7/6/09

CAMBIO CLIMÁTICO: A la espera de un acuerdo China-EEUU

Por Danielle Kurtzleben
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La ciudad de Beijing emite seis veces más partículas contaminantes que Nueva York.
Crédito: Juegos Olímpicos de Beijing 2008
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WASHINGTON (IPS) - La cooperación entre Estados Unidos y China fue objeto de debate esta semana en Washington, donde se analizan las posibilidades de un acuerdo bilateral para reducir las emisiones contaminantes.

La semana próxima, funcionarios estadounidenses viajarán a China para impulsar la cooperación ambiental. La delegación incluirá al enviado especial del Departamento de Estado (cancillería) para el cambio climático, Todd Stern, al asesor científico de la Casa Blanca, John Holdren y al secretario adjunto de Energía, David Sandalow.

Stern habló el miércoles en el Centro para el Progreso Estadounidense sobre la necesidad de cooperación entre Washington y Beijing para combatir el cambio climático. El jueves, el Comité de Relaciones Exteriores del Senado realizó una audiencia sobre el mismo tema, con el testimonio de varios expertos.

Las estadísticas son asombrosas: juntos, China y Estados Unidos son responsables de 40 por ciento de todas las emisiones de gases de efecto invernadero.

Aunque Estados Unidos es el mayor contaminante mundial de la historia, las emisiones de China se dispararon en los últimos 20 años.

En 1992, China producía 2,5 gigatoneladas anuales de dióxido de carbono. Ese número aumentó a más de siete gigatoneladas anuales, sobrepasando los registros de Estados Unidos.

La Agencia Internacional de Energía pronostica que, de continuar con los niveles actuales, las emisiones chinas se incrementarán a 12 gigatoneladas por año para 2030. Además, 16 de las 20 ciudades más contaminadas del mundo están en China. Y Beijing emite seis veces más partículas contaminantes que Nueva York.

Sin embargo, en la última década China también se convirtió en el mayor generador mundial de energía eólica, y en 2008 lideró las nuevas inversiones en fuentes renovables de energía, con un aumento de 18 por ciento durante 2007, a 15.600 millones de dólares, según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma).

Mientras, los países más ricos del mundo redujeron 1,7 por ciento sus inversiones en relación a 2007.

En declaraciones formuladas en el Centro para el Progreso Estadounidense, Stern dijo que el cambio climático es "un asunto esencialmente global, que demanda una solución global".

En este plano, destacó tres iniciativas del Departamento de Estado: comprometerse en el proceso de una convención marco, fortaleciendo el diálogo entre las economías más grandes del planeta, y comprometerse en relaciones bilaterales clave, especialmente con China.

Existe un consenso cada vez mayor en cuanto a que hay una necesidad inmediata de que Washington y Beijing, como máximos contaminantes mundiales, avancen hacia una relación bilateral para combatir el cambio climático.

Pero la necesidad de un acuerdo es todavía más urgente dadas las negociaciones que tendrán lugar en la conferencia de las partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, que se realizará en diciembre en Copenhague.

La participación estadounidense y china en el combate al cambio climático es vista como un paso previo necesario para esas conversaciones. En la capital danesa, las otras naciones seguirán su ejemplo, señaló Kerry.

"Una robusta asociación de Estados Unidos con China hará más que cualquier otra cosa para garantizar una respuesta mundial exitosa a la urgente amenaza del cambio climático", agregó.

Además, ahora ese acuerdo bilateral parece más posible que nunca, dado que ambos países han implementado cambios internos para reducir sus emisiones de gases invernadero, en contraste con su rechazo anterior a asumir tal compromiso.

Estados Unidos está dando pasos significativos hacia una legislación sobre cambio climático, con el proyecto de Ley de Energía Limpia y Seguridad, conocida más informalmente como Waxman-Markey.

Éste fue aprobado el 21 de mayo por el Comité de Energía y Comercio de la Cámara de Representantes, y ahora espera el respaldo del resto de los diputados.

El proyecto Waxman-Markey es "tremendamente ambicioso", con sus objetivos de reducción de 80 por ciento en las emisiones estadounidenses para 2050 respecto de los valores de 2005, opinó Stern.

Kerry enfatizó que, contrariamente a lo que muchos piensan, Beijing también está impulsando iniciativas ambientales.

Ahora ese país asiático es uno de los principales productores de energía solar y eólica, y también ha aumentado su construcción de edificios de bajo consumo energético. Asimismo, se ha fijado el ambicioso objetivo de liderar la producción mundial de automóviles eléctricos.

Kerry también señaló que los líderes chinos le dijeron que su país "está ansioso por abrazar vías de desarrollo bajas en carbono", y está listo para adoptar un papel "positivo y constructivo" en las negociaciones.

De todos modos, hay obstáculos diplomáticos que superar. En la audiencia del jueves, William Chandler, director de energía y clima en el Carnegie Endowment for International Peace, destacó la desconfianza mutua entre ambas potencias.

Los estadounidenses temen que China "se trague el petróleo y haga aumentar el precio de la gasolina. Los chinos temen que los estadounidenses controlen el petróleo de Medio Oriente y las rutas de navegación hacia China", dijo.

El aspecto económico del combate al cambio climático se considera clave para convencer a las partes de la necesidad de una nueva política en este sentido.

En los últimos años, la economía china creció de modo asombroso. En el último medio siglo, su producto interno bruto por habitante aumentó 10 por ciento anual, ascendiendo a 5.000 dólares. China se ha convertido en la segunda economía más grande, así como en una potencia comercial, y actualmente representa la mitad de toda la construcción global.

Este crecimiento económico es una de las razones por las que China se negó a aceptar topes internacionales vinculantes a sus emisiones.

"En China muchos temen que los límites a las emisiones restrinjan el crecimiento económico", dijo Stern.

El objetivo es que Washington se encuentre con Beijing a mitad de camino y lo aliente a "no dejar de crecer, sino a crecer de modo más inteligente", declaró.

En la audiencia del jueves, Elizabeth Economy, del Consejo de Relaciones Exteriores, planteó que además de la señal de alerta "debería presentarse una oportunidad".

Chandler, por su parte, sostuvo que la cooperación es "un acto de autopreservación mutua, que ayuda tanto a Estados Unidos como a China a evitar el desastre climático y la eventual sanción de otros países si ellos no actúan, sentando las bases para una acción mundial exitosa".
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IPS/07/06/2009

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