17/6/07

LAS OTRAS MIRADAS DEL AMOR.(EL AMOR, SUS MODOS Y NI MODOS. III)

Rebelión
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Guadalajara, Jalisco.
Quiero iniciar estas palabras agradeciendo aquí, en Guadalajara, que fue donde este sueño comenzó su camino para hacerse imagen y libro, a Efraín Herrera (el Cuadratín del Desvelo hecho colectivo, que diseñó, es decir, creó este libro), y a Antonio Ramírez (el Pinceles lúbrico e irreverente de los óleos y dibujos de las Sociedad del Desvelo). Ambos, junto con Domi y todos y todas quienes forman el Colectivo Callejero, han acompañado, con su saber, su arte y su trabajo, el empeño que las comunidades indígenas zapatistas mantienen en la construcción de un mundo nuevo, mejor, más justo, más libre, más digno. A todas ellas y ellos, y a nombre de las zapatistas y los zapatistas, quiero expresarles en público lo que tal vez no he sabido hacer en privado: nuestro respeto, admiración y cariño por ser quienes son y estar donde están, sobre todo sabiendo que podrían estar enfrente y no junto nuestro. Agradezco también a quienes, aquí en Guadalajara y en el DF apoyaron y trabajaron para que sto se hiciera realidad.
Dicho esto, los invito ahora a ellas, a ellos, a ustedes, a asomarse a algunas de las otras miradas del amor, sus modos y ni modos…
Capítulo III.- En el que nos asomamos a una carta llegada desde las montañas del sureste mexicano; donde, ahora sí, se nos da a conocer lo que decía la carta que el Sup le hizo a la Magdalena por encargo de Elías Contreras; y que detalla cómo la Toñita-Tercera-Generación regañó al Sup, así como otros olvidables, por nimios, sucesos.
Cuando ya me aprestaba a salir rumbo a esta ciudad de Guadalajara, un complicado enlace de relevos y mensajeros viniendo desde las montañas del sureste mexicano, me puso en las manos unas hojas de cuaderno escolar. En ellas…
La Insurgenta Erika le escribe al Sup una carta que dice…
“Compañero Subcomandante Insurgente Marcos:
Recibe mis saludos revolucionarios esperando que te encuentres bien de salud en compañía de los compañeros. Después de mi corto saludo, prosigo a los siguientes.
Compañero Sup, te escribe yo, que sea la Insurgenta Erika por razón de unas problemas que estamos teniendo acá en el cuartel zapatistas. Yo estoy pensando que te voy a decir de esto cuando te veo, pero ya estás tardando y entonces pensé que mejor te escribo ésta tu carta para que tú te enteras de una vez como mando que eres, y según ahí lo veas qué me vas a decir.
Bueno, pues resulta que mucho me regañan porque no hago bien los trabajos y se enojan en la cédula Emiliano Zapata porque dicen que puro “Los Temerarios” pongo en la grabadora que habla, porque hay una grabadora que oye pero no habla, y hay otra grabadora que sí habla pero no oye. Y antes no sabemos que así está su modo de estas grabadoras que dieron los ciudadanos la otra vuelta que vinieron de la Otra Campaña, porque resulta que la cédula puso de trabajo hacer una programa para Radio Insurgente sobre los derechos de las mujeres, y entonces lo preparamos los escritos, que sea con canciones y puemas y toda la cosa, pero no lo estamos mirando si es que la grabadora no muy quiere hacer su trabajo. Y de ahí que ya lo vamos a grabar la programa, y no va siendo que no oye, que sea que esa grabadora no muy oye porque ónde quiera le picamos y nomás no oye. Entonces de ahí que el capitán dijo que hay otra grabadora que sí oye pero no habla, ¿cómo que no habla?, le preguntó el Mayor, y el capitán dijo que de por sí no habla pero sí oye y entonces lo fueron a traer esa otra grabadora que sí oye y lo pusieron cercas de la grabadora que sí habla, o sea una mirando a la otra, y así la que no habla oye lo que dice la que sí habla y al revés, y ya pues lo hicimos la programa y quedó un poco más o menos.
