Kuwait: pequeños pasos hacia la democracia
La situación política de Kuwait no ha sufrido cambios importantes recientemente, demostrando que el país, a pesar del difícil contexto en el que se encuentra, es hoy por hoy estable y parcialmente inmune a los desequilibrios regionales. El país sigue además avanzando en su largo camino hacia la democracia, con la concesión de mayor libertad de expresión a sus ciudadanos y una mayor implicación del Parlamento en la vida política del país, si bien este proceso se está llevando a cabo en pequeños pasos y con la incógnita de una posible reversión por parte del emir.
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Massimo Tibaldi
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En un Oriente Medio caracterizado por graves tensiones políticas, cuyo último ejemplo han sido los bombardeos turcos sobre Irak, que ha degenerado en un enfrentamiento abierto entre varias comunidades étnicas, Kuwait parece representar una excepción. El país, a lo largo de su historia, siempre ha concedido especial atención a las libertades comerciales y tradicionalmente el papel del poder central ha sido inferior al de otros importantes países árabes. Sin embargo, el país parece ir contracorriente, merced a algunos pasos importantes que se han dado hacia la democratización, en el ámbito de la libertad de expresión y en el papel cada vez más relevante de su Parlamento. Ampliando el espectro del análisis sobre el sistema político del país y sus dinámicas internas, se percibe que la reciente volución hacia la democracia es frágil, ya sea porque podría revertirse en caso de un descenso imprevisto de los precios del petróleo o porque quedan muchos problemas internos por resolver, como la representación política de la minoría árabe chiíta, el creciente apoyo a los candidatos políticos sunitas de inspiración islamista o el gran número de trabajadores asiáticos en el país.
Massimo Tibaldi
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En un Oriente Medio caracterizado por graves tensiones políticas, cuyo último ejemplo han sido los bombardeos turcos sobre Irak, que ha degenerado en un enfrentamiento abierto entre varias comunidades étnicas, Kuwait parece representar una excepción. El país, a lo largo de su historia, siempre ha concedido especial atención a las libertades comerciales y tradicionalmente el papel del poder central ha sido inferior al de otros importantes países árabes. Sin embargo, el país parece ir contracorriente, merced a algunos pasos importantes que se han dado hacia la democratización, en el ámbito de la libertad de expresión y en el papel cada vez más relevante de su Parlamento. Ampliando el espectro del análisis sobre el sistema político del país y sus dinámicas internas, se percibe que la reciente volución hacia la democracia es frágil, ya sea porque podría revertirse en caso de un descenso imprevisto de los precios del petróleo o porque quedan muchos problemas internos por resolver, como la representación política de la minoría árabe chiíta, el creciente apoyo a los candidatos políticos sunitas de inspiración islamista o el gran número de trabajadores asiáticos en el país.
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Cambios hacia la democracia
Durante la crisis dinástica de enero de 2006 tras la muerte del entonces emir Jaber Al-Ahmad Al-Jaber Al-Sabah, el parlamento kuwaití ejerció un importante papel al impedir que el heredero designado al trono, Saad Al-Abdullah Al-Salim Al-Sabah, gravemente enfermo, se convirtiera en el nuevo soberano. Gracias a esta acción, el Parlamento ha sabido extraer hábilmente un beneficio político, que se ha traducido en una ampliación de sus poderes. A partir de la institución de la “costumbre”, se ha ganado un importante precedente en caso de una hipotética inestabilidad política del país. El Parlamento de Kuwait, elegido cada 4 años mediante sufragio universal (abierto también a las mujeres desde 2005), goza constitucionalmente sólo de poder consultivo respecto al del Emir, que tiene la posibilidad de nombrar al Gobierno y al Primer Ministro sin solicitar la opinión ni la confianza del Parlamento.Sin embargo, el nuevo soberano, Sabah Al-Ahmad Al-Jaber Al-Sabah ha ejercido durante mucho tiempo como ministro de Exteriores de