Sobredosis financiera
COLUMNA DEL DÍA
Jorge Restrepo
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El mercado mostró otra vez la magnificencia de su liderazgo con el reciente sacudón financiero en E.U. y el nerviosismo consiguiente e impredecible en todo el mundo. Se acudió al precio del dinero y a empréstitos de los bancos centrales, medidas discutidas, para evitar un caos que empezó en el mercado hipotecario de 2,8 billones de dólares en E.U.
La curiosidad es si se protegió a los bancos, que prestaron ávida e irresponsablemente, o a usuarios en riesgo de perder la vivienda, que hoy exige endeudarse hasta el desangre. El alcance del fenómeno se vio en que el gran temor fue el aguante de un renglón algo vergonzoso del negocio: los préstamos para inmigrantes ilegales al borde la insolvencia y más si se aprieta su persecución; "si pierden su trabajo, no podrán pagar", dice un aterrorizado banquero.El crecimiento estadounidense y mundial dependen hoy en gran medida del consumo de legales e ilegales, de que se gaste sin medida y entonces de que los bancos presten para que se haga incluso en exceso. Es la burbuja, la sobredosis de esteroides como la llama Stiglitz, pero que en crudo quiere decir que gente y economía viven en el borde del precipicio, como lo mostró este sobresalto de las 'hipotecas basura'. Pero la ruina de unas familias no afecta el panorama, que resiste gracias al crecimiento de países como India o China, cuyo apetito de materia prima mantiene en déficit cualquier oferta. Sorprende que el petróleo por la nubes y otras materias primas en alza (el carbón ha triplicado precio en tres años) no asusten, aunque a la larga se la cobrarán al consumo debilitando el crecimiento general, en otro "proceso de ajuste", como lo califica el FMI, al advertir sobre "consecuencias de profundidad" de esta turbulencia y efectos recesionistas para el año entrante. "Las materias primas concentran en forma espectacular las cuestiones de fondo que enfrenta el mundo", dice un experto. "La incertidumbre ha aumentado", dice el presidente del Banco Central Europeo; "la volatilidad excesiva de los tipos de cambio afecta el crecimiento". Los ajustes se hacen de arriba hacia abajo, hacia el ingreso fijo o el empleo; al tiempo que dos grandes bancos, UBS y Citigroup, acusaron el golpe; uno anunció despido de 1.500 empleados. Pero se dice que la más afectada es la confianza. El riesgo de la desbandada está latente: un banco presta plata a otro para que este preste, ambos cobrando su respectivo interés, cadena que puede romperse cuando los bancos centrales, con plata de todos, no puedan seguir de bomberos, "malcriando el mercado" recompensándolo, mientras se castiga el ahorcamiento del hipotecado. Se cuestiona a autoridades y agentes financieros, agencias de riesgo, etc., que no previeron ni prevén peligros de la burbuja crediticia, como es su función, jueces y parte en conflicto de interés porque "cobran de los mismos que evalúan", beneficiados con que los bancos mantengan su rendimiento sin avergonzarse del desbalance brutal entre lo que pagan y lo que cobran. Política y gobiernos van detrás de ese mandato claro ajustando la sociedad a lo hoy sagrado: la rentabilidad financiera, ya no tanto la productiva, sacrificando obligaciones primarias como la de vivienda, entregada hoy a la especulación como casi todo; hay muchas empresas demasiado endeudadas, presa para capitales de riesgo que van de acá para allá como carroñeros. Sin que sea culpa de nadie, aunque sí bastante de quienes defienden eso como sea.
La curiosidad es si se protegió a los bancos, que prestaron ávida e irresponsablemente, o a usuarios en riesgo de perder la vivienda, que hoy exige endeudarse hasta el desangre. El alcance del fenómeno se vio en que el gran temor fue el aguante de un renglón algo vergonzoso del negocio: los préstamos para inmigrantes ilegales al borde la insolvencia y más si se aprieta su persecución; "si pierden su trabajo, no podrán pagar", dice un aterrorizado banquero.El crecimiento estadounidense y mundial dependen hoy en gran medida del consumo de legales e ilegales, de que se gaste sin medida y entonces de que los bancos presten para que se haga incluso en exceso. Es la burbuja, la sobredosis de esteroides como la llama Stiglitz, pero que en crudo quiere decir que gente y economía viven en el borde del precipicio, como lo mostró este sobresalto de las 'hipotecas basura'. Pero la ruina de unas familias no afecta el panorama, que resiste gracias al crecimiento de países como India o China, cuyo apetito de materia prima mantiene en déficit cualquier oferta. Sorprende que el petróleo por la nubes y otras materias primas en alza (el carbón ha triplicado precio en tres años) no asusten, aunque a la larga se la cobrarán al consumo debilitando el crecimiento general, en otro "proceso de ajuste", como lo califica el FMI, al advertir sobre "consecuencias de profundidad" de esta turbulencia y efectos recesionistas para el año entrante. "Las materias primas concentran en forma espectacular las cuestiones de fondo que enfrenta el mundo", dice un experto. "La incertidumbre ha aumentado", dice el presidente del Banco Central Europeo; "la volatilidad excesiva de los tipos de cambio afecta el crecimiento". Los ajustes se hacen de arriba hacia abajo, hacia el ingreso fijo o el empleo; al tiempo que dos grandes bancos, UBS y Citigroup, acusaron el golpe; uno anunció despido de 1.500 empleados. Pero se dice que la más afectada es la confianza. El riesgo de la desbandada está latente: un banco presta plata a otro para que este preste, ambos cobrando su respectivo interés, cadena que puede romperse cuando los bancos centrales, con plata de todos, no puedan seguir de bomberos, "malcriando el mercado" recompensándolo, mientras se castiga el ahorcamiento del hipotecado. Se cuestiona a autoridades y agentes financieros, agencias de riesgo, etc., que no previeron ni prevén peligros de la burbuja crediticia, como es su función, jueces y parte en conflicto de interés porque "cobran de los mismos que evalúan", beneficiados con que los bancos mantengan su rendimiento sin avergonzarse del desbalance brutal entre lo que pagan y lo que cobran. Política y gobiernos van detrás de ese mandato claro ajustando la sociedad a lo hoy sagrado: la rentabilidad financiera, ya no tanto la productiva, sacrificando obligaciones primarias como la de vivienda, entregada hoy a la especulación como casi todo; hay muchas empresas demasiado endeudadas, presa para capitales de riesgo que van de acá para allá como carroñeros. Sin que sea culpa de nadie, aunque sí bastante de quienes defienden eso como sea.
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