11/11/08

La rebelión individual (II)

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En la primera parte vimos cómo todos tenemos margen de maniobra, cómo el control social tiene sus límites y cómo el sistema lo hacemos entre todos y nos afecta a todos. En esta segunda parte vamos a ver cómo podría cambiarse el sistema entre todos.

1) El sistema podemos y debemos cambiarlo entre todos

No nos sirve de nada ser conscientes de la situación, conseguir poner en "evidencia" al sistema, analizar las causas de porqué no funciona, llegar a la conclusión de que es posible y necesario cambiarlo, si a continuación no intentamos cambiarlo de alguna manera, si por lo menos no lo intentamos. El análisis de la situación es imprescindible, pero debe representar un primer paso, no debe ser el fin en sí mismo, es necesario también buscar soluciones e intentar implementarlas.
Si tenemos claro que la forma más razonable de avanzar es desarrollando la democracia, pero también tenemos claro que el sistema va a impedirlo (como siempre ha hecho) por todos los medios posibles (no va a renunciar a perder el control), entonces ¿Qué salida nos queda? ¿Cómo podemos "forzar" la situación? La respuesta es evidente, la única salida que tenemos es, como siempre, LUCHAR.

La lucha por la emancipación debe ser en TODOS los frentes y usando TODOS los medios (pacíficos) posibles. Dichas luchas se complementan y sin todas ellas no puede hacerse una lucha global y total (que es la que se necesita).
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a) Colectivamente
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Indudablemente es imprescindible organizarse y coordinarse para luchar. La unión hace la fuerza. El "enemigo" es demasiado poderoso para combatirlo exclusivamente de forma individual. La lucha debe ser siempre pacífica y desde dentro del propio sistema siempre que sea posible, siempre que el sistema tenga algún flanco, alguna grieta, y normalmente casi siempre la hay. Puede ser así aparentemente más lenta (si analizamos los resultados a corto plazo) pero a largo plazo puede ser más segura y rápida. La clásica estrategia de dos pasos adelante y un paso atrás, muchas veces se ha convertido en un paso adelante y dos pasos atrás. Es preferible un avance CONTINUO pero SEGURO, que un avance "a saltos" discontinuo con muchas paradas y retrocesos. Esto es como el cuento de la liebre y la tortuga. La experiencia nos ha demostrado que el sistema aprovecha los fracasos para contraatacar con más virulencia y provocar retrocesos importantes y, lo que es peor, para provocar el desánimo generalizado que impida volver a intentar cambios. Evidentemente hay que organizarse a nivel local pero también a nivel internacional, porque la "guerra" es internacional. La izquierda debe aprender de sus errores y emplear otras tácticas en esta "guerra" sin cuartel (ver mi anterior artículo Los desafíos de la izquierda en el siglo XXI). Pero esta "guerra" debe ser una "guerra" de ideas, las "armas" son las palabras, la inteligencia, la razón, el sentido común, la memoria, el conocimiento, la información . Hay que empezar a cambiar el sistema desde dentro (intentando reformarlo, pero de verdad, no sólo aparentemente, y sobre todo de forma continua) y simultáneamente hay que empezar a construir un sistema nuevo dentro del viejo (en aquellos ámbitos donde el sistema actual no puede ejercer toda su influencia, en las organizaciones populares, que deben servir de "conejillos de indias", de "laboratorios de experimentación social"), un sistema nuevo que deberá ir ganando terreno como si fuera una "quinta columna".
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b) Individualmente
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Pero además de organizarse colectivamente, también es necesario, es imprescindible un cambio de actitud generalizado de las personas que conformamos el sistema. Es más, sin este cambio de actitud individual y personal, probablemente tampoco será posible la lucha organizada (la verdadera unión de las personas debe sustentarse en la actitud individual de cada una de ellas por dicha unión, en su compromiso personal, en su motivación, en su responsabilidad) o no servirá de nada. El sistema siempre ha intentado anular al individuo, como estrategia elemental de anulación de las masas. La alienación de las masas pasa por la alienación de cada individuo. Por tanto la emancipación social debe pasar también por la emancipación personal. Una revolución que no consigue emancipar a los individuos de una sociedad, lo único que hace es cambiar la forma de alienación de la misma, no la libera. La verdadera revolución social necesita de la "revolución individual".

