21/10/07

Alemania debe revisar sus acusaciones contra Irán

Una central nuclear civil para energía eléctrica en construcción en Irán, los temores occidentales a que este país llegue a fabricar la bomba atómica sirven de pretexto para otra campaña militar neocolonial, como sucedió en Irak.
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El mito de «la» bomba
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por Karl Müller
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La canciller Angela Merkel ha adoptado la retórica de los neoconservadores en todos sus aspectos. Repite como suya la infundada acusación según la cual Irán está tratando de obtener el arma atómica. Pero la señora Merkel habla únicamente en su propio nombre y no en el de la Gran Coalición. Para Karl Muller, hay que volver urgentemente a un discurso razonable para evitar la guerra, sobre todo ahora que Francia se ha pasado al bando guerrerista.
En una entrevista realizada el 23 de septiembre para la cadena estadounidense de televisión CBS, el presidente iraní Mahmud Ahmadinejad reafirmó una vez más la renuncia de su país al arma nuclear mientras enumeraba las razones que le asisten. Irán no necesita armas nucleares porque estas no le servirían para nada. La Unión Soviética, poseedora de armas nucleares, se derrumbó. Las armas nucleares no le sirven de nada a Estados Unidos, como demuestran los desastrosos resultados de la guerra en Irak. La traducción de la entrevista al alemán se titulaba «Se acabaron los tiempos de la bomba».
Por supuesto, pudiéramos decir que se trata de una afirmación engañosa, como hizo Israel cuando negó oficialmente –en los años 60 y 70– que estaba fabricando una bomba atómica. Seymour Hersh describe detalladamente lo que pasó entonces en su libro Israel, una potencia nuclear – el potencial de destrucción secreto en el Medio Oriente, que desgraciadamente ya sólo se encuentra en las tiendas de libros viejos.
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Nada prueba la existencia de un programa atómico militar iraní
Hay subrayar que nadie, ni la Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA), que dispone de amplio acceso a las instalaciones nucleares de Irán, ni ninguno de los servicios secretos poco favorables a ese país, ha podido aportar ni una sola prueba que demuestre la puesta en marcha de un plan de fabricación de una bomba atómica. No fue así en el caso de Israel. Seymour Hersh cuenta detalladamente que los gobiernos de Estados Unidos y Francia estaban perfectamente al tanto del programa israelí de armamento atómico. Pero a nadie le importó en aquel entonces.
Resulta por consiguiente extremadamente grotesco explotar el asunto del enriquecimiento de uranio hasta convertirlo en una justificación para desatar la guerra o, por lo menos, para llevar el caso al Consejo de Seguridad de la ONU. Todos los medios de difusión repiten desde hace más de dos años que Irán afirma que su programa atómico tiene objetivos únicamente pacíficos, pero que «Occidente teme[!?], sin embargo, que Irán prepare armas atómicas bajo la cobertura de una utilización pacífica del átomo.»
La propia AIEA, cuyo director general El Baradei declaraba el 17 de septiembre ante la Asamblea General de la ONU que se han alcanzado grandes progresos en las negociaciones con Irán y que las cuestiones en suspenso están en vías de solución, agregó sin embargo como «punto crítico» que Irán seguía enriqueciendo uranio.
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Irán tiene derecho a enriquecer uranio
Hay que recordar en todo momento que Irán está en todo su derecho de enriquecer uranio. Ninguna de las convenciones firmadas por ese país le prohíbe hacerlo. Todo el conflicto proviene de la voluntad política de un grupo de Estados, que se caracterizan por sus intereses hegemónicos pero sin la menor base en lo tocante al derecho, que presentaron al Consejo de Seguridad el asunto del enriquecimiento de uranio en Irán, luego de haber obligado al Consejo de Gobernadores de la AIEA a tomar una decisión que abrió el camino a ese trámite. Pero ciertas decisiones del Consejo de Seguridad pueden estar también en contradicción con el derecho internacional. Y eso es lo que ha sucedido varias veces durante los últimos años. No por casualidad casi todos los expertos y la gran mayoría de los Estados miembros de la ONU están exigiendo una reforma de la estructura de decisión en el seno del Consejo de Seguridad.
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Las piruetas intelectuales de la política exterior alemana
