5/4/07

¿QUE LUGAR TIENE LA RELIGIÓN DENTRO DE LA CIENCIA?

¿Qué lugar tiene la religión dentro de la ciencia?

¿Debería la religión poseer un espacio dentro de la reflexión académica? El mundo actual exige una comprensión integral, entre ellas, la religiosa. ¿Excluir esta dimensión es reducir a la ciencia? Especialistas convocados por la UdeSA debaten acerca de esta cuestión

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REFLEXIÓN. “Es imposible proponer una adecuada explicación de los conflictos en Oriente sin entender el rol de las religiones, del nacionalismo y de legitimidades que contienen mixturas de enorme complejidad", opinó Carlos Floria, historiador y politólogo, profesor de la UBA y la UdeSA.

¿Qué lugar ocupa la fe dentro de la vida universitaria? ¿Debería la religión poseer un espacio dentro de la reflexión académica? A primera vista, quizás, puedan plantearse ciertos obstáculos debido a la difícil conciliación entre la fe religiosa, cualquiera de ellas, y los requisitos de tolerancia y libre pensamiento propios de la universidad.

Sin embargo, la realidad actual pareciera exhibir de manera evidente que la dimensión religiosa resulta constitutiva de la vida personal y colectiva. De hecho, ciertas explicaciones políticas y culturales de sucesos conmocionantes son insuficientes si no consideran la relación entre religión y espacio público como elemento fundamental en su comprensión.

Con el ánimo de tratar esta cuestión , la Universidad de San Andrés (UdeSA) organizó una mesa redonda denominada "Religión y Universidad". Los expertos invitados (pensadores, académicos y religiosos) dialogaron sobre el lugar del estudio de las religiones, la fe y la práctica religiosa en la educación superior. Los párrafos que siguen constituyen parte del debate realizado en esa ocasión.

Las dimensiones profundas de la persona

La cuestión, entonces, es si el estudio entre la relación de la religión y el espacio público debería estar ausente o presente en la reflexión universitaria. Considerando los actuales conflictos mundiales, la conclusión que surge es que resulta absolutamente necesario el análisis del fenómeno religioso dentro de la sociedad.

"Los expertos en relaciones internacionales constatan que esta dimensión es de atención indispensable para una razonable explicación de acontecimientos que atraviesan sociedades y regiones en todo el mundo. Es imposible, por ejemplo, proponer una adecuada explicación de los conflictos en Oriente sin entender el rol de las religiones, del nacionalismo y de legitimidades que contienen mixturas de enorme complejidad", indica Carlos Floria, historiador y politólogo, profesor de la UBA y la UdeSA.

Así lo confirma también Gerado Muniello, Pastor de la Iglesia Presbiteriana San Andrés, quien sostiene que "los occidentales muchas veces desvinculamos fe y vida. Pero resulta muy difícil interpretar la realidad de ciertos países si se carece de capacidad de reflexión teológica o de un conocimiento teológico contextual. Evidentemente tenemos que plantearnos si al soslayar la realidad de lo religioso no estamos acotando la formación de los estudiantes que pasan por nuestras universidades".

Por otra parte, si se considera que la universidad es el espacio en el que las personas van a buscar la verdad, entonces, la religión no puede estar ausente de sus claustros. Respecto de esta afirmación, Paola Delbosco, Doctora en Filosofía e Investigadora del IAE, señala que "es la universidad la cima donde crecen las inquietudes. En este sentido, la fe y la religión, las convicciones profundas, son temas que deben estar presentes en ella. De lo contrario, no se reflejará en la cultura una imagen plena del ser humano. La posibilidad de abordar estos temas debería ser parte de la formación académica".

Siguiendo este razonamiento, puede concebirse a la universidad como un espacio abierto a la universalidad del acceso a la realidad sin ninguna limitación. "No es un lugar donde se enseña, sino muchísimo más. Es la experiencia de apertura a los trascendentales. No sólo a la verdad, sino también al bien y a la belleza. No se concibe una universidad que no esté atravesada por un proyecto ético porque, entre otras cosas, buscar la verdad y controlar que no se mienta es un proyecto ético", asegura el Padre Rafael Braun, sacerdote católico y Doctor en Filosofía.

Desde otro punto de vista, la fe se concibe como una de las dimensiones más profundas de las personas. En este sentido, José Luis Galimidi, Doctor en Filosofía y profesor en la UBA y la UdeSA, sostiene que "la esfera religiosa es una parte objetivamente sustantiva de la vida social y cultural, y, en principio, no tiene por qué merecer menos atención que otros estudios humanísticos. La guerra no ha desaparecido del horizonte contemporáneo, y en ella la dimensión religiosa sigue desempeñando, para bien y para mal, un papel protagónico. Personalmente, no creo que sea el caso, pero, aunque más no fuera porque se lo considera el "opio de los pueblos", estudiar los diferentes aspectos del fenómeno religioso con la seriedad y la libertad académicas que corresponde podría ser un mensaje de apertura y de lucidez intelectual".

