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Ascenso y caída de Zapatero, Rajoy y los que vendrán |
000000000 ¿La bondad del sistema?... ¡puedes quedarte con ella!. - En este mundo occidental de lo que hay es lo que hay, los líderes políticos con nombre y apellidos (Suárez, González, Aznar, Zapatero, Rajoy…) son la especie, los actores; la categoría, la película, es el sistema económico-social, quien los crea y necesita de su existencia para que la idea, el verbo, se haga carne y habite entre nosotros.. Nacen y viven en realidad virtual mediática, tan suya como nuestra, y cada poco tiempo caen muertos con estruendo patético, también mediático, en divertido circo de arlequines, payasos y mujer barbuda, para el que venden entradas cada día en teles y periódicos, con tertulianos y analistas fungiendo de críticos de arte que glosan las incidencias del espectáculo; un “Cirque du Soleil” que se renueva pero no se renueva… En los últimos 100 años ninguno de estos prohombres conmovió las relaciones humanas de sus conciudadanos, ni lo harán en los próximos 100, como tampoco alteró significativamente sus niveles de renta o de calidad de vida material; sólo los lideraron en el proceso de sometimiento/convivencia, en la sociedad (económica) establecida, en la pomposa sociedad del welfare state, léase, estado del bienestar de los unos y de miseria de los otros. El “sistema” crea el partido, el partido fabrica al líder ad hoc y éste se maquilla, representa y actúa con su atrezzo democrático para representar el ritual del poder del estado. Pero el poder está en otra parte, en los consejos de administración de las multinacionales, celebrados en video conferencia internacional con señal encriptada, donde se quitan y ponen reyes y títeres por consenso, según proyectos y memorándums con tablas de ideas fuerza y prospecciones sobre inversiones en líder y equipo, costes de campañas, times makes… El “sistema” con su poder mediático de teles, speakers, mantenedores, diarios, radios, entretenimientos y concursos para idiotas, proyecta en grandes salas de estreno la peli de la gran ilusión del ascenso y fulgor del líder. Felipe, Aznar, Zapatero, Rajoy y el que vendrá después, mueven dedo índice y cejas en gesto histriónico, sobreactuado en mítines y comparecencias, para señalar caminos eternos de banalidad ciudadana confusa y banderas flameadas a fans enfebrecidos que gritan enloquecidos y riñen las consignas a la hora del bocadillo con enjundia, mezclando el tema con el no menos importante del penalti no pitado a Messi… Tratadistas y politólogos laboran en lo suyo y peroran el axioma de la alternancia en el poder de los partidos como consecuencia/esencia del invento; un día suárez, otro Felipe, luego Aznar y al siguiente Zapatero, simple cambio en el cartel para un mismo espectáculo, tomando razón teórica de Pericles, Maquiavelo, Montiesquieu, Weber, Hariou o de quien se tercie.. El último galán, Zapatero, apareció representando la ilusión de la izquierda ligth en cocktail con la nueva ética social, pero dejó de matar en Iraq para concentrarse en Afganistán; reverdeció la memoria histórica con banderín de enganche de adeptos y devotos, con resultados magros por objetivo imposible previsto y sabido; ayudó a los gays a celebrar su legalidad de casarse y concedió el bono-baby para mejorar la demografía; hizo de mantenedor entretenido del mejor sistema vendido desde hace 250 años, siguiendo al principio a Friedman y a Musgrave para renegar de ellos cuando convino de Satanás y sus obras, o sea, que del laissez faire y de la libertad de empresa, de la individualidad del sálvese y rapiñe quien pueda, vino en socializar luego el dinero de todos para dárselo a los banqueros, como mal menor, según dijo; luego, en unos meses, redescubrió a Keynes al cabo de 90 años y llenó las ciudades de zanjas y, por último, coherente con la lógica del sistema y del péndulo, volvió al recorte de lo social para salvar, otra vez, al estado, y esa fue su última escena, su último papel en el guión. Ahora caerá agotado sobre la tarima central, rodeado de ayudantes de pista, ante la mirada expectante de la mujer barbuda y otros fisgones y curiosos, y del nuevo galán, Rajoy, joven meritorio que parece que promete, ¡ya te digo! ¡Cámara, acción, la fiesta tiene que continuar! (Y usted y yo que lo veamos, que para eso pagamos…) |
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