UNASUR, la locomotora de América Latina
No sólo eso. La experiencia acumulada en situaciones similares ha provisto a los países del área de un sólido discurso común frente a la coyuntura, que se potencia en organizaciones supranacionales de reciente creación, como es el caso de UNASUR.
En particular, la reciente designación del ex presidente argentino Néstor Kirchner como secretario general de la organización puede ser interpretada como un intento por dotar a UNASUR de una dosis de imaginación y ejecutividad que consolide en hechos las experiencias maduradas por la región durante 500 años.
Si algo enseña la historia es que los avances en cualquier área surgen siempre de la necesidad, de las coyunturas problemáticas que motorizan capacidades. En ese sentido se puede considerar que los grandes avances de la región sudamericana se han dado históricamente en momentos en que las potencias centrales han volcado sus esfuerzos en problemas lejanos.
Así como las guerras mundiales potenciaron el desarrollo económico y las libertades políticas de la región, actualmente el escenario de lo que en general podría llamarse “crisis capitalista”, sumado al interés de Estados Unidos y Europa por conflictos bélicos en Asia y Medio Oriente, posibilitan que América del Sur se vea razonablemente libre de injerencias que traben su desarrollo como espacio económico y social.
Las negativas experiencias de los países de la UNASUR en la aplicación de las recetas neoliberales, recomendadas por organismos como el Fondo Monetario Internacional (FMI) o el Banco Mundial (BM), son reproducidas en los discursos de sus mandatarios en los que se trasluce, no sólo su rechazo, sino también la certeza de que existen alternativas menos dolorosas y muchísimo más progresistas en lo social.
Así, la reactivación del Banco del Sur como organismo para concentrar los capitales propios de la región es un objetivo catalogado como prioridad para la naciente gestión de Néstor Kirchner y sería una fuente genuina de crédito que evite las conocidas consecuencias de la injerencia del FMI o del BM en las políticas domésticas.
Pero no solamente se trata de cuestiones economicistas las que marcan diferencias entre la UNASUR y la Unión Europea. El reciente y generalizado rechazo de UNASUR a la invitación cursada por España al fraudulento mandatario hondureño Porfirio Lobo, con vistas a la cercana VI Cumbre entre Latinoamérica y la UE de Madrid, es de notable carácter distintivo respecto de otros tiempos.
Precisamente es esa Cumbre la oportunidad de barajar nuevas reglas para encarar las relaciones bilaterales entre ambos bloques regionales, dado que América Latina, en general, se presenta como uno de los motores del relanzamiento económico global, con un crecimiento estimado por el FMI del orden del 4 por ciento para este año y el próximo.
De los contrastes subregionales en América Latina puede decirse que Brasil, Chile, Colombia, Argentina y Perú son los países que crecerán con más vigor merced al alza de los precios de las materias primas que exportan, mientras que los países de Centroamérica y el Caribe, más dependientes de las importaciones, el turismo y las remesas de sus emigrantes, tendrán un avance más débil.
Paradójicamente la UE enfrenta la crisis griega que obligó a aprobar el mecanismo de rescate económico condicionado más importante de su historia, para evitar el contagio continental y asegurar su estabilidad financiera.
España no la tiene fácil. Su jefe de Gobierno, el socialista José Luis Rodríguez Zapatero, acuciado por la presión de los mercados, ha debido tomar medidas que no reconocen antecedentes en la historia española: reducción de salarios públicos; congelamiento de jubilaciones y suspensión de las asignaciones por hijo, a efectos de reducir el déficit fiscal 2010 en 15 mil millones de dólares.
En general puede señalarse que la UE afronta un escenario en el que el desempleo, el abultado déficit público y las tensiones en los mercados auguran un crecimiento del 1 por ciento durante 2010. Casi recesión. Casi gran depresión.
Mientras que la improductividad griega se pone de manifiesto –la riqueza principal del país es el turismo-, Brasil acaba de descubrir más yacimientos de petróleo en su mar continental, lo que incrementa su potencial económico y fortalece sus pretensiones de líder mundial. Y Brasil es la locomotora de Sudamérica.
Frente a esta diferencia de presentes, la pregunta es acerca de qué puede esperarse de las relaciones interregionales UE- América Latina y en particular de Sudamérica como motor del Nuevo Mundo.
Para el secretario de Estado español para Iberoamérica, Juan Pablo de Laiglesia, "salvado el incidente hondureño, España espera que la mayoría de los jefes de Estado latinoamericanos y caribeños acudan a la cita, en la que se pretende dar un paso adelante y hacia arriba en la relación estratégica entre Europa y América Latina". El mencionado objetivo será plasmado en una declaración política y en un programa de acción que los jefes de Estado y de Gobierno aprobarán.
Se prevé que la declaración recogerá las líneas políticas generales de una nueva asociación, mientras que el programa de acción establecerá una hoja de ruta, un plan para que Europa y América Latina trabajen de una manera continuada entre cumbres.
El cambio climático, la nueva arquitectura financiera internacional, las estrategias para salir de la crisis, el desarrollo sostenible con equidad, la reforma de organismos supranacionales como Naciones Unidas, o el papel de la investigación y la educación son algunos de los temas que serán incluidos en ese plan de trabajo de las naciones participantes y en la que los países de UNASUR podrán destacarse –y tal vez por vez primera hacerse oír- desde una matriz de pensamiento propia en el marco de relativa tranquilidad que se desprende de estar relativamente fuera de la crisis de la UE y también, claro está, de la crisis mundial.
Esta ventajosa coyuntura permitirá que los países de UNASUR lideren a América Latina toda en la búsqueda de una mayor injerencia de los países en desarrollo en el BM y el FMI, en reformar los principales organismos internacionales –como la ONU-, para que sean más representativos y eficaces y, también, para mejorar los mecanismos de regulación financiera.
Otra cuestión importante versará sobre proteccionismo comercial. En ese sentido Argentina – con impecable criterio- acaba de insinuar medidas destinadas a restringir las importaciones de productos cuyos equivalentes son producidos en que el país.
Esa tendencia por primera vez carece de correlato desde el viejo continente debido a que este no puede prescindir de la importación de materias primas sudamericanas.
En resumen, América Latina, traccionada por UNASUR, asume a partir de la VI Cumbre con la UE una posición de negociación con equivalencia favorable, para que su propia matriz de pensamiento sea contemplada. Puertas adentro, el desafío de consolidar y engrandecer UNASUR aparece como el camino más próspero para el futuro del continente.
dghersi@prensamercosur.com.ar
No hay comentarios:
Publicar un comentario