10/4/07

España / El PP no es un partido político

Por: Jaime Richart (especial para ARGENPRESS.info)
Fecha publicación: 08/04/2007

Tema: Situación en España
País/es: España

A esta gente no se le puede hablar con demasiadas contemplaciones. De esta gente no se puede hablar con diplomacia. Todo lo que se les diga y se diga de ellos con discreción y miramientos lo toman por debilidad y no como señales de prudencia. Por eso hay que decirlo en voz bien alta...

El PP no es un partido político. Está mucho más cerca de ser un monipodio, una guarida de granujas al servicio de la construcción como vía de enriquecimiento personal y grupuscular, que de un partido político sustentado por unos principios dignos de valorar y útiles para refrenar las tendencias a acelerar los procesos de cambio sociales típicos de los partidos de izquierda y radicales; rasgos éstos que configuran a sus homólogos de los demás países europeos.

Miren Uds., si el PP fuera un partido conservador de las buenas costumbres (aunque ésta sea materia controvertible como pocas); si fuera conservador en el sentido de mirar por fortalecer la propiedad privada de todos los ciudadanos y no sólo de grupos muy significados y privilegiados; si la privatización que promueve como criterio o técnica economicista no fuese odiosa en sí misma porque excluye por su propia naturaleza el acceso a servicios básicos como la sanidad o la cobertura mínima retributiva indispensable social... Si las preocupaciones del PP abarcasen múltiples aspectos de la iniciativa privada y de la libre concurrencia, en conexión con los criterios que sustenta la teoría económica sobre la riqueza de los pueblos y el desarrollo de los padres de la economía moderna; si las miras del PP y de los neocons, sus socios, fueran la industriosidad, la propuesta y desarrollo de las energías alternativas, por ejemplo; de la energía solar o de la eólica como bandera, etc. etc... el PP, con sus hipocresías a cuestas, con sus contradicciones, con sus desmesuras y desplantes, con sus lastres ideológicos, con sus miserables dirigentes al frente, podría ser digno de ser tenido en cuenta como alternativa, aunque el votante no se metiese nada en el bolsillo ni obtuviese la más mínima ventaja directa de él.

Pero señores, el PP no es un partido político. Hay que decirlo una vez más. El PP es un extraño grupo social, una sociedad anónima integrada por sociedades interpuestas, una sociedad de sociedades mercantiles, una red de sociedades defraudadoras, pantallas de otras actividades que gravitan alrededor de la corrupción económica y urbanística fundamentalmente. La única filosofía del PP, tras otras apariencias y ruidos, consiste no en la actividad febril económica en todas direcciones, no en la privatización ni en el mantenimiento de las buenas costumbres, no en el mantenimiento de la sensibilidad católica... El PP es un partido levantado sobre una única obsesión: construir. Y además venga o no venga a cuento. Allá donde hay corrupción y barbaridades urbanísticas y ecológicas, aunque candidatos que pasan por “independientes” se unan a ellos como maniobra de distracción, hay una célula del PP, un entusiasta del PP, un defensor a ultranza de la ideología del PP, de los que la ostentan, de los que hacen de este país en su conjunto un territorio europeo dividido sin remisión, y parte de él, la que le pertenece, la más atrasada intelectual, política y culturalmente de Europa.

La principal asignatura pendiente que tiene España en la actualidad es la constitución de un partido digno conservador. Mientras una parte de ella siga en manos del PP, este país seguirá siendo un país atrasado. Más, un país en parte retrasado mentalmente.

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