Bush anuncia sanciones a Birmania y llama a China e India a poner presión
WASHINGTON - El presidente de Estados Unidos, George W. Bush, anunció este viernes sanciones más duras contra la junta militar de Birmania, al tiempo que urgió a China e India a redoblar la presión para forzar al régimen de ese país a poner fin a la represión de activistas pro-demócratas.
"Los gobernantes de Birmania continúan desafiando al mundo que exige de manera justa que cesen las persecuciones despiadadas", indicó Bush en un comunicado emitido por la Casa Blanca.
"Que las cosas sigan como siempre es inaceptable", dijo Bush, al llamar a China e India a acentuar la presión sobre el régimen birmano.
"Le pido a otros países que revisen sus propias leyes y políticas, en especial los vecinos más cercanos de Birmania, China, India y otros en la región", señaló.
Bush estuvo acompañado en el comunicado por la secretaria de Estado norteamericana, Condoleezza Rice, y por su esposa, la primera dama Laura Bush, quien ha hecho duras críticas a la junta en Rangún.
"Estoy orgulloso de Laura por todo lo que ha hecho para despertar la conciencia del mundo ante el pedido de la gente de Birmania", dijo Bush.
Estados Unidos decidió imponer nuevas sanciones "a la luz de las atrocidades que continúan", destacó el mandatario.
Fue la segunda vez en cuatro semanas que Washington endurece las medidas luego de que protestas antigubernamentales lideradas por monjes budistas fueran brutalmente reprimidas en septiembre, con saldo de 13 muertos y unos 3.000 detenidos.
El Departamento del Tesoro infligió sanciones a once nuevos dirigentes de la junta además de los ya sancionados en otras resoluciones, precisó Bush, y agregó haber instruido al Departamento de Comercio para endurecer sus reglas sobre las exportaciones birmanas.
También amenazó al régimen birmano de tomar otras medidas de represalia si no detiene la "brutal represión" contra su propio pueblo.
Bush alabó la respuesta dada por Australia, Japón, Indonesia, Filipinas y Singapur a la represión, pero subrayó que India y China deben hacer más.
China, gran proveedor de armas a Birmania, ha sido severamente criticado por su política de no interferir en los asuntos de su vecino.
India, que junto a Birmania lucha contra rebeldes en la frontera común, se ha rehusado a negar apoyo a la junta militar, pero le ha pedido que libere a la ícono de la lucha pro-democrática Aung San Suu Kyi, quien ha pasado los últimos 18 años bajo arresto domiciliario.
La decisión del gobierno de Bush se produce cuando los legisladores estadounidenses sopesan nuevas sanciones que obligarían a salir de Birmania al gigante energético norteamericano Chevron, que enfrenta denuncias de activistas de derechos humanos de que las inversiones atornillan al régimen.
Las operaciones de Chevron datan de antes del embargo comercial impuesto por Estados Unidos en 2003.
Bush dijo que los dirigentes de Birmania deben permitir acceso a los prisioneros políticos a la Cruz Roja y otros grupos internacionales de ayuda, dejar que Aung San Suu Kyi y otros presos se comuniquen entre sí y garantizar el ingreso inmediato al país del enviado de la ONU Ibrahim Gambari.
"Y en última instancia, la reconciliación requiere que las autoridades birmanas liberen a todos los prisioneros políticos, e inicien negociaciones con la oposición democrática bajo el auspicio de las Naciones Unidas", agregó.
"Los gobernantes de Birmania continúan desafiando al mundo que exige de manera justa que cesen las persecuciones despiadadas", indicó Bush en un comunicado emitido por la Casa Blanca.
"Que las cosas sigan como siempre es inaceptable", dijo Bush, al llamar a China e India a acentuar la presión sobre el régimen birmano.
"Le pido a otros países que revisen sus propias leyes y políticas, en especial los vecinos más cercanos de Birmania, China, India y otros en la región", señaló.
Bush estuvo acompañado en el comunicado por la secretaria de Estado norteamericana, Condoleezza Rice, y por su esposa, la primera dama Laura Bush, quien ha hecho duras críticas a la junta en Rangún.
"Estoy orgulloso de Laura por todo lo que ha hecho para despertar la conciencia del mundo ante el pedido de la gente de Birmania", dijo Bush.
Estados Unidos decidió imponer nuevas sanciones "a la luz de las atrocidades que continúan", destacó el mandatario.
Fue la segunda vez en cuatro semanas que Washington endurece las medidas luego de que protestas antigubernamentales lideradas por monjes budistas fueran brutalmente reprimidas en septiembre, con saldo de 13 muertos y unos 3.000 detenidos.
El Departamento del Tesoro infligió sanciones a once nuevos dirigentes de la junta además de los ya sancionados en otras resoluciones, precisó Bush, y agregó haber instruido al Departamento de Comercio para endurecer sus reglas sobre las exportaciones birmanas.
También amenazó al régimen birmano de tomar otras medidas de represalia si no detiene la "brutal represión" contra su propio pueblo.
Bush alabó la respuesta dada por Australia, Japón, Indonesia, Filipinas y Singapur a la represión, pero subrayó que India y China deben hacer más.
China, gran proveedor de armas a Birmania, ha sido severamente criticado por su política de no interferir en los asuntos de su vecino.
India, que junto a Birmania lucha contra rebeldes en la frontera común, se ha rehusado a negar apoyo a la junta militar, pero le ha pedido que libere a la ícono de la lucha pro-democrática Aung San Suu Kyi, quien ha pasado los últimos 18 años bajo arresto domiciliario.
La decisión del gobierno de Bush se produce cuando los legisladores estadounidenses sopesan nuevas sanciones que obligarían a salir de Birmania al gigante energético norteamericano Chevron, que enfrenta denuncias de activistas de derechos humanos de que las inversiones atornillan al régimen.
Las operaciones de Chevron datan de antes del embargo comercial impuesto por Estados Unidos en 2003.
Bush dijo que los dirigentes de Birmania deben permitir acceso a los prisioneros políticos a la Cruz Roja y otros grupos internacionales de ayuda, dejar que Aung San Suu Kyi y otros presos se comuniquen entre sí y garantizar el ingreso inmediato al país del enviado de la ONU Ibrahim Gambari.
"Y en última instancia, la reconciliación requiere que las autoridades birmanas liberen a todos los prisioneros políticos, e inicien negociaciones con la oposición democrática bajo el auspicio de las Naciones Unidas", agregó.
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