DE INDÍGENAS, ORIGINARIOS, MESTIZOS Y FORÁNEOS
10/06/2007
“Ensayo literario-científico 2006”
INVESTIGADORES UNIOR
• He estado buscando indígenas, algo así como seres humanos de condición genética 100% indígena, –tal como hizo Hitler en su intentona de preservar al hombre ario puro, raza superior– un aimara “puro”, un quechua “puro”, un guaraní “puro”, y saben, tampoco, tampoco encuentro ni uno
INVESTIGADORES UNIOR
• He estado buscando indígenas, algo así como seres humanos de condición genética 100% indígena, –tal como hizo Hitler en su intentona de preservar al hombre ario puro, raza superior– un aimara “puro”, un quechua “puro”, un guaraní “puro”, y saben, tampoco, tampoco encuentro ni uno
Por J.C. Iván Canelas Arduz (*)
No hay indígenas, mestizos, originarios ni
No hay indígenas, mestizos, originarios ni
foráneos puros
Una vez confirmada la aplastante victoria de don Evo Morales Ayma, en las pasadas elecciones presidenciales –victoria de la que me declaro cómplice–, la sociedad boliviana se ha visto definitivamente conflictuada y fraccionada.
Se veía venir la marejada, cerca de 20 años de gobiernos democráticos “blancoides”, caracterizados por un alto grado de corrupción, ausencia de nacionalismo y capacidad, nos enfrentaron a la necesidad de “cambio”, este “cambio” no tenía otra opción que el MAS; de don Tuto ya teníamos muestra y ésta nos espantaba.
Y se dio nomás, ahora los “originarios” y los “indígenas” quieren recuperarse de la opresión que han sufrido, vamos camino a la “descolonización”, aún busco en las calles algún español invasor que debería ser ejecutado por causa de la colonización, no encuentro ninguno.
Esta búsqueda no se limita a los españoles, camino por la calle, busco originarios y heme aquí soy el primero, he nacido en Oruro, por lo tanto, soy originario de Oruro, ni más ni menos. Y saben, Oruro está en Bolivia, al igual que Santa Cruz, Montero, Tarija, Challapata y muchísimas otras poblaciones y por ello todos los habitantes de éstas, y yo, somos originarios bolivianos. ¡Nadie! puede negarnos esa condición.
También he estado buscando indígenas, algo así como seres humanos de condición genética 100% indígena, –tal como hizo Hitler en su intentona de preservar al hombre ario puro, raza superior– un aimara “puro”, un quechua “puro”, un guaraní “puro”, y saben, tampoco, tampoco encuentro ni uno, es decir, sí encuentro hombres y mujeres vestidos con ropa nativa, es más, algunos citadinos para justificar la moda, o el puestito de trabajo recién obtenido, han buscado entre aguayos, disfraces y souvenirs, para adquirir un tinte “nativo”. Pero de indígenas, hasta nuestro distinguido presidente constitucional, que me disculpe, ni él es indígena, el apellido Morales lo sitúa en el plano de ser un mestizo más, como yo, como Ud. (en la medida que el lector sea parte del 99% de los bolivianos) y como todos.
También he tratado de encontrar algún foráneo, de esos que han venido a explotar a este pueblo, salvo algún ciudadano turco que tiene un café y a algunos ciudadanos chinos que se ocupan de vender pollos, no he encontrado en nuestro medio a ninguno, por lo menos a ningún explotador.
Sí, viendo el televisor, he visto a uno que otro de apellido raro, están el Santa Cruz, formidables propulsores de la “nación camba”, sus intenciones son por demás claras, quieren ganar plata, si pudieran aislar ese departamento de Bolivia, entregarse a las transnacionales y seguir acumulando las miles de hectáreas que ya han recibido, en calidad de obsequio, generalmente de gobiernos de la dictadura militar. Pero no hay más, esos son los del otro extremo, ese minúsculo grupículo de avivados, aquellos que le ponen cara de asco a la abarca (con lo cómoda que es), aquellos que hablan “inglés”, los de la otra Bolivia, la Bolivia que se sirve de la verdadera Bolivia.
