19/6/08

Urge redistribuir la tierra para resistir la hambruna mundial

Una vaticinada crisis alimentaria mundial de dimensiones nunca antes vistas obliga a enterrar o al menos reformar de inmediato el sistema de producción y comercio agrícola
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(UPIC-Tierra) Los precios de la comida subieron de manera brusca en los últimos 15 meses, 57% en promedio entre marzo de 2007 y marzo de 2008. La canasta básica de alimentos para una familia en América Latina se encareció 45 por ciento entre agosto de 2007 y abril de 2008. (1) Lo peor de todo es que la mayor parte de los precios se mantendrá muy por encima de los niveles de 2004 por lo menos hasta 2015, alerta el Banco Mundial. (2)
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A las 854 millones de personas que padecían hambre antes del estallido de precios se han sumado unas 100 millones de personas más, calcula el Programa Mundial de Alimentos de Naciones Unidas. El relator Especial de Naciones Unidas Jean Ziegler presagia una “hecatombe”, sobre todo en los países en vías de desarrollo donde la comida representa entre el 60 y el 80% del gasto familiar. (3)
En los años 90 del siglo XX los voceros del neoliberalismo predicaban que sólo la liberalización del comercio modernizaría y desarrollaría a la sociedad (“no hay otra opción”, decían), a pesar de sus altos costos sociales (“el precio del desarrollo”). Pero en el nuevo siglo, hasta la burocracia más fanática e indolente se pregunta si es realmente más rico y desarrollado este mundo cada vez más hambriento y al borde del colapso ambiental. (4)
Es inadmisible que millones de personas corran el riesgo de morir de hambre en un mundo altamente tecnificado y capaz de producir suficiente alimento para todos, protestan el Papa, Naciones Unidas y la sociedad civil global. Este es el momento histórico de replantear la política agrícola: “Por primera vez en más de 25 años los precios de los alimentos pueden constituir un incentivo importante para relanzar esa actividad”, dice el director de la FAO Jacques Diouf.
Diouf y decenas de instituciones internacionales plantean reactivar el campo y retomar el cultivo de granos básicos en tierras ociosas o abandonadas por falta de financiamiento. Y también aumentar la ayuda financiera a las naciones susceptibles de padecer hambrunas. (5)
Otras organizaciones de la sociedad civil opinan que ya no es posible “reformar” un sistema de explotación agrícola sumido en una irremediable crisis sistémica con dramáticas secuelas sociales y políticas en todo el planeta.
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¿Por qué suben los precios?
El encarecimiento de los alimentos se explica por: 1. el aumento del consumo de carnes, leche y víveres en países de rápida industrialización como India y China; 2. la disminución de la oferta alimentaria debido a sequías, inundaciones y otros problemas del cambio climático; 3. el aumento de los costos del petróleo, insumo fundamental en el transporte y la producción de alimentos en los eslabones agrícolas e industriales; 4. la mayor demanda de biocombustibles que ha desviado cultivos alimentarios, y 5. la especulación financiera. (6)
Expertos de todo el mundo dudan de que el aumento del consumo y los desastres naturales hayan incidido demasiado en el estallido inflacionario, considerando que la producción mundial de alimentos aumenta al ritmo que crece la demanda. (7) Según algunos investigadores, el “factor China” no explica de ninguna manera el aumento de precios. (8) En su criterio, la comida es más cara porque se especula con ella y porque ahora también sirve para alimentar a las máquinas.
El desvío descontrolado de cultivos alimentarios hacia la producción de biocombustibles causó un gran impacto en los ya inestables mercados de granos básicos, disparando los precios hasta las nubes. En enero de 2007, el presidente George W. Bush lanzó un programa para sustituir con biocombustibles el 20 por ciento del consumo de gasolina en 10 años, en particular etanol obtenido del maíz. Hoy en Estados Unidos el 30 por ciento de la producción del maíz se destina a biocombustibles, dijo Frank Messias, profesor y economista de la Universidad de Columbia.
Una reciente investigación del Comité de Seguridad Interior del Congreso de Estados Unidos concluye que la suba en el precio de materias, en especial del petróleo, no obedece a “una crisis de oferta” (“no falta crudo en los oleoductos y hay suficientes alimentos en las góndolas de los supermercados”) sino a la especulación internacional.
