25/11/07

Cómo creció Brasil y retrocedió Argentina

El caso del petróleo es paradigmático. Hace 50 años Brasil no tenía y Argentina era una potencia. Hoy acá escasea, mientras en el norte se forjó una de las principales naciones energéticas del globo. Algo similar pasa en otras áreas estratégicas, como la industria naval o aeronáutica. El crecimiento brasileño hace más evidentes los retrocesos argentinos. Cuáles son las causas y cómo trocó de manos la locomotora del Cono Sur. Mirada de diversos especialistas nacionales
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Esteban M. Trebucq
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Argentina y Brasil tienen pocas similitudes. Los dos socios más importantes del Mercosur están más cerca geográficamente que en otras cuestiones tanto o más importantes. La natural barrera idiomática y la diferente composición social son hechos distintivos de cada uno de ellos, insoslayables, evidentes y trascendentes. Con aires europeizantes, apoyada por una inmigración más diversa, a mediados del siglo XX Argentina hacía más notorias las diferencias. Su clase media, casi iconográfica de América Latina, era una de las causas madre del desequilibrio comparativo. Pero en 50 años todo cambió, como la taba cuando se da vuelta en el juego criollo por antonomasia. La locomotora del Cono Sur trocó de manos como una decantación lógica luego de políticas de Estado dirigidas hacia ese fin. Los progresos allá, en el otrora norte caricaturizado, hacen más evidentes los retrocesos acá, en el otrora granero del mundo. No es que ahora ni si quieran vienen a comprar exclusivamente los granos acá, sino que el vecino del sur es cada vez más diminuto ante la expansión brasileña. Hay varios hechos contrastables que permiten sustentar esta línea de razonamiento. El más evidente, por notorio y reciente, es el del petróleo. Pero no es el único. Hoy eligió, con el elemento subjetivo intrínseco de cualquier elección, algunos otros para prestarse a este juego de comparaciones y contribuir a la reflexión.
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I+D (Investigación y Desarrollo)
Argentina destinó en 2006, el 0,30% del Producto Bruto Interno (PBI) a la actividad científica y tecnológica, mientras Brasil utilizó el 1,3% para el mismo sector de su PBI. Convocado por este medio al juego de las comparaciones, el ex presidente de la UNLP, físico e investigador superior del Conicet, Angel Plastino, ilustró: “Ambas naciones iniciaron hacia los años ‘60 el camino de la industrialización a partir de un desarrollo científico impulsado por la universidades. En nuestro medio, el presidente (Arturo) Frondizi creó en 1958 el Conicet bajo la conducción de un Premio Nobel (Bernardo Houssay), las dedicaciones exclusivas en las Universidades Argentinas, el INTI y el INTA. En ese entonces, el producto industrial de nuestro país era similar al de Brasil. Hoy nuestro vecino figura entre las 10 potencias industriales más importantes del planeta; nosotros prácticamente no existimos en este rubro”. “Brasil continuó ininterrumpidamente hasta hoy la política de crecimiento industrial basado en la ciencia, bajo regímenes civiles y militares, sin que importase la bandería política”. Políticas de Estado que le dicen.
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Industria naval
Aunque parezca increíble, un país con 4.725 kilómetros de costa marítima y decenas de ríos navegables, rutas estratégicas para el transporte de diversas mercaderías, hoy apenas tiene un puñado de barcos en los que ondea la bandera celeste y blanca. El decreto 1.772 de 1991 fue la primera bala que hirió a esta industria, generadora de empleo y vital para el desarrollo de un país. Esta norma permitió matricular buques argentinos, con banderas de conveniencia de países como Panamá, Liberia, Honduras, Bermudas, Bahamas o Malta, entre muchos otros. También se las llamó “banderas de refugio“. ¿El motivo? Estas naciones prácticamente carecen de legislación sobre la materia. Las consecuencias fueron lógicas. “Hubo una debacle total, prácticamente nos quedamos sin flota. La Marina Mercante, que tenía buenos barcos y mejores tripulantes, empezó a desaparecer. Mucha gente se quedó sin trabajo“, apuntó a Hoy el Capitán de Ultramar Ricardo Hermelo, que navegó en la Marina Militar y Mercante por cinco décadas. Un sector de la industria comienza a recuperarse gracias al decreto 1010/04 de Kirchner para que los propietarios y/o armadores que habían optado por el régimen anterior de “bandera de refugio”, restituyan la celeste y blanca en sus embarcaciones. Brasil, en cambio, otro país mirando hacia el mundo con el litoral marítimo más importante de la región, es una potencia naval, militar e industrial. “El mismo concepto aplicado para el desarrollo del petróleo fue para la industria naval, porque hace 50 años no tenían nada. Pero pusieron en marcha una política de Estado que no se alteró ni con los cambios de gobierno. El grupo de empresarios que forma parte de Itamaratí (poderoso think tank afincado en San Pablo), motorizó y acompañó estos avances. La cuestión es la siguiente: el presidente que llega no despotrica contra el anterior y cambia todo; lo que está bien sigue, se profundiza”, opinó Enrique Gadea, profesor de la Escuela Naval Militar, capitán de corbeta retirado y asesor de empresas.
