Política internacional
13/06/2007
Cumbre de la OEA en Panamá
Cumbre de la OEA en Panamá
El fracaso de los EEUU y la confrontación de dos modelos políticos antagónicos
Juan José Rodríguez Rey
Rebelión
En la pasada Cumbre de la OEA ha habido dos detalles que, si bien han sido minimizados por los grandes medios de comunicación, han sido significativos: el primero, que EEUU no ha conseguido cambiar la agenda de la reunión ni ha obtenido apoyo alguno para elaborar y aprobar una resolución de condena a Venezuela por el tema de la licencia de RCTV. El segundo detalle: en la foto oficial de mandatarios realizada en las exclusas de Miraflores (Canal de Panamá), Condolezza Rice aparece en la segunda fila, prácticamente sola y eclipsada por el Canciller de Venezuela, Nicolás Maduro.
Por perder, EEUU está perdiendo hasta las formas. El hecho de que su Secretaria de Estado, Condolezza Rice, se levante de la sesión y deje con la palabra en la boca al ministro venezolano (como así hizo) es sinónimo de dos cosas: debilidad ante los argumentos escuchados o bien la prepotencia de creer que la visión que uno defiende es la única verdad posible. En ambos casos es grave para los intereses norteamericanos. Primero, porque supone reconocer que hay alternativas muy viables a parte del american way of life (véase el ALBA-nombrado en la reunión por Nicaragua y Venezuela); y segundo, porque unas relaciones internacionales caracterizadas por el multilateralismo son incompatibles con las reacciones y formas de proceder unilaterales de los EEUU.
La espantada de Condolezza
EEUU volvió a hablar de Cuba y de Venezuela en los términos que acostumbra. De esta forma, propuso que el propio Secretario General de la OEA, el chileno José Miguel Insulza, encabezara una delegación para ver el cumplimiento de los derechos humanos, en especial el de libertad de expresión, en la República Bolivariana de Venezuela (con aplauso incluido de varios trabajadores de RCTV).
Sin embargo, no cayó en cuenta que los derechos humanos son un arma bastante arrojadiza. Más cuando se maneja un doble discurso. De esta forma, tuvo que escuchar de la delegación venezolana que si había que enviar delegaciones de la OEA a algún lugar era, principalmente, a dos sitios: a la frontera de México con EEUU (bien por la situación en la que se encuentran miles de latinoamericanos –“son perseguidos y cazados como animales, capturados, torturados y asesinados en las fronteras”-, bien por la construcción del muro fronterizo) y a Guantánamo (“¿Cuántos presos tienen ustedes en la cárcel de Guantánamo?, ¿Cuántos son? ¿Quiénes son? ¿Tienen derecho a la defensa? ¿Dónde los secuestraron?(…) Así que si de derechos humanos vamos a hablar tendría que hacerse una revisión profunda de las violaciones a que hemos sido sometidos los latinoamericanos y caribeños durante décadas de invasiones”).
Ante esto, Condolezza Rice no aguantó más, pidió su turno de réplica y se fue. Y eso que la representante estadounidense acababa de decir que “dialogar o debatir no sólo es un principio fundamental de la democracia si no que es necesario para tomar buenas decisiones”. Todo un ejemplo. Ni siquiera le dio tiempo a escuchar la petición del Canciller de Venezuela para que la nueva televisora venezolana pudiera entrar y entrevistar a los presos de Guantánamo. Y mucho menos ver como una persona propuesta por el Gobierno de Venezuela, Luz Patricia Mejía Guerrero, era una de las personas elegidas para la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
La OEA, un modelo estatista y poco democrático
En esta Cumbre de Panamá, se ha podido observar también que la Organización de Estados Americanos (OEA) dista todavía mucho de ser un lugar abierto y democrático donde se produzca un debate verdaderamente plural. Hasta la fecha han sido las entidades privadas quienes han gozado de recursos y espacio para desarrollar y promocionar sus tesis. En la Cumbre de Panamá, por ejemplo, se pudo observar cómo compartían discurso las autoridades nacionales (con su presidente Martín Torrijos a la cabeza) e internacionales (con representantes al más alto nivel, por ejemplo, de la Comisión Económica para América Latina de las Naciones Unidas (CEPAL) o el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). A su lado, consejeros y ejecutivos de empresas petroleras y eléctricas como BP, Empresa Propietaria de la Red, Petrobras, Pan American Energy, AES Corporation, EDENOR, ETESA o Interconexión Eléctrica S.A. Por no mencionar a representantes de las cámaras de comercio, gremios empresariales u otras multinacionales como COPA Airlines. De este diálogo empresarial han salido diversas propuestas que han sido entregadas a la OEA.