Sólo cuando cada uno de nosotros cambie de actitud, cuando queramos realmente cambiar para mejorar, cuando aprendamos a pensar bien (a usar adecuadamente nuestras mejores capacidades mentales), a ser libres (sin necesidad de tutores ni de líderes, sabiendo que nuestra libertad acaba donde empieza la de otros, considerando que sólo seremos verdaderamente libres cuando usemos la libertad con responsabilidad), a respetar al prójimo (aunque lo aborrezcamos o sea radicalmente diferente), a ponernos en el puesto de otros (para comprenderlos mejor), a ser tolerantes, a ser sinceros (para con nosotros mismos y para con los demás, a practicar la sinceridad pero también a valorarla cuando los demás la practican hacia nosotros), a criticar (constructivamente) pero también a encajar las críticas hacia nosotros, a darnos cuenta de que nadie posee la "verdad absoluta" (de que podemos estar más o menos equivocados, de que todo es más o menos cuestionable), a evitar asumir ideas sin criticarlas por el simple hecho de ser verdades "incuestionables" o "aceptadas" (pensamiento crítico), a cambiar nuestras ideas cuando lleguemos a estar convencidos de que eran erróneas (pero al mismo tiempo a ser firmes en nuestras convicciones hasta que ya no estemos seguros de ellas, tampoco se trata de cambiar alegremente nuestros principios sin estar convencidos y tampoco se trata de cambiarlos constantemente "al son que toca" o por interés, así como tampoco se trata de aferrarse a ellos de forma cerrada y a perpetuidad sin dar opción de cuestionarlos), a practicar nuestros principios cotidianamente de forma coherente (predicando con el ejemplo), a respetarnos a nosotros mismos (y a exigir a los demás que nos respeten también, a exigir un trato digno), a tener paciencia para aprender o para enseñar (para cambiar las cosas se requiere de mucha paciencia), a compartir, a esforzarnos (o por lo menos a no acomodarnos en exceso), a tener una visión amplia y general de las cosas (a controlar nuestro egoísmo y nuestro egocentrismo para evitar que nos "nublen la vista", a no perdernos en los detalles, a evitar que "las ramas no nos dejen ver el bosque"), a "pensar globalmente y actuar localmente", a pensar más a largo plazo, a reconocer nuestros errores y a rectificar, a pedir perdón (pero sinceramente y coherentemente, evitando volver a cometer los errores por los que nos disculpamos), a aceptar la voluntad mayoritaria (lo cual no significa asumirla ni anular nuestro espíritu crítico o nuestra discrepancia), a ser verdaderos demócratas, a rebelarnos "con causa" (a no consentir las injusticias), a implicarnos, a dialogar y resolver nuestras diferencias pacíficamente, a ser nosotros mismos, a pensar por nosotros mismos (a rebelarnos contra el pensamiento de grupo, contra el miedo a ser diferentes), a ser independientes (a la vez que solidarios y comprometidos), a no dejarnos impresionar por las verdades "emitidas" por las "autoridades intelectuales" (y en vez de ello a intentar entenderlas o rebatirlas), a evitar el elitismo intelectual (a juzgar las ideas sin importarnos quién las dice, sin caer en el error de darles más o menos validez en función de la fama o anonimato de sus autores), a perder el miedo y el orgullo de reconocer que no sabemos (a preguntar en público nuestras dudas), a reconocer que no lo sabemos todo (ni nunca lo conseguiremos, lo cual no impide aspirar a aumentar nuestros conocimientos), a ser humildes (pero no sumisos ni complacientes), a ser inconformistas (a darnos cuenta de que todo siempre es mejorable), a seleccionar lo prioritario frente a lo secundario (no podemos abarcarlo todo), a distinguir entre lo superfluo y lo verdaderamente importante, a no dejarnos engañar por las apariencias o las "etiquetas" (a no juzgar "el contenido por el envoltorio"), a darnos cuenta de que todo nos "salpica" más de lo que creemos (tarde o pronto), a darnos cuenta de que "cualquier día nos puede tocar a nosotros", a darnos cuenta de que la unión hace la fuerza (de que el sistema no tendría NADA que hacer si estuviéramos unidos), a darnos cuenta de que el problema muchas veces no es tanto la falta de recursos sino su mala distribución, a no dejarnos dominar por nuestros miedos, a tener coraje (a buscar la verdad, contrastando las versiones opuestas de los hechos o de las ideas, aunque pueda poner en entredicho nuestras más firmes "creencias", y a decirla), a informarnos antes de opinar (a ser prudentes y no opinar cuando no tenemos información suficiente o "sólida"), a buscar siempre el "equilibrio" (tan necesario en todas las facetas de nuestra existencia, por ejemplo tan importante es la teoría como la práctica), a profundizar en vez de "quedarnos en la superficie" (a analizar siempre el porqué de las cosas), a no autoengañarnos con medidas "parciales" (comprendiendo que los problemas no se solucionan con "parches", comprendiendo que la caridad no resuelve la pobreza, que hay que "atacar" las causas de la misma, comprendiendo que la labor de una o­nG no es suficiente, que es necesario exigir a los gobiernos POLÍTICAS que erradiquen el hambre, la violencia,…), a valorar más la calidad que la cantidad (de información, de formación, de comunicación, …), a evitar las prisas (a evitar correr sin motivo, sin necesidad, a darnos cuenta de que estamos inmersos en una "carrera" absurda sin ninguna meta, a darnos cuenta de que es imposible hacer las cosas bien corriendo, de que es preferible hacer poco bien que mucho mal, de que correr nos impide pensar bien), a disfrutar con las cosas sencillas y verdaderamente importantes de la vida sin necesidad de rodearnos de multitud de "cacharros" (a darnos cuenta de que no siempre lo más caro es lo mejor, de que al contrario, las mejores cosas de la vida son "gratis"), a respetar la naturaleza y a disfrutarla, a centrar nuestras energías en lo verdaderamente importante (a emplear nuestro preciado tiempo adecuadamente), a distinguir entre los medios y los fines, a distinguir entre el fondo y la forma, a enfrentarnos a los problemas, a buscar soluciones en vez de quejarnos tanto, a asumir nuestras responsabilidades (en vez de intentar siempre redirigirlas a otros), a ser honestos, a ser coherentes (en vez de criticar a otros lo que luego también hacemos nosotros), a autoexigirnos antes que a exigir a los demás, a trabajar para vivir en vez de vivir para trabajar, a vivir en vez de conformarnos con sobrevivir, a vivir y dejar vivir, a colaborar más que a competir (sin renunciar a cierta competencia "sana" y "moderada"), a darnos cuenta de que "dicen" más los hechos que las palabras (de que las mentiras se pueden poner en evidencia contrastándolas con los hechos, de que la retórica sirve frecuentemente a la mentira), a desconfiar de la demagogia (del falso halago interesado, uno de los principales instrumentos de dominación del poder), a no dejarnos manipular por el poder mediante los patriotismos o los nacionalismos (a darnos cuenta de que, al margen de la natural "identificación" con nuestros semejantes más "cercanos", de la natural simpatía por lo próximo, las personas de otras naciones son en esencia como nosotros, son seres humanos con ciertas diferencias culturales, pero con unas inquietudes y necesidades básicas idénticas a las nuestras, a darnos cuenta de que la lealtad debe ser para con los principios, para con la verdad, para con el pueblo, para con la democracia, para con los derechos humanos), a respetar las diferencias (a respetar a los seres que son diferentes a nosotros, a no tener miedo a las personas distintas, a las personas de otras culturas o de otros países, a darnos cuenta de que ser distintos no significa ser superiores o inferiores, de que ser mejores en algunos aspectos no nos hace superiores globalmente, a darnos cuenta de que incluso aun asumiendo cierta superioridad, siempre muy discutible, nunca puede justificarse la falta de respeto ni la imposición en base a ella, no respetar nos hace "incivilizados", es la prueba más palpable de que no somos "superiores"), a evitar las guerras (a prevenirlas, a combatir sus causas, a elegir siempre que sea posible el camino de la paz, de la lucha pacífica), a ……, es cuando realmente podremos cambiar la sociedad.

Sino, no nos sirven de casi nada las revoluciones porque sustituimos unos poderes por otros, porque sustituimos un sistema deleznable por otro que reproducirá sus mismos defectos tarde o pronto (aunque bajo otras formas), porque nos "quedamos a medias". Si queremos construir un mundo mejor debemos empezar por cambiar nosotros mismos, debemos empezar por rebelarnos contra todo lo que nos oprime, contra todo lo que nos aliena, contra todos nuestros defectos. Debemos liberarnos de nosotros mismos, de nuestra parte negativa, de nuestros "demonios", de nuestros "infiernos". Muchas revoluciones han fracasado porque al lado de grandes personas que eran diferentes y que practicaban una actitud personal profundamente revolucionaria, profundamente transgresora, porque practicaban una revolución individual contra sus características más negativas como seres humanos, que usaban el margen de maniobra que nos permite evolucionar y cambiar, que luchaban también contra sí mismos, se han visto secundadas por otras personas que lejos de practicar la misma "rebelión individual", en el fondo lo único que querían era satisfacer sus ambiciones personales, personas que se "vendieron" (no necesariamente al poder anterior sino que a sus propios y peores sentimientos, a los principios que encarnaba dicho poder) y traicionaron los ideales iniciales de las revoluciones. Es necesario un compromiso personal sincero, una responsabilidad individual, una verdadera voluntad por cambiar, por parte de cada uno de nosotros.

