16/11/07

La política más allá del género

Michelle Bachelet, Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner (de izq. a dcha.), durante la XVII Cumbre Iberoamericana.
(AP)
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Michelle Bachelet, en Chile, y Cristina Fernández de Kirchner, en Argentina: la mujeres escalan la cima del poder.
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Marifeli Pérez-Stable, Washington
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Las mujeres están escalando las cimas de la política. El 28 de octubre, Cristina Fernández de Kirchner fue elegida a la presidencia de Argentina. Desde marzo de 2006, Michelle Bachelet ha presidido el vecino Chile. Estaría mintiendo si dijera que no me emociono con las imágenes.

Bachelet es absolutamente auténtica. Su padre, un general leal a la democracia, murió de un ataque cardíaco luego de meses de torturas infligidas por los matones de Augusto Pinochet. Ella y su madre también fueron apresadas después del golpe y tuvieron que marchar, más tarde, al exilio. En el año 2002, Bachelet se convirtió en la primera mujer ministra de Defensa en América Latina. Desde aquí promovió la reconciliación entre los militares y las víctimas del pinochetismo. "La violencia violó mi vida. Por haber sido una víctima del odio, he dedicado mi vida a rechazar el odio", dijo.

Bachelet no entró a La Moneda —el Palacio Presidencial— por el camino convencional. Sólo en una ocasión anterior, en 1996, se sometió a una elección: por la alcaldía de un suburbio de Santiago de Chile, que perdió. La presidencia es, por eso, su primer cargo por votación. La historia de la vida de Bachelet, su inteligencia, paz interior y carisma natural convencieron a los corazones chilenos y la Concertación —coalición gobernante de centroizquierda desde 1990— retuvo la presidencia.

A su gobierno no le está yendo del todo bien. Las protestas estudiantiles, las huelgas obreras, el aumento de la criminalidad y, especialmente, la entrada en funcionamiento, manejada en forma pésima, de Transantiago —la reforma del transporte en la capital que se iniciara durante la presidencia de Ricardo Lagos—, han tenido su precio. La oposición de centroderecha e, incluso, algunos dentro de Concertación la consideran débil y a la deriva. Los ratings de aprobación de Bachelet —aunque han mejorado algo en los últimos tiempos— han sido los más bajos para cualquier presidente desde el regreso a la democracia.

La oposición, aunque infatigable en sus acusaciones, no es la responsable principal de los problemas de la presidenta. El género tampoco es la razón primordial para su declive en las encuestas. Su relativa inexperiencia le ha costado. Puede ser también que, después de 17 años en el poder, la Concertación se esté agotando.

Si la coalición perdiera las elecciones del año 2009, la vida en Chile seguiría más o menos igual. La democracia chilena es fuerte, por lo que hará lo que las democracias saben hacer mejor: transferir el poder a la oposición sin mayores tropiezos. Por supuesto, antes la derecha tendría que ganar la presidencia en las urnas, algo que no ha logrado desde 1958.

A Argentina le espera un mar picado

Cristina Fernández de Kirchner es tan avezada en la política como podría ser cualquiera de sus competidores masculinos. En la década de los años setenta, ella y Néstor Kirchner, su esposo y presidente saliente, se afiliaron al Movimiento de la Juventud Peronista y han permanecido desde entonces dentro de la tendencia centroizquierdista del peronismo. Ella apareció en la escena nacional, con su entrada al Congreso en 1995, antes que su esposo.

Fernández cambiará sillas con Kirchner sin haber competido en unas primarias para su nominación, sin haber debatido con los otros candidatos presidenciales e, incluso, sin haber hecho poca campaña para conseguir los votos. Ese es el peronismo: Kirchner designó a su esposa como su sucesora y una poderosa maquinaria clientelar hizo de la elección una coronación.

En su primera entrevista televisiva, como presidenta electa, Fernández dijo todo lo que se debe decir: sus prioridades son la lucha contra la pobreza, la creación de empleos, el mejoramiento de la salud pública y la educación, al mismo tiempo que el logro de un país con mayor competitividad económica. La inflación oficial, en la que pocos creen, pronto se calculará a partir de una metodología inspirada en la que se utiliza en Estados Unidos. Una vez que ocupe su cargo, Fernández prometió que gobernará para todos los argentinos, un gesto conciliador que Kirchner nunca tuvo.

A la futura presidenta Fernández le espera un mar picado. La bonanza económica de los últimos años puede estar declinando. Aunque ella ganó, decididamente, con el 45% de los votos, sus dos rivales más cercanos cosecharon un 40%. Su electorado es, en su mayoría, pobre y rural, los competidores se llevaron, con mucho, los votos de la clase media y urbana. Lograr que Argentina sea más competitiva puede requerir el beneficio a los votos de la oposición a costa de los propios. ¿Podrá Fernández —como hizo su esposo— eludir la reforma de las instituciones estatales?

Puede ser que una ejecutiva no conduzca los negocios como un ejecutivo. Sin embargo, ella deberá estar muy atenta a las ganancias o será despedida.

En tanto, Bachelet debe trabajar con ahínco para que la Concertación gane las elecciones municipales del año 2008, lo que ayudaría a despejar el camino para la contienda presidencial. Para cumplir las prioridades anunciadas, Fernández debe fortalecer las instituciones y trabajar dentro de estas. La competitividad, en particular, no dará frutos en un peronismo sin reformas. Esa es la política más allá del género. Por lo demás, vive la difference!
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Encuentro en la Red - Cuba/16/11/2007

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