12/6/09

El porqué no se puede confiar en las aseguradoras

Por Paul Krugman
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"Aprecio sus esfuerzos, y espero trabajar con ustedes para que el Congreso pueda terminar la reforma al sistema de salud para octubre". Eso declaró el presidente Barack Obama en una carta dirigida a los senadores Max Baucus y Edward Kennedy esta semana. El gran impulso a la atención de la salud empezó oficialmente.

Sin embargo, los detalles son endiablados. La reforma de salud fracasará a menos que hagamos un esfuerzo serio por controlar los altos costos — y para eso hay que cambiar radicalmente el comportamiento de las aseguradoras privadas. Ofrezco dos consejos al Congreso: No confíen en las aseguradoras...No confíen en las aseguradoras.

La estrategia demócrata para la reformar el sistema de salud estadounidense se basa en la creencia de que la población estará más dispuesta a aceptar un cambio si se permite que los que ya tienen seguros privados continúen con ellos.

Sin embargo, ¿cómo podemos reformar lo que Obama llama un "sistema roto" si los actores actuales permanecen en su lugar? La respuesta se supone que está en la combinación de regulaciones gubernamentales y competencia privada.

Los vientos políticos han cambiando. Ya las aseguradoras no se oponen a nuevas regulaciones por parte del Estado. De hecho, el presidente de los Planes de Seguros Médicos de Estados Unidos, el cabildero más grande de este sector, aceptó explícitamente la necesidad de "una regulación mucho más agresiva de los seguros".

No obstante, lo que todavía no se resuelve es si el "plan público" gubernamental se complementará con los planes privados, permitiendo a los estadounidenses comprar la opción del Estado como alternativa a los seguros privados.

Ahora mismo nadie propone que se obligue a los estadounidenses a comprarle al Gobierno un seguro médico. La "opción pública", si se materializa, será sólo eso: una opción que se puede elegir. Y la razón queda claramente expuesta en la carta de Obama: darle a los estadounidenses "un mejor espectro de opciones, que hará que el mercado de la salud sea más competitivo y que las aseguradores sean honestas".

Esas cuatro últimas palabras son cruciales porque la historia muestra que las aseguradoras no harán nada para reformarse a menos que se vean obligadas a ello.

No obstante, quedan advertidos. Las compañías privadas de salud harán todo lo que puedan para evitar esta responsabilidad.

Al principio, sus cabilderos trataron de abuchear la opción pública con los viejos lemas: la empresa privada es buena, el Gobierno es malo.

No obstante, en este punto, están tratando de eliminar la opción pública en formas más sutiles. La artimaña más reciente es la propuesta de un "gatillo" — la opción pública de salud sólo estará disponible si las aseguradoras privadas no satisfacen ciertos criterios de desempeño. La idea, claro, es escoger esos criterios para asegurarse de que nunca se jale el gatillo.

Y ahí está el asunto. Sin una opción pública efectiva, la reforma de Obama al sistema de salud será simplemente una versión de la de Massachusetts: un sistema que es mucho mejor que nada, pero que ha hecho poco para resolver el problema fundamental, y, como resultado, ha hecho poco para controlar los altos costos médicos.

En este momento, las aseguradoras de salud prometen grandes ahorros en los costos. Sin embargo, la historia muestra que no se puede confiar en dichas promesas.

Como dice Obama en su carta, necesitamos una "opción pública" real y efectiva para obligar a las aseguradoras a que sean honestas.

Paul Krugman /The new york times
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El Sentinel - USA/12/06/2009

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