El 11 de septiembre y la crisis económica en Estados Unidos
Segunda parte del libro «Guerra y mentira»
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por Giulietto Chiesa*
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El asunto del 11 de septiembre tiene el aspecto de haber sido una gran operación política. Los dirigentes de Estados Unidos se esperaban un gran enfrentamiento, pero un poco más tarde. Hubo un imprevisto. Y el imprevisto fue que Estados Unidos se detuvo. Durante veinte años nos han contado que el modelo estadounidense era el mejor, que la locomotora estadounidense dominaba el mundo y que lo único que se podía hacer era imitar a los Estados Unidos, pero las cosas no han sido así...
El asunto del 11 de septiembre tiene el aspecto de haber sido una gran operación política. Los dirigentes de Estados Unidos se esperaban un gran enfrentamiento, pero un poco más tarde. Hubo un imprevisto. Y el imprevisto fue que Estados Unidos se detuvo. Durante veinte años nos han contado que el modelo estadounidense era el mejor, que la locomotora estadounidense dominaba el mundo y que lo único que se podía hacer era imitar a los Estados Unidos, pero las cosas no han sido así...
5. La oposición a la guerra (nuclear) infinita
No estoy intentando vender esperanzas. Quien vende esperanzas en un momento semejante no es más que un charlatán. Esperanza no hay más que una, la de organizarnos para impedir que esta guerra continúe. Es muy difícil, sobre todo porque tenemos poco tiempo en nuestras manos. La guerra contra Irak todavía está humeando. Otras guerras vendrán, y serán guerras asimétricas.
Entre ellas, las habrá grandes y las habrá menores. Después de Irak le tocará el turno a Irán. Los planes de Washington lo exigen así porque los Estados Unidos tienen que eliminar a todo adversario intermedio. A todos, antes de enfrentarse con China. O mejor dicho, para ser más precisos, las guerras intermediarias tendrán como función mantener un estado de tensión permanente que a su vez permitirá a los Estados Unidos desarrollar un terrorífico programa de rearme.
China podría convertirse también en un adversario contra el que no se luche, con la condición de que haya sido puesta previamente en un estado de inferioridad absoluta y, en cualquier caso, en una situación en que le sea imposible rivalizar con la potencia militar estadounidense y de acercarse (incluso de lejos) a unas condiciones de igualdad. De ahí que la destrucción de los obstáculos intermedios tiene por función el preparar estratégicamente el gran enfrentamiento: de este modo podrá ser evitado por la rendición del enemigo potencial. Rendición preventiva. Para ello hay que derribar Irak e Irán.
El señor Bush no bromea cuando habla de los responsables del «eje del mal». Ya los ha designado, enumerado y puesto en su punto de mira. Ahora se trata de encontrar el medio y los pretextos para liquidarlos, ya que resulta evidente que la verdadera razón por la que lo harán será inconfensable.
La nueva doctrina nuclear de los Estados Unidos lo confirma todo al declarar abiertamente que las bombas atómicas serán utilizadas como armas convencionales. Nos lo dijeron en marzo de 2002. La única condición impuesta a su utilización serán evaluaciones de interés político, evidentemente no según un criterio militar. Incluso enfrentándose a países que no poseen tales armas, el uso de las armas atómicas es libre.
Sin embargo existe una posibilidad para evitar esta guerra. En Italia había un movimiento importante de la población que no quería entrar en ella. Y también en Italia el 93% de los diputados, incluidos los de centro-izquierda, votaron a favor de la guerra contra Afganistán, cuando todo lo que veo y siento al recorrer el país es que una gran parte de la población no deseaba esta guerra. Así que podemos sacar la conclusión de que el parlamento italiano no representa de modo alguno a la mitad (una mitad abundante) de la Italia real. Hay un enorme vacío de representación democrática.
Hay que empezar por ahí con el fin de prepararnos para el futuro. Por ejemplo, debemos pedir a todos los futuros candidatos de todas las futuras elecciones, en todos los niveles institucionales (desde el consejo del barrio hasta el parlamento italiano, y hasta el parlamento europeo) que nos digan antes de ir a votar qué tienen la intención de hacer si resultan elegidos, qué compromisos están dispuestos a adoptar para con nosotros. Y ya que la guerra continuará y se multiplicará, tendremos que obligarlos a firmar un pacto con nosotros.
