Las izquierdas alemanas buscan su horizonte entre la conciencia política y el poder
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El pasado fin de semana las corrientes izquierdistas extraparlamentarias se reunieron en Berlín como es tradición desde hace años. Recordaron el asesinato de Rosa Luxemburg y Karl Liebknecht en 1919 y buscaron una vez más salidas a su situación de marginación.
Aunque Urania suene a nombre de país, se trata de un centro de eventos situado en la parte occidental de Berlín. El sábado albergó a aquellas organizaciones alemanas que se sitúan a la izquierda del nuevo partido Die Linke. Como se suele realizar desde hace trece años, el segundo sábado de enero se celebró la conferencia dedicada a la histórica comunista Rosa Luxemburg.
La revolucionaria murió en enero de 1919, secuestrada, torturada y asesinada por una unidad reaccionaria del Ejército alemán que operaba con el beneplácito del Gobierno socialdemócrata. El lema era «Una clase para sí. ¿Un partido para todos?». La organización corrió a cargo del diario berlinés «Junge Welt (Mundo Joven)». Lo apoyaron una veintena de organizaciones del ámbito izquierdista, entre ellas las secciones juveniles regionales de la Federación Sindical Alemana (DGB) y del Sindicato Industrial Metalúrgico (IG Metall).
De hecho, dominó el elemento juvenil en aquel evento que contó también con la presencia de no tan jóvenes y de veteranos defensores de ideas socialistas. Se estima que unas 2.500 personas acudieran al encuentro a lo largo del día. Dado que paralelamente hubo un acto antifascista en otro lugar de Berlín la fluctuación entre los dos puntos era frecuente.
Aparte de las informaciones que ofrecían distintas organizaciones y la amplia presencia de productos propios de la izquierda - de libros hasta la música y la ropa pasando por la cerveza «Roter Octubre» - las actividades más importantes tuvieron lugar en la gran sala del Urania.
Ahí periodistas de varios países hablaron de los medios de comunicación considerados como una «Clase para sí solos». Además del presidente de la Asociación de la Periodistas Cubanos, Tubal Páez, y del mensaje del periodista Mumia Abu-Jamal, condenado a muerte en EEUU, intervino también el director de la radio nicaragüense «La Primerísima», William Grigsby Vado El Chele. Este último hizo un balance crítico del primer año de Gobierno sandinista.
La intervención del director de «Le Monde Diplomatique», Ignacio Ramonet, fue la que más atrajo la atención. Analizó los medios de comunicación como un nuevo «poder fáctico» y alabó la política comunicacional del Ejecutivo bolivariano del presidente venezolano Hugo Chávez. Sin duda alguna, el diario «Junge Welt» no llega a la importancia que tiene el semanario de Ramonet a nivel europeo pero sí es uno de los medios más importantes del ámbito izquierdista de Alemania. Ofrece una información alternativa a lo que ocurre en el mundo en general y a lo sucedido tanto en América Latina como en Euskal Herria. Compite con el rotativo «Neues Deutschland» por los lectores cercanos al partido Die Linke, siendo el «Junge Welt» más crítico con la organización de Oskar Lafontaine que el «Neues Deutschland».
La conferencia culminó con el debate sobre si hay un partido para todas las organizaciones o hace falta otra organización marxista al margen de Die Linke. La eurodiputada de este partido, Sarah Wagenknecht, invitó a los presentes a afiliarse a ese partido «para que se convierta en el de Rosa Luxemburg y Karl Liebknecht».
Los líderes socialistas fueron asesinados en enero de 1919 por militares derechistas con el visto bueno de la socialdemocracia. De hecho el partido de Wagenknecht se halla en un debate sobre su programa que aún no está decidido. En Berlín Die Linke gobierna con el partido socialdemócrata, el SPD, apoyando la política neoliberal de este último. En su dirección hay una mayoría que se inclina por ocupar el terreno que el SPD dejó durante el gobierno de Gerhard Schröder (1998-2005).
En esteescenario, el anciano filósofo y miembro del Partido Comunista Alemán (DKP), Hans Heinz Holz, propuso «establecer el DKP como la conciencia de la lucha política» y por lo tanto de Die Linke. No obstante, su formación se siente muy marginada e ignorada por el partido de Wagenknecht, tal y como criticó su presidente federal Heinz Stehr el verano pasado.
El activista del movimiento autónomo Markus Mohr dejó claro que no había compatibilidad organizativa ni con el DKP ni con Die Linke. Al final del debate quedó la impresión de que las diferentes corrientes izquierdistas seguían yendo por sus propios caminos cada uno a destinos diferentes.
Alemania aún no ha dado a luz a una izquierda socialista. La esperanza se basa en los colectivos de jóvenes que se están formando en torno a pequeños grupos de estudio. Necesitarán aún años para ello más el aguante y el coraje de organizar algo nuevo al margen de las organizaciones existentes actualmente.
