China: las relaciones con los países de Asia Central
Al analizar las relaciones que China mantiene con el resto de Estados, no se puede dejar de considerar las necesidades energéticas de Pekín. Si esto se aplica con mayor razón a los países vecinos de Asia Central (Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán, Uzbekistán y Turkmenistán), es necesario poner el acento sobre la influencia política que los mismos tienen sobre la inestable región occidental de Xinjiang.
Angelo Carlo Valsesia
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Las relaciones económicas
Lógicamente, la razón principal de la presencia china en el área es aprovechar las grandes cantidades de gas y petróleo de la región. Para mantener las actuales tasas de crecimiento Pekín sabe que necesita diversificar sus fuentes energéticas y al no poder depender solamente de la región medioriental -políticamente inestable-, China se está moviendo a lo largo de todo el área del Mar de China Meridional, llegando hasta las costas orientales de África; del mismo modo, desde los años posteriores a la independencia de las repúblicas ex soviéticas, Pekín ha estado insistiendo sobre el área centro-asiática.La parcial inversión hacia occidente (la estrategia del llamado “Go West”) del eje político y estratégico chino ha pasado más o menos inadvertida: la elite política china ha desplazado la atención desde las provincias costeras orientales, que continúan siendo el motor de la economía china, a la menos desarrollada región occidental, donde han comenzado a invertirse sustanciales capitales. Algunas proyecciones muestran que la demanda energética china podría crecer de 250 a 300 millones de toneladas para el 2020, por lo que la aportación china al desarrollo y explotación de los yacimientos energéticos en Asia Central es de fundamental importancia. Todos los proyectos chinos, de común acuerdo con socios locales (Petro-Kazakhstan, desde el 2005 de propiedad china; Turkmen Neftegas; Uzbek Neftegas), prevén la conexión de la red de oleoductos y gaseoductos de Xianjiang a las repúblicas de Asia Central. Las inversiones chinas no se limitan a la simple exploración y a la consiguiente utilización de los recursos energéticos, sino que también afectan a la construcción de infraestructuras (entre ellas sistemas de irrigación) y a la mejora de las vías de comunicación. También se prevén inversiones en sectores como el hidroeléctrico.
Entre los numerosos proyectos que China ha puesto en marcha con los países centro asiáticos, destacan:
- Una inversión de 210 millones de dólares para la exploración de petróleo y gas en Uzbekistán, durante el periodo 2006-2011, acordada en un tratado suscrito por la CNPC (China National Petroleum Corporation) con Uzbekistán.
- La construcción de un gaseoducto de 530 km en Uzbekistán. Por el momento, no se han ofrecido detalles acerca del proyecto, sus costes, los plazos de construcción y, sobre todo, el recorrido. De hecho, Uzbekistán no tiene fronteras en común con China, por lo que la solución más probable es la de una conexión a través de la red de gaseoductos de Kazajistán, donde ya existe una línea energética que, a través de Xianjiang, llega hasta la costa pacífica.
- El acuerdo con Tayikistán para la construcción de una autopista -con una inversión de 720 millones de dólares, que conecte la capital Dushanbe con la segunda ciudad del país, Khojand.
- El acuerdo con Ashgabat, para construir un gaseoducto de Turkmenistán a China, con capacidad apara transportar 30.000 millones de m3 anuales durante los próximos 30 años, a partir de 2009.
- Una inversión de 210 millones de dólares para la exploración de petróleo y gas en Uzbekistán, durante el periodo 2006-2011, acordada en un tratado suscrito por la CNPC (China National Petroleum Corporation) con Uzbekistán.
- La construcción de un gaseoducto de 530 km en Uzbekistán. Por el momento, no se han ofrecido detalles acerca del proyecto, sus costes, los plazos de construcción y, sobre todo, el recorrido. De hecho, Uzbekistán no tiene fronteras en común con China, por lo que la solución más probable es la de una conexión a través de la red de gaseoductos de Kazajistán, donde ya existe una línea energética que, a través de Xianjiang, llega hasta la costa pacífica.
- El acuerdo con Tayikistán para la construcción de una autopista -con una inversión de 720 millones de dólares, que conecte la capital Dushanbe con la segunda ciudad del país, Khojand.
