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¿Democracia o burlacracia? |
En un sistema totalitario no hay más Ley que la de quien gobierna, esto es, la que el dictador, establece. No hay separación de poderes, ya que sólo existe un poder: el del dictador que suele ser el mismo que el gobernante, y a ese poder se supeditan todos los demás, y a quien no le guste o esté en desacuerdo, o se exila o lo desaparecen, o se aguanta y se toma cada día para desayunar una buena dosis de ajos, agua y resina, que como todos ustedes ya saben y si no se lo digo yo, corresponde ajos, a joderse; agua, a aguantarse; y resina, a resignarse. En un sistema totalitario, no hay elecciones democráticas, y si al dictador se le ocurre convocar al pueblo a las urnas, el resultado ya se sabe: 99,9% de participación y 99,9% de votos favorables a la propuesta del convocante, o sea, el dictador. No importa cuál haya sido el resultado real, porque fuera el que fuere, siempre se dirá que es el mismo: unanimidad de acuerdo con la consulta realizada. Así, con Franco, por ejemplo, si se preguntaba si se estaba de acuerdo con él, la respuesta “sí” indicaba acuerdo absoluto, y la respuesta “no” indicaba que no había discrepancia ninguna. Ahora, y desde hace treinta años, se nos dice que vivimos en una democracia, en un estado de derecho, con poderes separados, con legalidad y legitimidad, y con reglas del juego que siguen lo estipulado en una Constitución. Se nos dice y parece que es cierto, pero constato que hay políticos que aún no se han enterado y siguen formulando peticiones al gobierno como si este fuera un dictador que hace y deshace a su antojo, y siguiéramos viviendo en la época franquista, a la vez que se conducen, dichos políticos con sus propios partidos como si fueran dictadores de tres al cuarto, y así se entienden cosas como que quieran gobernar por decretos y que digan que pondrán al frente de las Comunidades Autónomas a corruptos, diga la justicia lo que quiera y olé. Tampoco el Gobierno queda a salvo totalmente de todo esto, ya que en ocasiones, actuaciones suyas también dejan mucho que desear y más parece que vivimos en una “burlacracia”, esto es la soberanía de la burla, en lugar de en una democracia. ¿Por qué digo esto? Pues verán lo digo por varias cosas. Ya hace algún tiempo escribí un artículo intitulado “Pito pito gorgorito, democracia sí, democracia no” en el que me refería a todo esto, pero en tres años la cosas no han cambiado mucho. Verán, lo digo a tenor de la petición que a modo de condición y requisito sine qua non, le exige el Sr. Rajoy al presidente del gobierno de España para que haya pacto, da igual en qué, ya sea el pacto en lo económico, en educación o en lo que quiera ser, la condición es la misma y reza: “le apoyaré si hacen ustedes lo que hay que hacer, que es lo que yo digo.” O dicho de otra forma, la Santa Voluntad de estos señores a modo de dogma religioso o dictatorial, que lo mismo es, irrebatible e incuestionable. Y resulta “curioso” porque tras estas declaraciones siempre añaden la coletilla esa de que son democráticos y de que obran democráticamente, que digo yo si se habrán leído el diccionario y sabrán lo que quiere decir democracia y democrático… que me parece a mí que no, y es más, por todas esas manifestaciones a las que nos tienen acostumbrados el Líder de la oposición y sus voceros, deduzco que el Sr. Rajoy no se ha enterado aún de que la dictadura en este país terminó hace treinta años. Otros vergonzosos ejemplos de la burla que los políticos hacen de la democracia y del pueblo son el empeño del PP en querer “gobernar” a golpe de recursos. La falta de renovación del Tribunal Constitucional, saltándose las reglas constitucionales a la torera. La politización de ese mismo Alto Tribunal en el dictado de sus sentencias –o en el no dictado como ocurre con el Estatuto Catalán-. Y me detengo aquí, aunque hay más, mucho más, y les invito a reflexionar sobre ello. Otro tema que atañe al Gobierno y a los Tribunales –porque está denunciado-, quienes a veces parece que tampoco se han enterado muy bien de qué en un sistema político democrático, que se supone que es en el que vivimos, no está ni medio bien hacer ciertas cosas. Cosas tales como asuntos muy penosos que este Gobierno y el anterior permitieron y que dormitan en los Tribunales, o que parecen haberse olvidado y duermen el sueño eterno. Me refiero al criminal asunto de los vuelos autorizados con destino “Torturas” que de modo secreto y sin contar con nadie, a excepción de la OTAN, realizó la CIA por Europa –país nuestro incluido- transportando presos clandestinos a cárceles secretas de países europeos, pisoteando los derechos humanos con crímenes de lesa humanidad. Todo lo expuesto hasta aquí y otras cosas, son una evidente muestra de la falsedad de las democracias –incluida la nuestra-, y de sus instituciones, llámense CIA, OTAN o como quieran llamarse, en las que de un modo arbitrario y secreto se toman medidas a espaldas de los parlamentos, y por consiguiente de los pueblos, lo cual me hace pensar que cuando se llenan la boca hablando de “respetar las reglas del juego”, el juego al que se refieren es otro muy distinto al juego democrático. Se trata de un juego perverso y oculto, conocido sólo por los cuatro –o los 8, o los 20- que cortan el bacalao a nuestras espaldas, y que atañe a decisiones supranacionales y totalitarias en las que los valores de la democracia no tienen nada que ver. Lo cual refuerza lo que decía más arriba sobre la confusión en la que algunos están, acerca de en qué sistema político vivimos, y en la confusión a la que quieren sumirnos a todos. - LQSomos/16/05/2010 |
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