Pero de ahí que ahí nomás quedó botada la grabadora que no habla, junto con la que sí habla, y entonces en veces se equivocan y ponen las canciones en la grabadora que no habla y me regañan que porque dicen que la Erika ya lo descompuso, así andan diciendo. Pero no muy me dicen en mi cara, sino que me hablan así como quien dice a mis espaldas, que sea en sus escondidas, que si no, pues claro les digo dónde está la problema, y por eso ya lo puse un letrero en cada grabadora que dice en una “sí oye, pero no habla” y en la otra una puse “sí habla, pero no oye” y ya se arregló la problema de las grabadoras ciudadanas pero no me gusta que así andan diciendo.
Pero, bueno, no mero ésa es la problema que te cuento, sino que es otra problema. Porque resulta que el compañero capitán mucho me mira. Yo no veo mal que hace ansí, porque de por sí me gusta que mucho me mire, pero la problema es que no me dice nada, sólo me pasa mire y mire. Y de ahí que yo como quien dice que no estoy pensando nada, pero como mucho me está mirando pues entonces ya llegó otro pensamiento en mi cabeza de que qué tal que el compañero capitán está queriendo conmigo o que tal que de por sí no está queriendo sino que es su modo de mucho mirar.
Pero de ahí que ya lo estuve investigando así en discreto, que sea sin hacer mucha bulla, que sea que no lo ando publicando sino nomás yo, y ya lo miré que no con cualquiera mucho mira, sino que nomás conmigo. Y de ahí que entonces no sé qué llegó en mi corazón y resulta que creo que ya lo estoy queriendo.
Y entonces pues lo veo que no se permisa ni dice nada, o sea que yo creo que es medio tarugo el compañero capitán, con perdón y dispensa de los altos mandos zapatistas, porque no muy dice si está queriendo conmigo sino que sólo mucho me mira.
Entonces yo pensé que hago un plan para echarle una su ayudadita y entonces lo pongo canciones de “Los Temerarios” para que se agarre una idea de cómo debe decir, que sea cómo hace para enamorrrarme. Y entonces resulta que el compañero capitán pues no rápido entiende, parece, y entonces ahí estoy dale y dale con las canciones y entonces pues me regaña el mando, o sea que sale la problema como ya te expliqué.
Y claro te digo compañero Supcomandante Sup que no es que estoy muy enamorrrada, pero siempre un poco sí, bastante. Entonces es su culpa del capitán porque mucho me mira y yo no estaba pensando nada. Y entonces aluego pienso que qué tal que de por sí no me va a querer y entonces si no me quiere yo creo que me voy a morir, pero creo que pasa luego y sí muero pero no tardo con la pena, creo.
Pero entonces pues ahí está la problema y no sólo, porque resulta que la compañera Insurgenta La Toña lo pelié con ella y es que la razón fue que estoy lavando mi uniforme porque hay inspección al otro día y luego me regañan porque llego con el uniforme con lodo, y entonces ahí estoy lavando y acaso estoy pensando nada y ahí nomás llegó en mi cabeza una canción de “Los Temerarios” que sea que cuenta de los amores y esas cosas, y empecé a cantar no muy fuerte porque de por sí aluego se me va la tonelada y no muy me sale, pero ónde va siendo que llega la Toña y me miró y entonces, pos yo también la miré y ahí tardamos mirándonos y entonces ya estamos enojadas y no salen bien los trabajos.
Y todas estas problemas por su culpa de los amores y esas cosas.
Y entonces pues no sé qué me vas a decir, compañero subcomandante Sup Marcos, según si es que me vas a regañar, pero yo creo que no, porque claro lo dijiste el otro día en Radio Insurgente que no se puede dar orden al corazón, que ahí no hay quien manda, sino que el corazón hace como hace sin pedir autorización o permiso, porque viera que se puede dar orden pos sí, pero no se puede. Entonces no es que yo dije que ya me voy a enamorrrar, si acaso estoy pensando nada, sino que su culpa del capitán porque me anda mirando.
