El garbanzo negro
Obama ha dado un puntapié certero al prejuicio racial. El dicho español que alude, despectivamente, al garbanzo negro de la olla ha perdido su significado.
-
María del Carmen Cabello
-
El desencuentro venía de lejos. El 12 de octubre de 2003, durante el desfile militar con que se conmemora el Día Nacional de España y al que se invita a tropas de otros países, José Luis Rodríguez Zapatero, entonces líder de la oposición, permaneció sentado al paso de la bandera norteamericana.
Era su manera personal y un tanto pueril –dicen sus adversarios– de protestar por la guerra de Irak y por el apoyo que el gobierno de José María Aznar había dado al norteamericano. Ahí quedó de muestra la foto de las Azores, en la que Bush, Blair y el mismísimo José Mari sonríen como si acabaran de hacer una buena acción, cuando en realidad planeaban una invasión que tantísimos muertos está costando.
Tras la retirada de las tropas españolas de Irak (lo primero que hizo Zapatero después de ganar las elecciones en 2004), la frialdad entre el presidente español y George Bush quedó sellada, si bien ambos países continuaron con normalidad sus relaciones políticas, comerciales e incluso culturales. Podría decirse que los dos mandatarios se la tenían jurada, y salvo algún encuentro gélido y casual en cumbres y reuniones en terreno neutro, no ha habido contacto alguno. Bush es texano de adopción y teso de vocación, y Zapatero tampoco ha dado un paso adelante.
Con respecto a la cumbre del G-20 el 15 de noviembre en Washington sobre la reforma del sistema financiero, de la que España estaba excluida porque no pertenece al grupo, se ha querido ver la mano de W., aunque lo cierto es que fue Gordon Brown, el gestor de la idea, quien no nos tuvo en cuenta en un principio, aunque después vio la necesidad de que el presidente español estuviera en la cita.
Tras una intensa gestión diplomática, se ha encontrado una solución: Sarkozy cederá una plaza a Zapatero en la cumbre financiera de las dos que tiene, una como presidente de Francia y la que le corresponde a la presidencia de la Unión Europea. Con derecho a voz y voto, pero un tanto humillante. No es lo mismo que te inviten, que convencer a otros a que lo hagan. Este país no deja de ser la octava potencia mundial, y su sistema financiero uno de los más sólidos gracias al control del Banco de España. Aun así, hubo que esperar a que Bush, el anfitrión, diera el visto bueno.
En medio de panorama semejante, unido a la expectación que la candidatura de Barack Obama despertó en el mundo entero, las elecciones en Estados Unidos han sido un acontecimiento también en España. Salvo los propios, ningunos comicios habían sido tan esperados. Pasó por alto, por difundidos, su carisma, su figura y lo que representa su elección. La cita electoral fue cubierta por televisoras y radios en programas que duraron toda la noche, y los enviados especiales fueron los más prestigiosos periodistas del momento. Ni hablar de la web que nos ofreció de manera continua gráficos, mapas y estadísticas actualizados al minuto.
Si llama la atención, es porque el español medio desconoce casi todo de EU. Desde la geografía –si lo sacas de Florida o Nueva York, le da lo mismo Illinois que Arizona– hasta el sistema de elección por votos electorales. Se mueve por clichés que idealizan el país o lo demonizan. El entusiasmo de periodistas y políticos resultaba cómico, incluso. Mientras los primeros intentaban guardar la objetividad periodística a medias conseguida, los políticos, más políticamente correctos, buscaban palabras neutras que no ofendieran a la delegación diplomática de Bush aún presente en España –¿y si después de todo ganaba McCain?– pero sus gestos contenidos traicionaban sus buenos propósitos. Sin embargo, pronto se supo: el sueño se había cumplido, el cambio había llegado. Barack Obama será el próximo presidente de EU. Cuando de madrugada logré dormir un rato, me despertó un mensaje al celular: “Yes, we can”, me decía un amigo. Lo nunca visto. Un español dando los buenos días con un lema electoral gringo.
En una viñeta de El roto, en El País, un colonizador, con traje de safari, le dice a un negro sentado en cuclillas en un rincón: “¿Qué será de vosotros si abolimos la esclavitud?” A lo que el negro contesta: “Llegamos a presidente”. No me cabe duda de que el fervor de los españoles por Obama tiene mucho que ver con la actitud que ha mantenido Bush con Zapatero –salvo los serviles, herederos de la foto de las Azores- que opinan que este se lo merecía. Por suerte, ya el presidente electo y el español han hablado de reforzar las relaciones bilaterales. Pero al margen de esto, ese fervor tiene que ver con lo que significa que un afroamericano haya llegado a la Casa Blanca. Con suma elegancia, Obama ha dado un puntapié certero al prejuicio racial. El dicho español que alude, despectivamente, al garbanzo negro de la olla ha perdido su significado.