Cierto es que la OEA abrió un debate con determinadas organizaciones de la sociedad civil. Pero cierto es, también, que bien por falta de interés o por los propios procesos burocráticos de la organización multilateral, las propuestas ciudadanas pareciera que quedan en papel mojado. Así lo ha denunciado, por ejemplo, la “Coalición Internacional de Organizaciones para los Derechos Humanos en las Américas”. Menos cabida tienen aún aquellos grupos que cuestionan de manera firme el papel de la OEA o el proceso globalizador actual en LatinoaméricaLa OEA actual sigue pivotando sobre las decisiones de los Estados e influenciada por las grandes corporaciones multinacionales.
Una declaración al uso
De esta forma se entiende el hecho de que en la Asamblea General anual, recientemente clausurada, los países miembros han firmado una declaración conjunta sobre “Energía para el desarrollo sostenible”, el tema elegido para esta Cumbre. Como era de esperar, no se trata más que de una serie de buenas intenciones y recomendaciones que dependen de las legislaciones nacionales y de su voluntad real de cumplir lo allí firmado. Es tan ambiguo el documento que todos los miembros de la OEA lo han podido firmar. Todos reconocen la importancia de disponer de recursos energéticos “para la promoción de su desarrollo económico y social, de forma ambientalmente sostenible”, que les permita no depender de las fluctuaciones del mercado o de otros actores internacionales (léase potencias mundiales o regionales). Se habla de sostenibilidad a largo plazo, de la reducción de la contaminación y de la necesidad de buscar energías alternativas, como los biocombustibles, que alcanzan en esta declaración una posición muy significativa. Lo mismo que el sector privado, al que se le “reconoce su compromiso de estimular el aporte de recursos financieros con el propósito de promover la difusión y transferencia de tecnologías ambientalmente sostenibles” y de su “contribución (…) al desarrollo de las fuentes tradicionales y nuevas de energías y en la instalación de los sistemas y redes nacionales e internacionales de distribución”.
La lucha de dos modelos ideológicos contrapuestos
Sin embargo, no se puede dejar pasar por alto un detalle importante, y es que, por muy estatista y jerárquica que pueda ser la OEA, ésta no deja de ser una organización de Estados, por lo que dependerá de la propia evolución de los gobiernos. No cabe duda que EEUU es un defensor del status quo actual, basado en las leyes del mercado (apoyados en proyectos como el ALCA, los TLC´s o el Plan Puebla Panamá), la democracia representativa que conocemos y el pensamiento neoliberal. Con todo un apoyo financiero y mediático detrás. Posiblemente le sigan Mexico, El salvador, Colombia o Paraguay. Pero no es menos cierto que en el otro lado de la balanza están Nicaragua, Ecuador, Bolivia y Venezuela (sin olvidar los potenciales y puntuales apoyos de Brasil, Argentina o Chile), con un acuerdo de integración económico y solidario como el ALBA. No deja de ser la lucha de dos formas distintas de interpretar la economía, las relaciones sociales, la cooperación o la democracia. O lo que es lo mismo, el modelo capitalista neoliberal Vs el modelo socialista participativo (ambos con sus versiones, modalidades y contradicciones).
En esa lucha de transformación no sólo se encuentran determinados Estados. También hay que destacar el papel de las organizaciones populares. Mientras se celebraba la Asamblea General de la Organización de Estados Americanos, se desarrolló la Cumbre Social Alternativa, organizada por el Movimiento de los Pueblos Unidos por Nuestra América (MP UNA). En ella, se le da una importancia muy importante al cumplimiento real de los derechos económicos y sociales, a la integración latinoamericana bajo los lineamientos del ALBA o a la defensa de un modelo energético y de desarrollo basado en parámetros diferentes al consumismo y el libre mercado. Por tanto, los países miembros de la OEA que persiguen un cambio de modelo político, económico, social y cultural cuentan con el apoyo de sectores populares en la región. De la capacidad de incidencia de cada uno –en su ámbito respectivo- puede estar la posibilidad de una reorientación ideológica y programática de la propia OEA. Aunque sea por fases.