Y es que los fondos especulativos están volcando millones de dólares a los commodities para escapar de los inestables mercados de valores y de la contracción del crédito. Con la finalidad de compensar las enormes pérdidas provocadas por la caída del mercado hipotecario de vivienda, entre 2003 y 2008 las inversiones en materias primas crecieron 20 veces, de 13 mil a 260 mil millones. (9) En los últimos nueve meses de 2007 el volumen de capitales invertidos en los mercados agrícolas se quintuplicó en la Unión Europea y se multiplicó por siete en Estados Unidos. (10)
Los inversionistas usan cada vez más petróleo, oro y alimentos básicos como objetos de especulación bursátil. Sin regulación estatal, transnacionales como Archer Daniels, Cargill, Bunge, Monsanto y Syngenta, que controlan el mercado mundial de granos, carne, semillas e insumos agrícolas, pueden manipular precios a escala mundial para obtener superganancias. Los vendedores alejan aún más las existencias de alimentos del alcance de los sectores pobres para estimular alzas de precios y desencadenan el hambre. (11)
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Agricultura capitalista
El modelo agrícola de libre comercio adoptado por la mayoría de los países del mundo en la década de los 90 del Siglo XX convirtió a los alimentos en simples mercancías negociadas y distribuidas por la “mano invisible” del mercado, es decir por un puñado de inversionistas que especulan y se enriquecen con el hambre de la gente. (12)
La política agrícola neoliberal ha perdido de vista totalmente su objetivo fundamental que es alimentar a la gente, y contribuyó a que un reducido grupo de empresas transnacionales se haga del control del comercio agrícola y alimentario global (13), ampliando ilimitadamente su derecho a lucrar sin interferencias del Estado.
Los Programas de Ajuste Estructural del Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional (FMI), y de la Organización Mundial del Comercio (OMC) forzaron a los países pobres del mundo a disminuir inversiones en la producción alimentaria local e impusieron un modelo agrícola industrial centrado en la liberalización y las exportaciones de commodities, organizado por y para la burguesía agroindustrial exportadora.
Esta excluyente política aplicada en Bolivia desde 1985 hizo a un lado a la agricultura tradicional de comunidades y familias campesinas que alimentan a la población, e invirtió chorreras de dinero para desarrollar modernos enclaves agroindustriales en las tierras bajas de Bolivia que producen para la exportación generando pocos empleos y sin estimular al resto del aparato productivo. (14)
Se profundizaron los contrastes entre la agricultura de subsistencia y las modernas explotaciones agroindustriales y ganaderas que predominan en el oriente. La gran mayoría de pequeños agricultores que abastece el mercado interno tiene parcelas de baja calidad de entre 0,5 y 5 hectáreas de superficie, mientras que unas cuantas familias ricas del oriente dueñas de inmensas fincas sumamente mecanizadas producen y monopolizan las exportaciones de soya, caña de azúcar, aceite de girasol y ganado. (15)
Entre 1980 y 1999, los países de Sudamérica firmaron decenas de tratados de libre comercio y redujeron sus aranceles de 30% a 10% en promedio, confiados en que la apertura comercial desarrollaría rápidamente sus economías, y que el aumento de las exportaciones generaría más fuentes de trabajo. Pero luego de 20 años no ha mejorado ni la capacidad productiva de los países de América Latina, (16) los salarios ni las condiciones de vida de la gente. (17)
Al contrario, el desmantelamiento gradual de regulaciones estatales sobre precios y producción, y la drástica reducción de aranceles de importación, inundó rápidamente los mercados de los países pobres con alimentos importados subvencionados, arruinando a millones de pequeños agricultores y ganaderos.
La “liberalizaron” agrícola significó la pérdida de capacidades de acción política del Estado para promover y fomentar a los pequeños productores agrícolas que abastecen el mercado interno y la destrucción de la capacidad productiva. Ahora el Estado boliviano se ve obligado a importar el 80% del consumo nacional de trigo.
El Banco Mundial y el FMI aconsejaron durante décadas que un mercado liberalizado mejoraría la eficiencia en la producción y distribución de alimentos. Pero los países más pobres del mundo que eran autosuficientes en alimentos ahora compran su comida en el extranjero y están a merced de especuladores y comerciantes inescrupulosos, mientras que los campesinos expulsados del agro hambrean en las ciudades sin posibilidades de producir su propio alimento. (18)
El rotundo fracaso económico y social del “libre mercado agrícola”, invisibilizado por los medios de comunicación durante décadas, se hizo inocultable cuando quedó en evidencia que la penetración del capital en el agro también supone una brutal depredación ecológica con consecuencias tan graves como el agotamiento del agua y la erosión de los suelos.
La agricultura industrial sufre de una especie de “drogodependencia de fertilizantes químicos” que no tiene cura. El uso intensivo de fertilizantes y pesticidas está degradando rápidamente la tierra y disminuyendo su capacidad productiva, al tiempo que se pierde biodiversidad de manera progresiva. (19)
Lo más aleccionador de todo es que la debacle actual ha puesto en evidencia la esterilidad intelectual y política de la Organización Mundial del Comercio (OMC), el Banco Mundial, el FMI, la OCDE y de otros organismos que reclaman mayor liberalización del comercio y de la producción de alimentos para enfrentar la crisis alimentaria, pese a que se ha demostrado en la práctica que la medicina neoliberal es inviable desde el punto de vista económico, social y ambiental, y es incapaz de satisfacer necesidades tan básicas como la alimentación. (20)
Como se dice vulgarmente, la burguesía agroindustrial en Bolivia también orina fuera del tiesto cuando interpreta que el aumento de precios no se debe solo a la crisis mundial sino a la “falta” de inversión nacional y extranjera por la inseguridad jurídica que genera el “régimen socialista” de Evo Morales, que repudia fanáticamente una “realidad histórica” como es el “libre comercio”.