Y entonces compañero Supcomandante, yo pienso si es que no será que tú lo puedes como quien dice mal aconsejar al compañero Capitán de cómo hacer de los amores y esas cosas, porque me está saliendo medio menso y yo lo estoy sufriendo de balde porque él de plano no se apura.
Y entonces pues si no tienes tiempo de mal aconsejar al compañero capitán, pues está bueno que lo haces una su carta para que me da a mí, y entonces en esa carta que me diga que mucho me quiere, y que no puede vivir sin mí, y que siente muy bonito cuando está conmigo.
Y si no llega tu idea en tu cabeza compañero Sup, entonces pues escúchalo una canción de “Los Temerarios” que se llama “Te Amo”, creo, porque hay otra que se llama “Te Quiero”, pero más mejor la de “Te Amo” porque es más bonitilla, y entonces lo haces la carta y ya me entrega el Capitán, y yo no voy a decir que ya sé que el Sup lo hizo la carta, sino que hago como que no sé, y que pienso que es del capitán, y entonces ya me declara su declaración y ya yo hago como que voy a pensar pero de por sí ya lo pensé, pero no claro lo digo porque si no, pues claro lo va a ver que ya lo estoy queriendo de por sí y va a agarrar maña, y entonces es mejor que sufra, así como dice la canción, y tampoco mucho sino que un ratito lo sufro y ya luego le digo sí, y no pienso tardar mucho de pensar porque qué tal que se arrepiente el capitán porque así dice otra canción que no es de “Los Temerarios” sino que el grupo se llama, creo, Los… Los… no me acuerdo cómo es que se llama pero tienen unas músicas un poco buenas como unas cumbias que lo pusieron el otro día en la fiesta del Caracol, pero que no es fiesta de la organización sino que del pueblo, creo que porque su gusto. Bueno, pero entonces lo pienso un rato un poco largo, como unos 2 minutos creo que está bueno, y ya luego le digo que sí lo voy a querer y creo que así se arregla la problema ésta que estoy teniendo y que no es que está muy grave pero siempre un poco sí, porque ya tiene 6 vueltas que me castigan con la posta y en la posta no se puede cantar de amores y esas cosas, bueno, no se puede cantar de nada porque qué tal que llegan los malditos enemigos a chingarnos, y mejor que me castiguen de la leña porque ahí si puedo darle a la cantadera y no hay quien me dice nada si es que me sale mal la tonelada.
Pues es todo mi palabra compañero Subcomandante Insurgente Marcos, ahí espero tu contestación que te escribe la compañera Insurgenta Erika.
Fraternalmente.La Erika.
Fin de la carta llegada desde las montañas del sureste mexicano. Acá…
Es madrugada. En la orillada de la ciudad de Guadalajara y en la mochila, busco y encuentro una carta que quedó pendiente. Aquel encargo que Elías me hizo de escribirle en su nombre a la mujer que lo desvelaba…
La carta que el Sup escribió para que Elías Contreras le entregara,como si propia fuera, a La Magdalena.
Magdalena:
Te vi de madrugada. Escondida o encerrada estabas en una torre de calendarios y geografías absurdas que me decían que no era bienvenido. Pero, apenas un momento, y te asomaste entera, hermosa y desnuda de prejuicios, luchando a favor de este nadie que soy y rescatándome de una noche ajena. Yo me quedé temblando, aún lo estoy. Deslumbrado todavía, en los pasos que siguieron y dimos juntos, lo que antes entró por la mirada, suavemente se llegó a mi pecho por camino desconocido.
Te vi, y yo pensé que eso me bastaría, que tu imagen sería suficiente para tomar fuerza y alejarme para que, cuando el tiempo pidiera cuentas, el saldo fuera apenas un recuerdo de la tormenta que por cabellos llevas, el collar de besos que imaginé para tu cuello. Pero no, no fue suficiente. Necesito colgarte cien suspiros al oído y recorrer tu geografía con mis labios. Y necesito que mis manos se dibujen en tu cintura y tus caderas, que mi sed encuentre alivio entre tus piernas, que renazcan mis dedos sobre tus senos, que tu boca me diga lo que no me dirán tus palabras, que mi piel más sombra sea en la luz de la tuya.