Kuwait, por lo que conoce las dinámicas políticas del país, demostrando tener en mayor consideración al Parlamento y a la oposición política, principalmente islamista, nacida a partir de las elecciones de febrero de 2006. De hecho, durante el pasado mes de octubre escuchó las protestas de la oposición respecto a Bader Mishari Al- Humaidhi, Ministro de Economía, acusado de corrupción y de graves errores en el ejercicio de su cargo. La polémica trajo en un primer momento una pequeña remodelación, con el traspaso de Al-Humaidi de Economía a Recursos Petrolíferos, y en un segundo momento a su dimisión definitiva del Gobierno. Este hecho confirma la tendencia que muestra un papel cada vez más relevante del Parlamento en la dirección política del Gobierno.Otro caso es el de Massouma Al- Mubarak, primera mujer en entrar en el Gobierno en 2005, y que tuvo que dimitir a causa del empeoramiento de las condiciones de la sanidad pública durante el pasado verano. A pesar de que la Constitución no prevé la posibilidad de que el Parlamento retire la confianza a un miembro del Gobierno en concreto, el Emir ha tenido en cuenta sus posiciones, evitando tener que disolverlo como ya había ocurrido a lo largo de la historia del país. A este importante cambio en el funcionamiento de la política, reforzado también por dos remodelaciones del ejecutivo ocurridas tras las elecciones de 2006, se suma también la promulgación de una ley de prensa, que impide al Gobierno cerrar publicaciones sin el consenso de la magistratura y la abolición de las restricciones a la libertad de reunión de los ciudadanos del reino.
Cambios hacia la democracia
Durante la crisis dinástica de enero de 2006 tras la muerte del entonces emir Jaber Al-Ahmad Al-Jaber Al-Sabah, el parlamento kuwaití ejerció un importante papel al impedir que el heredero designado al trono, Saad Al-Abdullah Al-Salim Al-Sabah, gravemente enfermo, se convirtiera en el nuevo soberano. Gracias a esta acción, el Parlamento ha sabido extraer hábilmente un beneficio político, que se ha traducido en una ampliación de sus poderes. A partir de la institución de la “costumbre”, se ha ganado un importante precedente en caso de una hipotética inestabilidad política del país. El Parlamento de Kuwait, elegido cada 4 años mediante sufragio universal (abierto también a las mujeres desde 2005), goza constitucionalmente sólo de poder consultivo respecto al del Emir, que tiene la posibilidad de nombrar al Gobierno y al Primer Ministro sin solicitar la opinión ni la confianza del Parlamento.Sin embargo, el nuevo soberano, Sabah Al-Ahmad Al-Jaber Al-Sabah ha ejercido durante mucho tiempo como ministro de Exteriores de Kuwait, por lo que conoce las dinámicas políticas del país, demostrando tener en mayor consideración al Parlamento y a la oposición política, principalmente islamista, nacida a partir de las elecciones de febrero de 2006. De hecho, durante el pasado mes de octubre escuchó las protestas de la oposición respecto a Bader Mishari Al- Humaidhi, Ministro de Economía, acusado de corrupción y de graves errores en el ejercicio de su cargo. La polémica trajo en un primer momento una pequeña remodelación, con el traspaso de Al-Humaidi de Economía a Recursos Petrolíferos, y en un segundo momento a su dimisión definitiva del Gobierno. Este hecho confirma la tendencia que muestra un papel cada vez más relevante del Parlamento en la dirección política del Gobierno.Otro caso es el de Massouma Al- Mubarak, primera mujer en entrar en el Gobierno en 2005, y que tuvo que dimitir a causa del empeoramiento de las condiciones de la sanidad pública durante el pasado verano. A pesar de que la Constitución no prevé la posibilidad de que el Parlamento retire la confianza a un miembro del Gobierno en concreto, el Emir ha tenido en cuenta sus posiciones, evitando tener que disolverlo como ya había ocurrido a lo largo de la historia del país. A este importante cambio en el funcionamiento de la política, reforzado también por dos remodelaciones del ejecutivo ocurridas tras las elecciones de 2006, se suma también la promulgación de una ley de prensa, que impide al Gobierno cerrar publicaciones sin el consenso de la magistratura y la abolición de las restricciones a la libertad de reunión de los ciudadanos del reino.