El presidente del Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE) Ernesto Antelo López opina que la crisis alimentaria mundial es la “oportunidad” de convertir a Bolivia en un “país exportador de alimentos con soberanía alimentaria”, aplicando “medidas gubernamentales inteligentes y proactivas”, no “reactivas” y “cortoplacistas” como prohibir exportaciones, establecer cupos, licencias previas y control de precios. (21)
Con 15 millones de hectáreas aptas para la producción agrícola, de las cuales se aprovecha poco más de 2,5 millones, podría producirse más oleaginosas, cereales y carnes para garantizar el abastecimiento interno y especialmente para exportar. Si se quiere “capitalizar” la crisis actual solo se necesita que el gobierno deje su “agenda política” y de seguridad jurídica para la tierra e incentivos a los productores, razona Antelo del IBCE. (22)
Los “liberales” bolivianos evitan los debates “bizantinos” sobre la inmoral distribución de la tierra, el saqueo de las transnacionales o los 500 años de opresión cultural, y menosprecian los “argumentos antropológicos, metafísicos y emocionales” de sus opositores. Su único desafío es enfrentar al “populismo demagógico, la anarquía y la radicalidad” del MAS, y restaurar su “modelo de la moderación”, es decir el viejo régimen de “democracia liberal y libre mercado” que en los últimos 20 años (en realidad desde la “revolución nacionalista” de 1953) hizo del enriquecimiento de la burguesía agro exportadora del oriente una de las principales políticas económicas del Estado. (23)
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La necesidad de un nuevo modelo agrícola
El hambre no es una fatalidad sino el resultado directo de un sistema económico inhumano que puede y debe ser reemplazado. Por fuera del sistema, los sectores sociales y políticos más radicales eliminarían la propiedad privada de la tierra y socializarían la producción de los alimentos. Evitarían una catástrofe alimentaria estrictamente relacionada con la crisis capitalista mundial nacionalizando los bancos y los grandes pulpos alimentarios y petroleros, es decir atacando directamente al corazón del capital.
En los marcos del sistema, los reformistas proponen dar un giro de 180 grados en la política comercial y el mercado internacional de commodities controlado por un minúsculo clan de empresas; y abandonar de inmediato la agricultura industrial exportadora y concentradora de la tierra.
Movimientos sociales, activistas y expertos de distintas tendencias ideológicas creen que ha llegado la hora de que el Estado, no el mercado, impulse un modelo agroalimentario protagonizado por los pequeños agricultores, no por la gran empresa agro exportadora nacional y transnacional. Los objetivos principales del nuevo modelo ya no serían la liberalización comercial, el aumento de las exportaciones o el lucro privado sino la protección y fortalecimiento del mercado interno en pos de la soberanía y la seguridad alimentaria.
El fin supremo de un sistema agrícola que sustituya al modelo capitalista debiera ser el aseguramiento de la soberanía alimentaria, entendida como el derecho de los pueblos a definir sus propias políticas y estrategias de producción, distribución y consumo que garanticen el acceso a alimentos seguros, nutritivos y culturalmente apropiados en cantidad y calidad suficientes para sustentar una vida saludable y digna.
Para hacer cumplir el “derecho humano” a la alimentación y alcanzar la “autosuficiencia y soberanía alimentaria”, pilares fundamentales del desarrollo económico y social de cualquier nación, los Estados necesitan hacer uso de herramientas tales como “regulaciones” y “controles” del comercio internacional y amplias “protecciones” para los agricultores, pescadores y otros sectores que producen alimentos para sus familias, para los mercados locales y para la gente de las ciudades. (24)
El establecimiento de reservas de alimentos; controles a la especulación financiera y acuerdos entre productores de granos básicos ayudarían a enfrentar la volatilidad de precios agrícolas en el mercado internacional. (25) A nivel nacional se requieren herramientas para estabilizar la producción y distribución de alimentos; instrumentos comerciales como cupos y aranceles de importación; políticas de apoyo a la agricultura sustentable de pequeña escala, y reglas claras para la tenencia de la tierra.
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Soberanía alimentaria y reforma agraria
Expertos de todo el mundo coinciden en que los llamados a garantizar la soberanía alimentaria son los pequeños agricultores y ganaderos campesinos, indígenas, cooperativas y unidades productivas familiares, que son más productivos, eficientes y que contribuyen a un desarrollo local más amplio y diversificado que los agricultores empresariales.
En algunos países, entre ellos Bolivia, los gobiernos ya están trabajando con organizaciones campesinas la reformulación de sus políticas agrícolas. Y varios organismos internacionales intentan reorientar sus políticas hacia la pequeña producción agrícola después de años de agricultura industrial.