- El acuerdo con Ashgabat, para construir un gaseoducto de Turkmenistán a China, con capacidad apara transportar 30.000 millones de m3 anuales durante los próximos 30 años, a partir de 2009.
Entre los cinco países del área, quizás sea Kazajistán el que mantiene mejores relaciones económicas y diplomáticas con Pekín. En base a las cifras aportadas por el Ministerio de Comercio en China, los intercambios entre los dos países en los primeros tres meses del 2007 crecieron un 55% respecto al mismo periodo del año anterior. Desde 1997 China ha hecho sentir su presencia en el país, sobre todo después de que la CNPC adquiriese dos yacimientos, gracias a los cuales obtiene el petróleo necesario para el desarrollo de la región del Xinjiang. Más adelante, en 2005, se abrió la línea energética de Atasu a Alanshankou, de 1000 km de longitud, cuya construcción fue completada en el tiempo récord de 10 meses. Finalmente, en relación a los intereses económicos chinos en Asia Central destaca el proyecto, por el momento en fase de desarrollo, de reconstitución de la legendaria “ruta de la seda”: una red de vías de comunicación y oleoductos que abastecería a China de gas y petróleo y a los Países centro asiáticos de productos elaborados. De esta forma, los mercados de Medio Oriente y de Europa serían mucho más accesibles.
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La cuestión político estratégica de Xinjiang
La inestable región de Xinjiang -en su mayor parte compuesta por población de etnia Uighur que desde hace años lucha por independizarse de Pekín- ha tenido históricamente numerosos vínculos con las repúblicas centro asiáticas. Baste pensar que la etnia Uighur se encuentra presente también en Kazajistán (cerca de 200.000), en Kirguistán (46.000) y en Uzbejistán (30.000). Y no sólo eso: la independencia de las Repúblicas, que tuvo lugar en 1991, dio a los habitantes de Xinjiang nuevas esperanzas de conseguir la proclamación de un Turkestán del Este. China quiere aprovechar los abundantes recursos energéticos de los Estados en cuestión, pero también desea que sus fronteras sean estables. La seguridad de la región de Xinjiang, de hecho, depende sobre todo del desarrollo pacífico de sus vecinos, y por consiguiente, de las relaciones que Pekín logre establecer con ellos.En este contexto, el papel fundamental lo desempeña la Shanghai Cooperation Organization (SCO), en la que participan, junto a Kazajistan, Kirguistán, Tayikistán, Uzbekistán, China y también Rusia. Uno de los objetivos fundamentales de la SCO es la lucha contra el terrorismo, el separatismo y el fundamentalismo. A través de ésta, China espera construir una “comunidad de vecinos” que prospere bajo sus auspicios y quiere proteger su propio desarrollo de posibles amenazas internas y externas. Gracias a la mediación institucional de la SCO, han sido posibles los intercambios en campos como inteligencia, adiestramiento de policías y Fuerzas Armadas, simulación de operaciones militares para acabar con actividades terroristas y operaciones conjuntas de la policía.China desarrolla, también en este contexto, un papel predominante en las relaciones con los otros actores. Gracias a la preciada arma del comercio -Pekín colma las necesidades de consumo de estos países- las políticas del gobierno de Hu Jintao se han dirigido a tratar de persuadir al resto de Gobiernos para reprimir a los nacionalistas Uighur, enviando a China a los sospechosos y guardando silencio acerca de los sucesos acaecidos en Xinjiang. Si Asia Central se convirtiera en escenario de crisis político-económicas, el caos consiguiente podría fácilmente implicar a la vecina región de Xinjiang. Esta sería la peor posibilidad para Pekín. La consecuencia de todo ello es que todas las inversiones y los préstamos que el país destina a este área tienen como objetivo mantener la actual situación de relativa calma, sabiendo que los excedentes positivos implicarían de igual manera a la región china. No es casualidad que cerca de 600.000 personas al año provenientes de Asia Central visiten Urumqi (la capital de la región autónoma de Xinjiang) para establecer acuerdos con socios chinos. Según las estimaciones, el mismo número de chinos visitan Uzbekistán, Tayikistán, Turkmenistán, Tazajistán y Kirguistán. Se trata de la misma política del “Go West” -que “invita calurosamente” a los ciudadanos chinos a invertir y a trasladarse a las regiones occidentales-, destinada a enriquecer y a estabilizar esta región.