Ya nada basta. No basta con que sueñe que te tomo por la cintura, que te acerco a mí y que a tu cuello llega mi aliento, que dudan mis manos entre uno y otro pecho, que me restriego a tus caderas y que tu humedad me guía. No basta con pensar que tu tormenta me estalla en la cara, ni que me piense y te piense conmigo dentro, con el deseo montado en piernas y caderas, corriendo a ninguna parte, atento al gesto que en gemidos dibujas. No basta imaginar que me tienes, que me enseñas a encontrarte, que me haces hacerte, que te dibujas entre mis brazos, que tiemblas y me tiemblas. No basta que reconstruya en la mente lo que tal vez no pasará nunca: el quitarte la ropa y los miedos, el desnudarte las ganas, el abrirte por el vértice sombreado, todo deseo, todo misterio, el entrarte hasta el sitio que anule por fin toda razón y que sólo la carne mande. No basta que trate de distraerme detrás de las palabras que arrojas, fallidas puertas de salida, ventanas que no invitan a asomarse siquiera, paredes cerradas.
He tratado de tomar distancia, de hacer complicadas cuentas de días, kilómetros, horas, calles frías, laberintos, olvidos. Consulté mapas que confirman que el tuyo es otro mundo. Ha sido inútil. Esta mañana, por ejemplo, me he hecho el firme propósito de tomar distancia, anteponer un montón de razones para irme ya alejando y decir adiós sin palabras, que siempre es el adiós más difícil, el más artero. Pero apenas te he visto y he olvidado hasta la hora. Bastó que desde lo lejos intuyera una tormenta, para que botara propósitos y razones, para que el corazón y las ganas se desbocaran, y para que un cuello suspirado me robara todo el aliento.
Magdalena, yo sólo quería decirte que me gustas y que quería acercarme a ti. Pero acercarme como un hombre se acerca a una mujer que le gusta. Algo así como tomarte de la cintura y acercar tus pechos al mío, acercarme a tu cuello, decirte algo tierno y dulce al oído, mordisquear las manzanas de tus mejillas y llegar a tus labios con un beso, imaginarte un jadeo si mis manos te rehicieran los senos, intuirte un sueño si mi abrazo te tomara prisionera la cintura, soñarte soñando conmigo dentro y dentro mío. ¿Hago mal en desearte, en que mi piel quiera tocarse en la tuya, en buscarte para encontrarte como se encuentran un hombre y una mujer que se gustan, es decir, desnudos y sedientos? ¿Hago mal en decirlo o en hablarlo con silencios?
Yo lo que quiero es encontrarte para invitarte a perderte conmigo, Magdalena, que la piel le hable a la piel el deseo que callan las palabras y que el silencio habla… Espero entonces, tu silencio y tu palabra.
Vale. Salud y que en la tormenta de la noche los cuerpos sean la barca.
Elías Contreras.
Fin de la carta para la Magdalena que Elías, afortunadamente, nunca entregó.
La Toñita-Tercera-Generación mal orienta al Sup en asuntos de amores.
Deben ustedes de saber que la Comandancia General del EZLN no es un lugar fijo, sino que tiene el mismo carácter trashumante de quienes tienen esa comisión. Sin embargo, cuando pasamos por alguno de los pueblos, las bases de apoyo suelen prestarnos alguna de las casas que, en el tiempo en que estamos ahí, funcionan como Comandancia General o, como dicen los niños del FPFV-I en la colonia La Polvorilla de la Ciudad de México, “la casa del Sup”.
Después de terminar esta segunda etapa de La Otra Campaña en el norte de México, pasaré y pararé unos días en su pueblo de la Toñita y la Estefanía, y ahí pasará esto que ahora les cuento:
En el pueblo donde viven y pelean la Estefanía y la Toñita-Tercera-Generación (ojo: no confundir con la Insurgente Toñita, que viene siendo la Toñita-Segunda-Generación), la Comandancia General no es que digamos un edificio muy impresionante, sino una champa de 3 por 3 metros.
