SEGUN LULA LA ECONOMIA BRASILEÑA ESTA BLINDADA
Eleonora Gosman SAN PABLO. CORRESPONSAL
egosman@clarin.com
El brasileño Lula da Silva tuvo un reflejo rápido. Al ver las proporciones alarmantes de la convulsión financiera internacional por el caso chino, salió a calmar el frente interno y externo con una consigna: la economía de Brasil "está blindada". El presidente se lo agradeció a su equipo económico, comandado por el ministro Guido Mántega, y sobre todo al titular del Banco Central, Henrique Meirelles. Subrayó que ambos son los nuevos "intocables" de su gobierno: habrá reforma ministerial en breve, pero estos funcionarios seguirán en sus puestos.
Las declaraciones de Lula fueron casi simultáneas con las de Néstor Kirchner cuando estuvo el miércoles en el Congreso. Los mensajes de los dos jefes de Estado, que repercutieron más allá de sus fronteras, tuvieron una intención idéntica: defender sus políticas económicas y resaltar la "salud" financiera de sus países. No por casualidad Kirchner y Lula, como si se hubieran puesto de acuerdo y apenas con un pequeño lapso de diferencia (el argentino habló un par de horas después que su colega brasileño), relegaron el papel del FMI al lugar que se le da a los trastos en el desván. Así como hizo Kirchner en su discurso en Buenos Aires, también Lula sostuvo en Brasilia que "a diferencia de la décadas pasadas casi no se habla más del FMI". Y comparó: "Si antes la institución sólo hablaba de contención de gastos, ajuste fiscal y ahorro, ahora tiene que hablar de crecimiento económico y de desarrollo. Es un cambio extraordinario".
Claro que para los operadores bursátiles y para los inversores, la situación en Brasil puede no ser tan calma como pinta el presidente. Algunos temen que la economía brasileña "no esté tan acorazada" frente a los reveses del exterior como se creía hasta hace una semana atrás. De hecho, la bolsa de San Pablo cayó 2,64%, pero la cotización del dólar siguió tan baja como en los últimos dos meses; entre 2,07 y 2,13 el dólar.
En una entrevista con la prensa local, Lula recordó que en el Banco Central hay reservas acumuladas por más de US$ 100.000 millones. Nunca Brasil llegó a tener tantas divisas en sus arcas.
Con todo, los hiperortodoxos toman en cuenta otros parámetros que no son los del presidente brasileño. Por ejemplo, mencionan como un factor de "alerta amarilla" la renuncia de Afonso Bevilaqua, director de Política Monetaria del Banco Central. Era acusado de ser el mayor responsable por el apriete a través de las tasas de interés. Cuanto mayores son éstas menores son las chances de crecimiento por cuenta de dos fenómenos simultáneos: un crédito interno muy caro que impide tomar préstamos a empresas medias y pequeñas, generadoras de empleo, y una tendencia empresarial a colocar buena parte de sus excedentes en operaciones financieras que, en el caso brasileño, tienen retornos superiores a los productivos.
Lula tomó nota del problema y se dispone a resolverlo vía inversión oficial. Así se lo dijo a los periodistas brasileños con los que se reunió en el Palacio del Planalto el miércoles a media mañana. Para algunos inversores, "esto indicaría una tendencia a la flexibilización que no sería deseada por los mercados".
El presidente brasileño envió sin embargo un mensaje claro: "Queremos crecer pero no vamos a hacer locuras. No voy a hacer pases mágicos". Fue más contundente todavía al enfatizar que él es el garante de la política económica: "Soy yo quien me expongo en la calle y quien pongo la cara para ser insultado. Si alguien tiene que reclamar, ese soy yo". Fue a propósito de una pregunta sobre el menguado crecimiento de la economía brasileña en 2006 que llegó apenas a re dondear 2,9%. Enseguida pronunció una frase clave: "Peor es pensar que se da un salto y después se termina cayendo en un pozo".
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