La crisis tras los cien días de Obama
Por Víctor A. Beker*
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Todo indica que la fase más aguda de la crisis desatada el año pasado ha quedado atrás. Esto no excluye próximos episodios que ocuparán los titulares de los diarios, como los futuros despidos en General Motors o la bancarrota del estado de California, por ejemplo.
En el primer trimestre del año, el PBI de los Estados Unidos cayó un 5,7% en comparación con igual período del año pasado. Pero ello fue recibido como una buena noticia, ya que se esperaba una declinación del 6,1 por ciento.
Por su parte, el gobierno federal ya ha girado unos u$s4.000 millones como parte del paquete económico de u$s787.000 millones anunciado por el presidente Obama en febrero.
La ayuda estuvo pensada para crear empleo, especialmente en las zonas más golpeadas por la crisis, utilizándose para tareas mano de obra intensivas como la reparación de carreteras, el mejoramiento de los bosques o la eliminación de residuos nucleares.
Sin embargo, su asignación depende de la existencia de proyectos a los cuales aplicar dichos fondos.
Lamentablemente, no hay ninguna razón para que la distribución de esos proyectos coincida con las regiones económicamente más golpeadas por la crisis. De hecho, su distribución geográfica no coincide en absoluto con el mapa de la crisis.
Así, el estado de Michigan –que sufre los efectos de la crisis automotriz– ha recibido en concepto de ayuda apenas u$s0,21 por habitante mientras el promedio nacional es de u$s13 por habitante. En cambio, North Dakota, que es el estado que tiene la menor tasa de desempleo, ha recibido u$s26 por habitante.
De mantenerse esta tendencia, se agravarán los desequilibrios regionales, ya que la creación de empleo tiende a producirse en áreas donde menores son los problemas de desocupación.
GM. Mientras tanto, se concretó la quiebra de la otrora nave insignia de la industria estadounidense: General Motors. Ello implicará el cierre de catorce plantas y la pérdida de 21.000 empleos, que se sumarán a los que generará la bancarrota de Chrysler. Con ello culmina un largo proceso de pérdida de competitividad por parte de la industria automotriz americana a manos de las empresas japonesas y alemanas. En un giro insólito para los Estados Unidos, la nueva General Motors será una empresa –al menos inicialmente– con una participación del 70% por parte del Estado.
En cambio, parece mejorar el panorama en el mercado hipotecario, que disparara la presente crisis. La política de dinero barato ha permitido a algunos propietarios refinanciar sus hipotecas a tasas más bajas. Otras propiedades han salido a remate por falta de pago. Ello ha hecho que se estime que el total de u$s3,7 billones de activos tóxicos ya se haya reducido a u$s1,7 billón, aun antes de que entre en acción el programa de inversión publica-privada para el rescate de dichos activos.
Sin embargo, asoman malas noticias por el lado de las finanzas públicas. El estado federal se endeudó en u$s6,8 billones en el 2008, con lo cual la deuda pública trepó a u$s63,8 billones. Y, obviamente, las perspectivas son de un vigoroso aumento del endeudamiento a lo largo del 2009, lo que ha empezado a generar dudas acerca de la disposición del mercado para seguir absorbiendo Bonos del Tesoro al ritmo que la expansión del gasto público requiere.
En este marco, el estado de California –la octava economía en el mundo por el tamaño de su PBI– se encuentra al borde del quebranto. Tras el reciente rechazo en las urnas de la propuesta de elevar los impuestos, el déficit estimado en u$s24.000 millones dejaría a la administración local sin fondos a partir de julio.
Finalmente, en el sector bancario existen todavía 305 instituciones en situación problemática frente a un total de 90 en el 2008. Sin embargo, algunos grandes bancos han reportado ganancias en el primer trimestre del 2009, luego de sufrir fuertes pérdidas en el último período del 2008.
Los cierres de bancos han mermado los fondos de la entidad a cargo del seguro de depósitos (la FDIC). Por ello, se ha requerido a los bancos el pago de un arancel adicional por única vez para sumar unos u$s5.600 millones a los u$s13.000 millones que a fines de marzo tenía su fondo de seguro de depósitos.
En suma: lo peor del terremoto ya habría pasado, pero hay aún remezones por venir.
