28/8/08

BIOGRAFÍAS CANAL SOCIAL

Confucio, (Kung Tze)
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Fecha Nacimiento:
551 a C
Lugar Nacimiento: Estado de Lu (actual Shangdong - China)
Fecha Defunción:
479 a C
Lugar Defunción: China
Profesión: Filósofo y moralista
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Confucio (551 AC - 479 AC) es considerado tradicionalmente como el gran maestro de ética y filosofía política de China y de las otras culturas que se han formado bajo influencia china, tales como las de Corea, Japón, y Vietnam. Confucio pertenece a ese grupo de influyentes pensadores que surgieron en el primer milenio (AC) en Oriente y Occidente (Sócrates, Aristóteles, los autores bíblicos, Buda, etc.). Ese milenio, conocido como la era axial, ha configurado decisivamente las formas mentales del mundo contemporáneo, precisamente por la originalidad con la que esa caterva de pensadores moldearon la cultura de sus respectivas áreas de influencia.
Confucio ha tenido y continúa teniendo una extraordinaria influencia en China y en las otras culturas ya mencionadas. Sería imposible entender la realidad social y cultural de China en su desenvolvimiento histórico sin tener un conocimiento de las doctrinas confucianas, en sus distintas fases históricas.
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Vida y discípulos
Las fuentes sobre la vida y obra de Confucio son tradiciones recogidas por escrito varios siglos después de su muerte. Vivió en una época difícil de China, dividida en multitud de reinos menores, en continua lucha intestina. Su nombre significa “Maestro Kung”, siendo “Kung” un apellido chino relativamente común. Nació en el Estado de Lu, en la actual provincia china de Shandong, en el seno de una familia de gentilhombres sin muchos medios económicos. A Confucio se le ha atribuido la autoría o la compilación de los Cinco Clásicos, una fuente fundamental de pensamiento y tradición chinos. Actualmente muchos expertos dudan de la autenticidad de esa atribución. Confucio fue al parecer un maestro peripatético, que enseñaba oralmente a sus discípulos, mientras estos recogían esas enseñanzas orales y las plasmaban en forma de dichos del Maestro, que han llegado a nosotros como una colección de pensamientos (Analectas). En esto, y en el afán de renovar el pensamiento ético de su época, se podría comparar Confucio a Sócrates, con el que casi es contemporáneo. Confucio no sigue un método de razonamiento sistemático en sus enseñanzas; trata, mas bien de sugerir ideas que de llevar a sus discípulos a conclusiones unívocas.
En la actualidad es difícil precisar cuál fue la doctrina de Confucio. Y esto por varias razones. Una de ellas ya se ha mencionado: su método implica que los discípulos quedan libres de sacar sus propias conclusiones, de acuerdo con la interpretación que elijan. Otra razón es que el Confucianismo ha sido influido por la orientación ideológica de las distintas dinastías. Existe también la dificultad de determinar la fidelidad de los textos atribuidos a Confucio que nos han llegado hasta nosotros, pues en el año 221 AC el primer emperador de la China unificada mandó destruir los textos y masacrar a los sabios confucianos. Pensadores posteriores han contribuido a enriquecer, y por tanto transformar, lo que se podría llamar pensamiento confuciano. Dos de ellos merecen ser citados: Mencio y Xun Zi, que vivieron unos siglos después de Confucio. Además, durante la dinastía Song (siglos X-XIII), se dio un movimiento de re-reelaboración de las ideas confucianas, sobre todo gracias al famoso pensador Zhu Xi, que dio lugar al Neo-Confucionismo.
Por todo esto, hablar de Confucionismo admite muchos matices de escuela y pensamiento. Aún a riesgo de simplificar mucho el tema, me referiré en líneas generales al pensamiento confuciano, introduciendo una interpretación personal de tres aspectos de la doctrina de Confucio: su Metafísica (es decir, su interpretación de la realidad), su Ética, y su Filosofía Política.