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Los factores de preocupación
Los recientes acontecimientos que dejan entrever una mayor libertad dentro del reino no cambian, sin embargo, los equilibrios políticos constitucionales. El Emir sigue siendo la figura política más importante y mantiene la posibilidad de disolver el Gobierno a voluntad sin tener que consultar con ningún otro órgano. Los recientes pasos hacia la democratización podrían ser revocados fácilmente de un día para otro, dado que éstos han sido dados por iniciativa del Emir sin haber sido fijados en ninguna ley. Las actitudes autoritarias del monarca tampoco han faltado en los últimos meses, como en el caso de la detención de Bashar Al-Sayegh, periodista y blogger, acusado de haber insultado al soberano, o el caso de la retirada de una serie televisiva, considerada ofensiva para la comunidad chiíta.Para explicar, pues, el cambio en sentido democrático del país, es importante recordar el momento favorable de la economía kuwaití, que, en virtud del alto precio del petróleo, se ha podido permitir un sustancial aumento del presupuesto destinado a la familia real, que ha pasado de los 25 millones de dólares de 2005 a la desorbitada cantidad de 175 millones de dólares. Esta lluvia de dinero para la familia real permite calmar las posibles preocupaciones y recriminaciones que podrían haber surgido entre los parientes del Emir a raíz de la crisis dinástica, que ha confirmado a la familia del soberano, en el poder desde 1977. La propicia situación económica permite también mantener un elevado nivel de estado de bienestar y de políticas de asistencia para la ciudadanía, que disfruta así de elevadas rentas, a pesar de la falta de democracia en el país. En virtud de este sistema de asistencia pública, preocupan las recientes protestas de los trabajadores inmigrantes, sobre todo de Bangla Desh, que se han manifestado contra las políticas del país respecto a los trabajadores extranjeros, a menudo relegados a trabajos humildes y explotadores, que disfrutan sólo en una mínima parte de la política asistencialista del Gobierno.Otra posible fuente de preocupación tiene que ver con la composición política del país. Las recientes elecciones parlamentarias de 2006 han visto la victoria de numerosos candidatos sunnitas de inspiración islamista conservadora, vinculados tanto a los Hermanos Musulmanes como a los movimientos Salafistas, estos últimos bastante más fundamentalistas y que se refieren a visiones más ortodoxas y rígidas del Islam. La presencia de una oposición a las políticas del Gobierno basada principalmente en las tendencias políticas del conservadurismo sunnita puede crear problemas tanto respecto al desarrollo de buenas relaciones con los países occidentales, como respecto a la minoría chiíta del país, que representa el 30% de la población de Kuwait.Más a largo plazo, parece que puede ser problemático el desarrollo democrático del país sin que previamente haya una definición clara del papel que tendrá el Islam en ese sistema y del papel de las minorías religiosas en el mismo. Sin un reparto de los poderes y de los recursos económicos entre las diversas comunidades parece difícil que el país pueda seguir progresando hacia la democratización.
Los factores de preocupación
Los recientes acontecimientos que dejan entrever una mayor libertad dentro del reino no cambian, sin embargo, los equilibrios políticos constitucionales. El Emir sigue siendo la figura política más importante y mantiene la posibilidad de disolver el Gobierno a voluntad sin tener que consultar con ningún otro órgano. Los recientes pasos hacia la democratización podrían ser revocados fácilmente de un día para otro, dado que éstos han sido dados por iniciativa del Emir sin haber sido fijados en ninguna ley. Las actitudes autoritarias del monarca tampoco han faltado en los últimos meses, como en el caso de la detención de Bashar Al-Sayegh, periodista y blogger, acusado de haber insultado al soberano, o el caso de la retirada de una serie televisiva, considerada ofensiva para la comunidad chiíta.Para explicar, pues, el cambio en sentido democrático del país, es importante recordar el momento favorable de la economía kuwaití, que, en virtud del alto precio del petróleo, se ha podido permitir un sustancial aumento del presupuesto destinado a la familia real, que ha pasado de los 25 millones de dólares de 2005 a la desorbitada cantidad de 175 millones de dólares. Esta lluvia de dinero para la familia real permite calmar las posibles preocupaciones y recriminaciones que podrían haber surgido entre los parientes del Emir a raíz de la crisis dinástica, que ha confirmado a la familia del soberano, en el poder desde 1977. La propicia