22/6/07

Al Qaeda crece gracias a EU

Empleados de la BBC hacen vigilia silenciosa en tributo al periodista Alan Johnston, secuestrado en Gaza.
Foto: Bertrand Langlois/AFP
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Entre la ocupación y la obstrucción del cambio pacífico, Estados Unidos está creando el entorno ideal para que la organización terrorista florezca y expanda sus territorios.
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Parece que el sueño de Al Qaeda está camino a convertirse en realidad. Al fin ha encontrado un apoyo en la escena palestina. Prueba de ello es el secuestro hace dos semanas del reportero de la BBC, Alan Johnston, en Gaza, perpetrado por Jaish al Islam, afiliado a Al Qaeda, y las acaloradas batallas en el campo de refugiados de Nahr al Barid entre el Ejército libanés y Al Fatah al Islam, simpatizantes de Al Qaeda, durante el mes pasado. Y con Gaza y Cisjordania deslizándose hacia la anarquía, con Hamas y Al Fatah volviéndose uno contra el otro después de un año de sitio por parte de Israel y la Unión Europea, esta nueva presencia sólo puede fortalecerse.Desde que declaró la yihad (la “guerra santa”) en 1998, Al Qaeda aspiró a lograr la legitimidad en la representación de la causa palestina, conocedor de su rico simbolismo dentro de la conciencia colectiva árabe e islámica.Desde el estallido del conflicto árabe-israelí en 1948, Palestina ha ofrecido una legitimidad vital a una gran cantidad de movimientos políticos y regímenes, desde los nacionalistas nasiritas y bahatistas a los liberales e islamistas. Es esta autoridad moral la que dio a Yaser Arafat el estatus del que disfrutó no sólo entre los palestinos, sino en todo el mundo árabe y más allá de éste.Palestina es el espejo en el que se refleja la escena política árabe. El movimiento Al Fatah, de Arafat, fue una expresión del ascenso de la izquierda y el nacionalismo; del movimiento islámico Hamas del cambio hacia el islam político. Y es precisamente por eso que los actuales sucesos en Gaza y en los campos de refugiados palestinos en Líbano no deberían ser tomados a la ligera. Son heraldos ominosos de lo que podría deparar el futuro.Cuando Osama bin Laden y su teniente Ayman al Zawahiri emitieron su declaración de “yihad en contra de los judíos y cruzados”, el 28 de febrero de 1998, las respuestas a ésta oscilaron entre la apatía y la diversión. Eran un grupo oscuro perdido en el lejano emirato afgano del Talibán, un remanente patético del combate contra la Unión Soviética durante la guerra fría. Su rol parecía históricamente difunto y su discurso arcaico.Ahora, las cosas no podrían ser más diferentes. Al Qaeda se ha convertido en una red global intensamente compleja, con una estructura descentralizada y flexible que le permite extenderse en todas las direcciones, a través del mundo árabe, y de África, Asia y Europa. Ya sea a la caza de células activas o dormidas, el mundo de la seguridad es perseguido por el fantasma de Al Qaeda. Como burbujas, estas células son autónomas, no están unidas entre sí por la jerarquía o por una cadena de mando. Sólo hacen falta algunos individuos que se suscriban a su ideología y métodos terroristas, para que Al Qaeda extienda su alcance a una parte nueva del mundo.Con Oriente Medio pasando de una crisis a la otra, esta pequeña organización se vio milagrosamente transferida de la periferia al centro. En su declaración de fundación, Al Qaeda definió su misión como una yihad dirigida a limpiar a la península árabe de “las langostas estadunidenses, que comen sus riquezas y destruyen sus plantaciones”, y a liberar a la tierra palestina de la ocupación sionista. La invasión a Irak en 2003 le ofreció a Al Qaeda un apoyo en Oriente Medio y la oportunidad única de implementar su proyecto de “resistencia contra los judíos y los cruzados”. La penetración de la organización en la política palestina es el clímax de un proceso largo que todavía sigue activo.Expandiéndose rápidamente de un lugar a otro, Al Qaeda actualmente tiene ramas en toda la región árabe. Estos desarrollos son preocupantes no sólo desde el punto de vista de los gobiernos y sus aliados occidentales, sino también desde los movimientos islámicos populares. La derrota del nacionalismo de Gamal Naser en 1967 vio a estos movimientos convertirse en los principales jugadores activos en el mapa político. Las exigencias nacionalistas y las aspiraciones de liberación de Palestina, la independencia del dominio extranjero y la soberanía sobre los recursos comenzaron a expresarse con una voz islámica, en una región en la que lo nacional y lo islámico han estado siempre íntimamente relacionados.Con las restricciones severas que les impusieron sus gobiernos apoyados por Occidente y la evaporación de las promesas de reforma y democratización estadunidenses, este islam democrático actualmente se encuentra al borde de una crisis. El mayor beneficiario es Al Qaeda. En Medio Oriente, sus batallas son combatidas en dos frentes: por un lado contra los regímenes traidores y los gobiernos occidentales que los apoyan y, por el otro, contra las oposiciones islamistas consideradas como “desviadas del verdadero camino de la yihad”.En un discurso transmitido recientemente por el canal satelital de Al Jazira, el egipcio Zawahiri reprendió a Hamas por desviarse del camino de la resistencia al participar en el proceso político.Los eventos en el área le dan más credibilidad a las palabras del lugarteniente de Bin Laden. Los árabes han observado con horror mientras los palestinos son severamente castigados por sus preferencias electorales, al ser aislados, obligados a pasar hambre e impulsados hacia el abismo sin fondo de los enfrentamientos internos. El mensaje de Washington y Londres pareció ser: no se molesten con las urnas de votación: el cambio es posible sólo a través de los bombardeos y la violencia.Entre la ocupación y la obstrucción del cambio pacífico, EU está creando el ambiente ideal para que florezca Al Qaeda, producto de una geopolítica enferma y una visión deformada de la región y sus necesidades.Pero una cosa es segura: el humo que se levanta del campo de refugiados en ruinas de Nahr al Barid no será el último que verá la región, y las llamas no se detendrán en las fronteras de Oriente Medio, ni consumirán sólo a sus pueblos.
*Soumaya Ghannoushi es directora de investigación de IslamExpo.
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Traducción: Franco Cubello
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*Soumaya Ghannoushi. Londres © The Guardian
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Milenio/Portada/22/06/2007

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