Nunca más a favor de la guerra. A los que no acepten firmar dicho pacto los consideraremos adversarios políticos, sean cuáles sean los partidos o las coaliciones a las que pertenezcan. Y tendrán que firmarlo públicamente, porque tenemos que combatir contra todo aquel que se declare a favor de la guerra, con todas las fuerzas de las que dispongamos y con la mayor intransigencia, por el respeto debido a las reglas democráticas. En fin, dicho de otro modo, tendremos que apoyar a todo aquel que se comprometa a no defender la guerra. Creo que el tema de la guerra y de la paz es fundamental, y a partir de ahí debemos comenzar a construir nuestra defensa. Esta es la primera tarea que se nos impone.
No estoy intentando vender esperanzas. Quien vende esperanzas en un momento semejante no es más que un charlatán. Esperanza no hay más que una, la de organizarnos para impedir que esta guerra continúe. Es muy difícil, sobre todo porque tenemos poco tiempo en nuestras manos. La guerra contra Irak todavía está humeando. Otras guerras vendrán, y serán guerras asimétricas.
Entre ellas, las habrá grandes y las habrá menores. Después de Irak le tocará el turno a Irán. Los planes de Washington lo exigen así porque los Estados Unidos tienen que eliminar a todo adversario intermedio. A todos, antes de enfrentarse con China. O mejor dicho, para ser más precisos, las guerras intermediarias tendrán como función mantener un estado de tensión permanente que a su vez permitirá a los Estados Unidos desarrollar un terrorífico programa de rearme.
China podría convertirse también en un adversario contra el que no se luche, con la condición de que haya sido puesta previamente en un estado de inferioridad absoluta y, en cualquier caso, en una situación en que le sea imposible rivalizar con la potencia militar estadounidense y de acercarse (incluso de lejos) a unas condiciones de igualdad. De ahí que la destrucción de los obstáculos intermedios tiene por función el preparar estratégicamente el gran enfrentamiento: de este modo podrá ser evitado por la rendición del enemigo potencial. Rendición preventiva. Para ello hay que derribar Irak e Irán.
El señor Bush no bromea cuando habla de los responsables del «eje del mal». Ya los ha designado, enumerado y puesto en su punto de mira. Ahora se trata de encontrar el medio y los pretextos para liquidarlos, ya que resulta evidente que la verdadera razón por la que lo harán será inconfensable.
La nueva doctrina nuclear de los Estados Unidos lo confirma todo al declarar abiertamente que las bombas atómicas serán utilizadas como armas convencionales. Nos lo dijeron en marzo de 2002. La única condición impuesta a su utilización serán evaluaciones de interés político, evidentemente no según un criterio militar. Incluso enfrentándose a países que no poseen tales armas, el uso de las armas atómicas es libre.
Sin embargo existe una posibilidad para evitar esta guerra. En Italia había un movimiento importante de la población que no quería entrar en ella. Y también en Italia el 93% de los diputados, incluidos los de centro-izquierda, votaron a favor de la guerra contra Afganistán, cuando todo lo que veo y siento al recorrer el país es que una gran parte de la población no deseaba esta guerra. Así que podemos sacar la conclusión de que el parlamento italiano no representa de modo alguno a la mitad (una mitad abundante) de la Italia real. Hay un enorme vacío de representación democrática.
Hay que empezar por ahí con el fin de prepararnos para el futuro. Por ejemplo, debemos pedir a todos los futuros candidatos de todas las futuras elecciones, en todos los niveles institucionales (desde el consejo del barrio hasta el parlamento italiano, y hasta el parlamento europeo) que nos digan antes de ir a votar qué tienen la intención de hacer si resultan elegidos, qué compromisos están dispuestos a adoptar para con nosotros. Y ya que la guerra continuará y se multiplicará, tendremos que obligarlos a firmar un pacto con nosotros.
Nunca más a favor de la guerra. A los que no acepten firmar dicho pacto los consideraremos adversarios políticos, sean cuáles sean los partidos o las coaliciones a las que pertenezcan. Y tendrán que firmarlo públicamente, porque tenemos que combatir contra todo aquel que se declare a favor de la guerra, con todas las fuerzas de las que dispongamos y con la mayor intransigencia, por el respeto debido a las reglas democráticas. En fin, dicho de otro modo, tendremos que apoyar a todo aquel que se comprometa a no defender la guerra. Creo que el tema de la guerra y de la paz es fundamental, y a partir de ahí debemos comenzar a construir nuestra defensa. Esta es la primera tarea que se nos impone.
