Palestina: un escenario de dependencia económica y subdesarrollo
Desde 2006, la capacidad productiva de Cisjordania ha caído de tal manera que ha anulado la débil recuperación registrada en el bienio 2003-2005: el crecimiento ha registrado una bajada del 0,1% y el PIB per capita ha vuelto a los valores críticos del primer bienio de la Segunda Intifada, alrededor de los 1.100 dólares. Más allá de los indicadores económicos negativos, las señales de alarma más preocupantes tienen que ver con la pérdida de productividad de todos los sectores y el cambio en la composición de la economía, cada vez más guiada por el consumo, tanto público como privado, alentado por las ayudas de los donantes y las remesas desde el extranjero.
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Elisa Morici
Elisa Morici
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Actualmente, Cisjordania sólo es capaz de producir dos terceras partes de lo que podía producir hace diez años; la satisfacción de las necesidades internas depende cada vez en mayor medida de las importaciones, procedentes sobre todo de Israel. La base productiva nacional se está empobreciendo por falta de inversiones por parte del empresariado local, cuyas expectativas desfavorables han determinado otras opciones de inversión o han provocado el desplazamiento de capitales al extranjero, así como por la pérdida de inversiones extranjeras, que en los dos últimos años han registrado un valor prácticamente nulo.
Actualmente, Cisjordania sólo es capaz de producir dos terceras partes de lo que podía producir hace diez años; la satisfacción de las necesidades internas depende cada vez en mayor medida de las importaciones, procedentes sobre todo de Israel. La base productiva nacional se está empobreciendo por falta de inversiones por parte del empresariado local, cuyas expectativas desfavorables han determinado otras opciones de inversión o han provocado el desplazamiento de capitales al extranjero, así como por la pérdida de inversiones extranjeras, que en los dos últimos años han registrado un valor prácticamente nulo.
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En una entrevista concedida en agosto por el Instituto Central de Estadística Palestino (Palestinian Central Bureau of Statistics – PCBS), los empresarios declararon encontrar cada vez más dificultades en el aprovisionamiento de materias primas y de otros inputs para la producción: para el 70% de los entrevistados esto se debe a las medidas restrictivas en materia de movilidad impuestas por Israel a la población y a las mercancías palestinas, mientras que sólo el 18% atribuye el empeoramiento económico a la inestabilidad política de la Autoridad Palestina a raíz de los hechos de Gaza. Las medidas aplicadas por el ejército israelí han establecido zonas de acceso limitado que dificultan el transcurso normal de la actividad económica. El número de checkpoints está en continuo incremento: en base a los datos del Office for the Coordination of Humanitarian Affaire (OCHA) de Naciones Unidas, a principios de 2007 había 528 puestos de bloque permanentes y cerca de 100 flying checkpoints; en mayo, el número de puestos permanentes había subido a 549 y el de móviles a 200, mientras que, según los últimos datos disponibles, de agosto pasado, hay 563 puestos de control permanentes y alrededor de otros 200 provisionales. El paso por un checkpoint implica ya en sí un retraso, en la medida en que requiere mostrar un permiso a los militares israelíes; según las valoraciones de las condiciones de seguridad, así como durante las festividades israelíes, el paso puede ser incluso denegado, en cuyo caso es necesario recurrir a otro paso, con lo que se prolonga el recorrido, haciéndose hasta cuatro o cinco veces mayor.No todas las carreteras son practicables para los palestinos: hay una red viaria de 1.661 km reservada en exclusiva a vehículos israelíes y al desplazamiento de los colonos, y no se permite su uso a los palestinos. Para el COGAT (Israeli’s Office for Coordination of Government Activities in the Territories), se trata de una medida de seguridad destinada a evitar roces entre las dos poblaciones, pero, tal como subrayan los observadores internacionales, el perjuicio es únicamente para los palestinos.También por razones de seguridad, desde agosto de 2006 una ordenanza militar israelí prohíbe el acceso al Valle del Jordán a los palestinos no residentes. La zona en cuestión representa la conexión principal entre los Territorios Palestinos y Jordania y es una fuente de negocio agrícola muy valiosa, de la que se aprovechan por el momento sólo los colonos israelíes.Finalmente, la construcción del muro de separación en la parte occidental de Cisjordania, juzgada por las máximas autoridades israelíes como una medida indispensable para la protección de su país contra acciones terroristas, resulta ser una barrera física, vigilada por medio de la tecnología militar más sofisticada y reforzada por los rígidos permisos que se requieren para franquearla. Este muro provoca que el comercio de Cisjordania hacia Israel sufra retrasos o incluso, en ocasiones, haya llegado a detenerse. La Security Fence, según la denominación oficial israelí, o el Expansion and Annexation Wall, tal como lo llaman las autoridades palestinas, ocupa alrededor de un 8,5% del territorio cisjordano. Entre el muro y la Green Line (la línea de armisticio de 1949 entre Israel y Cisjordania) existe una zona intermedia, la Seam Zone, cuyo acceso está controlado por el ejército israelí; en la parte oriental del sistema se ha establecido además una zona de colchón de entre 150 y 200 metros, en la que se impide cualquier tipo de construcción o actividad no autorizada por la Israeli Defense Force. Al norte, donde la barrera ya está completada, las entrevistas del PCBS integradas por los monitoreos del OCHA indican que el 60% de las familias propietarias de un terreno en la Seam Zone no han obtenido el permiso para acceder al mismo; el 22% de las tierras incluidas en ella sólo se pueden alcanzar a pie, sin posibilidad de empleo de medios de transporte; finalmente, de las 61 vallas que permiten el tránsito, sólo 21 están abiertas durante todo el año, y de éstas el 36% no cumple los horarios de servicio establecidos.
