DESDE EL SUR
La visita de Bush y los frustrados intentos para aislar a Venezuela
Aram Aharonian
Telesur
Hubo esta semana declaraciones de los presidentes de Brasil y de Argentina que bien pueden ser consideradas como respuestas directas a palabras (y acciones) del presidente estadounidense George Bush y a otros voceros de la administración de ese país, y también a insidiosas campañas de medios de prensa de sus respectivas naciones.
Bush y sus funcionarios insisten en tratar de crear condiciones para aislar a Venezuela en América Latina.
Esas son las intenciones de la política de Washington, y ha tenido concretas expresiones cuando pretende impulsar a Luis Inácio Lula da Silva para que asuma el liderazgo en la región. Obviamente no lo hace pensando en Lula como el líder del PT y de la izquierda de Brasil, pese a las divergencias internas, sino para enfrentarlo a Chávez.
La administración de Washington sigue sin entender a América Latina, sin asumir los cambios que se están produciendo en la región, sin darse cuenta de que la integración sudamericana, a los tumbos quizá, sigue avanzando. Y a pesar de las vallas, las zancadillas, de todas las descalificaciones, de todas las presiones.
Y ahora, en su desmedida obsesión por desestabilizar al gobierno venezolano –y con ello a su estrategia en política exterior- busca convertir el etanol en sustituto del petróleo, disfrazando el tema como si fuera de defensa de la ecología.
El próximo viaje de George W. Bush a Brasil y Uruguay parece estar vinculado estrechamente a la cuestión de los biocombustibles. Lo que quiere negociar Bush en Sao Paulo, es levantar la prohibición a la importación de biocombustibles brasileños, basados en la caña de azúcar. Si esto se da, Brasil –que produce la mitad d e los biocombustibles del mundo- experimentará una notable expansión de los cultivos y de la inversión privada extranjera en las 77 usinas previstas hasta 2012. Brasil.
La celulosa, otra de las fuentes de biocumbustibles, de la que Uruguay puede llegar a ser un gran productor, será uno de los temas que Bush conversará con Tabaré Vázquez.
Desde el foro económico de los poderosos en Davos, el presidente Lula, y también (hay que reconocerlo) su canciller Celso Amorim, han tenido –cuando las circunstancias lo ameritaban- oportunas respuestas en defensa de Venezuela y de la legitimidad de las políticas del gobierno de Chávez, cuando ha sido necesario.
La segunda semana de febrero lo hizo Néstor Kirchner desde territorio venezolano y también Lula a través de una entrevista "venenosa" del matutino montevideano El país. Para muchos analistas, éstas son expresiones de los cambios de época que vivimos en la región, cambios que Washington se niega a asumir.
Además de la firma de 17 acuerdos, incluido el importantísimo anuncio de la constitución del Banco del Sur, hubo una declaración del presidente Néstor Kirchner que fue seguramente el hecho político más importante del encuentro con Chávez y de su estada en Venezuela. Kirchner afirmó que "mucho se ha dicho en los últimos tiempos que había países que tenían que contener a otros países, o que en el caso del presidente Lula o en mi caso, nosotros teníamos que contener al presidente Chávez. Error absoluto: nosotros construimos con el hermano presidente Chávez el espacio de América del Sur para la construcción de la dignidad de nuestros pueblos".
La trascendencia de la visita quedó evidenciada en los notables gestos molestos ofrecidos por voceros norteamericanos y grandes medios de prensa conservadores de nuestro continente. Las críticas a los dos jefes de Estado por el estrechamiento de los vínculos entre ambos Estados pueden considerarse una medida adecuada del éxito de las negociaciones.
Escribía Gabriel Fernández en Buenos Aires, que resulta imposible no evaluar satisfactoriamente la actitud venezolana al respecto: lejos del proceder europeo que extrae recursos y remite beneficios a su terruño, la Revolución Bolivariana ha abierto su mano para compartir, marcando así un sendero que opera, más allá de lo económico, como una señal destinada a definir los rasgos se una nueva coalición regional.
Pero es que en esa línea de desestabilización del gobierno venezolano es que Bush programa su viaje por varios países latinoamericanos, comenzando en Sao Paulo y prosiguiendo por Montevideo, mientras crece el rechazo en toda América a la política de EEUU, pero también a las actitudes del presidente Bush. Todas las encuestas –a lo largo y ancho del mundo- lo confirman como el Jefe de Estado con el más bajo nivel de popularidad no sólo en su país, sino en toda la región y en el mundo.
Paralelamente, el presidente de Brasil declaraba al conservador diario El País de Montevideo que "existe un equívoco, que lamentablemente se volvió rutinario por la frecuencia con que se difunde, de que hay una competencia por el liderazgo entre Brasil y Venezuela y entre Brasil y otros países".
"Todos los vecinos de Brasil son nuestros socios. Venezuela se está incorporando al Mercosur, al cual ciertamente traerá una contribución constructiva. El presidente (Hugo) Chávez y yo creemos en la integración regional", aseveró.
Lula abundó en tema y señaló que "América del Sur vive hoy un momento de histórica importancia, en que se ven gobiernos con visiones convergentes en lo que atañe a solucionar cuestiones graves como el combate al hambre y a la pobreza, la educación y el desarrollo con justicia social y otro (…) Esa convergencia de visiones contribuye a profundizar y a dinamizar las relaciones en nuestro continente, en especial los procesos de integración en América del Sur. Esos procesos son necesariamente de largo plazo", sostuvo.
Con los nuevos gobiernos progresistas, y pese a esfuerzos como el desarrollado por Brasil y Venezuela para impulsar el comercio Sur-Sur, hay analistas que consideran que la pauta exportadora no sólo no se ha modificado sino que se encuentra en regresión. Raúl Zibechi advierte que las exportaciones de productos primarios siguen creciendo y los Estados Unidos se consolidan como el principal mercado en buena parte de los casos.
En paralelo, los esfuerzos para acelerar y profundizar la integración regional que se realizan luego del fracaso del ALCA en la cumbre de Mar del Plata (Argentina) en noviembre de 2005, no parecen suficientes –y suficientemente rápidos- ante el impetuoso avance de esta segunda oleada neoliberal, añade.
Quizá sobre esta realidad es sobre la que quiere pescar el presidente George Bush durante su incómoda visita a América Latina.
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