Así como la emancipación social (o conjunta) no se producirá por sí sola, la emancipación individual tampoco. Nunca los avances sociales se han producido por sí solos, siempre han requerido un enorme esfuerzo y sacrificio de personas con nombres y apellidos comprometidas PERSONALMENTE (a veces incluso hasta el punto de sacrificar sus propias vidas). El sistema establecido, el poder, nunca ha llevado la iniciativa (al contrario ha intentado siempre evitar los avances, reprimirlos). Dichos avances siempre han requerido una lucha social (organizada) sustentada en una lucha personal e individual de sus líderes. Siempre han sido pocas personas las que han llevado el verdadero peso de intentar cambiar las cosas. El resto de personas se ha dejado llevar, en el mejor de los casos. Por esto el sistema siempre ha tenido bastante fácil combatir dichos intentos de avances, muchas veces bastaba con "eliminar" a los líderes, y otras veces cuando éstos desaparecían inevitablemente, desaparecían los ideales por los que se luchaba. Ésta sea quizás una de las causas de fondo del fracaso de las revoluciones, sólo ha habido una minoría que ha hecho el enorme esfuerzo de intentar cambiar el mundo. Pero cambiar el mundo requiere un esfuerzo conjunto de la mayor parte de la sociedad. Ésta no puede cambiar realmente si no lo hace la mayor parte de su población. La responsabilidad de cambiar el sistema debe ser compartida por la mayor parte de las personas del que formamos parte, no se puede ni se debe delegar dicha responsabilidad en otros. Mientras la mayoría de las personas no comparta la actitud individual de aquellas personas que han elegido el camino de la justicia, de la paz, de la lucha social por un mundo mejor, en realidad toda lucha está condenada al fracaso. No se puede pedir que el enorme esfuerzo de cambiar el sistema, de luchar contra el poder, recaiga sobre las espaldas de "cuatro" líderes. Además siempre es peligroso depender de pocas personas. Como dijo Bertolt Brecht, Desgraciado el país que necesita héroes. La verdadera emancipación social sólo es posible sin grandes liderazgos, no debemos esperar a que nadie nos libere por nosotros. No podemos emanciparnos sometiéndonos a las autoridades (ya sean las del poder tradicional o las de los liderazgos revolucionarios, las del nuevo poder). No podemos emanciparnos si nosotros mismos no lo deseamos (al desear depender de "pastores" como si fuéramos "ovejas").

Esto no quiere decir que cada uno de nosotros deba ir por su propio camino de forma totalmente aislada, ni mucho menos. Estamos hablando de una rebelión individual, no individualista, como complemento de una rebelión conjunta o social. Quiere decir que es necesario unirnos para luchar, pero desde una actitud de compromiso y responsabilidad PERSONAL compartida, que es necesario unirnos pero sin anularnos como individuos, sin delegar nuestra forma de ser o de pensar en nadie. Podremos delegar en cierta medida, es necesario siempre de alguna manera delegar para poder organizarse, siempre es necesario cierto liderazgo, pero debemos hacerlo siempre con una actitud abierta y alerta ante los acontecimientos, ante los resultados de nuestra delegación, sin que ésta sea un "cheque en blanco eterno". Quiere decir que además de colaborar con organizaciones populares que luchen por la verdadera democracia, también podemos luchar individualmente usando los medios a nuestro alcance (por ejemplo Internet) para difundir activamente ideas, para debatir, para luchar en el "frente de las ideas". Hay que propagar la idea de la necesidad de avanzar en democracia a nuestros familiares, a nuestros amigos, a nuestros compañeros de trabajo, además de acudir a asambleas o a manifestaciones en la calle. Hay que ser ACTIVO también a nivel individual.

