11/4/08

ESCARBANDO...LQ somos.

El uso racional de la inteligencia
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Habiendo rebasado el medio siglo de edad, miro hacia atrás y he reconocido la cantidad de tiempo perdido en la práctica de los dogmas de la religión a la cual fui adoctrinado desde la infancia. Lamento el hecho de no haberme esforzado lo suficiente para impedir que mis hijos fueran educados bajo la influencia de tales dogmas perniciosos que han tenido un efecto selectivamente hipnotizador sobre su mente. Confío sin embargo, en que mis enseñanzas, la escuela de la vida y su formación universitaria les hagan recapacitar, aunque sea cuando lleguen a los cincuenta años de edad. Un factor que ha contribuido negativamente a su actual concepción del mundo ha sido la calidad de la enseñanza universitaria que han estado recibiendo y que se caracteriza por ser de tinte apolítica, deshumanizante y casi exclusivamente técnica, muy propia de la modernas universidades privadas que abundan en la actualidad y que son la respuesta que la élite social de privilegio ha introducido para mediatizar, insensibilizar y reducir los intentos de socavar su estatus.
A todo esto, hay muchas personas que han merecido mi admiración especial. Uno de ellos es mi mejor amigo Heriberto Calderón Amador, presidente de la empresa familiar Rancho Calderón. Y el otro es el prestigioso periodista Jorge Ramos, de la Cadena televisiva Univisión. Ambos son personajes de un extraordinario coeficiente intelectual que les ha permitido destacar en las áreas de su desempeño profesional, pero manteniendo una incomparable solidez de principios, una tenacidad sobresaliente y una ecuanimidad inconfundible para manejar las dificultades que se les ha presentado en la vida. Son personas que han sabido ser extensos, cuando las circunstancias lo requieren y concisos en los momentos oportunos.Recientemente descubrí la porción desconocida de la vida de Jorge Ramos cuando publicó su artículo titulado Medio Siglo de Experiencia, en el periódico El Diario/La Prensa de Nueva York (20/3/08), con el que encontré similitud con mi amigo Heriberto en muchos aspectos, entre otros, la coincidencia de que ambos están cumpliendo medio siglo de vida. Por tal motivo, decidí redactar este artículo, considerando que no todos los días se encuentran personalidades latinoamericanas tan destacadas que piensen como él. Por tal motivo, decidí transcribir el artículo e insertarlo en este ensayo. A continuación se presenta el artículo:
“Cumplo 50 años. Y hago una pausa. Ya pasé más de la mitad de mi vida y, afortunadamente, hay un par de cosas que he aprendido y otras que me resisto a aceptar.
Mi primera observación es sobre la brevedad de la vida. Es un cliché mayúsculo. Pero cada año que pasa es proporcionalmente más rápido que el anterior. Sí, el tiempo es relativo. Un año para mi hijo es eterno; para mí, en cambio, vuela. Desde luego, por más que quiera estirarla, ya no puedoMe explico. Los hombres a principios del siglo pasado se morían, en promedio, al cumplir la edad que ahora tengo. Vivo en tiempos extras gracias a los avances de la nutrición, la medicina y la tecnología; unos perfectos desconocidos alargaron mi vida. Gracias.El montón de años, sin embargo, no te hace automáticamente más listo. Pero sí ayuda a estar más conciente de todo. Ahora aprecio más los momentos que antes dejaba pasar sin atención.
La segunda observación es sobre lo inesperado en la vida. Pasan tantas cosas fuera de nuestro control que a veces resulta una proeza cumplir con todas las citas de un solo día. Trato frecuentemente de engañar al calendario planeando con varios meses de anticipación. Pero sé que es una trampa.La vida no es previsible ni justa. Aún me asombro al darme cuenta de que estuve mucho más cerca de morirme en un tontísimo accidente de tránsito en una mañana soleada que cubriendo cinco guerras. Eso no tiene mucho sentido ¿Verdad?
Mi tercera observación - y me apena, por adelantado, que le moleste a algunos - es que, con la edad, han crecido mis dudas sobre la religión. Es algo estrictamente personal: algunas de las personas más intolerantes que he conocido son creyentes fanáticos.
Tengo más preguntas que respuestas. ¿Por qué sufrimos? ¿Por qué se enferman o se mueren los niños? Además, no conozco a nadie que me pueda decir con absoluta certeza qué pasa después de morir. Y prefiero vivir así; sin creencias sobrenaturales pero, también sin mentiras piadosas. A mí me ha resultado más el actuar en la tierra que pedirle al cielo.No creo en el destino ni en el mito de que las cosas pasan por algo. Creo, como los viejos existencialistas, que hay que darle un propósito a nuestra vida y ya. Por lo tanto, no es necesario pertenecer a una religión institucionalizada para tratar de dejar las cosas un poquito mejor que como las recibimos.
Mi cuarta observación es mucho más terrenal. Hay que aprovechar el (mucho o poco) tiempo que estamos en el planeta. Y hacer lo que más nos gusta es uno de los secretos para una vida plena.Al cumplir los 40 años me regalé el “no”: no haría más lo que no quisiera (léase Bautizos, Bodas, Compromisos…). Y ahora a los 50 años me regalo el “sí”: haré mucho más de lo que me gusta.Hay momentos claves -como dice mi cuñada- en que es preferible tomar una decisión “bien sentida que una decisión bien pensada”. Escoger con quien compartes tu vida cae en este categoría. Decidir como pasas 8, 10 o 12 horas al día, también.Sospecho que los que tienen éxito no son, necesariamente, los más inteligentes. El éxito es pasión más perseverancia. Escogí una carrera -el periodismo- que me ha permitido viajar millones de kilómetros y conocer a cientos de personas que han cambiado el mundo y son exitosas. Y creo que todas ellas tienen algo en común: Hacen lo que más les gusta, siguen sus instintos y son muy luchadoras.Me gusta mi vida a los 50”.
Aunque no deja de ser sorprendente conocer el lado, para mí hasta ahora, oculto de Jorge Ramos, quien racionalmente ha llegado a desterrar esos mitos de la fe de su vida, debo recalcar que hay diferencias sustanciales entre él y mi amigo Heriberto Calderón, en el sentido de que este último posee una concepción del mundo y de la historia mucho más progresista, más humanista y distingue claramente los intereses, muchas veces enmascarados del privilegio; debido a su profesión de sociólogo consecuente con sus ideales. No obstante, sigue siendo admirable el pragmatismo con que ambos se enfrentan a las vicisitudes de la vida a los 50 años. Con ello, no solo son exitosos, sino que han podido obtener significativos lapsos de la felicidad personal por la que todos nos esforzamos.
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LQSomos. Walter Chisholm. Abril de 2008
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LQSomos/11/04/2008

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