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*Víctor A. Beker
Director del Centro de Estudios de la Nueva Economía de la Universidad de Belgrano - Profesor titular consulto de la UBA
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Todo indica que la fase más aguda de la crisis desatada el año pasado ha quedado atrás. Esto no excluye próximos episodios que ocuparán los titulares de los diarios, como los futuros despidos en General Motors o la bancarrota del estado de California, por ejemplo.
En el primer trimestre del año, el PBI de los Estados Unidos cayó un 5,7% en comparación con igual período del año pasado. Pero ello fue recibido como una buena noticia, ya que se esperaba una declinación del 6,1 por ciento.
Por su parte, el gobierno federal ya ha girado unos u$s4.000 millones como parte del paquete económico de u$s787.000 millones anunciado por el presidente Obama en febrero.
La ayuda estuvo pensada para crear empleo, especialmente en las zonas más golpeadas por la crisis, utilizándose para tareas mano de obra intensivas como la reparación de carreteras, el mejoramiento de los bosques o la eliminación de residuos nucleares.
Sin embargo, su asignación depende de la existencia de proyectos a los cuales aplicar dichos fondos.
Lamentablemente, no hay ninguna razón para que la distribución de esos proyectos coincida con las regiones económicamente más golpeadas por la crisis. De hecho, su distribución geográfica no coincide en absoluto con el mapa de la crisis.
Así, el estado de Michigan –que sufre los efectos de la crisis automotriz– ha recibido en concepto de ayuda apenas u$s0,21 por habitante mientras el promedio nacional es de u$s13 por habitante. En cambio, North Dakota, que es el estado que tiene la menor tasa de desempleo, ha recibido u$s26 por habitante.
De mantenerse esta tendencia, se agravarán los desequilibrios regionales, ya que la creación de empleo tiende a producirse en áreas donde menores son los problemas de desocupación.
GM. Mientras tanto, se concretó la quiebra de la otrora nave insignia de la industria estadounidense: General Motors. Ello implicará el cierre de catorce plantas y la pérdida de 21.000 empleos, que se sumarán a los que generará la bancarrota de Chrysler. Con ello culmina un largo proceso de pérdida de competitividad por parte de la industria automotriz americana a manos de las empresas japonesas y alemanas. En un giro insólito para los Estados Unidos, la nueva General Motors será una empresa –al menos inicialmente– con una participación del 70% por parte del Estado.
En cambio, parece mejorar el panorama en el mercado hipotecario, que disparara la presente crisis. La política de dinero barato ha permitido a algunos propietarios refinanciar sus hipotecas a tasas más bajas. Otras propiedades han salido a remate por falta de pago. Ello ha hecho que se estime que el total de u$s3,7 billones de activos tóxicos ya se haya reducido a u$s1,7 billón, aun antes de que entre en acción el programa de inversión publica-privada para el rescate de dichos activos.
Sin embargo, asoman malas noticias por el lado de las finanzas públicas. El estado federal se endeudó en u$s6,8 billones en el 2008, con lo cual la deuda pública trepó a u$s63,8 billones. Y, obviamente, las perspectivas son de un vigoroso aumento del endeudamiento a lo largo del 2009, lo que ha empezado a generar dudas acerca de la disposición del mercado para seguir absorbiendo Bonos del Tesoro al ritmo que la expansión del gasto público requiere.
En este marco, el estado de California –la octava economía en el mundo por el tamaño de su PBI– se encuentra al borde del quebranto. Tras el reciente rechazo en las urnas de la propuesta de elevar los impuestos, el déficit estimado en u$s24.000 millones dejaría a la administración local sin fondos a partir de julio.
Finalmente, en el sector bancario existen todavía 305 instituciones en situación problemática frente a un total de 90 en el 2008. Sin embargo, algunos grandes bancos han reportado ganancias en el primer trimestre del 2009, luego de sufrir fuertes pérdidas en el último período del 2008.
Los cierres de bancos han mermado los fondos de la entidad a cargo del seguro de depósitos (la FDIC). Por ello, se ha requerido a los bancos el pago de un arancel adicional por única vez para sumar unos u$s5.600 millones a los u$s13.000 millones que a fines de marzo tenía su fondo de seguro de depósitos.
En suma: lo peor del terremoto ya habría pasado, pero hay aún remezones por venir.
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*Víctor A. Beker
Director del Centro de Estudios de la Nueva Economía de la Universidad de Belgrano - Profesor titular consulto de la UBA
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El Argentino - Argentina/14/06/2009
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