una locación del ejército de Estados Unidos que pone en riesgo la capacidad soberana de autodeterminación de los pueblos y los países de la región.

Las acciones de este enclave militar en América del Sur se dirigirán a los Estados enemigos o a los Estados fallidos, que, de acuerdo con las nuevas normas impulsadas por Estados Unidos, pueden ser históricamente fallidos o devenir, casi instantáneamente, Estados fallidos “por colapso”. Cualquier contingencia puede convertir a un país en un Estado fallido y, por ello, susceptible de ser intervenido. Y entre las contingencias están las relaciones de sus gobernantes con algún grupo calificado como terrorista. Es ahí que se explica la insistencia por acusar a los presidentes Chávez y Correa de mantener vínculos de colaboración con las FARC.

Una vez decretado el Estado fallido la intervención puede realizarse desde Colombia, que ya estará equipada para avanzar sobre sus vecinos.

500 años después, los habitantes de América Latina tenemos que seguir deteniendo el saqueo, la colonización y las imposiciones de todo tipo, pero si no paramos la militarización y el asentamiento de las tropas de Estados Unidos en Colombia las luchas de los últimos 500 años habrían sido en vano.

Nuevamente, como en los viejos tiempos, cobra un sentido profundo la consigna: ¡Yankies, go home!
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*Ana Esther Ceceña, economista mexicana, es investigadora en el Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Observatorio Latinoamericano de Geopolítica, México
www.geopolitica.ws
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Este texto es parte de la revista América Latina en Movimiento, No. 447 de agosto de 2009
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ALAI/18/08/2009

ESCARBANDO en LQ Somos

La reconquista imperialista de África
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El viaje que la Secretaria de Estado norteamericana realiza a nuestro continente es el más largo desde que dirige la diplomacia estadounidense. Apenas tres semanas después de la visita de Barack Obama a Ghana, Hillary Clinton inició el martes de la semana pasada un largo recorrido por siete países del África subsahariana para amarrarles económicamente, en el momento en que China se ha convertido en muchos países en el principal inversor extranjero, Ah sí, también para “promover la seguridad” (es decir, la subordinación militar a EEUU) y los “derechos humanos”.

El engodo de este viaje es la African Growth Opportunity Act (Ley de Crecimiento y Oportunidades para África), aprobada en el año 2000 por la administración Clinton y destinada a favorecer la exportación, sin impuestos, de ciertos productos africanos hacia Estados Unidos. Tras ocho años, los resultados de esta ley (cuya vigencia termina en 2015) son decepcionantes: solo la exportación de petróleo africano hacia EEUU ha aumentado. De hecho, los intercambios comerciales entre la potencia norteamericana y los 48 países de África, por otra parte, son prácticamente insignificantes. Nuestro continente recibe únicamente el 1% de las exportaciones estadounidenses y sólo consigue alcanzar el 3% de las importaciones de EEUU.
¿Cuáles son las condiciones necesarias para que los países africanos puedan acogerse a la exención de aranceles de la African Growth Opportunity Act? Hillary las definió como que los inversores no se encuentren con países llenos de “corrupción y crimen” y dirigidos por “una administración floja”.

En Kenia, primera etapa de su viaje, Hillary Clinton aseguró que las empresas y comercios de África podrán crecer sólo cuando los gobiernos africanos ejerzan un “poder benigno”. En un discurso televiso dirigido a los kenyatas, Obama decía también que “los países africanos deben ejercer un poder benigno.” Este término ya fue usado por el presidente estadounidense cuando visitó Ghana (“ejemplo de democracia africana”). Esta exigencia de “benignidad” (hacia EEUU) no tiene en cuenta la realidad de unos países masacrados por el colonialismo y aún aplastado por las relaciones de saqueo que impone el imperialismo.

Pero la verdadera naturaleza del viaje de Clinton a nuestro continente se hace transparente si tenemos en cuenta que los primeros seis de los siete países africanos que visita o son grandes países petroleros, o son países de gran población y de importancia estratégica. En cuanto a nuestros vecinos de Cabo Verde, el departamento de Estado lo justifica como “apoyo a la democracia africana”.

Con el recurso del palo y la zanahoria, EEUU obliga a que los países africanos acepten la “democracia occidental”. El imperialismo ha aplicado esta táctica durante décadas y sigue insistiendo en ella. Sin embargo, los países de nuestro continente no quieren aceptar con resignación el papel de “negritos obedientes”. Justo antes de que Hillary Clinton pronunciara su discurso en Kenia, el primer ministro del país, Raila Odinga, manifestó que “África no necesita sermones sobre la democracia, porque los problemas africanos fueron creados desde el principio por los países occidentales”.

La visita de Hillary Clinton a la cabeza de una numerosa delegación a África no solo evidencia la enorme ambición imperialista por nuestro continente, sino también pone de manifiesto su rivalidad con China, ya que la actual visita de la Secretaria de Estado norteamericana es un calco las escalas de las giras realizadas por los líderes chinos. Pero en vez de ofrecer contratos y condiciones ventajosas para los países africanos, como hace Beijing, siguiendo el principio de “cooperación y beneficio mutuo” y “no injerencia en los asuntos internos”, EEUU se empeña en mantener las políticas de saqueo y de dominación política y militar.

Evidentemente, África constituye un objetivo preferencial para China. Desde mediados de 2000, los líderes chinos han visitado nuestro continente en varias ocasiones, trayendo compromisos de hacer más y más contratos. El acelerado desarrollo de China le obliga a conseguir recursos energéticos en todo el mundo, y África es una de sus mayores fuentes.

Esa atención que presta China a África la percibe Washington como una amenaza. Ya en 2005, un sector de los partidarios demócratas hizo una severa advertencia de que hay que considerar a China como rival de los EEUU, ya que el país asiático continúa la política destinada a convertir a África en el mercado de sus productos, el lugar de trabajo de sus obreros y la región de conseguir minerales y petróleo.
China patrocinó en 2006 la Cumbre de Beijing del Forum de Cooperación China-África, con la participación de 48 países africanos. Y en 2009, planea celebrar otra vez ese Forum, en el que China aprovechará la oportunidad para hacer públicas ocho medidas de su gobierno, incluidas la condonación o reducción de deudas y proyectos de construcción de infraestructuras. La influencia económica de China en África continuará elevándose, y ya hay 20 países africanos con un volumen de comercio con China superior a los 1.000 millones de dólares.
Pero, así y todo, no hay que perder la perspectiva. El volumen total de comercio entre China y África llegó a solo los 107.000 millones de dólares en el año 2008, por de bajo de las cifras registradas por nuestro continente con la Unión Europea (unos 334.000 millones de dólares), Japón (267.000 millones de dólares) y Corea del Sur (186.000 millones de dólares).

El problema para EEUU, por lo tanto, no es cuantitativo -no es tanto lo que le “quita” China en África- sino cualitativo: el mal ejemplo que supone el establecimiento de unas relaciones no imperialistas. Y que nuestros países empiecen a acostumbrarse a las mieles de unas verdaderas soberanía e independencia nacional. No pueden permitirlo, pero cada vez les es más difícil impedirlo.
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LQSomos. Teodoro Santana*. Agosto de 2009.
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(*) Teodoro Santana es miembro del Comité Central del PRCC
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LQSomos/18/08/2009

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