«No estoy hecha para la vida pública, lo mío es vivir en la sombra»
JUAN PEDRO QUIÑONERO
-
El divorcio de Nicolas Sarkozy y su esposa Cecilia ha desencadenado una tormenta informativa y audiovisual que ha puesto al descubierto las nuevas y movedizas artes de hacer política y comunicación en Francia. El país asiste a una intrincada confusión de revelaciones sexuales, una orquestación comercial de las confidencias y al desenfreno de incontrolables pasiones informativas, todo ello en la cúspide del Estado.
Desde Lisboa, tras el Consejo Europeo, Nicolas Sarkozy insistió en uno de los incidentes más reveladores con una declaración a bocajarro: «Hace 48 horas, toda la prensa gritaba que la gran huelga masiva era un acontecimiento crucial. Un gran mano a mano decisivo con los sindicatos. Ningún periodista francés me ha preguntado por ese acontecimiento. Y la primera pregunta fue para hablar de mi vida familiar». En apenas cuarenta segundos, el presidente reinstaló todos los conflictos íntimos y públicos en el corazón de la vida política nacional. Olvidaba, de pasada, que fue él quien decidió anunciar su divorcio el día de la gran huelga, para «liberar» su agenda diplomática.
Horas antes, Cecilia ex Sarkozy le rendía homenaje: «Nicolas es un virtuoso de la política. Instalado en el Elíseo puede hacer mucho por Francia y los franceses, con gran arte. Es como si a un gran violinista se le prestase un Stradivarius». Sin embargo, sus declaraciones descubren la existencia de íntimas páginas sentimentales, políticas, incluso sexuales por escribir para poder comprender la formidable metamorfosis que está sufriendo la escena pública francesa.
Cecilia confirma su fuga del hogar en 2005 para huir a Nueva York en brazos del más íntimo de los consejeros de su ex esposo, del que afirma haber estado «profundamente enamorada». ¿Por qué volvió al hogar para sumarse a la campaña electoral que culminaría en la conquista del Elíseo? «Volví porque creía poder reconstruir algo. Pero pronto comprendí que no era posible», responde en una entrevista concedida al diario «L´Est Républicain».
Dicho de otro modo, la ex primera dama participó de mala gana en la victoriosa campaña electoral de su esposo. No es fácil olvidar sus escapadas, su decisión de no votar en la segunda y decisiva vuelta. «Me encontraba indispuesta». Ni sus imprevisibles apariciones y desapariciones. «No estoy hecha para la vida pública. Lo mío es vivir en paz, en la sombra, tranquilamente».
Guerra feroz
Sin embargo, la misma Cecilia reconoce que vivió veinte años apasionantes junto a Nicolas Sarkozy, dos décadas consagradas a la más feroz guerra política diaria, a la espera de llegar algún día al Elíseo. Veinte años en que contribuyeron a reinventar el arte de hacer política en Francia. Trabajando en pareja. Utilizando los medios con el arte más sofisticado de ocupación permanente de la vida pública. Nicolas Sarkozy obtenido el poder utilizando recursos de muy nuevo cuño. Y Cecilia estuvo en el corazón de la maquinaria consagrada a su conquista.
Desde Lisboa, tras el Consejo Europeo, Nicolas Sarkozy insistió en uno de los incidentes más reveladores con una declaración a bocajarro: «Hace 48 horas, toda la prensa gritaba que la gran huelga masiva era un acontecimiento crucial. Un gran mano a mano decisivo con los sindicatos. Ningún periodista francés me ha preguntado por ese acontecimiento. Y la primera pregunta fue para hablar de mi vida familiar». En apenas cuarenta segundos, el presidente reinstaló todos los conflictos íntimos y públicos en el corazón de la vida política nacional. Olvidaba, de pasada, que fue él quien decidió anunciar su divorcio el día de la gran huelga, para «liberar» su agenda diplomática.
Horas antes, Cecilia ex Sarkozy le rendía homenaje: «Nicolas es un virtuoso de la política. Instalado en el Elíseo puede hacer mucho por Francia y los franceses, con gran arte. Es como si a un gran violinista se le prestase un Stradivarius». Sin embargo, sus declaraciones descubren la existencia de íntimas páginas sentimentales, políticas, incluso sexuales por escribir para poder comprender la formidable metamorfosis que está sufriendo la escena pública francesa.
Cecilia confirma su fuga del hogar en 2005 para huir a Nueva York en brazos del más íntimo de los consejeros de su ex esposo, del que afirma haber estado «profundamente enamorada». ¿Por qué volvió al hogar para sumarse a la campaña electoral que culminaría en la conquista del Elíseo? «Volví porque creía poder reconstruir algo. Pero pronto comprendí que no era posible», responde en una entrevista concedida al diario «L´Est Républicain».
Dicho de otro modo, la ex primera dama participó de mala gana en la victoriosa campaña electoral de su esposo. No es fácil olvidar sus escapadas, su decisión de no votar en la segunda y decisiva vuelta. «Me encontraba indispuesta». Ni sus imprevisibles apariciones y desapariciones. «No estoy hecha para la vida pública. Lo mío es vivir en paz, en la sombra, tranquilamente».
Guerra feroz
Sin embargo, la misma Cecilia reconoce que vivió veinte años apasionantes junto a Nicolas Sarkozy, dos décadas consagradas a la más feroz guerra política diaria, a la espera de llegar algún día al Elíseo. Veinte años en que contribuyeron a reinventar el arte de hacer política en Francia. Trabajando en pareja. Utilizando los medios con el arte más sofisticado de ocupación permanente de la vida pública. Nicolas Sarkozy obtenido el poder utilizando recursos de muy nuevo cuño. Y Cecilia estuvo en el corazón de la maquinaria consagrada a su conquista.
-
Noticias Relacionadas
El Gobierno francés mantiene una postura firme mientras se resquebraja la unidad sindical
El Gobierno francés mantiene una postura firme mientras se resquebraja la unidad sindical
-
ABC - España/20/10/2007
No hay comentarios:
Publicar un comentario