En definitiva
Si algo ha demostrado la XXXVII Asamblea General de la Organización de Estados Americanos (OEA), celebrada recientemente en Panamá, es que las fuerzas dentro de esa organización multilateral han variado al albor de los cambios políticos que se han producido en el continente. Sin embargo, la OEA sigue siendo una organización semicerrada donde los Estados adquieren un papel fundamental. Sólo las grandes organizaciones empresariales parecen poder condicionar, en parte, las decisiones y resoluciones adoptadas en este organismo.
Por lo demás, en esta última Cumbre se ha podido constatar otro aspecto: los lineamientos (nada nuevo por otro lado) que han seguido los grandes medios de comunicación. Convirtieron en espectáculo el asunto de RCTV y en ningún momento propiciaron el debate sobre lo tratado en la reunión. De hecho, de las 100 resoluciones y declaraciones que se han aprobado en esta Cumbre no han analizado ni una. Y eso que hay temas muy importantes como la futura Carta Social de las Américas, propuesta por Venezuela. Este año se discutirá una Carta que habla de la necesidad de reconocer los derechos económicos y sociales y de la obligación de los Estados (a través de ayudas públicas y prestaciones sociales) para con los más desfavorecidos. Toda una novedad para muchos países del área. Por tanto, volverán a enfrentarse en la OEA dos modelos diferentes de entender el mundo. ¿Con que distracción vendrán en ese momento las grandes corporaciones mediáticas? ¿Silenciarán el debate? ¿Se encargarán las multinacionales y los Consejos de Administración de escribir los editoriales? ¿Volverán a reducir el concepto de libertad de expresión a un canal y país concreto mientras ocultan otros de iguales circunstancias? ¿Le darán un carácter social a sus espacios? El tiempo lo dirá, aunque visto lo visto parece que los medios ya han elegido su modelo….
Juan José Rodríguez Rey es consultor de comunicación y politólogo)
Juan José Rodríguez Rey
Rebelión
En la pasada Cumbre de la OEA ha habido dos detalles que, si bien han sido minimizados por los grandes medios de comunicación, han sido significativos: el primero, que EEUU no ha conseguido cambiar la agenda de la reunión ni ha obtenido apoyo alguno para elaborar y aprobar una resolución de condena a Venezuela por el tema de la licencia de RCTV. El segundo detalle: en la foto oficial de mandatarios realizada en las exclusas de Miraflores (Canal de Panamá), Condolezza Rice aparece en la segunda fila, prácticamente sola y eclipsada por el Canciller de Venezuela, Nicolás Maduro.
Por perder, EEUU está perdiendo hasta las formas. El hecho de que su Secretaria de Estado, Condolezza Rice, se levante de la sesión y deje con la palabra en la boca al ministro venezolano (como así hizo) es sinónimo de dos cosas: debilidad ante los argumentos escuchados o bien la prepotencia de creer que la visión que uno defiende es la única verdad posible. En ambos casos es grave para los intereses norteamericanos. Primero, porque supone reconocer que hay alternativas muy viables a parte del american way of life (véase el ALBA-nombrado en la reunión por Nicaragua y Venezuela); y segundo, porque unas relaciones internacionales caracterizadas por el multilateralismo son incompatibles con las reacciones y formas de proceder unilaterales de los EEUU.
La espantada de Condolezza
EEUU volvió a hablar de Cuba y de Venezuela en los términos que acostumbra. De esta forma, propuso que el propio Secretario General de la OEA, el chileno José Miguel Insulza, encabezara una delegación para ver el cumplimiento de los derechos humanos, en especial el de libertad de expresión, en la República Bolivariana de Venezuela (con aplauso incluido de varios trabajadores de RCTV).
