1/6/09

El nuevo presidente de El Salvador: Mauricio Funes

Hoy asume la presidencia del país un representante de la izquierda, tras 20 años de gobiernos del partido ARENA de inspiración derechista. Es un momento de gran esperanza y de las más grandes adversidades para el nuevo mandatario Mauricio Funes.
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José Zepeda Varas
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El periodista Mauricio Funes se enfrenta al mayor desafío de su vida: que su gran prestigio ganado con análisis oportunos de la realidad nacional sea capaz también de transformar la retórica en actos concretos. Más del 80 por ciento de la población salvadoreña cree que sí es posible. Esta inmensa confianza señala las expectativas que ha logrado despertar Funes. Es urgente que el gobierno entrante explique con claridad a la gente que ningún milagro alcanza para cubrir tanta esperanza. Caso contrario se corre el riesgo de que los éxitos que se alcancen suenen siempre a poco.

¿Cuáles son las prioridades? Las dos mayores son la crisis económica y la seguridad ciudadana. Las que le siguen son la función del Estado y los políticos.

El Estado salvadoreño adolece de insolvencia económica derivada de las gestión del gobierno saliente. Las arcas no alcanzan a sumar 50 millones de dólares en un país que tiene un gasto social entre un siete y un ocho por ciento por año, en circunstancias que la región latinoamericana se ubica el 13%. Las cifras son pesadas pero necesarias: seis de cada diez salvadoreños es pobre (58%) Para solventar las severas carencias en Educación y Salud el Estado debería invertir, en los próximos años, 700 millones de dólares anuales.

Los recursos son escasos en una economía que vive, principalmente, del café y la azúcar.
Las organizaciones no gubernamentales y la ayuda internacional al desarrollo serán claves para este gobierno. Pero la solución perdurable no vendrá del exterior, y serán las autoridades y el conjunto de la sociedad las únicas responsables de enfilar o no al país por el camino de la reforma económica, la transparencia, y la puesta en práctica de estrategias comerciales que ayuden a la integración de nación en el proceso constante de globalización económica. La reducción drástica de las remesas que envían los casi dos millones salvadoreños que viven fuera del país afecta gravemente a los sectores más débiles. Desde comienzos de los años noventa los emigrados han enviado a sus familias una cantidad total superior a los 30 mil millones de dólares. Y hoy representan el 18 por ciento del PIB.

Violencia
En El Salvador matan a doce personas cada día. El crimen organizado, las pandillas llamadas Maras, y la delincuencia común han creado zozobra nacional y amenazan con poner en jaque al país si no se cambia, a la brevedad, una estrategia basada exclusivamente en la represión por otra que combine los recursos policiales con la creación de oportunidades para los excluidos. Según numerosas organizaciones de derechos humanos es en la prevención donde está parte sustantiva de la solución.

El Estado al servicio del pueblo
El Estado salvadoreño ha sido patrimonialista, es decir, ha funcionado exclusivamente para algunos sectores vinculados al poder económico y político, y ha empleado la coerción y la represión para el resto mayoritario. El Estado precisa recuperar su autonomía y transformarse en un instrumento al servicio de todos. El fortalecimiento institucional de un Estado que atiende y protege al conjunto de la sociedad contribuye a una mayor democratización nacional.

En el caso de los políticos el gobierno de Mauricio Funes tiene en el poder legislativo a una oposición fuerte, indispuesta al cambio en las relaciones de poder, y propensa a satanizar a la izquierda como la causante de todos los males. Una oposición con muchos empresarios sin cultura social, y desconfiada de las credenciales democráticas del FMLN como si este partido no hubiese funcionado dentro del sistema en las pasadas dos décadas.

Pero a nadie escapa que dentro del gobierno existen tendencias políticas que quisieran poner en marcha viejas aspiraciones ideológicas, avanzar mucha allá de lo que buenamente desea y puede el presidente para con su país. Son aquellos que ven en la reforma una traición, en el paso a paso una debilidad revolucionaria. Continúan sin entender que el eslogan electoral de Funes sigue siendo válido: Cambio seguro

Saldar cuentas con el pasado
En esta hora inédita de posibilidad de un cambio inimaginable hasta hace pocas horas saltarán a la arena otros temas capitales como los vinculados a los acuerdos de paz de 1992, o el esclarecimiento del asesinato monseñor Óscar Romero o el cumplimiento de las siguientes recomendaciones de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, que están pendientes desde hace nueve años:

1. Realizar una investigación judicial completa, imparcial y efectiva, de manera expedita, a fin de identificar, juzgar y sancionar a todos los autores materiales e intelectuales de las violaciones establecidas en el presente informe, sin perjuicio de la amnistía decretada.

2. Reparar todas las consecuencias de las violaciones enunciadas, incluido el pago de una justa indemnización.

3. Adecuar su legislación interna a la Convención Americana, a fin de dejar sin efecto la Ley de Amnistía General.

Es hora de esperanza, de idealismo, pero es, al mismo tiempo, hora de enfrentar enormes desafíos, que van a requerir inteligencia democrática, lucidez para avanzar dentro de la ley sin renunciar a la necesidad de cambios. Funes encarna todas esas expectativas.
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Radio Nederland . Holanda/01/06/2009

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