La neutralización de las ciencias

Sin embargo, en el espacio académico pareciera subsistir una idea implícita que indica que la religión puede generar un cierto peligro de obstrucción en el desarrollo del pensamiento. "Allí es donde opera el liberal restraint, la idea de que es mejor no hablar de ciertas cosas para mantener abierto el diálogo. Desde esta posición, una idea tan fuerte como la de una verdad revelada puede interrumpir la conversación propia de una comunidad académica", sostiene uno de los impulsores de este diálogo, Eduardo Zimmermann, Rector de la UdeSA.

Esta restricción puede traducirse como una tendencia a neutralizar los conocimientos y el pensamiento, eliminando todo vestigio religioso. "Muchas veces la academia tiene un carácter abstracto. Se sustraen de su ámbito creencias o convicciones personales para neutralizar la búsqueda en la disciplina. Admitir el costado religioso sería reconocer una dimensión humana profunda, siempre presente, cualquiera sea la respuesta. Sin embargo, se advierte la presión de la cultura vigente por alejarse de esos temas, sobre todo en la universidad", señala Delbosco.

La cuestión es descubrir si la religión enriquece a la ciencia. Sobre esta idea el Padre Braun asegura que "considerar a la razón, y peor todavía a la razón científica, como el canal exclusivo de acceso al conocimiento de la realidad aún marca muchísimo a la universidad. Tradicionalmente hubo una partición ineludible entre ciencias de la naturaleza y ciencias del hombre, pero hoy es mucho más marcada. La razón filosófica no es la razón de la ciencia. Y en este momento, la religión debería entrar en la universidad así como entran la filosofía, la poesía, el arte".

De todas formas, la religión no responde a un credo exclusivo, sino que se identifica con la espiritualidad de la persona en su dimensión integral. "Sucede que cuando hoy se piensa en espiritualidad no se está pensando en religión. Quienes estamos en el ámbito religioso sabemos que religión y espiritualidad tienen muchas cosas en común, pero debemos comprender que para el común de la gente, -religión- es sinónimo de dogmas, estructuras doctrinales, tradiciones eclesiásticas. En efecto, no se trata de esto; pero sí es preciso interpretar la espiritualidad como la necesidad de lo trascendente que las personas, sean religiosas o no, experimentan, producto quizá de frustraciones, de tantas expectativas generadas en el siglo XX", explica Muniello.

Si bien el debate de las ideas constituye un ámbito fundamental en la generación de realidades, el pensamiento debe trasladarse necesariamente a lo concreto para adquirir condiciones de entidad. La pregunta, entonces, es ¿cómo debería abordarse la cuestión religiosa dentro de la universidad?

En principio, debido a las características del tema es probable que no logre captar un interés multitudinario. A juicio de Paola Delbosco "tal vez haya que pensar un ofrecimiento distinto, imaginativo, que mire hacia el futuro, sin resabios de imposiciones abusivas, que atienda las reales necesidades, de tal modo que muchas personas en búsqueda de la verdad que no encuentran respuestas, quizás puedan encontrarlas, al mismo tiempo que otras, que creen que tienen todo resuelto, puedan sentirse interpeladas por nuevas preguntas".

A su vez, lejos de la tradición aséptica de las ciencias, Delbosco propone que los docentes, como maestros, elijan estar presentes en la universidad desde su convicción personal profunda. "Maestro, en el fondo, es el que permite un intenso encuentro entre las personas y no puede dejar de hacerlo también desde sus convicciones. Probablemente haya capas diferentes; no me refiero tanto al contenido de una enseñanza sino a que el profesor no está frente a los alumnos de manera abstracta sino concreta, real. Y si es así en algún momento aparecen también sus convicciones. Se trata de algo que no puede ser puesto entre paréntesis".

Braun propone tres niveles de acceso a la religión desde lo universitario . "Sería un enriquecimiento para las universidades que las diversas comunidades religiosas pudieran tener un espacio para atender autónomamente las necesidades espirituales de sus miembros".

En segundo lugar, "la religión puede entrar en la vida académica como conocimiento. Esto implicaría currículums flexibles y no cerrados, con la posibilidad de acreditar acciones o actuar fuera de los créditos, conferencias, difusión de pensamiento religioso. Este tratamiento de los problemas religiosos es el mejor antídoto para el fundamentalismo; es decir, para temperarlo". Y en tercer lugar, la religión puede entrar como parte de la cultura.

Muniello, por último, ejemplifica lo sucedido en otros países. En Harvard existe un Divinity School. Y existen acuerdos institucionales entre las diversas universidades. "En este sentido, creo que la solución sea crear una dimensión interna académica religiosa, pero sí generar o participar de un diálogo académico de pensamiento religioso con gente de primer nivel. Un profesor universitario debe ser culto; no digo creyente pero sí abierto a lo religioso. No es preciso que sea artista pero sí comprender de arte. Hay que perder el miedo a la presencia académica del tema".

Fuente: Universia

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