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6. El fin del desarme: el papel de China y de Rusia
Como protagonista, China. Los chinos han comenzado a rearmarse y lo hacen a un ritmo bien constante. Construirán centenas de nuevos misiles, centenas de nuevas ojivas nucleares. Disponen de la tecnología necesaria, y dentro de diez años será una tecnología muy depurada: por una parte se desarrollan muy rápidamente, y por otra disponen de los medios necesarios.
Asistimos a una nueva carrera de rearme que inaugura una fase totalmente inédita. Creíamos que aquella época ya había quedado atrás; pues bien, ha vuelto con todas sus fuerzas. Como segundo protagonista, Rusia junto con Putin. He definido la guerra en Afganistán de la siguiente forma: un nuevo gran Yalta asiático del que los estadounidenses han salido vencedores, sin condiciones, arrebatando de la influencia rusa a nada más y nada menos que cinco repúblicas de la antigua Unión Soviética.
La guerra afgana tuvo fin con la conquista estadounidense no tanto de Afganistán como de bases militares en Asia Central, principalmente la nueva base estadounidense de Kirguizistán, cerca de su capital, Bishkek, pero sobre todo no muy lejos de la frontera con China: el observatorio más próximo a Rusia y China que Estados Unidos haya tenido nunca en Asia. Es un cambio geopolítico con consecuencias inimaginables hace todavía un año.
La base de Kirguizistán servirá sobre todo para repara la interferencia electrónica de China y controlar todas las comunicaciones. Se están construyendo dos bases militares más en Uzbekistán y Tayikistán. Parece que hay otra en construcción, muy en secreto, en Turkmenistán. No tengo ninguna certeza sobre ello. He intentado varias veces obtener un visado para Ashgabat, pero nunca me lo han concedido. El secreto es absoluto.
Al mismo tiempo, otras dos antiguas repúblicas soviéticas han pasado a estar bajo el control directo de Estados Unidos: Azerbaiyán, con su parte de explotación del Mar Caspio y su petróleo, y Georgia, donde los estadounidenses han desplegado por primera vez tropas para armar e instruir la armada georgiana, así como vigilar la frontera meridional de Rusia.
Y pensar que todo había empezado como la gran guerra contra el terrorismo. El resultado ha sido una geografía política de Asia Central cambiada por completo. Putin se ha mordido la lengua y, en este sentido, ha sido prudente. No pone el grito en el cielo porque sabe que es inútil. Pero no hay que interpretar el silencio ruso como una aprobación. Hay gruñidos profundes y amenazadores; oírlos será cuestión de tiempo.
En diciembre de 2001 Putin lanzó el submarino Guepardo, el mayor submarino de alta tecnología que nunca hayan diseñado los investigadores militares rusos, es decir, soviéticos. Las mismas fuentes estadounidenses han escrito que se trataba de una novedad. Lo cual quiere decir que este submarino nuclear, armado al menos con 120 misiles de cabeza múltiple, se ha vuelto un arma estratégica extremadamente peligrosa. Desde la caída de la Unión Soviética es la primera vez que Rusia lanza un submarino nuclear, un año después de la tragedia del Kursk.
6. El fin del desarme: el papel de China y de Rusia
Como protagonista, China. Los chinos han comenzado a rearmarse y lo hacen a un ritmo bien constante. Construirán centenas de nuevos misiles, centenas de nuevas ojivas nucleares. Disponen de la tecnología necesaria, y dentro de diez años será una tecnología muy depurada: por una parte se desarrollan muy rápidamente, y por otra disponen de los medios necesarios.
Asistimos a una nueva carrera de rearme que inaugura una fase totalmente inédita. Creíamos que aquella época ya había quedado atrás; pues bien, ha vuelto con todas sus fuerzas. Como segundo protagonista, Rusia junto con Putin. He definido la guerra en Afganistán de la siguiente forma: un nuevo gran Yalta asiático del que los estadounidenses han salido vencedores, sin condiciones, arrebatando de la influencia rusa a nada más y nada menos que cinco repúblicas de la antigua Unión Soviética.
La guerra afgana tuvo fin con la conquista estadounidense no tanto de Afganistán como de bases militares en Asia Central, principalmente la nueva base estadounidense de Kirguizistán, cerca de su capital, Bishkek, pero sobre todo no muy lejos de la frontera con China: el observatorio más próximo a Rusia y China que Estados Unidos haya tenido nunca en Asia. Es un cambio geopolítico con consecuencias inimaginables hace todavía un año.