Habrá que volver a los huertos familiares y a los cultivos de medio tamaño que favorezcan la asociación de los campesinos, es una de las conclusiones de la cumbre de la FAO en Roma. “La agricultura debe volver a ser un factor estratégico nacional y mundial, después que durante años haya quedado olvidada tanto a nivel técnico como de inversiones”, comentó el subdirector general de la FAO José María Sumpsi. (26)
El Programa Mundial de Alimentos presentó a principios de junio un proyecto estratégico cuatrienal contra el hambre con el fin de potenciar los mercados locales de los países más necesitados con el apoyo a pequeños agricultores, así como al transporte y a las redes de comunicación locales. (27)
Pero la manera más efectiva de apoyar a las pequeñas unidades productivas que alimentan a los pobres es asegurarles el acceso a la tierra a través una reforma agraria justa y transparente que centre su atención en el concepto de soberanía alimentaria. (28)
El acceso a la tierra es clave en las estrategias estatales destinadas a reducir el hambre y cumplir el derecho humano a la alimentación, especialmente en Bolivia, el país con mayor porcentaje de población ocupada en la agricultura de toda Sudamérica.
Aunque no sufre de escasez de tierras, las desigualdades en la tenencia han sido determinantes para agudizar conflictos sociales en Bolivia. La gran mayoría de los pequeños agricultores pobres posee el 1,4% de las tierras cultivadas, mientras que el 7% más rico de los terratenientes detenta el 85%. La reforma agraria de 1953 desmanteló haciendas tradicionales de tipo feudal de las tierras altas y los valles, pero ese sistema resurgió en tierras bajas, donde se adjudicaron inmensas extensiones de tierra a poderosos partidarios políticos de los regímenes que estuvieron en el poder entre los años sesenta y noventa del Siglo XX. (29)
Con el fin de obtener renta con el mínimo esfuerzo e inversión, la burguesía agroindustrial boliviana prioriza el cultivo extensivo y no intensivo de la tierra. El capitalista gasta en materias primas (fertilizantes, herbicidas, etc.), máquinas (sembradoras, cosechadoras, etc) y en la remuneración del trabajo de los peones. Pero mantiene precios competitivos sobreexplotando el trabajo campesino e indígena.
Es una vergüenza que en uno de los mejores periodos históricos para la agropecuaria los obreros agrícolas ganen sueldos muy bajos e inciertos y trabajen en pésimas condiciones. El Relator de Naciones Unidas Jean Ziegler quedó consternado al constatar en Bolivia que muchos peones trabajan en condiciones feudales de semiesclavitud o de esclavitud por deudas, en particular los indígenas guaraníes del chaco.
En los últimos años, el patrón latifundio/minifundio todavía dominante en América Latina ha permitido que los intereses financieros agrarios (plantaciones), no agrarios (petróleo y minería) y grandes proyectos de infraestructura (embalses hidroeléctricos, etc.) usurpen o invadan tierras públicas, comunales y territorios indígenas, desplazando a los más pobres hacia áreas marginales de baja calidad. Además, ha demostrado que es ineficiente, que impide el desarrollo económico amplio (30), que es destructivo desde el punto de vista medioambiental e inmoral en el plano social. Todo esto conduce a la conclusión de que se debe eliminar el latifundio de una vez por todas. (31)
Decenas de investigaciones y experiencias históricas muestran el gran potencial de la redistribución de la tierra. Cuando la reforma agraria fue concebida como una política de beneficencia para los indígenas el fracaso ha sido el resultado inevitable. Las reformas exitosas posteriores a la Segunda Guerra Mundial se distinguieron de las fallidas por la motivación y percepción de que el sistema de agricultura familiar es la pieza básica del desarrollo económico nacional, como lo fue en Japón, Taiwán, China y Cuba. (32)
La reorientación de la política agrícola mundial en este sentido paliaría el hambre, pero de ninguna manera resolvería el problema de fondo; esto porque la crisis alimentaria es apenas una arista de la crisis general del sistema capitalista, la cual sólo puede enfrentarse modificando radicalmente las relaciones de producción y la forma de vida de la civilización occidental.
En la civilización moderna, “obra maestra” de la creación/evolución en el planeta Tierra, ciudadanos degradados a la condición de “consumidores” se juegan el futuro de la especie humana en un mercado, comprando y vendiendo mercancías y dignidades. Se pisan unos a otros en una desenfrenada competencia por acumular propiedad material y riqueza, sinónimo de éxito y prestigio social. Condenan cualquier política “totalitaria” que intente proteger los bienes comunes. En su criterio, exigir que la propiedad privada “cumpla una función social y ecológica” es una “ambigüedad”; plantear su redistribución es un “atentado contra el derecho natural del dominio de cada persona que se expresa en la facultad de usar, gozar y disponer de sus bienes”.
En la sociedad capitalista moderna, que persigue el “desarrollo económico ilimitado”, el consumo sin límites de bienes materiales y tecnología mantiene la actividad económica y el empleo, al tiempo que determina la calidad de vida de la gente. Según la filosofía occidental dominante, el ser humano creado a imagen y semejanza de Dios reina en la Tierra y está llamado a “dominar” la naturaleza y a explotarla sin límites para satisfacer las necesidades crecientes de su especie.