En una entrevista concedida en agosto por el Instituto Central de Estadística Palestino (Palestinian Central Bureau of Statistics – PCBS), los empresarios declararon encontrar cada vez más dificultades en el aprovisionamiento de materias primas y de otros inputs para la producción: para el 70% de los entrevistados esto se debe a las medidas restrictivas en materia de movilidad impuestas por Israel a la población y a las mercancías palestinas, mientras que sólo el 18% atribuye el empeoramiento económico a la inestabilidad política de la Autoridad Palestina a raíz de los hechos de Gaza. Las medidas aplicadas por el ejército israelí han establecido zonas de acceso limitado que dificultan el transcurso normal de la actividad económica. El número de checkpoints está en continuo incremento: en base a los datos del Office for the Coordination of Humanitarian Affaire (OCHA) de Naciones Unidas, a principios de 2007 había 528 puestos de bloque permanentes y cerca de 100 flying checkpoints; en mayo, el número de puestos permanentes había subido a 549 y el de móviles a 200, mientras que, según los últimos datos disponibles, de agosto pasado, hay 563 puestos de control permanentes y alrededor de otros 200 provisionales. El paso por un checkpoint implica ya en sí un retraso, en la medida en que requiere mostrar un permiso a los militares israelíes; según las valoraciones de las condiciones de seguridad, así como durante las festividades israelíes, el paso puede ser incluso denegado, en cuyo caso es necesario recurrir a otro paso, con lo que se prolonga el recorrido, haciéndose hasta cuatro o cinco veces mayor.No todas las carreteras son practicables para los palestinos: hay una red viaria de 1.661 km reservada en exclusiva a vehículos israelíes y al desplazamiento de los colonos, y no se permite su uso a los palestinos. Para el COGAT (Israeli’s Office for Coordination of Government Activities in the Territories), se trata de una medida de seguridad destinada a evitar roces entre las dos poblaciones, pero, tal como subrayan los observadores internacionales, el perjuicio es únicamente para los palestinos.También por razones de seguridad, desde agosto de 2006 una ordenanza militar israelí prohíbe el acceso al Valle del Jordán a los palestinos no residentes. La zona en cuestión representa la conexión principal entre los Territorios Palestinos y Jordania y es una fuente de negocio agrícola muy valiosa, de la que se aprovechan por el momento sólo los colonos israelíes.Finalmente, la construcción del muro de separación en la parte occidental de Cisjordania, juzgada por las máximas autoridades israelíes como una medida indispensable para la protección de su país contra acciones terroristas, resulta ser una barrera física, vigilada por medio de la tecnología militar más sofisticada y reforzada por los rígidos permisos que se requieren para franquearla. Este muro provoca que el comercio de Cisjordania hacia Israel sufra retrasos o incluso, en ocasiones, haya llegado a detenerse. La Security Fence, según la denominación oficial israelí, o el Expansion and Annexation Wall, tal como lo llaman las autoridades palestinas, ocupa alrededor de un 8,5% del territorio cisjordano. Entre el muro y la Green Line (la línea de armisticio de 1949 entre Israel y Cisjordania) existe una zona intermedia, la Seam Zone, cuyo acceso está controlado por el ejército israelí; en la parte oriental del sistema se ha establecido además una zona de colchón de entre 150 y 200 metros, en la que se impide cualquier tipo de construcción o actividad no autorizada por la Israeli Defense Force. Al norte, donde la barrera ya está completada, las entrevistas del PCBS integradas por los monitoreos del OCHA indican que el 60% de las familias propietarias de un terreno en la Seam Zone no han obtenido el permiso para acceder al mismo; el 22% de las tierras incluidas en ella sólo se pueden alcanzar a pie, sin posibilidad de empleo de medios de transporte; finalmente, de las 61 vallas que permiten el tránsito, sólo 21 están abiertas durante todo el año, y de éstas el 36% no cumple los horarios de servicio establecidos.
