30/10/07

Túnez: la situación política interna después de cincuenta años de república

La República de Túnez goza de una situación de estabilidad envidiable respecto a otros países de la zona. El país presidido por Ben Alì, no se salva sin embargo de los contrastes internos que se expresan a través de manifestaciones a favor de la libertad de opinión y del respeto de los derechos humanos, objetivos hacia los que ya apuntan las los primeras y tímidas señales de apertura.
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El pasado 25 de julio, la República de Túnez celebró sus cincuenta años de existencia. Túnez, a pesar de ser menos rica en recursos naturales que sus vecinos (Libia y Algeria), ha experimentado un gran desarrollo en muchos sectores desde su declaración de independencia. Hoy en día puede presumir de un buen nivel de desarrollo económico, de tener la tasa de alfabetización más alta de las naciones magrebíes, y de un gobierno estable y laico que cumple escrupulosamente con sus obligaciones internacionales. Túnez goza, de hecho, de buenas relaciones con sus vecinos de la parte sur del mediterráneo, además de con la parte norte, después de haber firmado en 1995 un acuerdo de asociación con la Unión Europea, a la cual abrirá sus mercados a partir de enero del 2008. El artifice de las mejoras del país en los últimos 20 años ha sido el presidente Zine el-Abidine Ben Alì, que celebrará su vigésimo aniversario como guía del país el próximo 7 de noviembre.
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En su Constitución, Túnez se como una república democrática pluralista. Una mirada más profunda a la situación interna de sus principales instituciones rebela algunas anomalías.Tras la independencia de Francia en 1956, Túnez ha tenido dos presidentes de la República: Habib Bourguiba, el líder de la lucha por la independencia, y el actual presidente Ben Alì, Ministro delInterior en el momento de la destitución de su predecesor, el 7 de noviembre de 1987.El actual Presidente de la República, que concluirá su cuarto mandato en el 2009, ha aportado numerosas innovaciones al conglomerado institucional de Túnez, además de conseguir reforzarlo económicamente. En el momento de su nombramiento, Ben Alì se había marcado como objetivo la renovación, proponiendo nuevas leyes para los partidos y libertad de imprenta, previendo así un aumento de la participación en la vida política. Estas medidas de ruptura tenían que ir encabezadas por el simbólico cambio de nombre del PSD (Parti Socialiste Destourien, que hasta 1981 fue el único partido legal de Túnez) por el de Rassemblement Constitutionnel Démocratique (RCD).El RCD ha sido desde entonces el partido de mayoría absoluta en el escenario político de Túnez y posee aún 152 de los 189 asientos de la Chambre des Deputés, la camera baja del Parlamento tunecino. Los escaños restantes se dividen entre los seis partidos legales en virtud a la ley electoral que reserva el 20% de los escaños a los partidos de la oposición. También existen dos partidos legales extraparlamentarios.La reforma constitucional del 2002, aprobada a través de un referéndum aportó algunos cambios, como elevar la edad máxima para presentar candidatura presidencial o la cancelación del máximo de tres mandatos quinquenales, fijado por el mismo Ben Alì durante los primeros años de presidencia. La Cámara Alta está formada por 126 miembros, los cuales tienen un mandato de seis meses, periodo tras el cual son renovados, primero una mitad y después la otra, con un espacio de tres años. En su primera elección, que tuvo lugar en julio de 2005, se escogieron dos tercios de sus miembros: un terció por base regional y un tercio por base profesional; mientras que el último tercio lo nombró directamente el Presidente de la República.Es evidente que en la política interna tunecina, a pesar del pluralismo de los partidos políticos y su reciente introducción en las candidaturas presidenciales, el papel preponderante y central lo protagoniza aún el presidente de la República Ben Alì, que desarrolla también el papel de Presidente del partido mayoritario. Las bases constitucionales sobre las que se estructura el sistema tunecino entran dentro de los esquemas, típicos de los países africanos, caracterizados por una presidencia fuerte, legitimada por adhesión, que controla el resto de las instituciones estatales. El presidente rodeado de consejeros y familiares domina el resto de centros de toma de decisiones los que, en muchos casos, simplemente transmiten su voluntad. De esta manera al Gobierno no le queda espacio de maniobra y la Chambre des Députés no posee autonomía, quedando obligada a votar leyes derivadas de propuestas presidenciales. Los partidos de la oposición con un cierto peso se ven controlados y limitados por la autoridad. El control policial es intenso, como demuestran los números, 150 mil agentes para una población total de 10 millones de personas.A pesar de estas grietas en la fachada de la democracia tunecina, el país vive una situación de tranquilidad relativa respecto a sus vecinos. La economía, a pesar de la crisis del sector textil de 2005, ha mantenido un crecimiento constante del 5% durante los últimos años, la tasa de desocupación motivo de conflicto en otros países del Magreb, ha disminuido situándose por debajo de sus vecinos, aproximándose al 13%.Por otra parte, el terrorismo que tan duramente ha afectado da Argelia en los últimos meses, no parece afectar directamente a Túnez. Con la excepción de un enfrentamiento con armas de fuego que duro varios días, entre un grupo terrorista y las fuerzas de seguridad, unto con la detención y condena de doce jóvenes tunecinos sospechosos de querer atravesar la frontera para formar parte del ex GSPC (Grupo Salafista para la Predicación y el Combate) el terrorismo no parece haber echado raíces en Túnez, que en 2003 endureció las leyes sobre los delitos de terrorismo.