Pero el crecimiento y el consumo “ilimitados” en base a recursos naturales finitos y que se agotan suponen la superexplotación de la Tierra y la degradación del medioambiente, lo que inevitablemente atenta contra la vida misma. Si los hábitos de 1.700 millones de consumidores del primer mundo se extendiesen a toda la población mundial (6.300 millones de personas), el consumo de agua, energía, madera, minerales, suelo y otros recursos sería completamente insostenible.
La educación es crucial para transformar estos valores que en la actualidad estimulan un consumo no sustentable. Las instituciones de conocimiento tienen un papel fundamental en la orientación de las nuevas tecnologías y la innovación hacia sistemas de consumo producción que no condicionen las mejoras en el bienestar al consumo creciente de energía y materiales. (33)
Y más que eso, la supervivencia de la especie depende de que los hombres y las mujeres comprendan que no son los “amos” sino parte inherente de la naturaleza, y que están obligados y obligadas a respetarla como madre y casa común de todos los seres que viven y de los que nacerán.
Desde esa perspectiva, el ser humano tiene que entender que la agricultura y los recursos naturales (agua, semillas, tierra, bosques…) no son mercancías o “factores económicos” de lucro individual sino bienes comunes para las actuales y las futuras generaciones. La naturaleza no es un “recurso” susceptible de privatizarse y hay que tomar de ella sólo lo que se necesita para vivir.
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Notas
1. Según el índice de precios oficial de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), el precio del trigo aumentó 130% en el último año y el arroz alcanzó aumentos récord en el mercado de futuros de Chicago. Subieron los precios de la soja (87%), arroz (74%) y maíz (53%). Los precios de cereales aumentaron 88%, aceites y grasas 106%, y productos lácteos 48%. El presidente del Banco Mundial Robert Zoellick estima que en los 36 meses previos a febrero de 2008 los precios globales del trigo aumentaron en 181% y los alimentos en un 83%. El Informe “Perspectivas Alimentarias” de la FAO afirma que a finales de este año el gasto en alimentos sería cuatro veces mayor que en 2000. El precio de las materias primas alimenticias habría subido un 150 por ciento entre 2002 y 2008, pero un 50 por ciento solamente desde 2006 y un 20 por ciento en el último año. (Le Monde Diplomatique, Bolpress, Foreign Affairs, 28/5, Bloomberg, BBC, riceonline.com, “El negocio de matar de hambre, Es necesario cambiar radicalmente la política alimentaría ¡YA!”, GRAIN).
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2. El Informe del Departamento de Agricultura de EE.UU. “Global Agricultural Supply and Demand: Factors Contributing to the Recent Increase in Food Commodity Prices”, vaticina que el precio de los de los commodities alimenticios continuará subiendo.
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3. “ONU: inflación en alimentos básicos”, BBC, Londres, 22 de abril de 2008. De las más de 850 millones de personas con hambre en el mundo, 80% son pequeños agricultores y agricultoras. (Entrevista a un experto en políticas alimentarias en Radio Francia Internacional, París, 20 de abril de 2008).
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4. El 22 de mayo destacados líderes europeos democristianos, liberales y socialdemócratas enviaron una carta al presidente Nicolas Sarkozy, que presidirá la Unión Europea a partir de julio, y al presidente de la Comisión Europea José Manuel Barroso con un sugestivo lema: “Los mercados financieros no pueden gobernarnos”. En su criterio, el gobierno económico de las empresas enriquece y empodera políticamente al sector financiero y empobrece al resto. El aumento del capital financiero ha sido tan impresionante en los últimos años que ya representa 15 veces el valor del producto interior bruto (PIB) de todos los países, una masa gigantesca de capital ficticio que mejora muy poco la condición humana y la preservación del medio ambiente. Hasta Soros y Buffet denuncian el daño social causado por los especuladores. (El control de los mercados financieros y el Estado en el capitalismo agonizante; Fernando Moreno Bernal en Rebelión).
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5. Eritrea, Níger, Islas Comores, Haití, Liberia, Angola, Congo Brazzaville, Uganda, Rwanda y otros sufren los mayores daños entre los 22 países de Bajos Ingresos con Déficit de Alimentación (PBIDA) que pagaron por alimentos importados en 2007 un 25 por ciento más que el año anterior, una cifra superior a los 110 mil millones de dólares. Los países industrializados deberían aumentar 10 veces la ayuda a la agricultura, hasta 30 mil millones de dólares anuales. Según el Programa Mundial de alimentos, la ONU incrementó su presupuesto en febrero con un extra de 500 millones de dólares para 2008, es decir de 2.900 millones a 3.400 millones de dólares. El BM destinará un fondo adicional de 2.000 millones de dólares para financiar proyectos agrícolas que contemplen seguros para las cosechas y compra de semillas y fertilizantes.
6. Ramón Pichs Madruga, vicedirector general del Centro de Investigaciones de la Economía Mundial (CIEM) en La Habana.
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7. El sector agrícola mundial produjo 2.300 millones de toneladas de granos en 2007, 4% más que el año anterior. Desde 1961, la producción mundial de cereales se ha triplicado, mientras que la población se ha duplicado. La gente consume menos de la mitad de la producción mundial de granos y la mayor parte se utiliza para consumo animal y cada vez más para biocombustibles. (El negocio de matar de hambre, GRAIN).
