18/7/07

El ministro del Interior alemán recurre a Internet y a ejecutar a las personas sospechosas de terrorismo

18-07-2007
Peter Schwarz
Mondialisation.ca/WSWS
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Traducido del francés por Beatriz Morales Bastos
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No pasa una semana en la política alemana sin que ministro del Interior, Wolfgang Schäuble (Unión Cristiano Demócrata de Alemania, CDU) anuncie nuevas propuestas relativas a la seguridad interior de Alemania. Si el ministro de Interior de la gran coalición (CDU, Partido Social Demócrata Alemán, SPD, y Unión Cristiano Social, CSU) pudiera actuar a voluntad, Alemania se transformaría en un Estado de vigilancia tipo Big Brother que eclipsaría incluso la visión del mundo descrita por George Orwell en su novela « 1984 ».
Las propuestas de Schäuble, una parte de las cuales ya ha sido puesta en práctica, comprenden un sistema de vídeo vigilancia a gran escala; la identificación de persona por medio de la biometría; el control masivo efectuado por ordenador a través del cual la policía, los servicios secretos y otras autoridades pueden consultar y cruzar entre ellos enormes bancos de datos para investigar sobre los ciudadanos; la vigilancia y registro de las actividades de las personas poniendo escuchas en sus teléfonos móviles así como la lectura automática de las placas mineralógicas de los vehículos captadas por las cámaras instaladas en la red de carreteras; los registros inclusivos de los discos duros de los ordenadores conectados a la web; el despliegue del ejército alemán con fines domésticos y, finalmente, poder abatir aviones civiles para contrarrestar una amenaza terrorista.
En una entrevista publicada en la última edición de la revista alemana Der Spiegel, el ministro del Interior va más lejos aún. Ahora insiste en los medios legales que confieran al Estado el poder de ejecutar deliberadamente a personas sospechosas de terrorismo o de internarlas por un tiempo indefinido.
Schäuble plantea la pregunta: « Si, por ejemplo, no pueden ser extraditados terroristas potenciales, personas que representarían una amenaza para la sociedad, entonces, ¿qué hacemos?». Propone introducir un delito de complot criminal prescribiendo ciertas condiciones, «como, por ejemplo, prohibir toda comunicación por internet o por teléfono móvil». Plantea, además, otra pregunta: «¿Se puede tratar a estas personas como combatientes e internarlas?».
Aquí es indudable la alusión a Guantánamo. Desde hace años, cientos de prisioneros están detenidos en la más absoluta ilegalidad bajo el pretexto de ser «combatientes enemigos ilegales».
« Los problemas jurídicos llegan hasta casos extremos, como las ejecuciones selectivas», prosigue Schäuble. Der Spiegel precisa, « por consiguiente, la ejecución selectiva por parte del Estado de personas sospechosas».
Al comentario que hace la revista Der Spiegel a las palabras de Schäuble, « Usted lleva el Estado de derecho al límite cuando lo transforma en un Estado preventivo aceptando también las ejecuciones de Estado», el ministro del Interior responde: «¡¡En absoluto!! Consulte las leyes de policía de los Länder: el llamado tiro final salvador ya existe desde hace mucho tiempo».
Incluso ignorando el hecho de que la legalidad de estas leyes es muy controvertida, la comparación de Schäuble es escandalosa. El « tiro final salvador » sólo se aplica en el caso concreto de una extrema urgencia. Por ejemplo, la policía alemana está autorizada a disparar cuando es la única manera de salvaguardar la vida de las víctimas en caso de que se tomen rehenes. En cambio, lo que propone Schäuble es el asesinato deliberado de personas sospechosas, aun cuando no se trate de una situación de emergencia, a la manera de los asesinatos practicados regularmente por el ejército israelí en los territorios palestinos ocupados o durante los ataques estadounidenses con misiles contra supuestas bases de operación terrorista.
Schäuble no habla al azar de «personas que representan una amenaza para la sociedad». La definición encuentra su origen en la práctica profesional de la policía. Es la expresión utilizada por la oficina federal criminal (BKA) para designar a las personas identificadas por los servicios de la policía judicial de los Länder como personas que representan potenciales amenazas de terrorismo. Según Der Spiegel, a finales de marzo la BKA había detectado a 65 « personas que representan una amenaza para la sociedad» (nivel rojo) y 177 « personas específicas» (nivel amarillo).