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En el panorama político, los partidos pertenecientes a la oposición legal carecen de eficacia; les falta el soporte popular y no pueden competir con el RCD en la difusión territorial, además, las leyes impiden el uso de la radio y la televisión con fines de propaganda electoral (aunque sí el bombardeo de imágenes de Ben Alì y sus apariciones institucionales). La oposición a Ben Alì no está demasiado extendida, limitada a asociaciones categóricas, como por ejemplo los periodistas, y enfocada a temas como la libertad de opinión. Es sobretodo en el ámbito de la lucha por la libertad de opinión y el respeto a los derechos humanos dónde la sociedad tunecina se alza contra el régimen. Las imprentas están controladas y las detenciones y arrestos por delitos de expresión son frecuentes no solo entre los periodistas, sino entre los miembros de todas las organizaciones que trabajan en el campo de la defensa de los derechos humanos. Diversas ONG reconocidas internacionalmente, como Amnistía Internacional (AI) y Human Rights Watch, se han movilizado para concienciar a la opinión pública internacional sobre la falta de libertad de opinión y expresión. Pero desde un punto de vista gubernamentalsólo se obtiene la solidaridad y en casos muy específicos. Hay dos ejemplos recientes uno de ellos concluyó hace pocos días y que ha afectado al secretario general de uno de los principales partidos de la oposición tunecina PDP (Parti Démocratique Progressiste), Maya Jribi, así como al fundador y director del semanal del partido, Mohamed Néjib Chebbi. Los dos líderes políticos habían iniciado una huelga de hambre después de recibir una orden del tribunal que imponía el cierre de la sede del partido, argumentando que el local se podía usar solamente como centro para el periódico. Acusando a la administración pública de haber utilizado una decisión política de procedencia judicial, y después de haber pasado por situaciones parecidas en otras sedes regionales del partido. Ambos anunciaron la huelga de hambre como medida para desbloquear la situación a su favor y llamar la atención sobre lo que han declarado que es una “amenaza a la libertad de acción”. La situación se resolvió felizmente el 20 de octubre gracias a un acuerdo con los propietarios de los locales, después de la publicación en un periódico de tendencia pro Ben Alì de la noticia de que la presidencia esperaba una solución aceptable para las dos partes.Además la crisis abierta por la huelga de hambre de los dos miembros del PDP había llamado la atención de la Unión Europea, la cuál, a través de Hélène Flautre, presidente de la subcomisión de los derechos del Hombre del Parlamento Europeo, había expresado su solidaridad hacia el partido de la oposición tunecino.Este hecho se comprende en la línea de apertura política hacia la libertad de opinión inaugurada recientemente por el presidente Ben Alì y representada simbólicamente por la liberación del abogado y líder de la lucha por los derechos humanos Mihammed Abbou, que había sido arrestado en el 2005 y condenado a tres años y medio de reclusión por un delito de opinión. La historia de Abbou dio la vuelta al mundo gracias a la movilización de muchas ONG.
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La República de Túnez goza de una sólida estabilidad política dominada por la figura del presidente desde hace veinte años. En parte esta estabilidad se debe a las limitaciones de la libertad de opinión que aún sufre el país. Por otro lado, también es verdad que los partidos de la oposición no están preparados para explotar el espacio que la autoridad les concede:la rivalidad entre partidos, que sin embargo no son suficientes para marcar diferencias entre ellos, difuminasus diferencias ideológicas entre ellos y el RCD. Esto, junto con una coyuntura económica favorable, hace que el Gobierno obtenga el apoyo popular necesario. Últimamente el régimen ha dado señales de una posible obertura sobretodo gracias a Internet, donde el control es muy duro, pero que a pesar de todo, continua siendo el máximo vehículo de difusión de las ideas de la oposición tunecina. Baste destacar que el artículo que determinó el arresto de Mohammed Abbou se había publicado en una revista on line.Las críticas al Gobierno se manifiestan entre los tunecinos que viven en el extranjero, mientras los gobiernos de los países occidentales, en particular de la Unión Europea, a pesar de condenar las violaciones de los derechos humanos denunciados por muchas ONG tunecinas y extranjeras, se abstienen de tomar precauciones a nivel gubernativo ante un país que, para lo bueno y para lo malo, posee un Gobierno sólido, una economía en crecimiento y es un buen aliado comercial que cumple firmemente con sus obligaciones.
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Traducción de Laura Casas.
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Equilibri.net - Italy/30/10/2007

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