30/4/07


Pedro de Hoyos

Con permiso

SIGLO XXI/Portada/29/04/2007
Que viva Hugo Chávez

Hasta para insultar hace falta cierta categoría moral. Además de cultura, inteligencia y gracia, por ejemplo. El caso es que insultar supone no sólo desdeñar al insultado, sino que el insultador se otorga automáticamente una especie de superioridad moral sobre el insultado. ¿Se imaginan ustedes a Lenin llamando dictador a Hitler? O viceversa, que tanto monta.

El insultado puede ser cualquier tipo de ser humano, puede habernos metido de lleno en una guerra injusta, cruel, inhumana, ilegal e ilegítima, por ejemplo. Pero para que alguien pueda echárselo en cara debe tener una absoluta superioridad moral sobre los demás ciudadanos, y especialmente sobre el insultado. Si no la tiene debe callarse y ocultar su rostro debajo del ala.

De esa superioridad carece el militarón venezolano, ese ogro tronante, vociferante y gesticulante llamado Hugo Chávez que destila populacherismo de la más baja estofa cada vez que le ponen un micrófono delante. Este dictadorzuelo infame, este reyezuelo bananero ha dicho de José María Aznar que “es un fascista que además apoyó el golpe (de abril de 2002), es de la calaña de Adolfo Hitler, un tipo que da asco y da lástima, un verdadero lacayo de George W. Bush".

Hay cosas que jamás comprenderé en este mundo, quizá son demasiado elevadas para mis limitadas luces. Una de ellas es por qué tantos Jefes de Estado latinoamericanos parecen haber sido elegidos por los enemigos del propio país. Cómo es posible que en aquel subcontinente crezcan con tanta abundancia los necios y encima alcancen el poder con tanta facilidad. Que un payaso vestido con gorra de plato alcance la jefatura de Estado en Venezuela, en Estados Unidos o en China sólo puede ser entendido como una desgracia nacional, pero que encima utilice la tele y la radio para hacerse tanta autopropaganda de sus limitaciones, de todo tipo, menos oratorias, cierto, es para empezar a reír en enero y no parar hasta Navidad.

¿Cómo es posible que un alborotador callejero acuse a alguien de hacer ruido? ¿Cómo es posible que un alcohólico acuse a alguien de drogadicto? ¿Cómo es posible que un traficante de armas acuse a alguien de navajero? Y dicho así hasta podría parecer que igualo a Aznar y Chávez, nada más lejos de mi demócrata intención. Servidor, que jamás votó a Aznar, que repudia y siempre repudiará la infecta guerra de Irak no tiene la más mínima duda sobre de qué tipejo repelente, incongruente y selvático es el incontinente venezolano. Por mucho que Aznar haya desoído el clamor casi unánime que contra la guerra de Irak levantamos los españoles.

Que Hitler me acusara de timorato ante los judíos sería la más alta medalla honorífica que se me podría entregar. Que Bush me acusase de ser tímido ante la pena de muerte sería un mérito que exhibir en mi currículo. Que Ben Laden me acusara de no defender contundentemente el Islam sería una manera de reivindicar mi honorabilidad. Que Chávez dedique tanto espacio a insultar a Aznar, a Fox y a otros varios jefes de Estado debe considerarse por los millones de personas demócratas y sensatas de todo el mundo como una medalla, como un alto honor. Merecido, muy merecido. Que viva Hugo Chávez.

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