La base de Kirguizistán servirá sobre todo para repara la interferencia electrónica de China y controlar todas las comunicaciones. Se están construyendo dos bases militares más en Uzbekistán y Tayikistán. Parece que hay otra en construcción, muy en secreto, en Turkmenistán. No tengo ninguna certeza sobre ello. He intentado varias veces obtener un visado para Ashgabat, pero nunca me lo han concedido. El secreto es absoluto.
Al mismo tiempo, otras dos antiguas repúblicas soviéticas han pasado a estar bajo el control directo de Estados Unidos: Azerbaiyán, con su parte de explotación del Mar Caspio y su petróleo, y Georgia, donde los estadounidenses han desplegado por primera vez tropas para armar e instruir la armada georgiana, así como vigilar la frontera meridional de Rusia.
Y pensar que todo había empezado como la gran guerra contra el terrorismo. El resultado ha sido una geografía política de Asia Central cambiada por completo. Putin se ha mordido la lengua y, en este sentido, ha sido prudente. No pone el grito en el cielo porque sabe que es inútil. Pero no hay que interpretar el silencio ruso como una aprobación. Hay gruñidos profundes y amenazadores; oírlos será cuestión de tiempo.
En diciembre de 2001 Putin lanzó el submarino Guepardo, el mayor submarino de alta tecnología que nunca hayan diseñado los investigadores militares rusos, es decir, soviéticos. Las mismas fuentes estadounidenses han escrito que se trataba de una novedad. Lo cual quiere decir que este submarino nuclear, armado al menos con 120 misiles de cabeza múltiple, se ha vuelto un arma estratégica extremadamente peligrosa. Desde la caída de la Unión Soviética es la primera vez que Rusia lanza un submarino nuclear, un año después de la tragedia del Kursk.
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7. El abandono de los continentes pobres
Respecto a los otros compañeros del mundo, no creo que tengan gran importancia en este momento. El partido se juega en los términos que acabo de indicar. África entera cuenta con mil millones de habitantes y 23 guerras en curso. Como mucho, se producirá un aumento de desembarque de inmigrantes en nuestras costas. Creo que la supersociedad global que se está construyendo no tiene más que formar regiones marginales.
El resto del mundo vivirá a un lado. Nosotros somos consumidores de energía vital, y esos millones, o más bien miles de millones, de personas contra quienes lucharemos por la energía serán, no sólo inútiles, sino también nocivas para la sociedad del futuro. No se necesitará tanta mano de obra y, como consumidores, serán demasiado pobres para suscitar ningún interés.
Ese enorme «resto del mundo»”será abandonado a su suerte, y si los 250 millones de estadounidenses (para ser más precisos, el 10% de esos 250 millones) y los otros 800 millones de “ricos” que pueblan el planeta (los que comen de las migajas, porque los verdaderos ricos y sus familias no son más que unos sesenta millones) quieren seguir consumiendo lo que consumen por ahora, el resto del mundo tendrá que resignarse a consumir mucho menos, o sea, a vegetar o a morir.
Tendrán que morir muchos, y ya están muriéndose. Según los datos de Naciones Unidas se había decidido reducir en un 20%, de ahora a 2015, los millones de personas que pasan hambre. Pero han pasado seis años desde que comenzó ese programa, y el número de personas muertas de hambre aumenta. Hoy día más de ochocientos millones de habitantes comen poco y mal. El resto del mundo ha quedado fuera de juego en esta perspectiva, en este proyecto.
7. El abandono de los continentes pobres
Respecto a los otros compañeros del mundo, no creo que tengan gran importancia en este momento. El partido se juega en los términos que acabo de indicar. África entera cuenta con mil millones de habitantes y 23 guerras en curso. Como mucho, se producirá un aumento de desembarque de inmigrantes en nuestras costas. Creo que la supersociedad global que se está construyendo no tiene más que formar regiones marginales.
El resto del mundo vivirá a un lado. Nosotros somos consumidores de energía vital, y esos millones, o más bien miles de millones, de personas contra quienes lucharemos por la energía serán, no sólo inútiles, sino también nocivas para la sociedad del futuro. No se necesitará tanta mano de obra y, como consumidores, serán demasiado pobres para suscitar ningún interés.
