4/11/07

Los ejes políticos en el siglo XXI

Uno de los posibles ejes se prefigura en el fracaso bélico y político de EE.UU. en el Oriente Medio; en la emergencia de nuevas potencias y en el valor ‘petróleo’ del siglo XXI.
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Uno de los posibles ejes se prefigura en el fracaso bélico y político de EE.UU. en el Oriente Medio; en la emergencia de nuevas potencias y en el valor ‘petróleo’ del siglo XXI.El término fue patentado a raíz del pacto firmado entre Alemania e Italia el 22 de mayo de 1939; luego se anexó Japón en lo que se denominó el triángulo, pero persistió el término acuñado entre nazis y fascistas. Desde entonces es utilizado, en los análisis geopolíticos y estratégicos, para señalar a la relación concertada entre Estados que persiguen un objetivo común.
Aunque su referencia puede ser peyorativa por la contraposición con el de ‘aliados’ y después de los ataques del 11 de septiembre del 2001, con el de ‘eje del mal’, su contenido actualmente se ubica en el tránsito de la unipolaridad que siguió a la guerra fría a una multiplicidad de frentes de otras identificaciones que hoy se observan.
El eje supone una similitud política o ideológica, la coincidencia frente a un adversario o enemigo y el compromiso de solidaridad y auxilio entre las partes concertadas.
Con estos antecedentes, tres elementos prefiguran uno de los posibles ejes de nuestros días: el fracaso bélico y político de los Estados Unidos en el Oriente Medio; la emergencia de nuevas potencias y el valor ‘petróleo’ convertido en el metal precioso de los primeros años del siglo XXI. Esta confluencia se concreta, por ejemplo, en la reivindicación geopolítica de Rusia, el liderazgo religioso y militar de Irán, así como en la potencial sucesión de Venezuela a la Cuba castrista. En ello coincide un enorme potencial energético, una poderosa liquidez financiera y una pertinaz agresividad contra los Estados Unidos.
En el Segunda Guerra Mundial, el eje requería de aliados geográficos que consoliden la expansión, pero en los tiempos actuales se necesita de adhesiones que causen preocupación política en las zonas de influencia de la potencia adversaria, como pudieran ser Bolivia y Nicaragua respecto a Estados Unidos.
El Gobierno de Ecuador no deja de expresar su simpatía, pero no se precipita. Mantiene una cordial distancia con la Alba, ingresa a la OPEP para ser parte de un bloque anti Arabia Saudita y estudia el malestar de las Fuerzas Armadas bolivianas ante la creciente ingerencia de Venezuela en temas atinentes a la seguridad nacional de ese país.
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El Comercio - Ecuador/04/11/2007

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