27/9/07

La gran ilusión

27/9/2007
Opinión
Por:Yossi Beilin (Desde Israel)
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La concepción que sostiene: ‘ayudaremos a los palestinos en Cisjordania, les construiremos un paraíso financiero, y convertiremos a Gaza en un infierno económico’, no sólo es inhumana, sino que no existe posibilidad alguna de que logre su objetivo. Quien desee inducir a que organismos pragmáticos se fortalezcan y elementos extremistas provocadores se debiliten, no puede adoptar ese modo de pensar tan infantil y sin posibilidades.
Si no se llega a un acuerdo de paz israelí-palestino, no habrá ningún florecimiento económico en Cisjordania, y una indigencia financiera en Gaza sólo incrementará la ira en el seno de sus habitantes; ellos culparán al mundo entero por el desmoronamiento de la situación, pero no así a Hamas. La perspectiva de que a raíz de dicha política se potenciarían las fuerzas extremistas, es mucho más factible que lo contrario.Lo que corresponde hacer es permitirles a los palestinos de Cisjordania llevar a cabo una vida más normal, paralelamente a un proceso político intenso que conduzca a un acuerdo permanente posible de lograr en la Conferencia Internacional de noviembre próximo, anular gran parte de las barreras de seguridad en los cruces, y asegurarle trabajo a la mayor cantidad de palestinos en Israel. Con respecto a Gaza, se debe llegar a un armisticio con Hamas, en cuyo marco será liberado Guilad Shalit, se abrirán los pasos fronterizos, serán permitidas la importación y exportación, y los habitantes de Gaza podrán trabajar en Israel. Un cese del fuego con semejantes contenidos, además de representar la respuesta más contundente a los interminables disparos sobre el Néguev occidental, evitará que Hamas boicotee la Conferencia Internacional, permita llegar a un acuerdo con la OLP, y deje las puertas abiertas para su ampliación también en Gaza, si es que allí el régimen estaría dispuesto a ello, o si la población del lugar elige otro gobierno en lugar del actual.El intento de utilizar el factor económico como elemento central para la solución del conflicto, representó una y otra vez, la gran ilusión. La importancia del desarrollo económico es superlativa; la cruda realidad de los desempleados, la pobreza, la marginación, la indigencia y sus consecuencias en la salud pública, la educación de la joven generación, son, sin duda alguna, factores importantes. Pero la economía es sólo un elemento adicional y de ayuda que no puede reemplazar a un proceso político, ni tampoco constituir el detonador principal que movilizará otros asuntos no menos relevantes en el enfrentamiento israelí-palestino. Moshé Dayán consideró que la política de "puentes abiertos" que llevó a cabo a las postrimerías de la Guerra de los Seis Días, conduciría a una calma que le permitiría aguardar el llamado de los vecinos.Después de la Asamblea de Madrid, Israel insistió en una cooperación financiera en el marco de conversaciones multilaterales, y allí se dieron desenvolvimientos interesantes. Luego de la firma del Acuerdo de Oslo, se realizaron grandes esfuerzos para colaborar con la economía palestina, pero sólo corroboramos, una y otra vez, que todo desarrollo económico depende absolutamente de la situación política, y que ningún proceso financiero puede subsistir una tensión política y de seguridad cuando ésta se agrava.El pensamiento, adjudicado fundamentalmente al presidente Shimon Peres expuesto en su libro "Un nuevo Medio Oriente" (aunque esa no fuera precisamente su intención), de que será posible crear en nuestra región intereses económicos tan potentes que ningún caos político los pueda superar, y que los intereses financieros son los que traerán la paz, es cada vez más irreal.Esta escena me resulta conocida. Estuve como Jefe de la Delegación israelí en las conversaciones multilaterales, más tarde, como miembro del Gobierno, me vi involucrado en las convenciones económicas regionales y en la programación de proyectos conjuntos con jordanos y palestinos. Vi con mis propios ojos cómo todos los ambiciosos planes se paralizaban en momentos de terror y tensión. Fui testigo cuando Netanyahu, como primer ministro, interrumpió el proceso de Oslo, y cómo, desde ese momento -al no existir una salida política- no se llevaron a cabo nuevas convenciones económicas, el proceso multilateral quedó sin efecto, y los proyectos económicos regionales fueron archivados.La conclusión es clara. En la disyuntiva acerca del huevo y la gallina, qué origina qué cosa, y si es posible desarrollar movidas financieras a fin de que las partes comprendan que les conviene la paz, o quizás sea mejor firmar un acuerdo permanente y luego desarrollar los intereses económicos, soy un convencido de que la segunda opción es la correcta. Estoy plenamente de acuerdo que cuando se logre la paz, y ella venga acompañada de intereses financieros que garanticen la prosperidad de ambas partes, resultará más difícil vulnerarla. Es por ello que siempre apoyaré el desenvolvimiento de las relaciones económicas con nuestros vecinos. Pero no estoy dispuesto a prestarme a una ilusión, porque lo contrario sí es factible.
Traducción:
Lea Dassa, para Argentina.co.il

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