Sin embargo, no cayó en cuenta que los derechos humanos son un arma bastante arrojadiza. Más cuando se maneja un doble discurso. De esta forma, tuvo que escuchar de la delegación venezolana que si había que enviar delegaciones de la OEA a algún lugar era, principalmente, a dos sitios: a la frontera de México con EEUU (bien por la situación en la que se encuentran miles de latinoamericanos –“son perseguidos y cazados como animales, capturados, torturados y asesinados en las fronteras”-, bien por la construcción del muro fronterizo) y a Guantánamo (“¿Cuántos presos tienen ustedes en la cárcel de Guantánamo?, ¿Cuántos son? ¿Quiénes son? ¿Tienen derecho a la defensa? ¿Dónde los secuestraron?(…) Así que si de derechos humanos vamos a hablar tendría que hacerse una revisión profunda de las violaciones a que hemos sido sometidos los latinoamericanos y caribeños durante décadas de invasiones”).
Ante esto, Condolezza Rice no aguantó más, pidió su turno de réplica y se fue. Y eso que la representante estadounidense acababa de decir que “dialogar o debatir no sólo es un principio fundamental de la democracia si no que es necesario para tomar buenas decisiones”. Todo un ejemplo. Ni siquiera le dio tiempo a escuchar la petición del Canciller de Venezuela para que la nueva televisora venezolana pudiera entrar y entrevistar a los presos de Guantánamo. Y mucho menos ver como una persona propuesta por el Gobierno de Venezuela, Luz Patricia Mejía Guerrero, era una de las personas elegidas para la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
La OEA, un modelo estatista y poco democrático
En esta Cumbre de Panamá, se ha podido observar también que la Organización de Estados Americanos (OEA) dista todavía mucho de ser un lugar abierto y democrático donde se produzca un debate verdaderamente plural. Hasta la fecha han sido las entidades privadas quienes han gozado de recursos y espacio para desarrollar y promocionar sus tesis. En la Cumbre de Panamá, por ejemplo, se pudo observar cómo compartían discurso las autoridades nacionales (con su presidente Martín Torrijos a la cabeza) e internacionales (con representantes al más alto nivel, por ejemplo, de la Comisión Económica para América Latina de las Naciones Unidas (CEPAL) o el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). A su lado, consejeros y ejecutivos de empresas petroleras y eléctricas como BP, Empresa Propietaria de la Red, Petrobras, Pan American Energy, AES Corporation, EDENOR, ETESA o Interconexión Eléctrica S.A. Por no mencionar a representantes de las cámaras de comercio, gremios empresariales u otras multinacionales como COPA Airlines. De este diálogo empresarial han salido diversas propuestas que han sido entregadas a la OEA.
Cierto es que la OEA abrió un debate con determinadas organizaciones de la sociedad civil. Pero cierto es, también, que bien por falta de interés o por los propios procesos burocráticos de la organización multilateral, las propuestas ciudadanas pareciera que quedan en papel mojado. Así lo ha denunciado, por ejemplo, la “Coalición Internacional de Organizaciones para los Derechos Humanos en las Américas”. Menos cabida tienen aún aquellos grupos que cuestionan de manera firme el papel de la OEA o el proceso globalizador actual en LatinoaméricaLa OEA actual sigue pivotando sobre las decisiones de los Estados e influenciada por las grandes corporaciones multinacionales.
Una declaración al uso
De esta forma se entiende el hecho de que en la Asamblea General anual, recientemente clausurada, los países miembros han firmado una declaración conjunta sobre “Energía para el desarrollo sostenible”, el tema elegido para esta Cumbre. Como era de esperar, no se trata más que de una serie de buenas intenciones y recomendaciones que dependen de las legislaciones nacionales y de su voluntad real de cumplir lo allí firmado. Es tan ambiguo el documento que todos los miembros de la OEA lo han podido firmar. Todos reconocen la importancia de disponer de recursos energéticos “para la promoción de su desarrollo económico y social, de forma ambientalmente sostenible”, que les permita no depender de las fluctuaciones del mercado o de otros actores internacionales (léase potencias mundiales o regionales). Se habla de sostenibilidad a largo plazo, de la reducción de la contaminación y de la necesidad de buscar energías alternativas, como los biocombustibles, que alcanzan en esta declaración una posición muy significativa. Lo mismo que el sector privado, al que se le “reconoce su compromiso de estimular el aporte de recursos financieros con el propósito de promover la difusión y transferencia de tecnologías ambientalmente sostenibles” y de su “contribución (…) al desarrollo de las fuentes tradicionales y nuevas de energías y en la instalación de los sistemas y redes nacionales e internacionales de distribución”.