De ello concluyo, muy apresuradamente por lo intencional de la dimensión medida del presente trabajo, que estamos en un diálogo de ciegos discutiendo cuál ve mejor.
Y ello me trae a la memoria, la cruel lección que nos ha legado el pueblo Yugoslavo, en principio una nación unida, luego comenzaron a hurgar en su baúl buscando quién difería de quién, y se dio, una masacre, bosnios, servios, croatas y balacera, violación, asesinatos, ¿qué tal no?, qué lejos estamos de esa barbarie... Lo que queda ahora son pequeñas naciones, impregnadas de odio y resentimiento, que siguieron la consigna del IMPERIO: “dividir para reinar”.
Es que somos una punta de mestizos, la diferencia, creo, se da en cuántas generaciones atrás aparece una digna pollera en nuestro árbol genealógico, es vergonzoso que alguien trate de negar este hecho evidente.
Y ese lapso de generaciones atrás, ha permitido que algunos hayamos tratado de aprender a usar los cubiertos, a comer con la boca cerrada, a dormir en catre y colchón, a usar calzados, el elegante terno con la vistosa corbata y, ojalá, a hablar el castellano o español, lengua que lejos de odiarla tendríamos que abrazarla, porque así como hay una digna pollera, debe haber algún pintoresco español, independientemente de las circunstancias, que ha tenido a bien legarnos una carga genética que nos impide, renegar de nuestra propia esencia.
Elemental no, si reniego de los españoles, jugando a indígena, tendría que partir del principio que yo no existiría, pues si esta tierra no hubiera conocido de españoles invasores, seguramente que yo, Ud., el presidente Evo Morales y demás séquito, no hubiéramos nacido. Así que jugar a maldecir al tataratatarata abuelo es, sino ser mal agradecido, por lo menos no tener noción del curso de la vida.
Pero volvamos al tema principal, qué nos divide, como algún día le decía a un amigo con rasgos más rurales que yo, –con seguridad que yo fuera igual que vos si es que me pasara más tiempo bajo el sol, trabajando la tierra, en lugar de estar encerrado en mi oficina, sentado frente al monitor de la computadora–.
Nada más, ahora, mi madre, mi padre, mis abuelos hablan o hablaban quechua, yo de niño como que le hacía al quechua, aqhata munani, o algo así fue la frase que una entrañable tía, allí en Capinota de donde es oriundo mi señor padre, me enseño para degustar de la deliciosa chicha.
Y, sí, entendía la charla de los mayores, allí por mis cinco, seis años, pero pasó el tiempo, entré a colegio, y comencé a aprender español, en la rigurosidad que corresponde, y a dar fundamento a mis medias lenguas en alemán mundo desde nuestro ayllu, esta intención es una necedad inviable. e inglés.
La universidad me alejó más de mi lengua madre, por lo menos por herencia que es el quechua, pues no había ni hay libros técnicos en esta lengua. Es que no podemos marcar el rumbo del
La vestimenta de brujo, que se muestra en el Carnaval de Oruro, procede de los pueblos indígenas del oriente.
Se veía venir la marejada, cerca de 20 años de gobiernos democráticos “blancoides”, caracterizados por un alto grado de corrupción, ausencia de nacionalismo y capacidad, nos enfrentaron a la necesidad de “cambio”, este “cambio” no tenía otra opción que el MAS; de don Tuto ya teníamos muestra y ésta nos espantaba.
Y se dio nomás, ahora los “originarios” y los “indígenas” quieren recuperarse de la opresión que han sufrido, vamos camino a la “descolonización”, aún busco en las calles algún español invasor que debería ser ejecutado por causa de la colonización, no encuentro ninguno.