Es tan difícil verificar los criterios empleados por la BKA en sus investigaciones como saber de dónde viene la prueba que lleva a calificar a unas personas de «amenaza para la sociedad». El frecuentar repetidamente una mezquita, el encuentro accidental con una persona o, simplemente, la delación lo mismo que una opinión política no deseable pueden servir de razón para una investigación de la BKA. Der Spiegel escribe: «Ante la cuestión de saber cuáles son los criterios indispensables que hay que cumplir para que el Estado pueda considerar a alguien como una ‘persona que representa una amenaza para la sociedad’, lo único que se recogen son rumores… La BKA hace saber que esta definición se obtiene de la ‘práctica profesional de la policía’ y que no tiene pertinencia alguna en el debate jurídico».
Ya no existe escapatoria alguna en el caso de que alguien sea detenido como sospechoso. Para resumir una toma de postura de la BKA, Der Spiegel dice : « Dado que nadie está acusado y que nadie puede ser absuelto, la única solución es la deportación a un país extranjero o en internamiento».
Críticas impotentes
Sabine Leutheusser-Schnarrenberger, ex-ministra de Justicia del Patido Liberal Demócrata (FDP) en el gobierno del canciller conservador Helmut Kohl, acusó a Schäuble de querer legalizar el asesinato político proponiendo la ejecución de sospechosos.
El periodista Heribert Prantl del periódico Süddeutsche Zeitung, acusa a Schäuble de «la Guantanamización del sistema jurídico alemán». Prantl afirma que éste está organizando la «mutación del Estado de derecho en un régimen ilegal» y de tratar de «obtener para el Estado un permiso para matar ». Prantl comenta a continuación la propuesta de Schäuble de considerar el complot como un delito criminal diciendo: « Un conspirador es alguien que piensa, que habla y que actúa de forma hostil al Estado, mientras que, en cambio, estos pensamientos, estos discursos y estos actos no son objeto de persecución».
También presidente del Partido Social Demócrata (SPD), Kurt Beck, ha criticado a Schäuble: «No podemos proteger la libertad con muerte».
Sin embargo, Schäuble, no está impresionado con estas críticas y está decidido a seguir con sus proyectos. Sabe que no cabe esperar ninguna resistencia seria de las filas del SPD. Después de todo, sus propuestas no son sino la continuación de la legislación introducida por su predecesor socialdemócrata, Otto Schily, el cual consiguió que tras los atentados del 11 de septiembre se aprobaran dos vastos proyectos de ley sobre seguridad que constituyen ataques a gran escala contra una serie de derechos democráticos.
El paso mes de marzo Schäuble activó el llamado «dossier antiterrorismo» preparado por Schily y que ponía a disposición de los servicios secretos los datos centralizados por la policía, las autoridades y los servicios de información. Esto acababa con la separación entre la policía y los servicios secretos como estipulaba la ley alemana de posguerra, y de este modo confería a la BKA enormes poderes, similares a los que dispone el FBI en Estados Unidos.
Aunque farfullando de vez en cuando algunas palabras de protesta, el SPD sigue apoyando que se refuercen los poderes de los servicios secretos. El portavoz para cuestiones de seguridad del SPD, Dieter Wiefelspütz, precisamente acaba de publica un libro sobre la respuesta que hay que dar a la amenaza terrorista y en el que preconiza que se despliegue del ejército alemán para fines internos. La respuesta dada por el presidente del grupo parlamentario del SPD, Peter Struck, que se había quejado de que Schäuble hubiera tratado al SPD de « cantonistas inciertos », es una indicación de que el SPD está dispuesto a aceptar el próximo reforzamiento de la legislación de seguridad alemana.
Y a pesar de sus ataques retóricos a los proyectos de Schäuble, la tibia respuesta de Prantl en el Süddeutsche Zeitung fue pedir al ministro del Interior que guardara un silencio obligado a lo largo del verano.