No existe prueba alguna de que el enriquecimiento de uranio en Irán esté dirigido a la fabricación de la bomba atómica. El 26 de septiembre, durante una conferencia de prensa gubernamental en la que se le preguntó si «un programa de enriquecimiento de uranio sería ya prueba de que el país en cuestión se encamina hacia la fabricación de un arma atómica», el vocero del gobierno alemán, Gross, tuvo que admitir que «el enriquecimiento de uranio no prueba de por sí que el país tienda a la fabricación de un arma atómica». Este mismo vocero no pudo aportar pruebas de que Irán quiera utilizar con fines militares su programa de enriquecimiento de uranio. Lo más que pudo hacer fue recordar que el Consejo de Seguridad había exigido que Irán abandonara el enriquecimiento de uranio porque «este podría servir, entre otras cosas, para la producción de armas de destrucción masiva». Estas piruetas intelectuales de la política exterior alemana recuerdan la atmósfera absurda e inquietante de las novelas de Kafka.
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Angela Merkel se presentó ante la ONU como vocero del clan belicista
A todo lo anterior se agrega el hecho de que la canciller alemana Angela Merkel se presentó, el 25 de septiembre, ante la Asamblea General de la ONU, donde no sólo demandó para Alemania un puesto en el Consejo de Seguridad sino que se expresó de la siguiente manera: «No es la comunidad internacional la que tiene que probar que Irán fabrica una bomba atómica, sino Irán el que tiene que convencer al mundo de que no desea hacerlo.» Y concluyó exigiendo la adopción de «sanciones más importantes, si Irán no se somete».
El mundo ya oyó formulaciones igualmente absurdas de parte de los guerreristas estadounidenses antes del desencadenamiento de la guerra contra Irak. En aquel entonces, era Irak el que tenía que convencer al mundo entero de que no tenía armas de destrucción masiva… La canciller alemana confirmó así, una vez más, su condición de vocero de los belicistas estadounidenses e israelíes. En lo tocante a estos últimos, lo hizo al afirmar después que «Alemania tiene una responsabilidad histórica a favor de la existencia de Israel» –uno no puede más que preguntarse cuál es el objetivo de esa afirmación sino el de dar carta blanca a todas las violaciones del derecho internacional cometidas por el Estado israelí, ya que Angela Merkel asume esta «responsabilidad» no ya como simple jefe del Partido cristiano-demócrata (CDU), como en junio de 2006, sino a título de canciller de Alemania Federal.
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Un obstáculo a los sinceros esfuerzos de paz
Al tomar abiertamente partido por uno de los gobiernos más belicistas, Angela Merkel obstaculiza y frena los esfuerzos de mediación de otros políticos europeos por evitar una nueva guerra en el Medio Oriente. Sobre todo porque la canciller no mencionó en lo más mínimo las violaciones del derecho internacional que comete el gobierno israelí, la creciente miseria de los palestinos, las bombas atómicas que realmente posee Israel, la ocupación ilegal de territorios o el ataque de la aviación israelí contra Siria, en violación flagrante del derecho internacional.
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Merkel no habla en nombre de Alemania
Es importante saber, sin embargo, que la señora Merkel, cuando adopta sus posiciones extremistas, no habla en nombre del gobierno alemán en su conjunto, ni siquiera en nombre de todo el partido cristiano-demócrata. Si escuchamos atentamente, y si sabemos leer entre líneas, es posible percibir los matices. Interrogado durante una entrevista del Deutschlandfunk el 27 de septiembre, Ruprecht Polenz (CDU), presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores del Parlamento alemán, respondió a la pregunta del redactor que quería saber «¿cuál es la alternativa más inteligente, subrayar constantemente que hay que evitar a toda costa un ataque militar o reconocer claramente que esa opción sigue siendo una posibilidad?» «Yo reconozco, respondió el presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores del Parlamento alemán, que no se puede renunciar a la opción marcial. Pero, uno entiende rápidamente que la intervención militar no puede realmente aportar una solución. Es por ello que hay que esforzarse por seguir un camino que lleve a la mesa de negociaciones. […]
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Salir de la parálisis y volver al derecho internacional
El problema reside precisamente en la exigencia de suspender el enriquecimiento de uranio. Hasta ahora, Teherán se ha negado a ello y no parece que las autoridades iraníes vayan a cambiar de opinión. Hay que encontrar una vía que permita salir de esa parálisis.»
Se trata precisamente de eso, de sobrepasar ese punto de enfrentamiento. Eso no será posible sin un cambio de concepción y sin un regreso al derecho al derecho internacional. Lo cual resulta indispensable, ya que es la única forma de evitar nuevas guerras. Sobre todo teniendo en cuenta que la responsabilidad de Alemania cobra más importancia aún ahora que los guerreristas han llegado al poder en Francia.
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Red Voltaire - France/21/10/2007

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