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El territorio está dividido en cantones cada vez más pequeños y desconectados y el transporte se ha hecho ineficiente y costoso. Tras el golpe de estado de Hamas en la Franja de Gaza, las mercancías palestinas provenientes de Cisjordania no pueden atravesar el paso de Rafah con destino a Egipto y a los mercados internacionales. La vía de Jordania tampoco es practicable a causa de las prohibiciones israelíes, por lo que el acceso a los mercados internacionales está regulado casi exclusivamente por Israel. Todos los sectores económicos se han visto afectados negativamente por el aislamiento: en 2006, el sector de la construcción perdió el 13% de su valor en el PIB real, la industria el 6% y los servicios el 4%. Muchas empresas se ven obligadas a cerrar por la imposibilidad de recibir sus inputs de producción o porque los costes son mayores que los beneficios. La agricultura es probablemente la actividad más penalizada: el hecho de que no pueda llegar a sus mercados principales, como Israel, o al resto del mundo, obliga a un reajuste que concuerde con los bajísimos precios del mercado local; en la provincia de Hebrón y en Belén, algunos agricultores han decidido no hacer la vendimia de este año, ya que los costes no habrían sido sostenibles.Los efectos del empobrecimiento de la economía se reflejan en la renta disponible para las familias, en clara disminución, y en la tasa de pobreza: entre diciembre de 2006 y mayo de 2007 casi el 60% de las familias del sur de Cisjordania ha sufrido una disminución de su renta; en el norte el 54% de las familias y en el centro el 46%. En mayo de 2007, el 56% de las familias cisjordanas (compuestas por una media de dos adultos y cuatro niños) vivían con menos de 501,20$ al mes, por debajo del umbral de pobreza, mientras que el 26% de las familias se encontraba en condiciones de pobreza extrema (menos de 250,60$ mensuales). Los indicadores de pobreza más elevados se siguen encontrando en el norte del país, donde la edificación del muro ha quitado terrenos de cultivo a los agricultores: en las provincias de Qlqilya, Tuba, Salfit y Tulkarem los habitantes padecen niveles de malestar similares a los registrados en la Franja de Gaza [Fuente: PNUD, julio 2007]. La disminución de la renta disponible ha hecho que para cada vez más familias sea imposible afrontar los gastos escolares o mantener a sus hijos en la universidad. El abandono escolar tendrá consecuencias a medio y largo plazo en la economía local, en la medida en que se traduce en un empobrecimiento del capital humano.La tasa de desempleo sigue por encima del 22%, aunque ha disminuido respecto a los valores registrados en 2005, cercanos al 29%. Sin embargo, la mejora de este indicador se debe a la expansión del sector público, que ha aumentado un 60% entre 1999 y 2006: se trata de una medida política de lucha contra la pobreza que, en cambio, alimenta la crisis fiscal de la administración pública.En el bienio 2004-2005 se produjo una cierta recuperación del empleo de los cisjordanos en Israel y en los asentamientos, mejor retribuidos que aquellos que trabajan en los territorios palestinos. Sin embargo, este tipo de empleo volvió a disminuir en 2006: de los 65.255 trabajadores de 2005 a los 57.683 del segundo trimestre de 2006, una cifra muy lejana de los 107.067 empleados registrados en el año anterior al estallido de la Segunda Intifada.
