23/6/07

¿Del mal puede venir el bien? No, no es el fin de Palestina

23/06/2007
Ali Rashid
Il Manifesto
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Traducido por Gorka Larrabeiti*
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¿Del mal puede venir el bien? Éste es el problema. Palestina es la metáfora del mundo. En ella confluyen todos los problemas de nuestra época. El testimonio vivo de cómo la decadencia se apodera también del alma cuando degenera la política. Palestina es una llamada, un aviso, una invitación y el resto no depende sólo de los palestinos, invitados en los últimos años sólo a morir en silencio allí donde tierra, aire, agua, mente, alegría, libertad y dolor, plantas y casas, historia milenaria se convierten en el ritmo de lo que se te escapa, sin sentido, poco más allá de los escombros.
Allí donde hasta ayer sobrevivías cultivando una esperanza vana, de repente encuentras un lugar prohibido para ti, cancelado. Se levanta una alambrada, nace una colonia judía, acampa un futuro que te excluye, y para siempre, un puesto de control que te destroza el alma y la psique, un muro que te obstruye todo horizonte. Y otra vez a partir con un hatillo, vuelta a comenzar con los cercos, en una matanza sin final, desde hace sesenta años. Es una aniquilación diluida en el tiempo. Medio siglo de crudo compromiso político ha permitido a los palestinos huir de esta trampa inhumana y mortal. Les ha permitido crecer, sumar un gran consenso, edificar, al menos virtualmente, una patria que goza de un reconocimiento aún mayor del que tiene Israel. Los palestinos han desempeñado un papel importante en el terreno político, científico, literario, tanto a nivel regional como internacional. Lo han hecho mientras han cultivado un proyecto político y de civilización alternativo al que instituyó y todavía encarna Israel para su pueblo y para la región. Israel anticipó lo que sería el mundo contemporáneo en la forma y en el método: el desprecio del derecho y la legalidad internacionales, la guerra permanente y preventiva, el uso de la información como instrumento de guerra y de desviación, el rechazo del prójimo, de su historia, su cultura y religión, sin más salida que la sumisión total.
En su camino, los palestinos siempre han estado expuestos y condicionados por lo que les proponía su época; con gran esfuerzo han conseguido que prevaleciera su proyecto mientras han podido. El fracaso del proceso de paz entendido por Israel como una rendición sin condiciones, la actitud pasiva, a menudo cómplice, de la comunidad internacional, la transformación de la Autoridad Nacional Palestina en un club exclusivo de negocios, sostenido no gracias al consenso sino a las fuerzas del orden, que se convierten así en cimientos del poder, principales actores y accionistas: todo ello ha hecho que los palestinos hayan sido englobados por lo que les rodea, arrastrados por la degradación que en Hamas halla uno de sus productos, que no el peor. No es que Hamas sea bueno, sino que hay cosas tanto peores. Seguro que no es lo que puede ayudarles a los palestinos a salir de esta trampa mortal, pues, al contrario, facilita y acelera el enfrentamiento con otras entidades similares, conduciendo a una decadencia colectiva en nuestra tierra del ocaso. En Gaza, los saqueos de los que habla el compañero y amigo Zvi Schuldiner en Il Manifesto son casos aislados, se refieren a las casas de algunos exponentes corruptos de las fuerzas del orden. Un fenómeno deplorable que sin embargo suele ocurrir en casos como éstos. La seguridad de los ciudadanos de Gaza, en ausencia de las provocaciones que lleguen de Israel, Egipto y una parte de Al Fatah, tenderá a mejorar, sobre todo porque lo que alimenta el desorden y la inseguridad son sobre todo las incursiones militares israelíes y las tramas de las propias fuerzas del orden.
Ha comenzado ya en el seno de Al Fatah un debate político centrado en el renacimiento del movimiento, truncado en el pasado por los mismos sectores corruptos de la ANP y jamás retomado, acerca de la democracia interna del movimiento y de la sociedad, y finalmente, sobre la resistencia a la ocupación israelí, que sigue siendo la cuestión fundamental. También en Cisjordania se han dado episodios de asesinatos de responsables de Hamas por parte de grupos armados de Al Fatah, de saqueos y de incendios de casas, oficinas y sedes de asociaciones que ofrecen asistencia a los más necesitados. Tales hechos demuestran que Al Fatah ya no existe como movimiento político y progresista, que ha sido sustituido por grupos paramilitares. El gobierno de emergencia instituido por Abu Mazen de modo forzado acaso reportará alguna utilidad política a corto plazo, pero en el plano jurídico no encuentra legitimación alguna. Podría parecer un golpe de estado en respuesta a otro, en el que el estado no existe. Todos parecen feas caricaturas de sí mismos, de lo que quisieran ser. La comunidad internacional, con Estados Unidos y Europa a la cabeza, junto a una parte del mundo árabe, ha declarado el propio apoyo a Abu Mazen contra Hamas, pero no lo ha hecho para poner fin a la ocupación israelí. El Primer Ministro israelí ha manifestado su respaldo al nuevo gobierno de emergencia y ha prometido facilitar la iniciativa, a condición de estrangular Gaza, ha dicho que está dispuesto a retomar las negociaciones, pero no ha dicho nada sobre el fin de la ocupación ni ha citado las nuevas colonias en construcción, ni el muro, ni la represión, ni los asesinatos cotidianos ni la destrucción sistemática.
Hoy, la comunidad internacional se ha dado cuenta de los peligros que puede acarrear por toda la región la degeneración del conflicto palestino-israelí, y se está moviendo, hace mención de una iniciativa propia. Es una novedad positiva; el resto es cosa de los palestinos, que deben hacer que Hamas recobre la razón y ya han lanzado las primeras señales condenando su fiera iniciativa de carácter exclusivamente militar. Han llegado señales de dentro de la propia Hamas; señales si cabe más importantes están llegando de muchos sectores de Al Fatah, tanto desde Gaza como desde Cisjordania, así como de muchos cuadros de la izquierda palestina que han salido del olvido al que les había relegado la propia ANP. Estoy seguro –y ésta es una invitación sentida- de que este despertar no tendrá lugar en soledad, de que Il Manifesto podrá ser el lugar donde se escribirá, se conocerá y se dará cabida a este renacimiento de Palestina, de que las fuerzas de izquierda, más allá de su esfuerzo por mantener su unidad, encontrarán energía para apoyar también la nuestra. Ya han llegado muchas señales positivas. Palestina es como el ave fénix, que renace de sus cenizas. La muerte queda atrás; en el horizonte, la vida y la libertad, sin ningún otro rumbo que nos hechice.
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*Traducido por Gorka Larrabeiti, miembro de Cubadebate, Rebelión y Tlaxcala . Este artículo se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y citar a sus autores y la fuente.

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