-
María del Carmen Cabello
-
El desencuentro venía de lejos. El 12 de octubre de 2003, durante el desfile militar con que se conmemora el Día Nacional de España y al que se invita a tropas de otros países, José Luis Rodríguez Zapatero, entonces líder de la oposición, permaneció sentado al paso de la bandera norteamericana.
Era su manera personal y un tanto pueril –dicen sus adversarios– de protestar por la guerra de Irak y por el apoyo que el gobierno de José María Aznar había dado al norteamericano. Ahí quedó de muestra la foto de las Azores, en la que Bush, Blair y el mismísimo José Mari sonríen como si acabaran de hacer una buena acción, cuando en realidad planeaban una invasión que tantísimos muertos está costando.
Tras la retirada de las tropas españolas de Irak (lo primero que hizo Zapatero después de ganar las elecciones en 2004), la frialdad entre el presidente español y George Bush quedó sellada, si bien ambos países continuaron con normalidad sus relaciones políticas, comerciales e incluso culturales. Podría decirse que los dos mandatarios se la tenían jurada, y salvo algún encuentro gélido y casual en cumbres y reuniones en terreno neutro, no ha habido contacto alguno. Bush es texano de adopción y teso de vocación, y Zapatero tampoco ha dado un paso adelante.
Con respecto a la cumbre del G-20 el 15 de noviembre en Washington sobre la reforma del sistema financiero, de la que España estaba excluida porque no pertenece al grupo, se ha querido ver la mano de W., aunque lo cierto es que fue Gordon Brown, el gestor de la idea, quien no nos tuvo en cuenta en un principio, aunque después vio la necesidad de que el presidente español estuviera en la cita.
Tras una intensa gestión diplomática, se ha encontrado una solución: Sarkozy cederá una plaza a Zapatero en la cumbre financiera de las dos que tiene, una como presidente de Francia y la que le corresponde a la presidencia de la Unión Europea. Con derecho a voz y voto, pero un tanto humillante. No es lo mismo que te inviten, que convencer a otros a que lo hagan. Este país no deja de ser la octava potencia mundial, y su sistema financiero uno de los más sólidos gracias al control del Banco de España. Aun así, hubo que esperar a que Bush, el anfitrión, diera el visto bueno.
En medio de panorama semejante, unido a la expectación que la candidatura de Barack Obama despertó en el mundo entero, las elecciones en Estados Unidos han sido un acontecimiento también en España. Salvo los propios, ningunos comicios habían sido tan esperados. Pasó por alto, por difundidos, su carisma, su figura y lo que representa su elección. La cita electoral fue cubierta por televisoras y radios en programas que duraron toda la noche, y los enviados especiales fueron los más prestigiosos periodistas del momento. Ni hablar de la web que nos ofreció de manera continua gráficos, mapas y estadísticas actualizados al minuto.
Si llama la atención, es porque el español medio desconoce casi todo de EU. Desde la geografía –si lo sacas de Florida o Nueva York, le da lo mismo Illinois que Arizona– hasta el sistema de elección por votos electorales. Se mueve por clichés que idealizan el país o lo demonizan. El entusiasmo de periodistas y políticos resultaba cómico, incluso. Mientras los primeros intentaban guardar la objetividad periodística a medias conseguida, los políticos, más políticamente correctos, buscaban palabras neutras que no ofendieran a la delegación diplomática de Bush aún presente en España –¿y si después de todo ganaba McCain?– pero sus gestos contenidos traicionaban sus buenos propósitos. Sin embargo, pronto se supo: el sueño se había cumplido, el cambio había llegado. Barack Obama será el próximo presidente de EU. Cuando de madrugada logré dormir un rato, me despertó un mensaje al celular: “Yes, we can”, me decía un amigo. Lo nunca visto. Un español dando los buenos días con un lema electoral gringo.
En una viñeta de El roto, en El País, un colonizador, con traje de safari, le dice a un negro sentado en cuclillas en un rincón: “¿Qué será de vosotros si abolimos la esclavitud?” A lo que el negro contesta: “Llegamos a presidente”. No me cabe duda de que el fervor de los españoles por Obama tiene mucho que ver con la actitud que ha mantenido Bush con Zapatero –salvo los serviles, herederos de la foto de las Azores- que opinan que este se lo merecía. Por suerte, ya el presidente electo y el español han hablado de reforzar las relaciones bilaterales. Pero al margen de esto, ese fervor tiene que ver con lo que significa que un afroamericano haya llegado a la Casa Blanca. Con suma elegancia, Obama ha dado un puntapié certero al prejuicio racial. El dicho español que alude, despectivamente, al garbanzo negro de la olla ha perdido su significado.
-
La Prensa - Panamá/11/11/2008
-
Ver todos los artículos sobre este tema
No hay comentarios:
Publicar un comentario