Asimismo es muy difícil (aunque no imposible) emanciparnos individualmente sin ninguna ayuda externa, indudablemente el contexto influye. Pero tampoco debemos esperar a que se produzcan las condiciones ideales porque probablemente éstas nunca vendrán. Hay que empezar a hacerlo incluso en condiciones adversas. Esto requiere esfuerzo, pero en algún momento se tiene que romper el círculo vicioso de que el sistema no cambia si no cambiamos los individuos y de que los individuos no cambian si el sistema no cambia (y el sistema no cambiará "desde arriba" porque precisamente "arriba" no quieren cambiarlo, necesitan evitar cambiarlo). Podemos intentar empezar a cambiar en nuestra vida personal, además de en nuestra vida social o política. En el día a día. Lo fundamental es empezar a rebelarnos, empezar a practicar la rebelión individual.

Rebelándonos contra la apatía, contra el pesimismo, contra la pereza, contra la obsesión por el dinero (una vez sobrepasado cierto umbral no nos hace necesariamente más felices, ¿para qué queremos más dinero si luego no disponemos de tiempo para gastarlo?), contra la codicia, contra la avaricia, contra la envidia, contra la excesiva comodidad (que nos impide rebelarnos porque siempre esperamos a que otro lo haga por nosotros), contra el individualismo (que nos hace perder de vista nuestra naturaleza social), contra el gregarismo (que nos anula como individuos), contra el consumismo (desoyendo la publicidad, quitando el volumen de la tele, comprando sólo cuando realmente lo necesitemos), contra el trabajo alienante (esforzándonos lo mínimo posible, practicando una "venganza silenciosa"), contra la "información" de los medios de comunicación "oficiales" (tomándonos con mucha prudencia la "información" que nos proporcionan, siendo conscientes de que está manipulada y autocensurada, observando cómo funciona dicha manipulación, cómo se dan las versiones de una de las partes y no de la otra, cómo siempre se da "voz" a los mismos, cómo no se analizan las causas de fondo, contrastando la "información" de los medios "oficiales" con la prensa alternativa accesible en Internet, con la realidad que nos rodea, con nuestro sentido común), contra los prejuicios de la hegemonía cultural impuesta (poniéndolos a prueba y en evidencia siempre que sea posible, pensando en vez de creer a ciegas), contra las ideas que el sistema "emite" para dividir a los trabajadores (comprendiendo las causas de las huelgas, comprendiendo que los primeros perjudicados de las mismas son los propios huelguistas, comprendiendo e identificando la táctica que hace el sistema de querer enfrentar entre sí a los trabajadores realzando los inconvenientes sobre la población de las huelgas y a la vez ocultando las verdaderas causas de las mismas), contra las verdades "establecidas" (yendo más allá de lo que se nos dice, practicando la duda metódica, recuperando la curiosidad como motor del conocimiento, no dejando de perder de vista lo importante, impidiendo que nos distraigan con "cortinas de humo", analizando para conocer las causas de los problemas, relacionando las causas y sus efectos), contra el eufemismo (tan usado en el lenguaje políticamente correcto para suavizar la realidad, para "enmascararla"), contra nuestro papel de meras "marionetas" en las "democracias" actuales (usando nuestro poder de voto adecuadamente, usando la abstención cuando sea necesario, no participando en encuestas absurdas que sólo sirven para legitimar al sistema y hacernos creer que hacen algo por nosotros, no colaborando con la prensa "oficial" haciéndole el boicot, …), contra el corporativismo (que nos impide ser mínimamente objetivos), contra el sectarismo (que nos impide tener una visión de conjunto, que nos limita nuestra independencia y por tanto nuestra libertad), contra el inmovilismo (que impide el cambio y por tanto la mejora, que impide la readaptación a una realidad que siempre es más o menos, en las formas y/o en el fondo, cambiante), contra las injusticias, contra el pensamiento único (buscando activamente visiones o versiones distintas de las "oficiales" para contrastarlas con éstas, atreviéndonos a leer y estudiar ideologías o ideas críticas con el sistema actual, la crítica es el mejor antídoto contra la visión "monocolor" del mundo, la pluralidad de ideas es imprescindible para encontrar soluciones eficaces a los grandes problemas), contra la idea de que no es posible cambiar el mundo (el mundo siempre ha cambiado y por tanto siempre puede cambiarse, pero hay que cambiarlo a mejor, hay que conseguir que los cambios beneficien a la