Ese enorme «resto del mundo»”será abandonado a su suerte, y si los 250 millones de estadounidenses (para ser más precisos, el 10% de esos 250 millones) y los otros 800 millones de “ricos” que pueblan el planeta (los que comen de las migajas, porque los verdaderos ricos y sus familias no son más que unos sesenta millones) quieren seguir consumiendo lo que consumen por ahora, el resto del mundo tendrá que resignarse a consumir mucho menos, o sea, a vegetar o a morir.
Tendrán que morir muchos, y ya están muriéndose. Según los datos de Naciones Unidas se había decidido reducir en un 20%, de ahora a 2015, los millones de personas que pasan hambre. Pero han pasado seis años desde que comenzó ese programa, y el número de personas muertas de hambre aumenta. Hoy día más de ochocientos millones de habitantes comen poco y mal. El resto del mundo ha quedado fuera de juego en esta perspectiva, en este proyecto.
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8. El 11 de septiembre y la crisis económica en Estados Unidos
Así pues, todo el asunto del 11 de septiembre tiene el aspecto de haber sido una gran operación política. Los dirigentes de Estados Unidos se esperaban un gran enfrentamiento, pero un poco más tarde. Hubo un imprevisto. Y el imprevisto fue que Estados Unidos se detuvo. Durante veinte años nos han contado que el modelo estadounidense era el mejor, que la locomotora estadounidense dominaba el mundo y que lo único que se podía hacer era imitar a los Estados Unidos; lo mejor es que a pesar de todo continúan repitiéndonoslo.
Pero ha habido un accidente, Estados Unidos se ha detenido. Nos han hecho saber oficialmente en noviembre de 2001 que habían entrado en una fase de recesión, y noviembre, como todo el mundo sabe, viene después de septiembre. Pero a la vez que anunciaban la buena nueva, nos dijeron que ellos (los que gobiernan) lo sabían desde abril de 2001, y abril, como todo el mundo sabe, viene antes de septiembre. Cuando leí esta noticia me dije: ¡Por Dios, ocho meses para dar al mundo la información más importante de los últimos veinte años!
Después me pregunté: aquellos ocho señores que se reunieron en Génova para formar el G8 en junio de 2001, ¿sabían que Estados Unidos se había detenido o no? Si lo sabían, nos han contado a todos un montón de tonterías. Se han reunido sabiendo que Estados Unidos estaba en crisis y no nos lo han dicho. Si por el contrario lo ignoraban, eso quiere decir que estos ocho señores pertenecientes a la cúpula directiva del mundo no poseen las informaciones esenciales sobre la situación mundial. Pero entonces, ¿quién tiene esas informaciones?
Si a eso le añadimos que durante aquellos meses fatales, de abril a noviembre, hemos asistido al hundimiento de una de las mayores multinacionales del sector energético, Enron Corporation, ¿qué debemos pensar? 40.000 personas en la calle de golpe; una empresa arruinada; dos billones de dólares perdidos, arrebatados por un grupo cuyo jefe se llamaba Kenneth Lay, amigo íntimo de George Bush y que también había financiado una gran parte de las campañas electorales de Bush, de Dick Cheney y de Donald Rumsfeld. ¿Todo eso no os parece extraño? Hay demasiadas coincidencias para pensar que el 11 de septiembre haya ocurrido por casualidad.
Tras este acontecimiento hay una gran maniobra. Terminada la época del gran enemigo ruso, la Unión Soviética ha desaparecido hace diez años y la globalización se ha detenido. ¿Quién la ha detenido? ¿Hay un culpable? No puede haber sido Osama Bin Laden, él vino después. Eso quiere decir entonces que Estados Unidos se ha detenido él solo. Estaban persuadidos (y habían persuadido al mundo entero) de que su globalización habría de continuar tal cual por toda la eternidad. La historia había acabado y ya no tendría por qué haber crisis cíclicas. Pero de pronto la máquina estadounidense se detuvo. Es decir, que la historia ha vuelto a la vida según parece. Y siempre se acaba teniendo que rendir cuentas.
Y henos aquí que un elemento de diversión hace su aparición en el momento oportuno. Osama Bin Laden ha sido el deus ex machina que ha permitido desviar la mirada del planeta entero, distraerlo del desastre y poner en marcha al mismo un tiempo un motor que reemplaza al que ya se había estropeado.