La cuestión político estratégica de Xinjiang
La inestable región de Xinjiang -en su mayor parte compuesta por población de etnia Uighur que desde hace años lucha por independizarse de Pekín- ha tenido históricamente numerosos vínculos con las repúblicas centro asiáticas. Baste pensar que la etnia Uighur se encuentra presente también en Kazajistán (cerca de 200.000), en Kirguistán (46.000) y en Uzbejistán (30.000). Y no sólo eso: la independencia de las Repúblicas, que tuvo lugar en 1991, dio a los habitantes de Xinjiang nuevas esperanzas de conseguir la proclamación de un Turkestán del Este. China quiere aprovechar los abundantes recursos energéticos de los Estados en cuestión, pero también desea que sus fronteras sean estables. La seguridad de la región de Xinjiang, de hecho, depende sobre todo del desarrollo pacífico de sus vecinos, y por consiguiente, de las relaciones que Pekín logre establecer con ellos.En este contexto, el papel fundamental lo desempeña la Shanghai Cooperation Organization (SCO), en la que participan, junto a Kazajistan, Kirguistán, Tayikistán, Uzbekistán, China y también Rusia. Uno de los objetivos fundamentales de la SCO es la lucha contra el terrorismo, el separatismo y el fundamentalismo. A través de ésta, China espera construir una “comunidad de vecinos” que prospere bajo sus auspicios y quiere proteger su propio desarrollo de posibles amenazas internas y externas. Gracias a la mediación institucional de la SCO, han sido posibles los intercambios en campos como inteligencia, adiestramiento de policías y Fuerzas Armadas, simulación de operaciones militares para acabar con actividades terroristas y operaciones conjuntas de la policía.China desarrolla, también en este contexto, un papel predominante en las relaciones con los otros actores. Gracias a la preciada arma del comercio -Pekín colma las necesidades de consumo de estos países- las políticas del gobierno de Hu Jintao se han dirigido a tratar de persuadir al resto de Gobiernos para reprimir a los nacionalistas Uighur, enviando a China a los sospechosos y guardando silencio acerca de los sucesos acaecidos en Xinjiang. Si Asia Central se convirtiera en escenario de crisis político-económicas, el caos consiguiente podría fácilmente implicar a la vecina región de Xinjiang. Esta sería la peor posibilidad para Pekín. La consecuencia de todo ello es que todas las inversiones y los préstamos que el país destina a este área tienen como objetivo mantener la actual situación de relativa calma, sabiendo que los excedentes positivos implicarían de igual manera a la región china. No es casualidad que cerca de 600.000 personas al año provenientes de Asia Central visiten Urumqi (la capital de la región autónoma de Xinjiang) para establecer acuerdos con socios chinos. Según las estimaciones, el mismo número de chinos visitan Uzbekistán, Tayikistán, Turkmenistán, Tazajistán y Kirguistán. Se trata de la misma política del “Go West” -que “invita calurosamente” a los ciudadanos chinos a invertir y a trasladarse a las regiones occidentales-, destinada a enriquecer y a estabilizar esta región.
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Un nuevo juego
Obviamente China no es la única potencia presente en el área. Además de ella, destaca también el papel de Estados Unidos, de India y, sobre todo, de Rusia. Echando la vista atrás, conviene recordar el importante papel ejercido por Estados Unidos en el sector energético. El informe del “Grupo de Cheney” de mayo de 2001 reclamaba, en el único capítulo dedicado a la política energética internacional, la necesidad de diversificar las fuentes de aprovechamiento. Se produjo incluso un intento de acuerdo con el Kazajistán, para la construcción de un canal energético que atravesase Rusia, pasando por Azerbaiyán (a través del Mar Caspio) y Turquía, y que posteriormente se comunicaría con Europa. Pero, como se sabe, los acontecimientos del 11 de septiembre cambiaron la línea política americana en la región. La campaña afgana obliga a Washington a desarrollar una presencia más militar que económica.Precisamente, los acontecimientos del 11 de septiembre provocaron que China se decidiese a trabajar en este frente. La agobiante presencia americana ha tenido un doble efecto: por un lado, ha ahuyentado a los gobiernos de Asia Central, que temen que la línea dura de Bush en la lucha contra el terrorismo implique que Estados Unidos intente acabar, unilateralmente, con los grupos terroristas de la zona; por otro lado, ha empujado a China a actuar rápidamente, proporcionando ayudas militares y económicas, dejando patente su propio interés en Asia Central. En este contexto, fue fundamental el apoyo institucional de la SCO, que durante la pasada Cumbre (2006) solicitó a Washington la retirada de los propios efectivos de las bases situadas en Asia Central.Rusia mantiene indudablemente una fuerte influencia, especialmente cultural, sobre las antiguas Repúblicas soviéticas. Sin embargo, ésta siempre ha sentido debilidad por mantener con estos Países una relación de vasallaje (adquiriendo gas y petróleo en el área a un precio ridículo), siguiendo con la tradicional relación entre Moscú y los miembros de la antigua URSS. Pero los gobiernos centro-asiáticos, nada satisfechos con este tipo de relación de dependencia, han tratado de limitar la influencia de Moscú, encontrando en Pekín un socio bastante fuerte y generoso. A día de hoy, el papel de Rusia es el de tratar de controlar y limitar las ambiciones de Pekín.
