15/8/08

Panamá un país en paz

Carlos E. González De La Lastra
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Mi amigo Nietzche me advirtió que para llegar a ser sabio, es preciso querer experimentar ciertas vivencias; es decir, meterse en sus fauces. Eso es, ciertamente muy peligroso, más de un sabio ha sido devorado al hacerlo.
Me da el pálpito que nuestros aliados del PRD piensan, que al volver a experimentar ciertas vivencias, no van a ser devorados en las fauces de unas leyes que se les aplicarán cuando dejen de ser gobierno.
No he encontrado en la historia política panameña ningún partido que haya sacado más beneficio de la democracia que los perredianos. Su grupo político se ha consolidado con el respeto a los derechos de sus miembros y el respeto a las mayorías y es por ello que no comprendo cómo ahora quieren regresar a un pasado oprobioso insistiendo en la aprobación de unas leyes que atentan contra la libertad individual.
El ministro Delgado, en un programa de televisión, dijo que el servicio de fronteras estaba autorizado de acuerdo con las nuevas leyes a ejercer justicia administrativa porque en la frontera no existía ni aduana ni inmigración y no existían jueces. Ha oído Ud., estimado amigo, un razonamiento más extraño para justificar lo que se convertirá en abusos, violación a los derechos de los ciudadanos y fuente permanente de corrupción e injusticia.
Lo que el Estado le corresponde es escoger un punto en la frontera y poner ahí la aduana e inmigración, y la persona que entre al país y no pase por ese lugar estará violando la ley. La única frontera entre dos países que no tiene frontera formal es la que existe entre Panamá y Colombia y ya es hora que los panameños entendamos que el no hacerlo es más peligroso que seguir con el juego de guerra de un pequeño grupo de panameños.
Eliza Cook, buena amiga, con mucha insistencia me hizo ver que es mejor construir aulas para el niño que celdas y patíbulos para el hombre y yo me pregunto ¿cuántos millones le costará al país esta aventura de seguridad? ¿Quién pagará todos los artefactos de guerra? Y al final del camino, si no aparece el enemigo buscado, ¿contra quién usarán ese armamento?
A veces sueño que algún gobernante, ante el colapso de la educación (lo dijo García de Paredes, rector de la Universidad de Panamá), creara un nuevo ministerio, empezando de cero, para la formación científica del ciudadano panameño, utilizando los 50 millones que cuesta arrancar con el programa de seguridad, y dejando que se vaya consumiendo el actual Ministerio de Educación, entre todos los gremios que lo tienen secuestrado, y que ellos sigan con sus mezquindades quemándose en el infierno del poco amor que le tienen al país y cuando terminen de consumirse, entonces exista un solo programa que eduque a nuestros niños para que con el conocimiento puedan superar su pobreza y construir un mejor medio de vida sin la dependencia de los políticos que se aprovechan de la ignorancia.
Mi amigo Voltaire me dijo en una ocasión que todos los hombres tienen iguales derechos a la libertad, a su prosperidad y a la protección de las leyes, pero, cuando uno estudia estos proyectos de ley de seguridad y se da cuenta que la libertad individual puede estar en las manos de un magistrado de la Corte Suprema, imagínese nada más que le toque al señor Spadafora y su suplente dictaminar que le quiten los derechos constitucionales a un ciudadano, ¿Qué cree que pasaría? Pues le digo que alguien con poder o con billete como el señor Figalli convencerían a estos magistrados, sin mucho esfuerzo, a enviar al limbo jurídico al ciudadano panameño o extranjero.
El proyecto agrava el tratamiento hostil a los extranjeros. Los que hemos vivido varias veces el exilio y hemos disfrutado de la hospitalidad de países hermanos nos oponemos, desde ya, que se atente contra cualquier ciudadano de otro país que viene a compartir con nosotros esfuerzos y trabajo para sacar este país adelante.
Hace algunos años, estando en París, participé en una reunión donde estaban el cónsul Napoleón, Talleyrand y Fouché, cuando escuché a Napoleón, con una sonrisa, decirle a este último que su trabajo consistía en silenciar a aquéllos que no podamos convencer y Fouché le contestó: Me encargaré de ello. Y qué hizo Fouché, pues elemental Dr. Watson, crear una gran red de espionaje que terminó acabando con las libertades de la Revolución Francesa . No voy a entrar en detalles sobre la creación del SIN, pero le digo a Ud. amigo, que no hay límite en la información que esta nueva policía secreta o G-2 pueda obtener, sin controles institucionales serios, como se merece nuestra sociedad.
El único camino es llevar estos proyectos de ley a la concertación nacional y con todos los actores sociales y políticos discutirlas para que se conviertan en ley al aprobarlas la Asamblea Nacional como resultado de un gran acuerdo nacional.
El autor es miembro del Partido Popular y Secretario General de la Autoridad Marítima de Panamá.
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La Prensa - Panamá/15/08/2008

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