La lucha de dos modelos ideológicos contrapuestos
Sin embargo, no se puede dejar pasar por alto un detalle importante, y es que, por muy estatista y jerárquica que pueda ser la OEA, ésta no deja de ser una organización de Estados, por lo que dependerá de la propia evolución de los gobiernos. No cabe duda que EEUU es un defensor del status quo actual, basado en las leyes del mercado (apoyados en proyectos como el ALCA, los TLC´s o el Plan Puebla Panamá), la democracia representativa que conocemos y el pensamiento neoliberal. Con todo un apoyo financiero y mediático detrás. Posiblemente le sigan Mexico, El salvador, Colombia o Paraguay. Pero no es menos cierto que en el otro lado de la balanza están Nicaragua, Ecuador, Bolivia y Venezuela (sin olvidar los potenciales y puntuales apoyos de Brasil, Argentina o Chile), con un acuerdo de integración económico y solidario como el ALBA. No deja de ser la lucha de dos formas distintas de interpretar la economía, las relaciones sociales, la cooperación o la democracia. O lo que es lo mismo, el modelo capitalista neoliberal Vs el modelo socialista participativo (ambos con sus versiones, modalidades y contradicciones).
En esa lucha de transformación no sólo se encuentran determinados Estados. También hay que destacar el papel de las organizaciones populares. Mientras se celebraba la Asamblea General de la Organización de Estados Americanos, se desarrolló la Cumbre Social Alternativa, organizada por el Movimiento de los Pueblos Unidos por Nuestra América (MP UNA). En ella, se le da una importancia muy importante al cumplimiento real de los derechos económicos y sociales, a la integración latinoamericana bajo los lineamientos del ALBA o a la defensa de un modelo energético y de desarrollo basado en parámetros diferentes al consumismo y el libre mercado. Por tanto, los países miembros de la OEA que persiguen un cambio de modelo político, económico, social y cultural cuentan con el apoyo de sectores populares en la región. De la capacidad de incidencia de cada uno –en su ámbito respectivo- puede estar la posibilidad de una reorientación ideológica y programática de la propia OEA. Aunque sea por fases.
En definitiva
Si algo ha demostrado la XXXVII Asamblea General de la Organización de Estados Americanos (OEA), celebrada recientemente en Panamá, es que las fuerzas dentro de esa organización multilateral han variado al albor de los cambios políticos que se han producido en el continente. Sin embargo, la OEA sigue siendo una organización semicerrada donde los Estados adquieren un papel fundamental. Sólo las grandes organizaciones empresariales parecen poder condicionar, en parte, las decisiones y resoluciones adoptadas en este organismo.
Por lo demás, en esta última Cumbre se ha podido constatar otro aspecto: los lineamientos (nada nuevo por otro lado) que han seguido los grandes medios de comunicación. Convirtieron en espectáculo el asunto de RCTV y en ningún momento propiciaron el debate sobre lo tratado en la reunión. De hecho, de las 100 resoluciones y declaraciones que se han aprobado en esta Cumbre no han analizado ni una. Y eso que hay temas muy importantes como la futura Carta Social de las Américas, propuesta por Venezuela. Este año se discutirá una Carta que habla de la necesidad de reconocer los derechos económicos y sociales y de la obligación de los Estados (a través de ayudas públicas y prestaciones sociales) para con los más desfavorecidos. Toda una novedad para muchos países del área. Por tanto, volverán a enfrentarse en la OEA dos modelos diferentes de entender el mundo. ¿Con que distracción vendrán en ese momento las grandes corporaciones mediáticas? ¿Silenciarán el debate? ¿Se encargarán las multinacionales y los Consejos de Administración de escribir los editoriales? ¿Volverán a reducir el concepto de libertad de expresión a un canal y país concreto mientras ocultan otros de iguales circunstancias? ¿Le darán un carácter social a sus espacios? El tiempo lo dirá, aunque visto lo visto parece que los medios ya han elegido su modelo….
Juan José Rodríguez Rey es consultor de comunicación y politólogo)
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