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Metafisica
En el confucianismo la realidad está articulada como una relación de tres dimensiones: el Cielo, la Tierra, y el Hombre. El Cielo es una realidad indefinida, de la que descienden las reglas morales. Confucio es agnóstico, en el sentido de que no se define acerca del carácter del Cielo. No afirma la existencia de un Dios personal, ni la supervivencia del alma después de la muerte, ni de una realidad trascendente. Pero tampoco niega que existan. Es agnóstico ante la falta de una evidencia tangible. El Hombre comprende las reglas morales y políticas, y las relaciones humanas. La Tierra es el ámbito de los recursos económicos, y de lo que hoy llamaríamos ecología. Es esencial en el confucionismo que exista equilibrio y armonía entre estas tres realidades: que el Hombre siga los mandatos del Cielo y que se consiga armonía sobre la Tierra.
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Ética de la virtud
En cuanto a la Ética, Confucio propone una ética de la virtud, de alguna manera comparable a la de Aristóteles: el secreto de la felicidad es el cultivo personal de las virtudes, lo cual puede llegar a hacer a un hombre sabio y bueno. De este cultivo de las virtudes emanan también las relaciones armónicas con los demás y con la sociedad. Para simplificar, podemos decir que Confucio trata de tres virtudes principales, interrelacionadas.
La primera es el LI.
Li se podría traducir por normas de conducta, buenas formas, ritos, o ceremonial. Éste es el primer nivel de virtud personal y en él se refleja el respeto mutuo. Cuando la interacción personal esta presidida por el Li, cada cual sabe lo que debe hacer para estar en su sitio y expresar o recibir las manifestaciones de respeto que le corresponden.
La segunda es el YI.
Se trata de una forma de la virtud de la justicia, el habito de procurar dar a cada cual lo suyo.
La tercera es la virtud más profunda, el REN.
Esta virtud se puede traducir por bondad, o benevolencia: el deseo de querer bien a todos y procurar hacerles el bien. Una manifestación de la virtud de benevolencia es la regla de oro, que Confucio formula de forma negativa: “No hagas a los demás lo que no quisieras que ellos te hagan a ti”. Confucio encapsula en su noción de virtud suprema (Ren) el amor y respeto que se han de tener hacia otros seres humanos, que va unido al cultivo superior de la personalidad, con lo que implica de autenticidad moral y autonomía personal (chun-tze). De aquí deriva lo que se podría llamar el concepto confuciano de personalidad, que no consiste sólo en el ejercicio de la libertad y autonomía personales, como se entiende con frecuencia en el discurso ético-filosófico contemporáneo en Occidente, sino que abraza también la dimensión horizontal de ser persona. Específicamente, la personalidad en sentido confuciano abarca no sólo las facultades morales de racionalidad y autoconciencia con las que se ha nacido, sino también los logros morales que se pueden alcanzar en una tradición cultural e histórica en la que se pone el énfasis en las relaciones del individuo hacia los demás, para los que tiene la obligación de ser altruista o desinteresado. Cuando una persona ejercita su autonomía personal, lo hace siempre dentro de un contexto y nunca en el vacío. Se considera a sí mismo como persona en relación con los papeles y responsabilidades que le corresponden en sus múltiples relaciones. Una persona nunca será plenamente humana si no cumple las responsabilidades que le incumben dentro de su papel en las relaciones con los demás; lo que Confucio entiende como personalidad se realiza en y a través de las transacciones interpersonales en la sociedad humana.
Cuando una persona cultiva estas tres virtudes y otras derivadas de ellas, se convierte en un ser humano desinteresado, que no busca su propio provecho, sino lo que es apropiado, justo, y bueno. Un ser superior.
El confucianismo es esencialmente una doctrina ética, que trata de articular los valores fundamentales en los que se debe basar la vida social, para desarrollar plenamente la persona individual, por una parte, y conseguir armonía social, por otra. Confucio no concibe estos dos aspectos (individualidad y comunidad) como contrapuestos, más bien afirma que ambos son parte y medida del desarrollo humano armónico.
Confucio articula las relaciones sociales armónicas en cinco relaciones fundamentales (Wulun), de las que emergen todas las demás. Es fácil darse cuenta de la importancia fundamental que atribuye a la familia, como núcleo y fuente de las relaciones sociales, pues tres de esas cinco son relaciones familiares, y las otras dos son fácilmente asimilables a relaciones derivadas o próximas a la familia:
a) Relación entre el gobernante y el gobernado;
b) relación entre padre e hijo;
c) relación entre marido y mujer;
d) relaciones entre los hermanos;
e) relaciones de amistad.
