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La gran estafa del siglo XXI: la banca nunca pierde |
- El Íbex-35, principal índice de referencia de la bolsa española, cerró el mes de mayo con una caída del 10,79%, elevando así, hasta el 21,61% la caída anual. Esto significa el mayor descenso desde octubre de 2008, cuando quebró la corporación financiera estadounidense Lehman Brothers, contradiciendo inapelablemente a los brokers de las principales agencias de calificación denominadas “las tres grandes” (Standard & Poor´s, Moody´s Investors Service y Fitch Ratings), que hasta los días previos al cataclismo de la compañía aseguraban que esta era muy segura. Que se lo digan a todos aquellos que compraron bonos por valor de decenas de miles de dólares y lo perdieron todo. Ahora, los responsables de Lehman Brothers demandaron al banco JP Morgan Chase, que era su agente intermediario ante algunos de sus socios, pidiéndole más de 5.000 millones de dólares por considerarlo culpable de su ruina. El holding desplomado y un grupo de acreedores, acusan a la tercera institución bancaria en activos financieros de EEUU, de desviar miles de millones de dólares en activos precisamente en el momento previo a la declaración de bancarrota, haciendo uso de información privilegiada. Esa quiebra, la mayor en la historia de EEUU, ofreció multitud de pistas sobre lo que se avecinaba, y arrojó unas cuantas lecciones. Fue la constatación más contundente de la crisis económica que afecta fundamentalmente a los países capitalistas desarrollados, y cuyas consecuencias pagamos la mayoría de trabajadores, campesinos, autónomos y pequeños empresarios de estos Estados y del resto de países subdesarrollados y emergentes. Así mismo fue, y a medida que transcurre el tiempo más se coteja esta idea, una demostración tragicómica de la incapacidad, la ineptitud y la negligencia de un sistema económico basado en la especulación, la anarquía financiera, el terrorismo de estado, la guerra y la hegemonía de la burguesía bancaria. Tras siglos de desarrollo del capitalismo y de su última fase imperialista, queda claro que el problema es el sistema en sí y no sus gestores, entre quienes surgen voces discordantes (como el caso del premio Nobel de economía Joseph Stiglitz) con las políticas que se están llevando a cabo para capear la crisis, porque están convencidos de que las medidas de ajuste y austeridad que se aplicarán, sólo servirán para agudizar la crisis. Obviamente, estos díscolos del capitalismo institucional, no reclaman el socialismo ni comprenden las diferentes fases históricas del desarrollo de las relaciones de producción y el agotamiento de las actuales, porque se guían por su ideología, que es la burguesa, y sus intereses, que son los de la clase capitalista. Pero, no obstante, ponen de manifiesto que la vía que se está tomando es una barrera para el progreso económico. Cuando estalló la burbuja inmobiliaria por la crisis de las famosas hipotecas basura (subprime) en EEUU, emergió de las cloacas del corazón del imperialismo mundial toda la cochambre usurera de los grandes monopolios. Los créditos subprime concedidos, que mayoritariamente eran de carácter hipotecario y que se caracterizan por tener un tipo de interés superior a la media, pasaron a representar en el mercado hipotecario estadounidense un 12,5% del total del volumen de créditos en el 2007, cuando en el 2002 era de un 7%. El 15 de septiembre de 2008, en aquella época en la cual en el Estado español el gobierno socialdemócrata de Zapatero hacía filigranas retóricas para ignorar la crisis, con la declaración de quiebra de Lehman Brothers Holdings Inc., y la compra de Merryl Linch por Bank of America, la mayor entidad financiera del mundo, se desató definitivamente la recesión económica tras la crisis de liquidez de ese mes. Lehman Brothers no fue salvado por el gobierno reaccionario de Bush, pero la American International Grupo (AIG), si que fue rescatada por la Reserva Federal el 16 de septiembre. Desde entonces hasta el presente, billones de dólares y euros de dinero público de las rentas de los trabajadores, fueron destinados a salvar los negocios de la minoría oligárquica del capital financiero, trasladando así, el crack de los bancos a las arcas públicas. No es casualidad que en el primer trimestre de este año, la gran banca mundial declarase unas ganancias de 25.000 millones de euros, frente a los casi 13.000 del mismo trimestre del año pasado. Es este colosal robo a la clase trabajadora para mantener y aumentar los superbeneficios de la banca, lo que provocó que se disparase el déficit y el endeudamiento de los Estados que salieron en auxilio de las grandes corporaciones financieras, que a fin de cuenta son quienes hacen y deshacen las directrices gubernamentales. En cambio, en el sector público de países como China o India, que no regalaron absolutamente ni un céntimo a la banca privada, puede comprobarse como desde que estalló la crisis, a diferencia de los países capitalistas, el impacto es infinitamente menor. Y es que el coste del rescate a los bancos no es baladí. Según informes confidenciales del FMI y la Comisión Europea elaborados a petición del G-20, el dinero público de todos los trabajadores que se brindó a la banca en este grupo de países (no en todos) supone el 25% del PIB en los países desarrollados. Una cifra superior a los 9,6 billones de dólares, aunque no toda esta cantidad haya sido utilizada, se ha asignado del erario público para salvar a los principales culpables de la crisis. ¿La consecuencia? La deuda pública de estos países crecerá 40 puntos entre el inicio de la recesión y el 2015. ¿La solución? Una vez más que la mayoría trabajadora pague el adeudo mediante la disminución y congelación de salarios y pensiones, abaratamiento del despido, aumento de impuestos indirectos, recorte de prestaciones sociales, etc. Y tras el estallido de distintas burbujas económicas, los movimientos especulativos en torno a la deuda, generarán una nueva. Hay que recordar que el dinero que recibió la banca del BCE y otras instituciones, fue a través de una operación a interés mínimo del 1%, que luego invirtió en la compra de bonos públicos que rentabilizaban hasta un 10% con la inestimable ayuda de las estafadoras agencias de calificación. Entonces, si que es cierto que se haya despilfarrado en el gasto público, pero no en gasto social que redunde en el beneficio de todos, sino exactamente en socorrer a los amos del capital. Y el caso de Grecia es muy ilustrativo. Tanto los gastos, como los empleos públicos, así como los salarios del país heleno (y de España y Portugal), están bastante por debajo de la media de la Unión Europea-15. ¿Entonces por qué tanta preocupación de las instituciones imperialistas más poderosas por Grecia? Pues porque en realidad con los 110.000 millones que el FMI y el Eurogrupo acordaron “ayudar” a los griegos, en realidad a quien dirigen la donación es a la banca de los países capitalistas que más mandan en Europa, como es el caso de Alemania, que desde la caída del muro en 1989 basó su crecimiento en el aumento de las exportaciones y no en el consumo interno (al contrario que China actualmente), sobre todo a países de la eurozona, obteniendo así grandes cantidades de euros con los que se realizaron préstamos a los países antes citados, se compró deuda de los mismos (por lo que actualmente Alemania y Francia poseen la propiedad mayoritaria de sus deudas) y se invirtió en especulación inmobiliaria. En este escenario se comprende el interés de los países capitalistas europeos porque se lleven a cabo planes de reducción del gasto público y disminución de salarios tanto en los países más avanzados como en sus subordinados. Y la única alternativa, hoy más evidente que nunca, es organizar la revolución socialista y que los dueños del capital financiero, definitivamente, pierdan. - LQSomos. David Delgado*. Junio de 2010. - LQSomos/08/06/2010 |
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