Esta búsqueda no se limita a los españoles, camino por la calle, busco originarios y heme aquí soy el primero, he nacido en Oruro, por lo tanto, soy originario de Oruro, ni más ni menos. Y saben, Oruro está en Bolivia, al igual que Santa Cruz, Montero, Tarija, Challapata y muchísimas otras poblaciones y por ello todos los habitantes de éstas, y yo, somos originarios bolivianos. ¡Nadie! puede negarnos esa condición.
También he estado buscando indígenas, algo así como seres humanos de condición genética 100% indígena, –tal como hizo Hitler en su intentona de preservar al hombre ario puro, raza superior– un aimara “puro”, un quechua “puro”, un guaraní “puro”, y saben, tampoco, tampoco encuentro ni uno, es decir, sí encuentro hombres y mujeres vestidos con ropa nativa, es más, algunos citadinos para justificar la moda, o el puestito de trabajo recién obtenido, han buscado entre aguayos, disfraces y souvenirs, para adquirir un tinte “nativo”. Pero de indígenas, hasta nuestro distinguido presidente constitucional, que me disculpe, ni él es indígena, el apellido Morales lo sitúa en el plano de ser un mestizo más, como yo, como Ud. (en la medida que el lector sea parte del 99% de los bolivianos) y como todos.
También he tratado de encontrar algún foráneo, de esos que han venido a explotar a este pueblo, salvo algún ciudadano turco que tiene un café y a algunos ciudadanos chinos que se ocupan de vender pollos, no he encontrado en nuestro medio a ninguno, por lo menos a ningún explotador.
Sí, viendo el televisor, he visto a uno que otro de apellido raro, están el Santa Cruz, formidables propulsores de la “nación camba”, sus intenciones son por demás claras, quieren ganar plata, si pudieran aislar ese departamento de Bolivia, entregarse a las transnacionales y seguir acumulando las miles de hectáreas que ya han recibido, en calidad de obsequio, generalmente de gobiernos de la dictadura militar. Pero no hay más, esos son los del otro extremo, ese minúsculo grupículo de avivados, aquellos que le ponen cara de asco a la abarca (con lo cómoda que es), aquellos que hablan “inglés”, los de la otra Bolivia, la Bolivia que se sirve de la verdadera Bolivia.
De ello concluyo, muy apresuradamente por lo intencional de la dimensión medida del presente trabajo, que estamos en un diálogo de ciegos discutiendo cuál ve mejor.
Y ello me trae a la memoria, la cruel lección que nos ha legado el pueblo Yugoslavo, en principio una nación unida, luego comenzaron a hurgar en su baúl buscando quién difería de quién, y se dio, una masacre, bosnios, servios, croatas y balacera, violación, asesinatos, ¿qué tal no?, qué lejos estamos de esa barbarie... Lo que queda ahora son pequeñas naciones, impregnadas de odio y resentimiento, que siguieron la consigna del IMPERIO: “dividir para reinar”.
Es que somos una punta de mestizos, la diferencia, creo, se da en cuántas generaciones atrás aparece una digna pollera en nuestro árbol genealógico, es vergonzoso que alguien trate de negar este hecho evidente.
Y ese lapso de generaciones atrás, ha permitido que algunos hayamos tratado de aprender a usar los cubiertos, a comer con la boca cerrada, a dormir en catre y colchón, a usar calzados, el elegante terno con la vistosa corbata y, ojalá, a hablar el castellano o español, lengua que lejos de odiarla tendríamos que abrazarla, porque así como hay una digna pollera, debe haber algún pintoresco español, independientemente de las circunstancias, que ha tenido a bien legarnos una carga genética que nos impide, renegar de nuestra propia esencia.
Elemental no, si reniego de los españoles, jugando a indígena, tendría que partir del principio que yo no existiría, pues si esta tierra no hubiera conocido de españoles invasores, seguramente que yo, Ud., el presidente Evo Morales y demás séquito, no hubiéramos nacido. Así que jugar a maldecir al tataratatarata abuelo es, sino ser mal agradecido, por lo menos no tener noción del curso de la vida.