Además, las propuestas de Schäuble han sido saludadas por tres ministros-presidentes del CDU : Roland Koch (Hesse), Günther Öttinger (Bade-Wurttemberg) y Peter Müller (Sarre).
A pesar del hecho de que el gobierno alemán se haya distanciado oficialmente del recurso a la tortura por parte de Estados Unidos y de que la canciller, Angela Merkel, haya criticado públicamente el campo de Guantánamo, Schäuble continúa colaborando estrechamente con los servicios secretos estadounidenses.
Schäuble declaró a la revista Der Spiegel: «En este momento nuestra colaboración con los servicios de información estadounidenses es más estrecha que nunca. Ningún país del mundo dispone de un servicio de información tan bueno como el de los estadounidenses y nosotros lo aprovechamos todos los días. En estas últimas semanas he tenido varios encuentros con Michael Chertoff, secretario estadounidense de Seguridad interior. A finales de mayo también recibí en casa a Gegenbach y a su mujer, y tuvimos un franco intercambio de impresiones sobre la amenaza de terrorismo».
Así pues, no es sorprendente que hasta el momento Schäuble se haya negado tajantemente a expedir la orden de detención emitida por el fiscal de Munich contra los agentes de la CIA que secuestraron al ciudadano alemán Khaled el-Masri para transferirlo a las autoridades estadounidenses en Afganistán.
A la pregunta de la revista Der Spiegel referente a su negativa a respetar la petición del fiscal, Schäuble respondió: « Los servicios de información están obligados a respetar la ley. Pero Estados Unidos opina que para ellos es mejor solucionarlo ellos mismos. Debemos respetarlo».
Las causas
Desde un punto de vista superficial, la campaña de Schäuble por un Estado fuerte puede parecer una obsesión personal. Ningún otro político alemán se había dedicado tan plenamente ni con tanta tenacidad a la tarea de desmontar las barreras constitucionales que cierran el camino a un poder autoritario sin límite. Según Schäuble : « El punto de partida del pensamiento moderno de un Estado es preservar la seguridad interior y exterior del país».
Pero existen poderosas causas objetivas para la iniciativa de Schäuble. Esto es lo que demuestra el apoyo ya obtenido y la poca resistencia que ha encontrado a sus propuestas.
El gobierno alemán ha reaccionado ante la debacle estadounidense en Iraq reforzando su compromiso militar en Oriente Próximo con el objetivo de salvaguardar sus intereses. Schäuble también desea modificar la constitución alemana de posguerra de modo que en el futuro los soldados alemanes puedan no sólo participar en misiones en el contexto de la OTAN o de la ONU, sino también sobre la base « de una responsabilidad nacional exclusiva». Hasta el momento, Alemania se ha librado relativamente de atentados terroristas en comparación con Estados Unidos, Gran Bretaña o España. La propuesta de Schäuble sólo podrá llevar a aumentar el peligro de estos ataques en suelo alemán.
Además, el reforzamiento del Estado alemán es ante todo una reacción a las crecientes tensiones en el interior de la sociedad alemana. Alemania no dispone de tradiciones democráticas bien arraigadas, nunca ha vivido una revolución democrática burguesa victoriosa. En la medida en que existen unos derechos democráticos en Alemania, estos fueron consecuencia de las luchas llevadas a cabo por el movimiento social-demócrata bajo el estandarte del marxismo antes de 1914. El carácter limitado de estos derechos democráticos sólo se ha podido mantener mientras las condiciones sociales eran estables. Mucho antes de la llegada al poder de Hitler en 1933, la República de Weimer había recurrido cada vez con más frecuencia a medias autoritarias, gobernando por medio de decretos de urgencia, lo que el SPD de entonces apoyo a regañadientes.
En última instancia, la insistencia con la que Schäuble trata de reforzar al Estado es una reacción ante la creciente polarización de la sociedad en la que los compromisos sociales del periodo de posguerra ya no son realizables. En el contexto de una lucha de clases violenta e inminente, la campaña llevada a cabo por Schäuble se debe considerar una seria advertencia.
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Enlace con el original:
http://www.mondialisation.ca/index.php?context=va&aid=6326

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