La puerta está cerrada, pero la Toñita hace como si ni puerta hubiera, entra y se pone a ver los papeles que, desordenados, tengo yo regados por todos lados. Entre los papeles hay fotos de lo que fue nuestro paso en la primera etapa. La Toñita encuentra dos fotos, en una estoy yo con un grupo de trabajadoras sexuales de Apizaco, Tlaxcala, y en la otra se aprecia cuando, aquí en esta ciudad de Guadalajara y en este auditorio, otras trabajadoras sexuales nos hablaron de su lucha.
La Toñita-Tercera-Generación mira atentamente las fotos, y empieza la tormenta…
- Ijiiii. ¡Aquí estás vos, Sup! -, me increpa la Toñita mientras me señala en las fotos.
- Mmh… - , digo yo sin ver todavía lo que se viene.
La Toñita se pone en jarras y me regaña:
- Oí Sup, no sirve que haces así -.
- ¿Así cómo? Yo acaso estoy haciendo nada -, digo yo sin poner todavía mucha atención.
- Mira -, dice la Toñita mientras me pone las fotos en el escritorio y con su dedito me señala, rodeado como estoy de hermosas mujeres (¡arrrrroz con leche!).
Yo digo, con tono de “mira Toña, te voy a explicar pero ya píntate de colores”,:
- Ah sí, son unas compañeras de La Otra Campaña que están organizadas porque la policía y los malos gobiernos mucho las molestan, no las dejan trabajar y les pegan y les quitan la paga que ganaron y… -
La Toñita me interrumpe:
- No, tú estás muy abrazado con ellas y quiere decir que estás queriendo con ellas. Y no sirve que haces ansí -.
¡Gol!, pensé. La Toñita me agarró, como quien dice, fuera de la portería, así que trato de explicar algo, pero sólo me sale un balbuceo. Además, la Toñita ya va encarrerada con su regaño:
- Oí Sup, tras que por eso no estás teniendo una tu mujer, porque te abrazas con muchas mujeres y no sirve que haces así -, la Toñita mueve la cabeza negando.
Y yo también, qué iba a hacer (suspiro). Sigue la Toñita:
- Entonces vos lo que vas a hacer Sup, es que tienes que mirar a una mujer ansí …-, al decir esto, la Toñita pone unos ojos que no parecen muy enamoradores, pero ella da por supuesto que yo estoy entendiendo como quien dice la esencia de la idea, es decir, de su regaño.
Y la reprimenda continúa:
- Y entonces ya que la miras ansí, pues ya se enamorrran y ya luego tienen un su pichito, y de repenta es niña o niño, y ya lo vamos a criar con la Estefanía y lo vamos a enseñar la escuela autónoma y la bicicleta. Y no lo vayas a contar tus cuentos que no se entienden de por sí, sino que yo le voy a contar unos cuentos de las ballenas y las mariposas que volan en el mar que sí se entiende -.
Yo noto que la Toñita, tal vez por sus 5 años entrados en 6 casi 7, se ha saltado la parte que, recuerdo vagamente, es la más divertida, y que es la que está entre la mirada y tener el pichito, pero, a mi avanzada edad, yo tampoco muy me acuerdo en detalle de lo que pasa en esa parte, así que también obvio ese período y trato de defenderme:
- Acaso me están queriendo, Toñita, si dicen que estoy muy gordo -, dije en tono de “sufro mucho, pero me aguanto como los machos”.
La Toñita toma distancia para verme y sentencia:
- No estás gordo, estás panzón. Pero tú no tengas pena, porque vas a hacer ansí que tú lo vas a mirar así a la mujer ésa (La Toñita repite la mirada que a mí más bien parece del tipo de “guácala, ni se te ocurra”, que del tipo “arrroz con leche, querétaro las manzanas, ya vas barrabás a poninas dijo popochas”) y entonces ya lo convences en su corazón y ya se enamoran y ya te hace un tu pozol y una tu tortilla y de repente pollo, y cuche no, porque la Estefanía tenía un su cuche ansi de grande (La Toñita eleva su mano hasta donde alcanza su corta estatura) pero se perdió con un robador que llegó en su pueblo de su abuelita, y el robador era el sombrerón pero se vistió de robador y nadie lo miró si es que es el sombrerón y cuando fueron a dar cuenta, pues ya no aparece el cuche y la Estefanía mucho lloró porque dijo que es su cuche que le dio su abuelita cuando está ansí todavía el cuchito (la Toñita se pone en cuclillas y apunta su mano casi al ras del suelo), que no se puede creer que es cuche porque muy bonitillo estaba, pero ya grande no, porque hace grrrr y ansí hace su diente, y entonces el diablo lo llevó el cuche hasta allá y llegó bien lejos, hasta donde esta el señor mar y ahí se metió en una su cueva y por eso volan las ballenas y se pintaron de colores y se llaman mariposas -.