Un nuevo juego
Obviamente China no es la única potencia presente en el área. Además de ella, destaca también el papel de Estados Unidos, de India y, sobre todo, de Rusia. Echando la vista atrás, conviene recordar el importante papel ejercido por Estados Unidos en el sector energético. El informe del “Grupo de Cheney” de mayo de 2001 reclamaba, en el único capítulo dedicado a la política energética internacional, la necesidad de diversificar las fuentes de aprovechamiento. Se produjo incluso un intento de acuerdo con el Kazajistán, para la construcción de un canal energético que atravesase Rusia, pasando por Azerbaiyán (a través del Mar Caspio) y Turquía, y que posteriormente se comunicaría con Europa. Pero, como se sabe, los acontecimientos del 11 de septiembre cambiaron la línea política americana en la región. La campaña afgana obliga a Washington a desarrollar una presencia más militar que económica.Precisamente, los acontecimientos del 11 de septiembre provocaron que China se decidiese a trabajar en este frente. La agobiante presencia americana ha tenido un doble efecto: por un lado, ha ahuyentado a los gobiernos de Asia Central, que temen que la línea dura de Bush en la lucha contra el terrorismo implique que Estados Unidos intente acabar, unilateralmente, con los grupos terroristas de la zona; por otro lado, ha empujado a China a actuar rápidamente, proporcionando ayudas militares y económicas, dejando patente su propio interés en Asia Central. En este contexto, fue fundamental el apoyo institucional de la SCO, que durante la pasada Cumbre (2006) solicitó a Washington la retirada de los propios efectivos de las bases situadas en Asia Central.Rusia mantiene indudablemente una fuerte influencia, especialmente cultural, sobre las antiguas Repúblicas soviéticas. Sin embargo, ésta siempre ha sentido debilidad por mantener con estos Países una relación de vasallaje (adquiriendo gas y petróleo en el área a un precio ridículo), siguiendo con la tradicional relación entre Moscú y los miembros de la antigua URSS. Pero los gobiernos centro-asiáticos, nada satisfechos con este tipo de relación de dependencia, han tratado de limitar la influencia de Moscú, encontrando en Pekín un socio bastante fuerte y generoso. A día de hoy, el papel de Rusia es el de tratar de controlar y limitar las ambiciones de Pekín.
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Conclusiones
En suma, la política exterior china en Asia Central es la que se está desarrollando más rápidamente, en comparación con el resto de las potencias que actúan en el área, atrayendo el interés de los gobiernos centro-asiáticos, ansiosos de recibir ayudas económicas y financieras. Esta política exterior refleja y representa los temores derivados de las exigencias de aprovisionamiento energético y de seguridad que el Gobierno chino demuestra en su política interior.
Conclusiones
En suma, la política exterior china en Asia Central es la que se está desarrollando más rápidamente, en comparación con el resto de las potencias que actúan en el área, atrayendo el interés de los gobiernos centro-asiáticos, ansiosos de recibir ayudas económicas y financieras. Esta política exterior refleja y representa los temores derivados de las exigencias de aprovisionamiento energético y de seguridad que el Gobierno chino demuestra en su política interior.
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Traducción de J. Daniel García y Paula Martos Ardid
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Equilibri.net - Italy/17/12/2007
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