Pero volvamos al tema principal, qué nos divide, como algún día le decía a un amigo con rasgos más rurales que yo, –con seguridad que yo fuera igual que vos si es que me pasara más tiempo bajo el sol, trabajando la tierra, en lugar de estar encerrado en mi oficina, sentado frente al monitor de la computadora–.
Nada más, ahora, mi madre, mi padre, mis abuelos hablan o hablaban quechua, yo de niño como que le hacía al quechua, aqhata munani, o algo así fue la frase que una entrañable tía, allí en Capinota de donde es oriundo mi señor padre, me enseño para degustar de la deliciosa chicha.
Y, sí, entendía la charla de los mayores, allí por mis cinco, seis años, pero pasó el tiempo, entré a colegio, y comencé a aprender español, en la rigurosidad que corresponde, y a dar fundamento a mis medias lenguas en alemán mundo desde nuestro ayllu, esta intención es una necedad inviable. e inglés.
La universidad me alejó más de mi lengua madre, por lo menos por herencia que es el quechua, pues no había ni hay libros técnicos en esta lengua. Es que no podemos marcar el rumbo del
La vestimenta de brujo, que se muestra en el Carnaval de Oruro, procede de los pueblos indígenas del oriente.
Hoy, que de pronto veo que un grupo muy grande de ciudadanos bolivianos quiere vengarse, cobrar revancha, en contra de los mestizos, de los blancoides, me pregunto si no somos todos mestizos.
Habrá que crear una diferencia basada en el criterio geográfico, mestizo criado en el campo de labor campesino, con usanzas propias de la región, y mestizo criado en la ciudad con usanzas propias citadinas. El primero que mantiene una presencia más relacionada al medio y las actividades propias de éste, pastoreo, cultivo de la tierra, etc., y el segundo en el rol que le corresponde, si se quiere, al hombre que se va integrando con el mundo, esta rodeado en cierta medida de la tecnología, usa celular, etc. Mas, ¿cuál es enemigo de cuál?, ¿cuál oprime a cuál?
Lo mismo que kikillantaj no.
Y es que somos unos imbéciles, disculpen el término, no encuentro otro, mientras el mundo avanza, la ciencia prospera, nuestros “vecinos” –cada uno de ellos en su momento histórico nos lanzo el zarpazo y nos quito territorio– trabajan y se desarrollan, nosotros, gracioso museo viviente del mundo, allí donde dice que debemos ir atrás para comenzar a ser nosotros, allí donde hay que hablar lenguas que nadie más usa, allí donde hay que recuperar la ciencia del pasado, que nadie conoce, –culturas más grandes como la egipcia, la maya no han podido desentrañar los misterios de sus civilizaciones antiguas, y han tenido que adecuarse a la realidad contemporánea– como en un ensueño colectivo de querer abrazar un aguayo, maldiciendo al hombre de calzado, como si ese fuese el problema.
Que si hay católicos, que si alguien rinde el culto a la Pachachama, que si la mayoría hacemos las dos cosas porque este mestizaje cultural, esta simbiosis no depende de una constituyente, ni de un ministro de educación, todos bautizados en la fe católica, y todos a ch’allar, a khoar, a acullicar, ¡todos!, en fila, y necesitamos ser ahora laicos…, si ya lo éramos con un decreto o sin él, ya estaba hecho.
Concluiremos, duele el estómago hablar de esto, todos somos mestizos, todos, si queda algún indígena puro en algún lado, hacia él mi mayor respeto, así como no puedo renegar de los españoles, por la misma razón no puedo renegar de ningún indígena.
Y entendamos algo, el verdadero enemigo no está entre nosotros, el verdadero enemigo somos nosotros, nuestra pobreza endémica insalvable, por nuestra incapacidad, por nuestra ausencia de iniciativa sana, por nuestra falta de vocación de trabajo, por nuestra ausencia de real patriotismo, por nuestra maldita vocación de corruptos y vende patrias.
