27/7/07

Argelia: el refuerzo del terrorismo de matriz islámica y la crisis política interna

Argelia, que ya ha conocido la violencia del FIS (Frente Islámico de Salvación), corre ahora el riesgo de caer en la espiral del terrorismo islámico. Los numerosos ataques registrados en el curso de los últimos meses delinean un escenario de contornos impredecibles, agravado por la crisis política y la debilitación del presidente Abdelaziz Bouteflika.
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Sergio Porcu
Equilibri.net
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La evolución del Grupo Salafita de Predicación y Combate (GSPC)
El riesgo que se corre es el de una ola de atentados que sacuda al país; esta parece ser la estrategia que ha adoptado el grupo de Al Qaeda para el Magreb, que tiene su base operativa en Argelia. Bajo el nuevo grupo estaría el Grupo Salafita para la predicación y el combate (GSPC), que habría asumido una nueva estructura interna, sirviendo de punto de referencia y “coordinación” de las numerosas organizaciones terroristas que operan en la región (véase África: el terrorismo internacional en el Sahel africano). Una auténtica red de terror africana, afiliada con Al Qaeda y capaz de desestabilizar a todo el Magreb. El GSPC ha llevado a cabo la evolución predicha por los expertos: superando su dimensión nacional, ha llegado a coordinar diferentes grupos de otros países. Una estructura más ligera que provee mano de obra y asistencia logística a quienes quieran trabajar como combatientes de una guerra armada, participando en la causa islámica. Más ligera pero a la vez más peligrosa, y capaz de extender su influencia más allá de las fronteras africanas. Europa podría ser el nuevo terreno predilecto del grupo Al Qaeda para Magreb, y en particular España, que en clave histórica, fue territorio islámico hace siglos. Células dormidas, perfectamente integradas en el contexto social español, y preparadas para seguir órdenes, estarían ya presentes ahí, según han declarado los servicios secretos españoles.
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La intensificación de la violencia terrorista
Argelia ha experimentado una emergencia terrorista que alcanzó su ápice en el pasado abril, cuando un coche bomba explotó contra la sede del gobierno, en la capital del país, causando la muerte de 30 personas e hiriendo a más de 200. Un objetivo sensible para una señal clara: el terrorismo no comparte la política del presidente Bouteflika, implicado en un difícil proyecto de reconciliación nacional. Siguieron después otros atentados: el dramático balance se completó con un último ataque el 14 de julio en Barika, en las cercanías de Batna, a unos 400 kilómetros al sur de Argel. Dos muertos y varios heridos. Sólo pocos días antes un camión cargado de material explosivo había sido lanzado contra la caserna militar de Lakhadaria, provocando la muerte de 10 personas.Además de ser terreno sensible para el extremismo islámico, Argelia ha sido escogida, como otros países africanos, como sede de adiestramiento para los nuevos reclutas. Hay muchas estructuras escondidas, organizadas en verdaderos campos de adiestramiento donde los aspirantes a kamikaze se preparan para llevar a cabo atentados; algunos de estos centros han sido descubiertos y desmantelados por las fuerzas de policía, en operaciones conjuntas con militares americanos. Estados Unidos están muy implicados en la lucha contra el terrorismo, con grupos de apoyo que entran en acción para ayudar a los militares argelinos. A la comunidad internacional le preocupa la amplitud del terreno argelino, en el que áreas desérticas y aisladas son escogidas como sitio ideal para la preparación de los kamikazes. Este aspecto es un denominador común que Argelia comparte con otros países, como la región del Sahel (véase: África: un paraíso seguro para Al Qaeda).El gobierno de Argel está inmerso desde hace tiempo en una difícil batalla para derrotar a la organización terrorista. El último resultado positivo se consiguió pocos días atrás, con la captura de veinte terroristas en el norte del país, en el territorio del bosque de Yakouren. Según la información difundida por el cotidiano argelino “El Watan”, se trataría de miembros pertenecientes a la Organización de Al Qaeda del Magreb. El gobierno argelino ha sancionado oficialmente la línea de la “tolerancia cero” y el fin de la “política del perdón” para los terroristas, lanzada en febrero del 2006. “Los islamistas armados no tienen elección: entregarse o morir”: las palabras son del director de seguridad nacional Ali Tounsi. Resultan ser la expresión directa de la nueva táctica del gobierno: mano dura con los terroristas que han rechazado la llamada a la reconciliación. En un discurso del 5 de julio, ante los generales del ejército, el presidente Bouteflika dijo querer “la lucha contra las asociaciones criminales o terroristas”.