mayoría), contra todo dogmatismo (que anula nuestra capacidad crítica y por tanto nos impide evolucionar ideológicamente), contra la indiferencia, contra la estupidez, contra la falsedad, contra la hipocresía, contra el excesivo orgullo, contra la vanidad, contra las apariencias (teniendo en cuenta que la mayor parte de las veces las apariencias engañan, no dejándonos engañar por cambios superficiales y aparentes que en realidad esconden continuidad en lo esencial, cambios en las formas para ocultar continuidad en el fondo, no dejándonos engañar por "el arte de cambiar todo para que todo siga igual"), contra la intolerancia, contra todo tipo de culto (a las personas, a las ideas, a los objetos, …), contra cualquier forma de integrismo o fanatismo, contra la violencia (de cualquier tipo, sin perder de vista que la violencia tiene muchas "caras", que mucha violencia física y repentina es la respuesta a otra violencia "invisible", psicológica, sutil y continua), contra el racismo, contra el fácil recurso de la venganza o del rencor, contra la maldad, contra la competencia desmedida (que anula nuestro sentimiento de solidaridad, que limita nuestra capacidad de colaboración), contra la "uniformización cultural" (que en realidad es la eliminación de una cultura por otra cultura dominante, es "imperialismo cultural", es la pérdida de las señas de identidad, es la pérdida de las raíces), contra los nacionalismos y patriotismos exacerbados (que siempre sirven al poder, antiguo o emergente, para desviar la atención de los verdaderos problemas, para olvidarnos de que lo importante son las personas, para hacernos creer que hay algo superior a las personas, patriotismo utilizado por el poder para justificarse, para someter y para controlar al pueblo, nacionalismos y patriotismos en nombre de los cuales se han hecho y se siguen haciendo algunas de las mayores barbaridades de la historia de la humanidad), contra todas las guerras (la guerra siempre supone el mayor fracaso de la humanidad), contra el odio (antesala de nuestra propia destrucción), contra la locura de la (auto)destrucción, contra ……

Podemos rebelarnos haciendo el "boicot" al sistema, ejerciendo una resistencia pasiva y "silenciosa" (aunque complementándola con una resistencia activa organizada). Como mínimo, dejando de ser "cómplices" del sistema, dejando de colaborar "ciegamente" con él. Por lo menos, resistiéndonos a que nos cambie, procurando que aun teniéndonos que adaptar a él para sobrevivir, no nos cambie demasiado, no nos haga renunciar demasiado a nuestros principios (llegando a un "equilibrio" , "prostituyéndonos" lo justo). Lo primero es evitar que nos cambie demasiado, es "defendernos" para posteriormente pasar a la iniciativa e intentar cambiarlo nosotros a él, es decir "primero defendernos para posteriormente pasar al ataque". Como dijo Murphy, Si resistes, vencerás. Esta actitud nos costará más de un disgusto y nos requerirá mucho esfuerzo (sobre todo al principio, luego no tanto), pero afortunadamente, también nos proporcionará una profunda satisfacción interior, una tranquilidad de conciencia (y no por la inexistencia de ésta), una sensación de haber cumplido con nuestro deber más profundo como seres humanos (contribuir a un mundo mejor, o por lo menos no contribuir a empeorarlo), una sensación de no haber renunciado a nuestra forma de ser, de no renunciar a nuestra dignidad, de no ser un "zombi idiotizado" al servicio de un sistema que nos controla. No podemos ser realmente felices si no somos nosotros mismos, si actuamos bajo los dictados de una conciencia superior externa a nosotros. La rebelión individual nos requiere más esfuerzo pero nos redunda en mayor felicidad, en mayor humanidad, en mayor sensación de ESTAR VIVOS. La rebelión individual nos emancipa. Es una lucha personal por maximizar nuestra libertad, por conquistar la mayor libertad posible. La rebelión individual nos permite liberarnos individualmente (o por lo menos nos permite minimizar el control que ejerce el sistema sobre cada uno de nosotros) y de paso puede contribuir a cambiar el sistema (si es realizada conjuntamente por muchas personas, por la mayoría de la sociedad). QUIZÁS no consigamos nada, pero si no hacemos nada entonces SEGURO que nunca conseguiremos nada, y probablemente conseguiremos poco a poco ir "poniendo nuestro granito de arena", y si somos muchos (si somos cada vez más, a lo mejor ya lo somos sin saberlo, el sistema desde luego se encarga de que creamos que somos "raros" y "únicos") entonces muchos "granitos de arena" pueden convertirse en "montañas".

