15/9/07

Irán: los enormes gastos y las sanciones frenan el crecimiento

La economía de Irán sigue con un rendimiento incierto. La inflación y el desempleo están aún a niveles altos y el gasto público para necesidades de la población se mantiene constante, con un sistema de subsidio que necesita ser revisado. Ya hay algunos cambios en marcha, como el racionamiento de combustible y la campaña de privatizaciones para atraer capital extranjero. La difícil situación de la cuestión nuclear constituye sin embargo un freno a las inversiones extranjeras, mientras la dependencia de los ingresos del petróleo hace al país aún muy vulnerable.

Stefano Torelli

Una economía con altibajos

Aún es pronto para hablar de economía en crisis, como se sugiere desde muchos sectores de Estados Unidos, pero lo que sí es cierto es que al sistema económico iraní le cuesta despegar. A pesar de las dificultades a las que tiene que hacer frente, en los últimos 3 años el país ha registrado una tasa de crecimiento anual del 5,8%, con un índice de pobreza que, gracias al gasto realizado por los planes de asistencia social, ha bajado del 16% en el 2005 al 13% actual (según estimaciones del UNDP, United Nations Development Program). Al gobierno le preocupa la combinación de dos datos: el impresionante crecimiento demográfico y la menor disponibilidad de puestos de trabajo. Irán ha duplicado su población en los últimos 20 años y actualmente el 67% de sus habitantes (unos 47 millones) tiene menos de 25 años. Se calcula que cada año entran en el mercado laboral 700 mil nuevas personas, frente a una oferta de 400 mil puestos disponibles. Con estas cifras, es fácil entender que el desempleo sea una cuestión apremiante, con un índice del 15% (un 33% superior a la de hace dos años). Además, los precios de los bienes continúan subiendo, llevando la inflación cerca del 18%, cantidad que haría necesaria una intervención estatal para intentar encauzar el problema.
Los gastos del gobierno son aún muy elevados sobre todo a causa de dos factores: el bienestar social y la tecnología nuclear. En 2006 el gobierno de Teherán ha gastado alrededor de 49 mil millones de dólares (cerca del 8% del total del PIB) en subsidios, repartidos en agricultura, medicinas, bienes básicos, pero sobre todo, energía. Más del 85% de los subsidios (unos 42 mil millones de dólares) se han gastado en electricidad, combustible, diesel y gas natural. Del mismo modo, se han desembolsado enormes cantidades anuales para sufragar el programa nuclear del país, con el objetivo declarado de producir 6.000 MW de energía eléctrica en centrales nucleares, a partir de 2010; una producción que supondría alrededor del 20% de la electricidad total consumida en Irán. Para complicar aún más la situación, el sistema fiscal es débil y no permite una recaudación eficiente de los impuestos. La economía informal está todavía muy difundida y tiene un considerable pesoen el balance estatal. Además tienen una alta incidencia las Bonyads, fundaciones de caridad que se ocupan de coordinar y llevar a cabo programas de asistencia social, convertidas en auténticos imperios económicos. Se calcula que estas asociaciones gestionan el 20% del PIB del país, actuando relativamente libres del control estatal y, además, exentas de pagar impuestos. Así las cosas, no es difícil imaginar que se hayan creado estructuras de poder clientelistas y sujetas a altos niveles de corrupción, que en algunos casos actúan en competencia directa con el propio sistema estatal y condicionando de manera significativa la ya difícil situación del fisco.
A los problemas arriba citados hay que añadir el inadecuado sistema bancario. El control gubernamental sobre los bancos y el mercado de créditos es todavía rígido y no deja mucho margen de maniobra. También, por efecto del estado actual de este sector, así como por la inestabilidad política que ha generado la cuestión nuclear, es difícil atraer capital extranjero al país, que actuaría como un revulsivo para el crecimiento y el desarrollo que necesita Teherán.