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La ayuda de Washington
La administración Bush, que ha convertido la guerra al terrorismo en el principal elemento de la política exterior americana, es consciente del papel estratégico que tiene Argelia en este frente. La Trans-Saharan Counter-Terrorism Partnership, iniciativa de cooperación multilateral en la que la Casa Blanca ha invertido grandes sumas (véase: Estados Unidos: la estrategia de lucha contra el terrorismo internacional en África) es una clara señal de la preocupación que suscita en Washington. La lucha contra el terrorismo islámico es dirigida por los diferentes países implicados (Argelia, Marruecos y Túnez para el Magreb, y Chad, Mali, Mauritania, Níger, Nigeria y Senegal para Sahel y África occidental), pero gracias al apoyo logístico y financiero de Estados Unidos. La presencia de tropas americanas sirve para patrullar el territorio y la intervención en casos extremos, con “operaciones quirúrgicas” para desmantelar bases de adiestramiento de Al Qaeda. La cooperación entre el gobierno de Washington y el de Argel es estrecha; este último, con sus propios medios, difícilmente podría hacer frente a semejante peligro.
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La debilitación de Bouteflika
Con las elecciones políticas del pasado 17 de mayo, parece haber iniciado una nueva era, cuyos escenarios están aún lejos de ser definidos. La única certidumbre, según los analistas, es la debilitación del presidente Bouteflika, cuyo partido ha sido redimensionado (véase: (AP) Argelia: la debilidad del gobierno y el inicio de la etapa post-Bouteflika). Y ya se habla del post-Bouteflika, destinado a salir de escena en el 2009, cuando acabe su mandato presidencial. Pero considerando sus precarias condiciones de salud, no se puede excluir que el presidente abandone antes de esa fecha. Esta hipótesis podría representar un elemento de inestabilidad, en un marco político general más bien confuso que no permite presagiar quién será el sucesor. Quienes lo tienen mejor son los militares, que podrían poner un hombre a la guía del país, para después buscar el consenso electoral. El ejército, en la vida política argelina, siempre ha tenido un papel destacado, y en este momento parece poder recuperar esta dimensión determinante. De momento la debilidad política de Bouteflika se refleja en su hombre, el actual premier Belkhadem, cercano a las posiciones islámicas y por esto rechazado por la élite militar laica.Mientras tanto el hombre fuerte de Argel, más por el impulso diplomático del presidente francés Sarkozy que por iniciativa propia (véase: Argelia: el pragmatismo diplomático de Sarkozy en las relaciones franco-argelinas), está recuperando la relación con París en un plano estrechamente económico de cooperación comercial. En concreto, en los próximos meses, podría firmarse un acuerdo entre el coloso energético francés GdF y la argelina Sonatrach. También por el modo en que Bouteflika se moverá en este contexto se podrá comprender el peso político real que tiene aún el presidente argelino.
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Conclusiones
La emergencia del terrorismo parece aún llevar a Argelia a los años oscuros del FIS. Los ataques en los últimos meses contra varios objetivos sensibles, como el palacio del gobierno en Argel. El “goteo” jihadista, además de inquietar por el número de víctimas, preocupa por la capacidad de organización que está demostrando tener. La evolución del GSPC, que ha renovado su configuración dando vida a la Organización de Al Qaeda para el Magreb, es una señal que documenta la nueva estrategia: ya no se trata de una dimensión territorial, sino un punto de referencia para la lucha islámica armada en África del Norte. A pesar de los esfuerzos del gobierno de Argel, los terroristas parecen tener una situación favorable y amenazan con nuevos ataques en todo el Magreb. Además, la actual fase en que se encuentra el presidente Bouteflika, debilitado por el voto de mayo, parece agravar la situación. La inestabilidad política, posible escenario del país, es la ambición a corto plazo en la que están interesados los terroristas, para aumentar el apoyo hacia ellos y llevar a Argelia al caos.
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Equilibri.net-Italy/27/07/2007

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