Había que crearse un gran enemigo, y este enemigo intermediario ha sido el Islam. Intermediario y transitorio. Se servirán de él mientras siga probándose útil. Al verdadero enemigo ya lo describí más arriba y ya sólo me queda volver a mi punto de partida: el sistema de información funciona para ofrecernos una versión de los hechos que no se corresponde en absoluto con la verdad.
Nos impide, pues, saber qué ocurre, a nosotros y a todos los millones de individuos, de hombres y mujeres que se conmueven y sufren ante las pantallas de sus televisores.
8. El 11 de septiembre y la crisis económica en Estados Unidos
Así pues, todo el asunto del 11 de septiembre tiene el aspecto de haber sido una gran operación política. Los dirigentes de Estados Unidos se esperaban un gran enfrentamiento, pero un poco más tarde. Hubo un imprevisto. Y el imprevisto fue que Estados Unidos se detuvo. Durante veinte años nos han contado que el modelo estadounidense era el mejor, que la locomotora estadounidense dominaba el mundo y que lo único que se podía hacer era imitar a los Estados Unidos; lo mejor es que a pesar de todo continúan repitiéndonoslo.
Pero ha habido un accidente, Estados Unidos se ha detenido. Nos han hecho saber oficialmente en noviembre de 2001 que habían entrado en una fase de recesión, y noviembre, como todo el mundo sabe, viene después de septiembre. Pero a la vez que anunciaban la buena nueva, nos dijeron que ellos (los que gobiernan) lo sabían desde abril de 2001, y abril, como todo el mundo sabe, viene antes de septiembre. Cuando leí esta noticia me dije: ¡Por Dios, ocho meses para dar al mundo la información más importante de los últimos veinte años!
Después me pregunté: aquellos ocho señores que se reunieron en Génova para formar el G8 en junio de 2001, ¿sabían que Estados Unidos se había detenido o no? Si lo sabían, nos han contado a todos un montón de tonterías. Se han reunido sabiendo que Estados Unidos estaba en crisis y no nos lo han dicho. Si por el contrario lo ignoraban, eso quiere decir que estos ocho señores pertenecientes a la cúpula directiva del mundo no poseen las informaciones esenciales sobre la situación mundial. Pero entonces, ¿quién tiene esas informaciones?
Si a eso le añadimos que durante aquellos meses fatales, de abril a noviembre, hemos asistido al hundimiento de una de las mayores multinacionales del sector energético, Enron Corporation, ¿qué debemos pensar? 40.000 personas en la calle de golpe; una empresa arruinada; dos billones de dólares perdidos, arrebatados por un grupo cuyo jefe se llamaba Kenneth Lay, amigo íntimo de George Bush y que también había financiado una gran parte de las campañas electorales de Bush, de Dick Cheney y de Donald Rumsfeld. ¿Todo eso no os parece extraño? Hay demasiadas coincidencias para pensar que el 11 de septiembre haya ocurrido por casualidad.
Tras este acontecimiento hay una gran maniobra. Terminada la época del gran enemigo ruso, la Unión Soviética ha desaparecido hace diez años y la globalización se ha detenido. ¿Quién la ha detenido? ¿Hay un culpable? No puede haber sido Osama Bin Laden, él vino después. Eso quiere decir entonces que Estados Unidos se ha detenido él solo. Estaban persuadidos (y habían persuadido al mundo entero) de que su globalización habría de continuar tal cual por toda la eternidad. La historia había acabado y ya no tendría por qué haber crisis cíclicas. Pero de pronto la máquina estadounidense se detuvo. Es decir, que la historia ha vuelto a la vida según parece. Y siempre se acaba teniendo que rendir cuentas.
Y henos aquí que un elemento de diversión hace su aparición en el momento oportuno. Osama Bin Laden ha sido el deus ex machina que ha permitido desviar la mirada del planeta entero, distraerlo del desastre y poner en marcha al mismo un tiempo un motor que reemplaza al que ya se había estropeado.
Había que crearse un gran enemigo, y este enemigo intermediario ha sido el Islam. Intermediario y transitorio. Se servirán de él mientras siga probándose útil. Al verdadero enemigo ya lo describí más arriba y ya sólo me queda volver a mi punto de partida: el sistema de información funciona para ofrecernos una versión de los hechos que no se corresponde en absoluto con la verdad.
Nos impide, pues, saber qué ocurre, a nosotros y a todos los millones de individuos, de hombres y mujeres que se conmueven y sufren ante las pantallas de sus televisores.
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Red Voltaire - France/15/01/2008
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