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8. El investigador de la Universidad de Tennessee Daryll Ray afirma que entre 1990 y 2007 la demanda de carne de res pasó de 1.1 a 7.4 millones de toneladas, pero China cubrió ese incremento con producción doméstica y hasta exportó pequeños excedentes. El consumo de carne de cerdo aumentó de 23 a 45 millones de toneladas entre 1990 y 2007, pero China fue autosuficiente y siguió exportando. El consumo de carne de pollo pasó de 2.4 a 11.5 millones de toneladas entre 1990 y 2007. China fue autosuficiente en este producto, aunque en 2007 importó una modesta cantidad (124 mil toneladas). Así, entre 1990-2007 su demanda de cárnicos creció 142 por ciento, pero cubrió con producción interna y hasta se exportaron excedentes. ¿Qué sucede en el caso de los granos? Entre 1990 y 1999 el consumo de arroz pasó de 124 a 134 millones de toneladas; la producción mantuvo el ritmo y China continuó exportando. China cubre su consumo interno de maíz y es un exportador importante (en 2005 exportó 3.5 millones de toneladas). Para el trigo tenemos que en los años 90 la demanda interna pasó de 102 a 109 millones de toneladas. (Precios de alimentos: adiós al factor China, Alejandro Nadal, La Jornada, 11 de junio)
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9. “Alimentos y materias primas: Una gigantesca confiscación capitalista mundial”, Jorge Altamira; Prensa Obrera, Argentina.
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10. Domique Baillard, “Estalla el precio de los cereales”, Le Monde Diplomatique, mayo 2008. Se estima que el dinero especulativo en futuros de commodities –mercados en los que los inversionistas apuestan a las variaciones del precio– fue menor a 5.000 millones de dólares en 2000 y trepó a 175.000 millones en 2007. (Paul Waldie, “Why grocery prices are set to soar”). El año pasado Nicholas Brookes, de la corredora ETF Securities, informó que su empresa realizó inversiones de 1.000 millones en productos agrícolas. Políticos de izquierda en Bélgica e India demandaron prohibir la comercialización de commodities o bienes vinculados a los productos agrícolas. (BBC)
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11. Luego de la crisis financiera e inmobiliaria en EEUU a partir de agosto de 2007, los grandes fondos de inversión especulativa trasladaron millonarias sumas a controlar productos agrícolas en el mercado de commodities. Se estima que los fondos controlan entre el 50 y 60% del trigo y que la mayor parte de la cosecha de soya de los próximos años ya está comprada como “futuro”. (Serge Halimi, “El FMI y el hambre”, en Le Monde Diplomatique, mayo 2008 - “Why grocery prices are set to soar”, Globe and Mail, Toronto, 24 de abril de 2008).
12. Sinclair Stewart y Paul Waldie, "U.S. food producers, speculators square off", Globe and Mail, Toronto, 23 de abril de 2008, citado por Grain “El negocio de matar de hambre”,
www.grain.org .
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13. La crisis actual es resultado de varias décadas de políticas agrarias capitalistas: la “Revolución Verde” de la década de los 60; la liberalización del comercio de los 70, política reforzada a mediados de los 90 con el establecimiento de la Organización Mundial del Comercio y, más recientemente, con una avalancha de acuerdos de libre comercio y de inversión.
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14. Las trasnacionales que acaparan el comercio internacional de cereales, semillas y agrotóxicos son Monsanto, Bayer, Syngenta, Dupont, BASF y Dow. Estas seis empresas controlan el total de las semillas transgénicas en el mundo. Cargill, ADM, ConAgra, Bunge y Dreyfus dominan más del 80 por ciento del comercio mundial de cereales. Unos 150 países están vinculados a la investigación y obtención de simientes. En Estados Unidos hay 60 instituciones de investigación en esa esfera. Ese país es el primer exportador de simientes del orbe, con más de mil millones de ventas por año. En las últimas décadas el mercado global de semillas se triplicó, y además de Estados Unidos figuran entre los principales productores China, Francia Japón, Brasil, India y Alemania. (Roberto Ramos, especialista del Ministerio de la Agricultura de Cuba). Con la llegada del liberalismo a mediados de los 80 los agroindustriales recibieron grandes beneficios: créditos del Banco Mundial; programas de devolución impositiva; subsidios indirectos a través de empresas estatales de transporte y varios proyectos financiados por USAID. Se calcula que a diciembre de 1994, los préstamos a la agricultura y especialmente a grupos latifundistas representaban 10.5% (324 millones de dólares) de una cartera total de aproximadamente 3.084 millones de dólares.
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15. Jean Ziegler, Informe Especial de la Comisión de los Derechos Humanos y el Derecho a la alimentación, 2002.
