26/7/07

España fue condescendiente con Cristina aunque espera reciprocidad

LA PELEA ELECTORAL : LA OPOSICION ARGENTINA ESTA LEJOS DE PARECERSE AL PARTIDO POPULAR


CRISTINA FERNANDEZ, SENADORA Y CANDIDATA.
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Eduardo van der Kooy
nobo@clarin.com
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Cristina Kirchner está concluyendo su primera salida al exterior como candidata. Habrá otras (México, Brasil y, tal vez, las Naciones Unidas en setiembre) para ir instalando en la percepción pública una doble sensación: el reconocimiento de que también en algunas geografías del mundo se la observa, al menos por ahora, como favorita para octubre; la idea de que la transición entre uno y otro tramo kichnerista comenzó ya mismo, aun antes de la votación, y que no resultaría atendible esperar ningún sobresalto.La elección de España después del lanzamiento no fue una casualidad. España cumplió un papel clave durante la gran crisis argentina, incluso cuando José María Aznar era el habitante principal de La Moncloa. La relación se hizo más sencilla para Néstor Kirchner y Cristina cuando el socialista José Luis Zapatero llegó al poder. El premier español incidió cada vez que brotó algún conflicto entre el Gobierno y el numeroso grupo de empresas españolas que tienen inversiones aquí. Cuando el premier salió de escena entró el rey Juan Carlos: el monarca impulsó una mediación entre la Argentina y Uruguay por el pleito con Botnia, luego que la española ENCE desplazó la instalación de su pastera lejos de Gualeguaychú.Ese conflicto está en un punto de parálisis. España no puede hacer más de lo que hizo y la presencia de la finlandesa Botnia es un dato irreversible. Quizá la próxima cumbre entre delegaciones de la Argentina y Uruguay en Nueva York sea la última. Cristina se habría llevado esa impresión de su diálogo con el Rey. El problema le quedará a Kirchner con Tabaré Vázquez y con los asambleístas.Las otras cuestiones filosas en el vínculo bilateral (tarifas, garantías para las inversiones españolas, situación de Repsol-YPF) apenas fueron sobrevoladas estos días en Madrid o directamente soslayadas. La recepción del gobierno socialista a Cristina fue para satisfacer su flamante lanzamiento antes que para incomodarla. Pero las incomodidades llegarán sin remedio si la senadora triunfa. O, incluso, antes: La Moncloa tiene expectativa de que Kirchner termine algunas tareas pendientes con aquel país antes de su despedida.Otro capítulo de este tiempo electoral será escrito en la primera semana de agosto. Arribará entonces a Buenos Aires la vicepresidenta del gobierno español, Teresa Fernández de la Vega. La dirigente socialista, muy importante en el esquema del partido, estuvo ayer con Cristina y prepara aquí algunos gestos simpáticos para la política kirchnerista de estos años: haría una visita al edificio de la ESMA en momento en que se desarro llan juicios emblemáticos (el del capellán Federico Von Wernich) por violaciones a los derechos humanos durante la dictadura.España esperará después de octubre y, en especial si gana Cristina, una pronta recompensa. Rodríguez Zapatero afrontará elecciones generales en marzo y, hoy por hoy, tiene una paridad de votos con el PP. La oposición ha hecho de ciertas dudas y debilidades del premier (las negociaciones irresueltas con la ETA) el principal argumento de campaña. La Argentina debería, por ende, convertirse en una ayuda y no en una carga, como pareciera serlo ahora.La oposición en la Argentina también le apunta a la hilera de equívocos que el gobierno kirchnerista empezó a exhibir desde octubre del año pasado, cuando una elección constituyente en Misiones representó el primer traspié político y electoral de envergadura. Pero en la oposición argentina no existe una fuerza compacta como el PP, que tuvo buena experiencia de gobernabilidad aunque con epílogo fatal.La oposición sigue aquí disgregada y a medida que se acerca el examen de octubre las diferencias entre los candidatos mejor ponderados parecieran acentuarse. Nada bueno circula entre Roberto Lavagna, Ricardo López Murphy y Elisa Carrió. Esas peleas no ayudarían a cimentar la confianza social para la gobernabilidad futura. La gobernabilidad podría ser abonada, también, por la experiencia de los candidatos. Y esas experiencias son dispares: Lavagna tiene los pergaminos de sus tiempos con Eduardo Duhalde y con Kirchner desde el sillón de Economía; López Murphy ha trasegado el poder en otros lugares de menor importancia y épocas desdichadas; Carrió nunca hizo esa prueba, lo cual podría significar, al mismo tiempo, una desventaja y un handicap.Los caminos que le aguardan a Cristina y a la oposición son bien diferentes. La senadora deberá lograr que la administración de Kirchner se equivoque en estos meses menos para asegurarse que el consenso que todavía tiene su marido se traslade definitivamente a ella y la aleje de cualquier fantasma electoral. Lavagna, López Murphy y Carrió dependen, desde ya, de sus aciertos pero, sobre todo, de que algún desquicio oficial desparrame decepción colectiva y tuerza el rumbo hacia un ballottage.
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Clarin.com-Argentina/Edición Impresa/26/07/2007

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