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Industria aeronáutica
Aquí radica otro ejemplo paradigmático. “La historia de la industria aero-náutica argentina se remonta a los inicios de la aviación misma”, explicó a Hoy durante un informe periodístico sobre el sector, el director del Area Departamental de Aeronáutica de la facultad de Ingeniería de la UNLP, Mariano Martínez. “Nuestro país fue pionero en muchos de los adelantos que luego prosperaron en otros lugares del mundo, pero no aquí. Acá, por ejemplo, se cons- truyó uno de los primeros aviones a reacción del mundo (el Pulqui I); gente de todo el mundo venía a conocerlo y presenciar sus ensayos”, apuntó este ingeniero. Nuestro país fabricó aviones de mediano porte hasta principios de la década del ‘90. “En ese momento asistimos al desmantelamiento de la industria nacional, la aeronáutica no fue una excepción. Ahí fue concesionada a Lockheed Martin la antigua fábrica militar de aviones ubicada en Córdoba. Dicha concesión marcó el final de nuestra Industria Aeronáutica (IA) de gran escala”, señaló su colega de la UNLP Cristóbal Brito, radicado en Frankfurt (Alemania), donde trabajó en el desarrollo del avión de pasajeros más grande del mundo, el Airbus 380. Argentina ni produce ni tiene aviones. ¿Brasil? Es el cuarto productor mundial de aviones comerciales (35 a 110 plazas), gracias al crecimiento exponencial de su empresa Embraer. “Si uno compara Embraer con los esfuerzos invertidos en la Argentina se preguntará qué nos pasó. Por qué ellos logran vender hoy decenas de aviones de gran tecnología y participan de una industria y comercio muy interesante y nosotros no. La curiosa respuesta es que Brasil invirtió más y distinto. Mientras ellos tienen una industria en marcha, con resultados a la vista, acá prácticamente no hay nada”, sintetizó el licenciado Luis Franco, editor de la revista especializada Aeromarket.
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Industria petrolera
En febrero de 2006 Luis Cazau, profesor ti- tular de la Cátedra de Geocombustibles de la Facultad de Ciencias Naturales de la UNLP, observó: “Brasil se preparó durante años como si tuviera petróleo al nivel de Arabia Saudita. Colocó becarios en las principales universidades del mundo y desarrolló la mejor tecnología de perforación aguas adentro del pla- neta. Hoy nos superó ampliamente”. “Cuando trabajaba -contó- en YPF en los ‘80, Argentina producía 10 veces más que Brasil. En ese momento, la empresa contrató a un consultor ita- liano, que daba clases en la Universidad de Illinois (EEUU). Nos decía que no entendía cómo Brasil tenía tantos becarios con tan poco petróleo”. Hoy los resultados son una consecuencia. Hace poco más de una semana el gobierno de Lula anunció el descubrimiento de un yacimiento de petróleo que tendría entre 5 mil y 8 mil millones de barriles de crudo y gas; lo que representa el 50% más de las reservas certificadas de ese país. La cifra impresiona: Brasil se ubica así entre las principales 14 naciones petroleras del globo, con posibilidades concretas de ingresar a la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo). Argentina está 31 en el mismo ranking, con reservas comprobadas solamente para los próximos 8 años, con un participación escuálida del 0,35% en el mercado mundial. Después de esa fecha, el país del petróleo continental de América Latina se quedará sin petróleo y sin gas. Dato trascendente: todo el petróleo brasileño está aguas adentro (el reciente yacimiento fue encontrado a 7 mil metros de profundidad, tiene una longitud de más de 800 kilómetros y una espesura de 200 km), con la complejidad que ello significa, en Argentina aún ni siquiera se sabe si hay oro negro en su plataforma submarina. La exploración es sumamente embrionaria. Allá este recurso estratégico y no renovable es manejado por el Estado y acá por empresas privadas.
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Informática
“Entre los ‘60 y ‘70 en Brasil se definieron las áreas clave para el desarrollo, y entre ellas se ubicó como pilares a la ciencia y tecnología. En ese entonces mandaban oleadas de profesionales a realizar posgrados en el exterior en todas las disciplinas. A tal punto que a fines de los ‘80 para ser profesor en Informática en Brasil había que tener un doctorado afuera. Hay un dato clave: les daban todo para estudiar afuera, pero luego regresaban a su país a aplicar esos conocimientos”, contó a Hoy Gustavo Rossi, titular del Laboratorio de Investigación y Formación en Informática Avanzada (Lifia) de la UNLP y doctorado en informática en la Pontificia Universidad Católica de Río de Janeiro (UFRJ). Al igual que muchos de sus colegas, él también remarcó la continuidad de las políticas de Estado. “Hoy están unos 25 años delante de nuestro”, se lamenta. Un dato muy gráfico: la UFRJ tiene más doctores en Informática que toda la Argentina. Ingresar a estudiar allí es sumamente complejo, con un examen de rigor. ¿Cree todavía que Brasil y Argentina se parecen?
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Diario Hoy - Argentina/25/11/2007

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