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16. En 1983 la región concentraba el 5,8% del comercio mundial de exportaciones, y en 2002 el flujo de comercio de mercancías del subcontinente en el escenario mundial bajó a 5,6%. La economía de América Latina y El Caribe conoció su peor resultado en una década, confirmó la OMC en su “Informe sobre el comercio internacional de 2003”. En Bolivia, los productores nunca pudieron utilizar más de 10% de las preferencias arancelarias concedidas por Estados Unidos y no más de 10 productos aún concentran el 90% de las exportaciones nacionales al país del norte. Ni siquiera la “exitosa” economía chilena pudo cambiar su perfil de exportadora de materias primas.
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17. La Oficina del Representante Comercial estadounidense (USTR) reconoció públicamente que un tratado de libre comercio con Estados Unidos no traerá beneficios a corto plazo y que el impacto del TLC en las economías de los países negociantes será “muy pequeño”.
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18. Pocas décadas atrás Haití se autoabastecía de arroz. Pero las condiciones de los préstamos externos, en particular un programa del FMI de 1994, lo forzó a liberalizar su mercado. Así, desde Estados Unidos comenzó a llegar arroz barato con el apoyo de subsidios y corrupción, y la producción local fue erradicada. Ahora los precios del arroz aumentaron un 50% desde el año pasado, y el haitiano medio no puede comerlo. Lo mismo ha ocurrido en África Occidental, desde Mauritania hasta Burkina Faso. En Asia, el Banco Mundial aseguró reiteradamente a Filipinas, incluso hasta el año pasado, que autoabastecerse de arroz era innecesario, y que el mercado mundial se haría cargo de sus necesidades.[ En la actualidad el gobierno se encuentra en una situación desesperada.. Las reservas nacionales de arroz subsidiado están prácticamente agotadas y no puede completar sus pagos por importaciones debido a que los precios son demasiado elevados. Egipto, antiguo granero de trigo del Imperio Romano, se convirtió en primer importador; Indonesia, una de las cunas del arroz, hoy importa arroz transgénico y México, cuna del maíz, importa maíz transgénico. Un puñado de países domina el comercio global en alimentos básicos. Un 80% de las exportaciones de trigo provienen de seis exportadores, así como un 85% del arroz.
Tres países producen un 70% del maíz exportado.(http://www.iade.org.ar/modules/noticias/article.php?storyid=2384)
EEUU, la Unión Europea, Canadá y Australia se convirtieron en los mayores exportadores. Mientras que dos terceras partes de los países en desarrollo pasaron de exportadores netos a importadores netos de alimentos.
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19. En aras de mayor productividad y rentabilidad, se usa organismos genéticamente modificados y se prioriza determinadas variedades según sus potencialidades comerciales que empobrecen la biodiversidad y la variedad de los alimentos. La tendencia al monocultivo ha desplazado a la ganadería, lácteos, frutas y hortalizas. Se deteriora una mezcla muy rica de conocimiento tradicional y sustentable de prácticas agrarias basadas en la agroecología.
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20. El presidente del Banco Mundial Robert Zoellick quiere más liberalización del comercio, más tecnología y más ayuda. El director general de la OMC Pascal Lamy, el director del FMI Dominique Strauss-Kahn, y el Secretario General de la ONU Ban Ki-Moon alertan de los peligros del proteccionismo. Según Ban, “más comercio, no menos nos sacará del agujero en el que estamos”.
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21. El gobierno tomó medidas para atenuar la subida de los precios, aumentar la producción de víveres y garantizar el abastecimiento interno tales la prohibición temporal para exportar varios tipos de carne, algunos granos como arroz, maíz, trigo, y aceite, además de fijar una banda de precios para el litro de aceite de entre 10,50 y 12,99 bolivianos (1,43 y 1,76 dólares). Se aplican nuevas políticas monetarias, fiscales y cambiarias encaminadas a fortalecer el sector productivo. Está en estudio una ley de subsidio de alimentos, especialmente del pan. No es el único país que aplica una política proteccionista. Se aprobado restricciones a la exportación de trigo en Kazajstán, Rusia, Ucrania y Argentina, un tercio del mercado mundial clausurado. China, Indonesia, Vietnam, Egipto, India y Camboya han prohibido o restringido severamente las exportaciones de arroz.
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22. El gobierno de transición de Eduardo Rodríguez Veltzé aprobó una Ley de Fomento a la Producción de Biodiesel y sólo falta el Reglamento. La producción de biocombustibles a partir de la soya, girasol, piñón, macororó, palma africana, palma nativa o cusi, por citar algunos, es una oportunidad de ingreso para agricultores de Santa Cruz, Chapare de Cochabamba, Beni y Pando, afirma el presidente de la Asociación de Productores de Oleaginosas y Trigo (Anapo) Reinaldo Díaz Salek.
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23. “El desafío de la moderación”, Manuel Suárez, Análisis político presentado a la Cainco de Santa Cruz el 3 de julio de 2005. Suárez es dirigente del MNR y fue asesor del ex presidente Gonzalo Sánchez de Lozada.
