Contra el desprecio: A 70 años del Congreso de Escritores Antifascistas
05/05/2007
Enrique Falcón
Diario Levante
Hace justo setenta años se celebró en Valencia uno de los acontecimientos más sobresalientes de la historia cultural europea, hecho del que ahora –un tiempo después– algunos preferirían no recordar, ya no sé yo si por pura amnesia histórica o si por los efectos colaterales y narcotizantes que producen otros eventos, de muy distinto signo, como la America’s Cup. A estas alturas de la primavera, pero en 1937, se celebraba en nuestra ciudad el “Congreso Internacional de Escritores Antifascistas” (CIEA) y el mundo de la cultura, de las letras y de la intelectualidad más lúcida del momento hacía sonar desde Valencia una contundente palabra de alarma ante el avance, imparable, de la barbarie política y el recorte de las libertades que en aquel entonces atenazaban Europa. Cabría preguntarse si hoy, 70 años después de todo aquello, merecería renovarse el compromiso de escritores e intelectuales frente al establecimiento –sutil unas veces, descarado otras– de nuevos tics totalitarios que, con nuevos rostros y postmodernas maneras, parecen habitar desde hace tiempo los espacios de quienes detentan el poder en nuestras actuales sociedades.
Contando con la iniciativa del Fòrum de Debats que contra todo descanso coordina el escritor Alfons Cervera, se ha convocado para los días 8-10 de mayo una serie de actos conmemorativos de este 70 aniversario del CIEA celebrado en Valencia en aquel turbulento 1937, cuando el mundo de la cultura hubo de tomar la voz y la palabra. En un compromiso renovado por las libertades, hasta nuestra ciudad se desplazarán escritores e intelectuales de la talla de Francisco Fernández-Buey, Jorge Riechmann, Antonio Orihuela, Miguel A. García Argüez, David González, David Franco Monthiel o Carlos Taibo, entre otros. Y, de la mano decidida de Alfons Cervera, intervendrán también en las sesiones Marc Granell, Antonio Méndez Rubio, Jaume Pérez Montaner, Susana Fortes y Manel Rodríguez-Castelló, entre varios autores valencianos.
Difuminado (por no decir “distraído”) nuestro foco de atención por la America’s Cup, por las fiestas con megafamosos recientemente celebradas en nuestra ciudad, o por el menudeo institucional previo a unas elecciones autonómicas, la convocatoria en Valencia de un nuevo Congreso de Escritores Antifascistas bastaría por sí sola para plantear a una nueva ciudadanía preguntas (muy graves) acerca de si estamos viviendo tiempos acuciados por renovados tics totalitarios. En este sentido, y desde las páginas de uno de sus últimos libros, el poeta y ensayista valenciano Antonio Méndez Rubio (que intervendrá en las sesiones del CIEA) ha reconocido en nuestras sociedades la persistencia de lo que ha llamado, sin dudar, “fascismo de baja intensidad”, reconocible en las tendencias políticas que tratan de inhibir el pensamiento crítico y hacer apología del orden establecido como “única” realidad posible.
“El fascismo es el desprecio”. Nos lo recordaba, remontándose a Camus, otro de los escritores que asistirán a las conmemoraciones del CIEA: el poeta e intelectual madrileño Jorge Riechmann, quien en otro lugar ha afirmado que “aceptar para la poesía el papel de ornamento en un mundo inhumano es indigno”. En efecto, desde una perspectiva más global, este artículo se volvería fatigosamente largo si listáramos aquí las atrocidades que a lo largo y ancho de nuestro macdonalizado mundo se cometen al amparo de la llamada "guerra contra el terrorismo". Por poner un ejemplo a todas luces acuciante. Pero en un plano más local, mucho de desprecio hay en los intentos del PP por prohibir la distribución de la película colectiva con la que medio centenar de cineastas y artistas valencianos han denunciado los desmanes inconcebibles de la gestión de los populares en Valencia. Mucho de desprecio hay en la falta de reconocimiento –por parte de las autoridades municipales y autonómicas– de la existencia de verdaderos “barrios de acción preferente” en nuestra ciudad, en un contexto social como el nuestro en el que una de cada cuatro personas malvive en la Comunidad Valenciana por debajo del umbral de la pobreza. Mucho de desprecio hay en el populismo faraónico de nuestras administraciones, más pendientes en subvencionar las preferencias de los ricos que en atender eficazmente las necesidades sociales, educativas, sanitarias y laborales de sectores cada vez más grandes de la población (aquellos que poco cuentan y apenas votan). Y mucho, en fin, hay de desprecio en las operaciones de limpieza social activadas sobre los campos de refugiados que, bajo el doble signo de la inmigración y de la miseria, existen bajo los puentes del cauce del Turia.
En medio de todo este panorama, no deja de ser un signo sintomático y visible el que sea Valencia donde se presente por vez primera la antología “Once poetas críticos en la literatura española reciente”, justamente en el mismo marco del Congreso de Escritores Antifascistas que ha de celebrarse este mes de mayo. El libro tiene precisamente en Valencia su primer lugar de origen y en él se incluye la mejor poesía que, con vocación de compromiso, se está escribiendo en toda España. Bastantes de los escritores allí antologados se encontrarán en nuestra ciudad a propósito del Congreso y, si la literatura conlleva siempre un determinado “gesto en el mundo”, estos poetas lo volverán a mirar con las lenguas de la protesta y del compromiso, las de la denuncia y la resistencia.
Enfrentándose a la realidad de un tiempo –el nuestro– amenazado por actualizadas versiones de un poder intencionalmente prepotente, el mundo de las letras tampoco quiere hoy doblar sus rodillas ni ante la resignación de la injusticia ni ante el derribo de nuestra esperanza. Valencia vuelve a convertirse en cita ineludible para esta nueva alerta. Y lo hace, de nuevo, contra el desprecio.
Enrique Falcón (Valencia, 1968) es poeta y miembro de la Unión de Escritores del País Valenciano – Foro Social de las Artes. Entre sus últimos libros publicados, “La marcha de 150.000.000”, “Amonal y Otros Poemas” y “El amor, la ira”.
1 comentario:
¡Hola! Pepe, soy Nieves. Feliz tarde.
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