El territorio está dividido en cantones cada vez más pequeños y desconectados y el transporte se ha hecho ineficiente y costoso. Tras el golpe de estado de Hamas en la Franja de Gaza, las mercancías palestinas provenientes de Cisjordania no pueden atravesar el paso de Rafah con destino a Egipto y a los mercados internacionales. La vía de Jordania tampoco es practicable a causa de las prohibiciones israelíes, por lo que el acceso a los mercados internacionales está regulado casi exclusivamente por Israel. Todos los sectores económicos se han visto afectados negativamente por el aislamiento: en 2006, el sector de la construcción perdió el 13% de su valor en el PIB real, la industria el 6% y los servicios el 4%. Muchas empresas se ven obligadas a cerrar por la imposibilidad de recibir sus inputs de producción o porque los costes son mayores que los beneficios. La agricultura es probablemente la actividad más penalizada: el hecho de que no pueda llegar a sus mercados principales, como Israel, o al resto del mundo, obliga a un reajuste que concuerde con los bajísimos precios del mercado local; en la provincia de Hebrón y en Belén, algunos agricultores han decidido no hacer la vendimia de este año, ya que los costes no habrían sido sostenibles.Los efectos del empobrecimiento de la economía se reflejan en la renta disponible para las familias, en clara disminución, y en la tasa de pobreza: entre diciembre de 2006 y mayo de 2007 casi el 60% de las familias del sur de Cisjordania ha sufrido una disminución de su renta; en el norte el 54% de las familias y en el centro el 46%. En mayo de 2007, el 56% de las familias cisjordanas (compuestas por una media de dos adultos y cuatro niños) vivían con menos de 501,20$ al mes, por debajo del umbral de pobreza, mientras que el 26% de las familias se encontraba en condiciones de pobreza extrema (menos de 250,60$ mensuales). Los indicadores de pobreza más elevados se siguen encontrando en el norte del país, donde la edificación del muro ha quitado terrenos de cultivo a los agricultores: en las provincias de Qlqilya, Tuba, Salfit y Tulkarem los habitantes padecen niveles de malestar similares a los registrados en la Franja de Gaza [Fuente: PNUD, julio 2007]. La disminución de la renta disponible ha hecho que para cada vez más familias sea imposible afrontar los gastos escolares o mantener a sus hijos en la universidad. El abandono escolar tendrá consecuencias a medio y largo plazo en la economía local, en la medida en que se traduce en un empobrecimiento del capital humano.La tasa de desempleo sigue por encima del 22%, aunque ha disminuido respecto a los valores registrados en 2005, cercanos al 29%. Sin embargo, la mejora de este indicador se debe a la expansión del sector público, que ha aumentado un 60% entre 1999 y 2006: se trata de una medida política de lucha contra la pobreza que, en cambio, alimenta la crisis fiscal de la administración pública.En el bienio 2004-2005 se produjo una cierta recuperación del empleo de los cisjordanos en Israel y en los asentamientos, mejor retribuidos que aquellos que trabajan en los territorios palestinos. Sin embargo, este tipo de empleo volvió a disminuir en 2006: de los 65.255 trabajadores de 2005 a los 57.683 del segundo trimestre de 2006, una cifra muy lejana de los 107.067 empleados registrados en el año anterior al estallido de la Segunda Intifada.
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Cisjordania se encuentra en una situación de subdesarrollo: el empobrecimiento de la capacidad productiva por falta de inversiones y el empobrecimiento del capital humano que puede afectar a su fuerza de trabajo futura minan las posibilidades de recuperación económica. Su futuro depende de la valoración política que se realice de los diversos agentes externos: la actividad comercial, sobre todo a raíz del aislamiento de Gaza, está condicionada por las políticas de Israel, y la propia supervivencia de estratos cada vez más amplios de la población depende de las ayudas internacionales facilitadas por los donantes, que responden a decisiones políticas. Destinar cantidadescada vez mayores de las ayudas a proyectos de asistencia humanitaria comporta un riesgo de dependencia mayor respecto a los incentivos al desarrollo autónomo, en la medida en que entorpece la iniciativa local y no estimula políticas alternativas de creación de riqueza.
-Cisjordania se encuentra en una situación de subdesarrollo: el empobrecimiento de la capacidad productiva por falta de inversiones y el empobrecimiento del capital humano que puede afectar a su fuerza de trabajo futura minan las posibilidades de recuperación económica. Su futuro depende de la valoración política que se realice de los diversos agentes externos: la actividad comercial, sobre todo a raíz del aislamiento de Gaza, está condicionada por las políticas de Israel, y la propia supervivencia de estratos cada vez más amplios de la población depende de las ayudas internacionales facilitadas por los donantes, que responden a decisiones políticas. Destinar cantidadescada vez mayores de las ayudas a proyectos de asistencia humanitaria comporta un riesgo de dependencia mayor respecto a los incentivos al desarrollo autónomo, en la medida en que entorpece la iniciativa local y no estimula políticas alternativas de creación de riqueza.
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Palestina: el golpe de Estado de Hamás y las perspectivas de futuro
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Equilibri.net - Italy/11/10/2007
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