15/11/07

Francia y la huelga sindical‏

Por Mario Rivera Guzmán*
-
La huelga en Francia es ya una densidad política y social que solo los que están tercos en ver la racionalidad de las reformas de Estado impulsadas por Sarkozy persisten en ignorar.

La racionalidad de y por la mercancía reduce. Y cuando se reduce se ignora. Un día, como el tsunami, serán cogidos estos tercos de manera desprevenida, e intentarán arrojar entonces, en su huida, la culpa sobre la pobre moral desvanecida, corrupta de no esmerarse, o a cierto error cometido por alguien en concreto, con todo y su nombre, en algún momento preciso del desenlace. Las casualidades. Las contingencias. Las chiripas al revés siempre dan catástrofe. Y vienen los culpables. Buenas oportunidades. Negocio con cura incluido.

Pero la densidad política y social en Francia tiende a expandirse por Europa. Desde la revolución francesa, ese ha sido el signo de la modernidad siempre. Y hoy, como en los treinta del siglo XX del Frente Popular y el sindicalismo revolucionario, como en la Comuna de París de 1871 y como en la revolución proletaria derrotada de 1848-1850 (la primera en forma de la era burguesa), la densidad política y social de Francia tiene raíces sindicales y obreras. Profundamente obreras.

La ley por la que ahora se baten los ferrocarrileros data de 1850. Fue eso lo que se les dio a cambio de la represión y la dictadura de Luis Bonaparte. Deben ser desde entonces los trabajadores de este gremio pilares del Estado social francés y de la república. Tras ellos marchan los conductores de metro y otro tipo de transporte público. Defienden sus derechos obtenidos relacionados con las jubilaciones.

Y los estudiantes de las más importantes ciudades de Francia se suman a la huelga para resistir a los intentos gubernamentales por privatizar los servicios universitarios vía incremento de cuotas.

El movimiento estudiantil en Francia actúa desde el año pasado al unísono con las grandes centrales sindicales y tiende en cada acto a las formas de organización y de lucha sindicales. Esto en contra de la tendencia objetiva hacia la disminución de sindicalistas respecto al universo de asalariados y trabajadores no asalariados en la era actual. La densidad política de la lucha sindical persiste y juega su papel, pese a lo que teoricen los posmodermos.

El binomio sindicatos obreros-movimiento estudiantil tiende a presentarse como una constante de resistencia cada que ocurre en un espacio nacional la desvalorización del trabajo y la nivelación por el capital. Frente a las "políticas neoliberales" (que no son sino expresiones subjetivas de las leyes de la acumulacíón capitalista) y hasta antes de la irrupción indígena en la vida política latinoamericana (acaso, más recientemente, de vendedores ambulantes en guerra), esta dupla ha sido el pilar de la resistencia.

Pero fue derrotada casi siempre, aislada por la nivelación capitalista hacia abajo --con excepción de los poderosos-- respecto al proletariado de la multitud, multiusos, sin sindicato ni contrato colectivo, sin contrato alguno ni materia de trabajo legalmente definida, móvil como un flujo en el territorio del mercado mundial, que ve a los sindicalistas de los gremios y a los universitarios como una despreciable aristocracia con la cual se podrá competir de tú a tú gracias a la ola democratizadora.

La igualación hacia abajo por descalificación del trabajo de los gremios se observa desde la multitud atomizada del trabajo abstracto no gremial, despolitizado, como un acto democrático.

Sólo ahí donde la intelectualidad revolucionaria --estudiantes en primer grado-- y los sindicatos obreros lograron organizarse políticamente junto a otras clases explotadas y subalternas, logró avanzarse por vía revolucionaria y vencer el aislamiento. En Rusia los bolcheviques, haciendo política, esto es, tejiendo alianzas hacia la construcción de un bloque histórico, lograron lo que no pudo la Comuna de París: 1,- Tejer su insurrección urbana con la insurrección general en el campo. 2.- Partir a la mitad, en el momento de la insurrección general, al ejército del Estado.

Sería descabellado recetar el maoísmo en la densidad parisina. Ahí, el aliado estratégico, con el que hay que construir la alianza del bloque histórico, son los jóvenes africanos de la inmigración que se sublevaron violentamente hace justamente dos años. Pero éstos, a diferencia de los estudiantes que hoy vuelven a la lucha, no parecen haber comprendido todavía la importancia táctica de hacer partido comunista en la confrontación, cuerpo a cuerpo con los sindicatos obreros y las organizaciones estudiantiles.
-
*Escritor Méxicano
-
Cuba Nuestra - Sweden/15/11/2007

No hay comentarios:

Locations of visitors to this page