Se puede decir, por tanto, que para Confucio la sociedad descansa en la familia. Por una parte, todo orden social está basado en esa relación paterno-filial que es fundamental para entender lo que es la sociedad china. Es la relación de paternidad-filiación (y de una forma modificada, la relación maternidad-filiación) la que crea la identidad y la armonía básica sin la cual Confucio entiende que no es posible de ningún modo conseguir una sociedad armónica y justa. Esa relación paterno-filial es la configuradora de la realidad social china. Incluso la relación entre gobernante y gobernado participa de algún modo de las características de benevolencia paternales de la relación básica.
La relación paterno-filial lleva consigo una virtud fundamental para el pueblo chino: la virtud de la piedad filial (xiao). Sin piedad filial no hay virtud que lo pueda ser, ni a nivel personal, ni a nivel social. Para Confucio y la tradición china, esta relación entre padres e hijos, cultivada en base a la piedad filial es la esencia de la virtud individual y colectiva. Conviene detenerse un poco para examinar lo que la tradición china ha entendido por piedad filial en teoría y en práctica, para entender la razón de ese énfasis tan fuerte en la virtud de la piedad. La piedad filial es el principio de la virtud, en el sentido de que es el comienzo, el primer paso, sin el cual los demás pasos no son posibles. La meta de la perfección en Confucio es la virtud superior, la plenitud de ser humano, que él llama “ren” y que se podría quizá traducir por “humanidad”. Esa “humanidad” de Confucio no consiste en perfección individual, sino en la armonización de lo personal con lo colectivo en una síntesis superior de virtud. Pues bien, el primer paso hacia esa síntesis es que los hijos se comporten como deben hacia los padres, y viceversa, pues la piedad filial es una relación recíproca.
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Filosofía política
Su Filosofía Política es, en cierta medida, una extensión de su Ética. Confucio propone el ideal del Gobernante Sabio, en cierta medida al estilo de Platón. Ese Gobernante practica las virtudes y tiene siempre presente el bien del pueblo, y no su beneficio personal. El pueblo responde con piedad filial y obediencia. Las condiciones ideales de la vida política son las de benevolencia y sabiduría en el gobernante y de sumisión y obediencia del pueblo a los mandatos de sus superiores. Esto no significa necesariamente que Confucio apoye el despotismo o la tiranía. Confucio ha heredado de las tradiciones chinas el concepto de “Mandato del Cielo”. Esto significa que el gobernante está moralmente obligado a seguir las categorías éticas que emanan del Cielo, es decir de un orden superior. Cuando esto no ocurre, el gobernante pierde el Mandato del Cielo, es decir el derecho a gobernar. Esto se muestra patentemente en el mal gobierno, en guerras injustificadas o hambrunas. Cuando el gobernante pierde en mandato del Cielo, el pueblo está justificado en alzarse en rebeldía y cambiar el gobierno.
Confucio ha sido un valor fluctuante en la larga historia de China. Se puede decir que las categorías confucianas han conformado profundamente la realidad cultural y social de China, y lo siguen haciendo hasta el punto de que es imposible entender China sin contar con Confucio. Sin embargo, Confucio no ha dejado de tener enemigos históricos que han tratado de borrar toda traza de su influencia en China, evidentemente sin éxito. En particular, hay dos momentos en los que esto se ve de forma más patente: la revolución del primer emperador (dinastía Chi, 221 AC) y la revolución Maoísta (1949 DC). En ambos casos se levantó una auténtica persecución contra todo lo que Confucio representaba, con el objeto de borrarlo de la memoria colectiva china. En lo que se refiere a la persecución Marxista de la Segunda mitad del siglo XX, se puede decir que el Partido Comunista Chino ha hecho las paces con Confucio, llegando incluso a buscar en los valores confucianos inspiración para fomentar entre los ciudadanos una armonía social que las categorías marxistas, ya superadas en China, no son capaces de inspirar. En la apertura de los Juegos Olímpicos de Pekí­n el 8 de agosto del 2008, los organizadores dieron un lugar muy promimente a Confucio y los confucianos, lo que es una muestra más de que su filosofí­a está completamente rehabilitada en China.
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Alberto Serna
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Canal Social - España/28/08/2008

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