El pasado fin de semana las corrientes izquierdistas extraparlamentarias se reunieron en Berlín como es tradición desde hace años. Recordaron el asesinato de Rosa Luxemburg y Karl Liebknecht en 1919 y buscaron una vez más salidas a su situación de marginación.
Aunque Urania suene a nombre de país, se trata de un centro de eventos situado en la parte occidental de Berlín. El sábado albergó a aquellas organizaciones alemanas que se sitúan a la izquierda del nuevo partido Die Linke. Como se suele realizar desde hace trece años, el segundo sábado de enero se celebró la conferencia dedicada a la histórica comunista Rosa Luxemburg.
La revolucionaria murió en enero de 1919, secuestrada, torturada y asesinada por una unidad reaccionaria del Ejército alemán que operaba con el beneplácito del Gobierno socialdemócrata. El lema era «Una clase para sí. ¿Un partido para todos?». La organización corrió a cargo del diario berlinés «Junge Welt (Mundo Joven)». Lo apoyaron una veintena de organizaciones del ámbito izquierdista, entre ellas las secciones juveniles regionales de la Federación Sindical Alemana (DGB) y del Sindicato Industrial Metalúrgico (IG Metall).
De hecho, dominó el elemento juvenil en aquel evento que contó también con la presencia de no tan jóvenes y de veteranos defensores de ideas socialistas. Se estima que unas 2.500 personas acudieran al encuentro a lo largo del día. Dado que paralelamente hubo un acto antifascista en otro lugar de Berlín la fluctuación entre los dos puntos era frecuente.
Aparte de las informaciones que ofrecían distintas organizaciones y la amplia presencia de productos propios de la izquierda - de libros hasta la música y la ropa pasando por la cerveza «Roter Octubre» - las actividades más importantes tuvieron lugar en la gran sala del Urania.
Ahí periodistas de varios países hablaron de los medios de comunicación considerados como una «Clase para sí solos». Además del presidente de la Asociación de la Periodistas Cubanos, Tubal Páez, y del mensaje del periodista Mumia Abu-Jamal, condenado a muerte en EEUU, intervino también el director de la radio nicaragüense «La Primerísima», William Grigsby Vado El Chele. Este último hizo un balance crítico del primer año de Gobierno sandinista.
La intervención del director de «Le Monde Diplomatique», Ignacio Ramonet, fue la que más atrajo la atención. Analizó los medios de comunicación como un nuevo «poder fáctico» y alabó la política comunicacional del Ejecutivo bolivariano del presidente venezolano Hugo Chávez. Sin duda alguna, el diario «Junge Welt» no llega a la importancia que tiene el semanario de Ramonet a nivel europeo pero sí es uno de los medios más importantes del ámbito izquierdista de Alemania. Ofrece una información alternativa a lo que ocurre en el mundo en general y a lo sucedido tanto en América Latina como en Euskal Herria. Compite con el rotativo «Neues Deutschland» por los lectores cercanos al partido Die Linke, siendo el «Junge Welt» más crítico con la organización de Oskar Lafontaine que el «Neues Deutschland».
La conferencia culminó con el debate sobre si hay un partido para todas las organizaciones o hace falta otra organización marxista al margen de Die Linke. La eurodiputada de este partido, Sarah Wagenknecht, invitó a los presentes a afiliarse a ese partido «para que se convierta en el de Rosa Luxemburg y Karl Liebknecht».
Los líderes socialistas fueron asesinados en enero de 1919 por militares derechistas con el visto bueno de la socialdemocracia. De hecho el partido de Wagenknecht se halla en un debate sobre su programa que aún no está decidido. En Berlín Die Linke gobierna con el partido socialdemócrata, el SPD, apoyando la política neoliberal de este último. En su dirección hay una mayoría que se inclina por ocupar el terreno que el SPD dejó durante el gobierno de Gerhard Schröder (1998-2005).
En esteescenario, el anciano filósofo y miembro del Partido Comunista Alemán (DKP), Hans Heinz Holz, propuso «establecer el DKP como la conciencia de la lucha política» y por lo tanto de Die Linke. No obstante, su formación se siente muy marginada e ignorada por el partido de Wagenknecht, tal y como criticó su presidente federal Heinz Stehr el verano pasado.
El activista del movimiento autónomo Markus Mohr dejó claro que no había compatibilidad organizativa ni con el DKP ni con Die Linke. Al final del debate quedó la impresión de que las diferentes corrientes izquierdistas seguían yendo por sus propios caminos cada uno a destinos diferentes.
Alemania aún no ha dado a luz a una izquierda socialista. La esperanza se basa en los colectivos de jóvenes que se están formando en torno a pequeños grupos de estudio. Necesitarán aún años para ello más el aguante y el coraje de organizar algo nuevo al margen de las organizaciones existentes actualmente.
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