Además, en las organizaciones que pretendan cambiar el sistema se puede ayudar a realizar dicha rebelión individual a través de la comunicación, del intercambio de experiencias, del debate, del aprendizaje de técnicas que ayudan a pensar bien (y por tanto que ayudan a ejecutar dicha liberación personal), de la concienciación masiva, de la promoción del boicot general al sistema, etc. La rebelión individual es ineludible para cada individuo pero puede compartirse, puede practicarse de forma "coordinada y colectiva". Indudablemente, hay gente que ya de por sí es rebelde y no tendrá muchas dificultades en realizar dicha rebelión individual (de hecho la practica desde que nació), pero dado que "nacemos pero también nos hacemos" (tenemos cierto margen de maniobra), también podemos aprender a ser más rebeldes, a ser "mejores" rebeldes, a ser rebeldes más "eficaces". Como dijo el filósofo italiano Domenico Losurdo, Los procesos revolucionarios son procesos de aprendizaje.
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No se trata de una rebeldía "ciega" sino de una rebeldía "razonada". No se trata de una rebeldía "incontrolada". No es una rebeldía sin causas. Como dijo Walter Benjamin, la revolución no es un tren fuera de control, es la aplicación de los frenos de emergencia. Hay que rebelarse no contra todo sino contra lo que vaya contra nuestro sentido común, contra la razón, contra nuestros mejores sentimientos, contra lo que nos dicta nuestra conciencia. Pero para ello debemos recuperar nuestra conciencia, debemos "redescubrirnos", debemos "interiorizarnos" recurriendo a lo mejor de nuestras características humanas, es decir, a nuestra capacidad de observar y analizar la realidad que nos rodea (que debe ser siempre nuestro "laboratorio" de pruebas de nuestras ideas o teorías, que debe confirmar o negar nuestra visión de las cosas, como se hace con el método científico para validar o no las teorías), a nuestra inteligencia para intentar explicarnos porqué ocurren las cosas que vemos en el mundo, a nuestra desconfianza natural hacia los poderosos, hacia las autoridades (que nos lleve a preguntarnos siempre a quién beneficia tal o cual idea o hecho), a nuestros mejores sentimientos de solidaridad y humanidad (a ponernos en el puesto de otras personas, especialmente de aquellos que sufren o son oprimidos), a recuperar la compasión (para evitar caer en los mismos errores de los que decimos combatir). En definitiva, se trata de que "despertemos" como seres humanos que somos y que intentemos sacar lo mejor de nosotros mismos e intentemos reprimir o eliminar lo peor de nuestra forma de ser, se trata de rebelarnos contra nosotros mismos también, contra nuestras características más estúpidas y más malvadas, se trata de ser dueños de nosotros mismos, se trata de controlar nuestras vidas, se trata de "mojarnos". Este es el auténtico "germen" de la verdadera revolución social, la "revolución interior". Como dijo Manuel Azaña, cuando el pueblo se apasione por sus ideas será la señal del triunfo.
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Conclusión
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El sistema lo hacemos entre todos los individuos del que formamos parte. Indudablemente hay una minoría dominante que tiene más poder de influencia sobre el funcionamiento del mismo. Pero dicha minoría no puede controlar al conjunto de la sociedad sin la complicidad (consciente o inconsciente) de la mayor parte de la población. El filósofo inglés David Hume señaló en su teoría política la paradoja de que en cualquier sociedad la población se somete a los gobernantes, aunque la fuerza reside siempre en las manos de los gobernados. Los gobernantes sólo pueden dirigir un país si controlan las opiniones, no importa tanto (aunque importa mucho) de cuántos fusiles dispongan. Esto es así incluso en las sociedades despóticas, o en las más libres. Si el pueblo no acepta las cosas, sus gobernantes están acabados. La única posibilidad de intentar cambiar el sistema debe partir de la mayoría dominada, la minoría dominante, por el contrario, siempre intenta perpetuarlo para perpetuar sus privilegios. El sistema podemos y debemos cambiarlo entre todos. El pueblo debe tomar la iniciativa si desea emanciparse, no puede esperar a que nadie lo haga por él (ni siquiera puede esperar una verdadera emancipación de una "vanguardia" intelectual). La verdadera emancipación debe consistir en hacerlo por sí mismo. Como dijo Salvador Allende, La historia es nuestra y la hacen los pueblos. Pero dicha emancipación social no puede existir si no se produce a su vez la emancipación de cada individuo, si no se produce una rebelión individual contra el sistema y todos sus "tentáculos" (incluidos los existentes