Yo aprovecho para encender la pipa y digo “Mmh”, como dando a entender que estoy captando todo, pero creo que, al igual que ustedes, me he perdido una parte de la argumentación.
La Toñita, en una muestra de coherencia y lógica argumentativa, se pone a ver mi gorra y me dice-pregunta:
- ¿Y estas plumas de guajolote que colgan en tu sombrero? -.
Le quito mi gorra de campaña mientras le digo:
- No son de guajolote, son de águila -, y le explico con paciencia:
- Ésta es de los Kiliwa y ésta es de los Apaches -.
- ¿Y dónde viven esos señores? -, pregunta la Toñita.
- Muy lejos -, respondo.
- ¿Y tienen escuela autónoma? -, pregunta la Toñita con un brillo perverso en los ojos.
- Mmh… No, creo que no -, contesto dudando.
- Entonces yo quiero ir porque aquí mucho regaña la maestra y puro bolitas y palitos quiere que vamos a hacer -, dice la Toñita insinuando una queja.
- No, Toñita viven muy lejos -, trato de disuadirla.
- ¿Más retirado que Tuxtla? -, pregunta la Toñita, cuya geografía es todavía sencilla.
- Sí, mucho más -, digo pensando, ingenuo, que ya libré el problema.
- ¿Y allá volan las ballenas? -, pregunta de pronto la Toñita.
- Err, no, creo que no… no sé -, respondo.
- Entonces de balde fuiste tan retirado si no sabes si volan las ballenas… -.
Diciendo esto, la Toñita se va (cosa que agradezco). Yo me pongo de pie y reviso que no haya moros en la costa, saco mi espejito de bolsillo, el que uso para checar que no se me salga la nariz del pasamontañas y ensayo la número siete del catálogo de miradas coquetas. Entonces pienso:
- Mmh… tal vez tiene razón la Toñita. Necesito renovar el catálogo de miradas -.
Y estoy ensayando la mirada que me enseñó la Toñita, pero, para confirmar que no tendrá mucho éxito, llega el capitán y me dice:
- Oí Sup, por qué estás bravo -.
- ¿Bravo?, ¿yo?, ¿por qué? -, pregunto, pensando que tal vez no la hago bien.
- Es que tienes mirada de que estás bravo -, dice el capitán sonriendo.
- Mmh… me lo suponía -, digo resignado, y agrego: - ¿Y qué hay? -.
- Es que vine a preguntar quién va a dar la plática de hoy de “¿Ya piensas ya en al amor?” -, me pregunta el capitán.
- Pon a la Toñita -, respondo sin dudar siquiera.
- ¡Pero apenas tiene 16 años! -, protesta el capitán.
- Ésa no, digo la Toñita Tercera Generación -, le aclaro.
- ¡Peor!, ¡Ésa tiene 5 años! -, dice el capitán sorprendido.
- Mmh, tal vez, pero en lo que tú y yo apenas vamos, ella ya viene de regreso -.
- Bueno -, se resigna.
Cuando ya se va, le digo: -Y me avisas, porque yo voy a ir también a tomar la clase -.
El capitán nomás se rasca la cabeza y se va. Yo busco mi cuaderno de apuntes de estrategia. ¿Dónde rayos lo puse?
Vale. Salud y que siempre haya en nuestro corazón lugar para las otras miradas.
Es Guadalajara, es Jalisco, es México, y hay un sol que parece que junio se vistiera de abril.
Muchas gracias.
Subcomandante Insurgente Marcos.México, junio del 2007.

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