Hay además otro enemigo gigante, si se lo puede llamar enemigo, o mejor dicho, competencia gigante, todos los demás países del mundo. Simplemente veamos nuestro continente, acaso no somos penúltimos, entre los más pobres, entre los que poseen los niveles más bajos de nutrición, entre los que no cuentan con servicios de salud, entre los que la educación es simplemente un discurso. Nos quitó el derecho de ser últimos Haití un país que da pena, y seguramente nosotros, vistos de afuera, también, con seguridad también, debemos dar muchísima pena.
(*) Es Ingeniero Magíster
C.I. 2732560 Or.
La Patria/NOTICIAS
Habrá que crear una diferencia basada en el criterio geográfico, mestizo criado en el campo de labor campesino, con usanzas propias de la región, y mestizo criado en la ciudad con usanzas propias citadinas. El primero que mantiene una presencia más relacionada al medio y las actividades propias de éste, pastoreo, cultivo de la tierra, etc., y el segundo en el rol que le corresponde, si se quiere, al hombre que se va integrando con el mundo, esta rodeado en cierta medida de la tecnología, usa celular, etc. Mas, ¿cuál es enemigo de cuál?, ¿cuál oprime a cuál?
Lo mismo que kikillantaj no.
Y es que somos unos imbéciles, disculpen el término, no encuentro otro, mientras el mundo avanza, la ciencia prospera, nuestros “vecinos” –cada uno de ellos en su momento histórico nos lanzo el zarpazo y nos quito territorio– trabajan y se desarrollan, nosotros, gracioso museo viviente del mundo, allí donde dice que debemos ir atrás para comenzar a ser nosotros, allí donde hay que hablar lenguas que nadie más usa, allí donde hay que recuperar la ciencia del pasado, que nadie conoce, –culturas más grandes como la egipcia, la maya no han podido desentrañar los misterios de sus civilizaciones antiguas, y han tenido que adecuarse a la realidad contemporánea– como en un ensueño colectivo de querer abrazar un aguayo, maldiciendo al hombre de calzado, como si ese fuese el problema.
Que si hay católicos, que si alguien rinde el culto a la Pachachama, que si la mayoría hacemos las dos cosas porque este mestizaje cultural, esta simbiosis no depende de una constituyente, ni de un ministro de educación, todos bautizados en la fe católica, y todos a ch’allar, a khoar, a acullicar, ¡todos!, en fila, y necesitamos ser ahora laicos…, si ya lo éramos con un decreto o sin él, ya estaba hecho.
Concluiremos, duele el estómago hablar de esto, todos somos mestizos, todos, si queda algún indígena puro en algún lado, hacia él mi mayor respeto, así como no puedo renegar de los españoles, por la misma razón no puedo renegar de ningún indígena.
Y entendamos algo, el verdadero enemigo no está entre nosotros, el verdadero enemigo somos nosotros, nuestra pobreza endémica insalvable, por nuestra incapacidad, por nuestra ausencia de iniciativa sana, por nuestra falta de vocación de trabajo, por nuestra ausencia de real patriotismo, por nuestra maldita vocación de corruptos y vende patrias.
Hay además otro enemigo gigante, si se lo puede llamar enemigo, o mejor dicho, competencia gigante, todos los demás países del mundo. Simplemente veamos nuestro continente, acaso no somos penúltimos, entre los más pobres, entre los que poseen los niveles más bajos de nutrición, entre los que no cuentan con servicios de salud, entre los que la educación es simplemente un discurso. Nos quitó el derecho de ser últimos Haití un país que da pena, y seguramente nosotros, vistos de afuera, también, con seguridad también, debemos dar muchísima pena.
(*) Es Ingeniero Magíster
C.I. 2732560 Or.
La Patria/NOTICIAS
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