Privatizaciones: una tímida aproximación

El presidente Ahmadinejad ha lanzado una campaña para combatir el desempleo y solicitar inversiones extranjeras en el país. En particular es destacable la OPV de la mayor compañía productora de aluminio iraní, IRALCO. La empresa fue valorada en unos 220 millones de dólares, aunque por el momento sólo un 5% del total se encuentra en el mercado de valores. La oferta, lanzada en junio, ha registrado buenos resultados, con aproximadamente 11 millones de dólares en acciones vendidas. A finales de agosto se han sacado al mercado también acciones de la segunda compañía productora de acero, Khuzestan Steel. La primera en importancia, Mobarakeh Steel Company (MSC), ya en cotización, ha tenido un crecimiento del valor de sus acciones del 25%, así que se espera que la venta de Khuzestan Steel produzca los mismos efectos. Además, la compañía se encuentra en un excelente estado de salud, con un crecimiento de los beneficios del 14% en el último año, frente a un aumento de producción de apenas un 1%. Por primera vez desde el inicio de la ola de privatizaciones el gobierno ha ofrecido también acciones de sus empresas en el sector del cemento. El 15 de julio se cotizaron en el mercado de valores de Teherán los títulos de Dashtestan Cement. El mercado estableció para ella un valor de 83 millones de dólares; la OPV sin embargo no ha ido como se esperaba, ya que sólo el 1% de las acciones ofrecidas (el 5%) ha sido vendido.
En general, las condiciones de las inversiones en el mercado de valores iraní ha cambiado positivamente en los últimos dos meses, sobre todo a raíz de los recientes acontecimientos políticos, especialmente por los dos históricos encuentros entre representantes diplomáticos de Teherán y Washington para discutir sobre la cuestión iraquí, los primeros tras casi 30 años de relaciones congeladas. A pesar de que no se ha llegado a un acuerdo sobre las ambiciones nucleares de Irán, las intenciones manifestadas por ambas partes de continuar con las reuniones han sido acogidas favorablemente por los inversores en la Bolsa de Teherán. La situación política de la región sigue, sin embargo, siendo poco estable y las privatizaciones han echado a andar de manera bastante discreta, de manera que, a pesar de algunas pequeñas mejoras, el volumen del comercio de acciones se sitúa siempre en unos niveles parecidos (unos 20 millones de dólares) y está limitado en su mayor parte a inversores institucionales.
Está en proyecto una propuesta para crear una Bolsa del Petróleo iraní para competir con la NYMEX de Nueva York y la IPE de Londres, en la que las transacciones se hagan en una divisa diferente al dólar. El objetivo es por una parte el de atraer al comercio internacional del petróleo en Oriente Medio y por otra superar la influencia de la divisa estadounidense en el sector, animando a los inversores a pagar en euros. La compañía china Zhuhai Zhemong Trading, que importa desde Irán 240 mil barriles de petróleo diarios (el 10% de la exportación total de Teherán) ya ha anunciado su pase del dólar al euro, del mismo modo que las refinerías japonesas, que compran 500 mil barriles al día de Irán, están considerando la idea de pagar en yenes. El mercado del petróleo sigue siendo sin embargo demasiado sensible a los cambios políticos y por esta razón no parece posible la creación de una bolsa del petróleo iraní a corto plazo.

El sector energético

La principal preocupación de Teherán en este momento parece ser la diversificación de las fuentes de energía. Los subsidios a los combustibles, que los iraníes pagan a menos de un 20% de su valor real, habían hecho subir la demanda de gasolina hasta unos niveles altísimos, con un consumo que superaba en un 75% a la producción. De esta manera, el país se vio obligado a importar combustible por un valor total de 6 mil millones de dólares. Los bajísimos precios no sólo influían sobre el consumo, sino también sobre el contrabando (en el mercado negro se ponían 10 millones de litros al día), sin considerar los problemas relacionados con el tráfico y la contaminación en las áreas urbanas. Ahmadinejad tomó la decisión de racionar la gasolina, poniendo un techo de 100 litros al mes por vehículo (véase Irán: la política de racionamientos y el final de las subvenciones al combustible). Los resultados registrados hasta hoy hablan de una reducción del consumo diario del 30%, del tráfico de Teherán del 20% y una mejora de la calidad del aire del 30%. Además, se ha registrado un crecimiento del 8% de pasajeros en el transporte público. La estrategia de Teherán es ir cambiando gradualmente la fuente de energía doméstica del petróleo al gas natural, llevando la red de gas a todas las ciudades. Así estaría disponible una cantidad mayor de petróleo, que es más rentable y fácil de transportar, para la exportación (actualmente el 80% de los ingresos por exportaciones, alrededor de 50 mil millones de dólares, provienen del petróleo).
En esta misma óptica, se está llevando a cabo un proyecto de Iran Khodro, la mayor empresa productora de automóviles de Oriente Medio, para la conversión de coches a CNG (Compressed Natural Gas), a razón de 1,2 millones de vehículos al año. En este marco Irán, segundo productor mundial de gas natural, tiene previsto dotar a la mayoría de estaciones de servicio de CNG en un plazo de 5 años. También se están proporcionando incentivos para la compra de este tipo de vehículos. En 2006 se produjeron más de un millón de vehículos propulsados por CNG, por un valor total de 12 mil millones de dólares. El objetivo es el de alcanzar la conversión total para 2015. En este sentido cabe subrayar que el gobierno ha anunciado una inversión de 80 millones de dólares para la construcción de unas instalaciones de producción de Iran Khodro en Senegal.

Conclusiones

El miedo a un aislamiento internacional, relacionado con la falta de acuerdos alcanzados en materia nuclear, lleva al gobierno de Teherán a buscar fuentes alternativas de energía. Actualmente el suministro de combustible desde el exterior supone alrededor de un 40% del total, haciendo que el país sea dependiente de esta importación. Irán necesita reinvertir cerca de 10 mil millones al año para mantener la producción de petróleo en los niveles actuales, aunque su capacidad es inferior en una tercera parte a esa cifra. La falta de tecnologías adecuadas para el refinado sigue siendo el principal problema del sector, y es difícil que se solucione a través de inversiones extranjeras, paralizadas por las sanciones impuestas por la comunidad internacional.
La dependencia de los ingresos por el petróleo pone al país en peligro, sobre todo en caso de un hipotético descenso de la producción o de los precios del petróleo (cuya subida está suponiendo unos ingresos considerables para el país). En este marco, preocupa sobre todo la ausencia de un plan de diversificación de la economía, que pueda asegurar una buena rentabilidad para el país, en caso de un hipotético desplome del mercado petrolífero. El sistema muestra grandes lagunas, desde la recaudación de impuestos, a los subsidios mal planificados, pasando por la corrupción y el contrabando, que requieren reformas de manera urgente. Como trasfondo, la cuestión de la tecnología nuclear determinará también las decisiones del país en materia económica y comprometerá su estabilidad a corto o medio plazo.
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Equilibri.net - Italy/15/09/2007

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