en la propia manera de ser del individuo). Dicha rebelión individual debe ser a su vez "generalizada", la actitud rebelde que ya tienen (en mayor o menor medida) algunos individuos, debe ser "exportada" o "contagiada" progresivamente al resto de la población. Sólo con una masiva rebelión de la sociedad (como suma de las rebeliones individuales "coordinadas"), puede realmente cambiar ésta. El cambio del sistema es una responsabilidad que debe ser compartida por todos los individuos que pertenecen a él. Pero dicha rebelión debe ser pacífica, debe ser la recuperación de lo mejor del espíritu humano, lo mejor de su forma de ser, debe ser mejorar potenciando lo mejor de nosotros y reprimiendo lo peor de nosotros. Esta rebelión individual es tan necesaria (o más) como una rebelión organizada y coordinada de las masas, porque supone, no sólo derrocar el sistema actual, sino que además, sustituirlo por uno nuevo que evite reproducir los defectos del anterior, y esto sólo es posible cambiando la manera de ser de cada individuo, aprendiendo a ser de otra manera para construir un mundo nuevo. Obviamente estamos hablando de un cambio profundo en la sociedad, que llevará mucho tiempo, estamos hablando de la "semilla" que debe abonar el "terreno" del cambio de la sociedad, estamos hablando de la "materia prima" de la auténtica Revolución. Realmente estamos hablando de la evolución ética y moral de la humanidad, si ésta no se produce entonces probablemente tenemos muy pocas posibilidades de subsistir como especie. Dicha evolución debemos de alguna manera "forzarla" antes de que sea demasiado tarde (si es que no lo es ya). Hemos evolucionado de forma muy desigual, nos hemos desarrollado tecnológica y científicamente mucho más que social, política y éticamente. La lucha por una sociedad más justa, por su propia supervivencia, debe ser a nivel social pero también a nivel individual. Se necesita una implicación personal, además de social. Una implicación, por supuesto, en la medida de nuestras posibilidades, pero éstas siempre existen, no son nunca nulas. Ambas luchas se complementan y se "realimentan" mutuamente. Como el Che Guevara dijo una vez a Nasser, el momento decisivo en la vida de cada hombre es el momento cuando decide enfrentarse a la muerte. Si la enfrenta, será un héroe, tenga éxito o no. Puede ser un buen o mal político, pero si no enfrenta la muerte, nunca será más que un político. Por mucho que nos rodeemos de personas, por mucho que vivamos en sociedad, por mucho que luchemos conjuntamente con otros, la verdadera lucha por la emancipación es una lucha personal e individual. La rebelión individual debemos practicarla cada día, en nuestra vida cotidiana, no es una revolución pasajera, es una revolución permanente, no es una revolución de grandes hechos históricos protagonizada por famosos "héroes" y en famosas fechas concretas, es una revolución de "pequeños" hechos (de "microhechos") protagonizada por muchos "héroes anónimos" que se produce cada día sin llamar la atención. Es una revolución "democratizada y silenciosa". Esto no quiere decir que no pueda o no deba producirse una nueva revolución en el sentido clásico de la palabra, sino que significa que a la espera de que llegue (si es que llega), hay que iniciar entre todos una revolución "tranquila" mediante la implicación personal de cada individuo del sistema, que además puede suponer aumentar notablemente las posibilidades de éxito de esa posible revolución "clásica" futura. El cambio de mentalidad debemos empezar a practicarlo ya mismo cuestionando lo dicho en este mismo artículo (porque todo es cuestionable, aunque no todo es igual de cuestionable), pero haciéndolo con la razón, con la argumentación y sobre todo con la mejor intención. Lo más importante es la VOLUNTAD, es la ACTITUD (más que las aptitudes), que realmente QUERAMOS cambiar el sistema. Si queremos A LO MEJOR podremos, pero si no queremos entonces SEGURO que no podremos. Y si queremos, tenemos que intentarlo. Si lo intentamos A LO MEJOR lo conseguimos, pero si no lo intentamos entonces SEGURO que no lo conseguimos. Lo importante es que todos adoptemos una actitud RESPONSABLE, ACTIVA y COMPROMETIDA. Como se suele decir, peor es arrepentirse de lo que NO se hizo que de lo que se hizo (siempre que no se haga ninguna barbaridad, por supuesto). Podemos empezar a cambiar el mundo cambiando nosotros mismos para cambiar nuestro entorno más inmediato. Como decía Gandhi, Sé tu mismo la solución y el mundo que tú quieres para los demás. Y como decía Platón, Buscando el bien de nuestros semejantes encontraremos el nuestro.
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kaosenlared.net - España/11/11/2008

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