14/5/10

ESCARBANDO en LQ Somos

La autocracia de los mercados


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portada_0204_2009Para empezar, una pregunta: ¿qué y quiénes son los mercados? ¡No vale responder que los que los que tumban gobiernos y cortan el bacalao!, que también, sino lo que realmente son, y eso que son, no es más que una agrupación de personas, multinacionales, bancos, grandes fortunas y ricos muy ricos en general, con mucho, muchísimo –bueno, también hay algún pardillo que otro, más o menos pobre- dinero y muchas muchísimas gansas de hacer más dinero cueste lo que cueste y caiga quien caiga. Son la pura esencia del capital formado por los grandes capitales que especulan –además de con otras cosas- con las emisiones de deudas de los gobiernos, comprándolas y vendiéndolas según les interese sin perder de vista el objetivo, que no es otro que ganar y ganar muchísimo dinero para así engrosar sus capitales. Otras características esenciales de los mercados, son: se mueven según parámetros ultraliberales, no aceptan controles, y odian todo aquello que huela a izquierdas y a restricciones de sus objetivos.
Siendo pues quienes son los mercados, y dedicándose a lo que se dedican, se entiende que cuando la deuda de un país aumenta, lo miren con lujuria, pensando la tajada que pueden sacar, al especular con ello, pero si esa deuda aumenta en demasía y junto a ella aumenta también su déficit público, entonces, además de la tajada que siguen sacando, se ponen muy nerviosos, porque la sola idea de que ese país puede caer en suspensión de pagos, por peregrina que sea la idea, los altera sobremanera, de modo que empiezan a atacar dicho país, atacando su moneda, para precipitar las cosas y llenarse con ello más los bolsillos. Porque los grandes especuladores de los mercados, siempre se llenan los bolsillos, ya sea especulando a la alta o a la baja, sin importarles un guano lo que le pueda pasar a la moneda y al país en cuestión.

¿Y cómo especulan esos mercados para sacar cuartos? De varios modos: lanzando bulos y rumores ciertos o falsos, vendiendo masivamente ciertos valores bursátiles, convirtiendo en valores basura algunos otros valores, ya sean bonos de deuda de los estados u otros, etcétera.

Hace un tiempo, los mercados vieron que podían ponerse las botas con el Yemen y Japón que con su moneda cayeron en una depresión monumental de la que están empezando a salir ahora, y lo mismo ocurrió con otros países y monedas asiáticas. Para los mercados, el respeto y la ética no existen, son depredadores voraces e insaciables. Ahora han puesto sus ojos en el Euro y en algunos países de la Euro-zona, concretamente en tres: Grecia, Portugal y España, aunque Alemania, Francia y los demás, en tanto que países del Euro con un déficit público considerable, tampoco quedan fuera de su campo de visión, pero eso sí, se andan con ellos con más cuidado porque comparte una de sus características: son, como ellos, conservadores ultraliberales, mientras que Grecia, Portugal y España, tienen gobiernos que se dicen socialistas y de izquierdas.

Así las cosas, siendo los mercados quiénes son y lo qué son, y siendo el gobierno de nuestro país lo que dice –y decía- ser, el ataque de los primeros a los segundos estaba servido. España no es Grecia ni Portugal lo es tampoco, salvo en una cosa que los tres comparten: gobiernos socialdemócratas.

Y claro, los mercados fueron a degüello y la Unión europea se cagó encima.

Resultado: Rodríguez Zapatero se comió su talante “socialista”, y su tan cacareada protección social, con patatas y tomó las medidas oportunas para contentar a los mercados, a saber, reducir el déficit público aceleradamente y cayera quién cayera, en este caso, los caídos han sido funcionarios, pensionistas, dependientes, futuros padres, trabajadores –si disminuye la inversión en obras públicas, el paro crecerá inexorablemente- y los países subdesarrollados, de manera que lo reducir el hambre en el mundo, seguirá siendo un mal chiste. Convirtiéndose así, el nuevo Rodríguez Zapatero, en el adalid perfecto para el neocapitalismo ultra conservador, y así, de esta guisa, los mercados se han calmado y los Bancos están contentos.

Desde la oposición de izquierdas, que está que arde con razón, se arguye que había otras formas de bajar el déficit público, pero que nadie se lleve a engaño, todo lo que sea tocar a las rentas más altas de la sociedad y a las grandes fortunas, esto es a los ricos muy ricos, los mercados no lo aceptarían, porque ¿cómo van a aceptar que se toque a los suyos? Y en lugar de “tranquilidad” habría más ataques y mucho más furiosos…

¿Y el líder de la oposición? Pues como siempre, bien, gracias… En serio, que, el muy cara dura, se rasgó las vestiduras en la tribuna parlamentaria por tales medidas, medidas que, por otra parte, el mismo había propuesto anteriormente. Pero es que estos del PP son como la gata Flora, “que si se la meten gritan y si se la sacan llora” y perdonen lo grosero de la metáfora. Y no sólo son lo que acabo de reseñar, sino que carecen de toda ética, por lo que no sienten vergüenza alguna al decir digo donde dijeron Diego o al hacer lo que se les dé la gana, diga La Justicia lo que quiera.

¿Podrían haberse tomado medidas “de izquierda”? Posiblemente, habría que empezar por redefinir eso de “izquierda” porque está ya tan adulterado y desvirtuado, que ni se sabe… Pero se me ocurre una medida que tal vez hubiera evitado las otras y no hubiera “zaherido” a los mercados, que sería la adecuación de la administración central al Estado de las autonomías, ya que hoy, esa administración central que tiene ya casi todo transferido, mantiene una serie de Ministerios, cargos y servicios, duplicados e inútiles, que constituyen un verdadero caos burocrático en su funcionalidad. Esa sería una medida, la de reorganizar la administración central, realmente sostenible, y útil. Y con ello no me refiero a suprimir los Ministerios de Igualdad y Vivienda, ni a reagrupar los demás como propone el PP, sino a emprender una remodelación seria y eficaz que se ajustara al tipo de Estado y a las necesidades que tenemos. ¿Sería también una medida de izquierdas? Bueno, de lo que fuera, pero, insisto, muy útil, que dejaría el déficit público en menos de la mitad sin perjudicar demasiado a pensionistas, tercer mundo, dependientes etc. Aunque a los funcionarios –y me refiero a los que sobran- si les tocaría, si más no fuera por lo de la movilidad… En fin, ¿por qué no se ha caído en ello? Lo desconozco. Pero las medidas que se han tomado me parecen atroces, todo sea por los Reyes del mundo: los mercados.
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LQSomos. Hannah. Mayo de 2010.
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LQSomos/14/05/2010

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