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24. “La Ronda de Doha de la OMC no resolverá la crisis alimentaria mundial –es hora de soluciones reales”; Carta a los Ministros de Comercio y Ministros de Agricultura; Pascal Lamy, Director General, OMC; Robert Zoellick, Presidente, Banco Mundial Dominique Strauss-Kahn, Gerente, Fondo Monetario Internacional Ángel Gurría, Secretario General, Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Firmada por The Oakland Institute, USA; Institute for Agriculture and Trade Policy (IATP), USA; Oxfam International; La Vía Campesina; Bhartiya Krishak Samaj, India; International Union of Food Workers; Public Services International; Indian Society For Sustainable Agriculture, India; Economic Justice and Development Organization (EJAD), Pakistan; National Alliance of People’s Movements, India; National Agricultural Workers Forum (NAWF), India; Coordination Andhra Pradesh Vyavasaya Vruthidarula Union-APVVU, India; War on Want, United Kingdom; Food and Water Watch, USA; Citizen for Social Justice and Developement, Pakistan; Fair, Italy; Campaign for the Reform of the World Bank (CRBM), Italy; Trade Watch, Italy; Labour, Health, and Human Rights Development Centre, Nigeria; Aitec, France; Center for Encounter and active Non-Violence, Austria; ATTAC, Morocco; ATTAC, Austria.
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25. Los gobiernos deben crear redes de seguridad, sistemas públicos de distribución de alimentos y programas de apoyo financiero para los más pobres. Se necesita reformar el sistema de ayuda alimentaria. En lugar de volcar excedentes agrícolas “en especie”, los donantes deben asistir con dinero para comprar alimentos producidos localmente. Basta de liberalización financiera en el marco del Acuerdo General sobre el Comercio de Servicios (AGCS o GATS en inglés) y en otras negociaciones comerciales bilaterales o regionales, que puede afectar negativamente el acceso de los agricultores a servicios financieros como seguros y créditos.
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26. La agencia de la ONU ya está distribuyendo semillas y utensilios a los campesinos en África, América Central y Asia, en un programa de ayuda de 12 millones de euros, aunque para reactivar únicamente la agricultura africana se necesitarían 1.100 millones.
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27. La directora del PMA Josette Sheeran informó que se comprará comestibles a nivel regional, y se entregará dinero o vales de comida cuando el alimento está disponible en la zona. El proyecto se denomina “80-80-80” debido a que el ochenta por ciento de los fondos del PMA se destinan a los países en vías en desarrollo. También el ochenta por ciento del transporte terrestre se realiza en estas naciones, mientras el 80 por ciento del personal local es contratado en las zonas del mundo pobre.
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28. Jean Ziegler, Informe Especial de la Comisión de los Derechos Humanos y el Derecho a la alimentación, 2002.
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29. En Santa Cruz, el departamento más grande de Bolivia, el 82% de la tierra está en poder de 17 familias. Un documento de la Fundación Tierra publicado por la FAO subraya que la reforma agraria de 1953, “a diferencia de la revolución y reforma agraria mexicana..... generó un neolatifundismo en las tierras del oriente con la repartición de vastos territorios a supuestos hacendados”.
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30. Según Marx, Engels, Lenin y Trotsky, en los países atrasados, los vínculos entre la burguesía empresarial urbana y los terratenientes, y sus lazos con el imperialismo, impiden la consolidación de una base productiva nacional.
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31. En la atmósfera contemporánea de políticas neoliberales, los crecientes movimientos de la sociedad civil son la clave para promover y presionar la implantación de los procesos de reforma; terminar con el foot-dragging (arrastre) de los gobiernos y, cuando sea necesario, tomar cartas en el asunto. Las ocupaciones de tierra son de hecho uno de los métodos más efectivos de presionar a los gobiernos para que actúen (Wolford, 2001; Langevin and Rosset, 1997; Barraclough, 1999; Wright and Wolford, 2003).
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32. Mirando hacia el futuro: La Reforma Agraria y la Soberanía Alimentaria Peter M. Rosset; Profesor visitante en la Universidad de California Berkeley e investigador del Centro de Estudios para el Cambio en el Campo Mexicano. (Sobhan, 1993; Sachs, 1987; Rosset, 2001a).
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33. Declaración de la Conferencia Regional de Educación Superior en América Latina y el Caribe, 4 al 6 de junio de 2008, Cartagena de Indias, Colombia, con auspicio del Instituto Internacional de la UNESCO para la Educación Superior en América Latina y el Caribe (IESALC-UNESCO) y del Ministerio de Educación Nacional de Colombia.
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Fuentes consultadas:
Esther Vivas es coordinadora, junto a X. Montagut, de los libros Supermercados, no gracias. Grandes cadenas de distribución: impactos y alternativas y ¿A dónde va el comercio justo?
Lennart Bage, presidente de ese organismo de las Naciones Unidas, dijo que la mayoría de los pobres del mundo viven en zonas rurales y dependen de la agricultura para su supervivencia, donde se enfrentan problemas de degradación y desertización.
FAO: Situación alimentaria mundial
Financial Times. “The global food crisis”
Sobre soberanía alimentaria:
Sobre agrocombustibles: número 53 de Biodiversidad, GRAIN, julio de 2007, en:
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BolPress - Bolivia/19/06/2008
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