situación económica permite también mantener un elevado nivel de estado de bienestar y de políticas de asistencia para la ciudadanía, que disfruta así de elevadas rentas, a pesar de la falta de democracia en el país. En virtud de este sistema de asistencia pública, preocupan las recientes protestas de los trabajadores inmigrantes, sobre todo de Bangla Desh, que se han manifestado contra las políticas del país respecto a los trabajadores extranjeros, a menudo relegados a trabajos humildes y explotadores, que disfrutan sólo en una mínima parte de la política asistencialista del Gobierno.Otra posible fuente de preocupación tiene que ver con la composición política del país. Las recientes elecciones parlamentarias de 2006 han visto la victoria de numerosos candidatos sunnitas de inspiración islamista conservadora, vinculados tanto a los Hermanos Musulmanes como a los movimientos Salafistas, estos últimos bastante más fundamentalistas y que se refieren a visiones más ortodoxas y rígidas del Islam. La presencia de una oposición a las políticas del Gobierno basada principalmente en las tendencias políticas del conservadurismo sunnita puede crear problemas tanto respecto al desarrollo de buenas relaciones con los países occidentales, como respecto a la minoría chiíta del país, que representa el 30% de la población de Kuwait.Más a largo plazo, parece que puede ser problemático el desarrollo democrático del país sin que previamente haya una definición clara del papel que tendrá el Islam en ese sistema y del papel de las minorías religiosas en el mismo. Sin un reparto de los poderes y de los recursos económicos entre las diversas comunidades parece difícil que el país pueda seguir progresando hacia la democratización.
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Conclusiones
Kuwait representa una importante excepción desde el punto de vista político en el contexto de Oriente Medio. A pesar de tener un poder prácticamente absoluto en sus manos, el emir se ha comportado de manera muy diferente a la de sus homólogos de Arabia Saudí o de otros países del Golfo pérsico, haciendo de Kuwait uno de los pocos Estados no clasificables como autoritario de la región. El país goza de algunas importantes libertades políticas básicas, como el derecho de reunión o la libertad de presentarse a las elecciones parlamentarias, pero sigue habiendo algunas limitaciones al pleno desarrollo democrático, como la imposibilidad de legalizar la presencia de los partidos políticos o la presencia de algunas restricciones a la libertad de opinión de los ciudadanos y de los medios de comunicación. El nuevo emir, Sabah Al-Ahmad Al-Jaber Al-Sabah, se ha mostrado más sensible que sus predecesores respecto a las libertades democráticas del país, pero el camino de Kuwait hacia la democracia no está libre de obstáculos, tanto desde el punto de vista interno, debido a la participación de los partidos islamistas en el sistema político o al poder casi absoluto del emir, como desde el punto de vista externo, ya que el país se resiente enormemente por la fluctuación del precio del petróleo en la definición de sus relaciones con sus ciudadanos.
Conclusiones
Kuwait representa una importante excepción desde el punto de vista político en el contexto de Oriente Medio. A pesar de tener un poder prácticamente absoluto en sus manos, el emir se ha comportado de manera muy diferente a la de sus homólogos de Arabia Saudí o de otros países del Golfo pérsico, haciendo de Kuwait uno de los pocos Estados no clasificables como autoritario de la región. El país goza de algunas importantes libertades políticas básicas, como el derecho de reunión o la libertad de presentarse a las elecciones parlamentarias, pero sigue habiendo algunas limitaciones al pleno desarrollo democrático, como la imposibilidad de legalizar la presencia de los partidos políticos o la presencia de algunas restricciones a la libertad de opinión de los ciudadanos y de los medios de comunicación. El nuevo emir, Sabah Al-Ahmad Al-Jaber Al-Sabah, se ha mostrado más sensible que sus predecesores respecto a las libertades democráticas del país, pero el camino de Kuwait hacia la democracia no está libre de obstáculos, tanto desde el punto de vista interno, debido a la participación de los partidos islamistas en el sistema político o al poder casi absoluto del emir, como desde el punto de vista externo, ya que el país se resiente enormemente por la fluctuación del precio del petróleo en la definición de sus relaciones con sus ciudadanos.
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Traducción de Mauro Sturlese
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Equilibri.net - Italy/10/01/2008
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