9/6/07

Contruyendo poder desde abajo

09/06/2007
Duras críticas de las ONG
El G8 enmascara el olvido de África con promesas fútiles
Gara

Un día después de que decidieran mantener en el cajón la cuestión del cambio climático, los autoproclamados «líderes del mundo» trataron de enmascarar su nulo interés en devolver a África parte de lo que le siguen robando con promesas poco serias y carentes de nuevos desembolsos reales y de plazos. Las contundentes críticas de las ONG no se hicieron esperar.

La Presidencia alemana ansiaba un mensaje fuerte en torno a Africa para poner colofón a la cumbre de Heiligendamm. Y lo consiguió. El G8 prometió ayer que desbloqueará 60.000 millones de dólares para la lucha en África contra el sida, el paludismo y la tuberculosis «en el curso de los próximos años».

El problema es que los líderes del G8 no hicieron otra cosa que sumar los compromisos monetarios ya adquiridos en anteriores citas y ni siquiera pusieron fecha a los plazos de vencimiento de dichas ayudas.

Se repitió, en este sentido, la estrategia de los jefes de Estado y de Gobierno de los siete países más industrializados más Rusia en torno al clima. Ante la imposibilidad, o la ausencia de interés real en un acuerdo, basta con reiterar los buenos deseos y todos contentos a casa.

Eso sí, los ocho gobiernos se comprometieron a doblar el montante de su ayuda a Africa para 2010. La misma promesa que hicieron, y que luego incumplieron, con motivo de la cumbre del G8 celebrada en 2005 en Gleneagles (Escocia).

Duras críticas de las ONG

Las críticas por parte de las organizaciones no gubernamentales (ONG) y de otras organizaciones solidarias no se hicieron, lógicamente, esperar.

Oxfam puso el acento en el montante y recordó que, aunque las cuantías del programa de lucha contra el sida y la malaria son elevadas, haciendo cálculos se quedan en poco.

«No debemos distraernos por las grandes cifras. Lo que significan 60.000 millones de dólares es, como mucho, 3.000 millones extras para 2010» respecto a compromisos previos, denunció Max Lawson, responsable de esta organización.
«Es un avance ínfimo, cuando lo que se necesitan son pasos de gigante», recordó.

La campaña Stop Aids criticó que los líderes del G8 no especifican siquiera en qué plazo se comprometerían a desembolsar ese dinero, y recordó que tan sólo la lucha contra el sida precisará 23.000 millones de dólares anuales hasta 2010.

Uno de sus portavoces, Collins Magalasi, insistió en que esas promesas son una «niebla» que no logra esconder la falta de compromisos de los líderes del G8. «Intentan salvar la cara, pero nada más», añadió.

El premio Nobel de la Paz 2006, el bangladesí Mohamed Yunus, denunció ayer desde Colonia que, en todo caso, esas promesas de ayuda monetaria no harían sino atacar los síntomas. «El verdadero objetivo debería ser ayudar a desarrollar un buen sistema sanitario en los países empobrecidos y luchar contra la pobreza sobre el terreno para, así, prevenir la extensión de enfermedades», recordó el banquero de los pobres.

Muestra del verdadero alcance del anuncio del G8, el cantante irlandés Bono, tan amigo de departir con los mandamases del mundo, asumió las críticas de la ONG y reconoció que sus amigos, «esta vez, se han complicado la vida».

Sin obviar la reunión con los líderes de varios países emergentes para tratar asuntos relacionados con el cambio climático, así terminó ayer por la tarde la cumbre, sin pena ni gloria. Todo lo contrario que la contracumbre, que se ha revelado todo un éxito. Eficacia germana.

Toda una jugada maestra del inquilino del Kremlin

Un días después de que sorprendiera con su propuesta de reemplazar el escudo antimisiles en Europa Oriental ofreciendo el radar ruso en el norte de Azerbaiyán, el inquilino del Kremlin, Vladimir Putin completó su propuesta al sugerir a EEUU que puede situar sus interceptores de misiles en el Irak ocupado o en la aliada Turquía.

Putin desactiva así la línea de críticas de los analistas que aseguran que el radar azerí no podría guiar a los interceptores previstos en Polonia, lo que sí haría la instalación de radar que EEUU prevé en la República Checa.

Las reacciones occidentales a la propuesta rusa dejan entrever un gran malestar oculto tras las buenas palabras. La OTAN siguió al dedillo al presidente de EEUU, George W. Bush -indispuesto durante horas ayer- al calificar la propuesta de «interesante».

Más sincero -quizás porque se va- fue el premier británico, Tony Blair, quien aseguró a Putin que «Rusia comienza a dar miedo entre la población de Occidente».

De lo que no hay duda es de que Putin ha dado en el clavo y ha movido a todos de la silla con una propuesta que seguro que tampoco entusiasma a Azerbaiyán, consciente de la importante minoría azerí que vive hoy en suelo iraní.

Por su parte, el Gobierno de Teherán aseguró que es una cuestión que concierne al Gobierno azerí.

Mientras tanto, los analistas occidentales se devanaban los sesos sobre si la propuesta de Putin iría en serio o no. Lo seguro es que si EEUU la rechaza quedaría absolutamente en evidencia que su proyecto de escudo antimisiles tiene un objetivo, geopolítico, más allá de Irán.

Tres días cercados por tierra, mar y aire y por miles de personas

Escaldado por las recientes experiencias en otras cumbres internacionales, el Gobierno alemán decidió ubicar el evento en un lugar aislado y rodeado por 12 kilómetros de valla.

El fracaso a la hora de impedir la visualización de las protestas ha sido, con todo y si cabe, más rotundo que el de la propia cumbre.

Si la víspera logró entrar en el perímetro de seguridad a bordo de lanchas motoras, Greenpeace hizo ayer lo propio desde el aire y fletó un globo que fue interceptado por tres helicópteros que le obligaron a descender.

Junto a estas acciones espectaculares, lo cierto es que la Policía no ha podido impedir que miles de activistas altermundialistas hayan rodeado durante los tres días la cumbre y hayan bloqueado todos los accesos por tierra.

Algo tuvo que ver, sin duda, lo accidentado del terreno circundante, que hacía difícil a los agentes perseguir a los manifestantes. Éstos consiguieron burlar en todo momento la persecución policial, dividiéndose en columnas para luego reagruparse o usando maniobras de distracción para acceder a la zona vallada.

«Hemos sido los garantes de la democracia», señáló uno de los portavoces del Block G8, al dejar sin efecto la prohibición de acercarse a la valla.

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