17/11/07

Irán - Pakistán: una unión condicionada por el futuro de Musharraf

Después de años de óptimas relaciones, en la última década, los dos países han mantenido exclusivamente relaciones institucionales formales y frías. Posiciones contrarias al régimen de los talibanes en Afganistán, las continuas masacres de los musulmanes chiítas en Pakistán, y un acercamiento político y económico entre Irán e India, no son del agrado del gobierno de Islamabad y ,en definitiva, del general y jefe de Estado Pervez Musharraf, cuyas políticas exteriores, según los ayatolá iraníes, se acercan demasiado a EEUU. Éstos son los motivos que han enfriado, pero nunca han roto definitivamente, las relaciones entre Irán y Pakistán. Desde el 2001, sin embargo, las dos naciones han afianzado de nuevo su vínculo, retomando la vía del diálogo y de la colaboración. Sin embargo, la actual crisis institucional en Pakistán, abre nuevos escenarios fuertemente vinculados al destino del general Musharraf, del que también dependerán las futuras relaciones con la república islámica chiíta.
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Marco Di Donato
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Los motivos de las divergencias
Un primer motivo de contraste se remonta a principios de los años 90, determinado por las diferentes posiciones asumidas por los dos gobiernos enfrentados al régimen talibán. Desde un principio, Teherán consideró al recién nacido estado islámico como un freno para sus políticas regionales, mientras Pakistán respaldó, con un evidente apoyo a los entonces proyectos americanos, al gobierno de Kabul manteniendo con este estrechas relaciones. Un agravante todavía más fuerte del desacuerdo entre los dos países fue la matanza, por parte de los talibanes, de algunos diplomáticos iraníes y de cientos de chiítas acontecida en el 1998 durante la toma de la ciudad afgana de Mazar-e-Sharif. Irán acusó abiertamente al gobierno pakistaní de no haber intervenido de forma alguna para impedir la masacre. Glacial fue la respuesta de Islamabad que rechazó todas las acusaciones, declarando que el hecho acontecido no era responsabilidad suya.En Pakistán, durante el transcurso de los años, han sido numerosos los atentados de matriz sunita contra la minoría chiíta, hasta el punto de crear un auténtica lucha armada engendrada en el seno del Islam. En aquel momento, los atentados de temática religiosa han llegado a ser un problema tal de ser reconocido por los mismos vértices estatales pakistaníes. Sin embargo, Irán ha acusado abiertamente a Pakistán de implicarse muy poco para sanar estas desavenencias, persiguiendo una política decididamente filo-sunita en perjuicio de los chiítas. Como consecuencia de estos eventos se enfriaron notablemente las relaciones entre los dos países.Irán, en busca de un aliado sólido en la región, tuvo que dirigir su mirada hacia otra parte. Fue entonces cuando iniciaron contactos concretos con India. Se instauró una sólida colaboración económica en los campos de la tecnología más avanzada como softwares para ordenadores, ingeniería electrónica e informática. Pero el mayor factor de interés que impulsa a Teherán a entablar fuertes vínculos con Nueva Delhi, va en busca de la oportunidad de exportar sus excedentes de gas natural en India. En respuesta a la acusaciones pakistaníes de mantener relaciones con el histórico enemigo indio, Irán ha respondido durante años con claridad y decisión: Teherán se ofrece como mediador entre los dos países en conflicto.Para favorecer una acercamiento entre Nueva Delhi e Islamabad, pero sobre todo para explotar la citada oportunidad de exportar gas natural, Teherán ha propuesto un proyecto de colaboración entre los tres países: un gasoducto que partiría de Irán pasando por Pakistán hasta alcanzar India. De ese modo la región llegaría a ser autónoma desde el punto de vista de la energía: el excedente de gas iraní cubriría las carencias en el abastecimiento energético de los otros dos países. A pesar de las obvias repulsas iniciales, el proyecto parece estar bien encaminado, encontrando cada vez más consensos en ambos frentes. Por último, las relaciones entre el general Musharraf y el gobierno de los Ayatolá chiítas. El máximo punto de divergencia, entre estas dos visiones políticas, es localizable en la política exterior filo-americana del jefe de Estado pakistaní. Desde su subida al poder, que tuvo lugar el 12 de octubre de 1999 con un golpe, el general prometió afianzar la relación con los Estados Unidos. Después del 11 de septiembre, Musharraf está todavía empeñado en la lucha contra el terrorismo, renegando como primer paso el apoyo al régimen talibán. Esto ha permitido un restablecimiento de las relaciones entre Irán y Pakistán, que después de años de divergencias han retomado la vía del diálogo y de la cooperación.
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Una renovada colaboración
Del 2001 al 2006, los representantes de los dos gobiernos se han encontrado en numerosas ocasiones. Sus respectivos ministros de exteriores han corroborado la voluntad común de llevar a cabo una política energética única, que tenga como condición esencial la realización del gaseoducto. El 5 de febrero de 2007 tuvo lugar un fundamental enfrentamiento entre Pervez Musharraf y el líder supremo de la revolución islámica Seyyed Ali Khamenei. El general declaró, durante el transcurso de la reunión, en la que también estaba presente el presidente Ahmadinejad, que éste estaba visitando Teherán para consolidar las relaciones bilaterales y definió el Pace Pipeline Project como “...una obra vital..a realizar a cualquier coste..”. El Ayatolá Khamenei , sin embargo, redesvió el tema de la discusión, criticando a Israel y a la política exterior británica y americana, con la intención de remarcar la fuerte distancia que persiste sobre ésta posición entre Irán y Pakistán. A pesar de ello, definió los coloquios como “muy provechosos”, abriéndose a una futura política común sellada con nuevos pactos bilaterales.El presidente Ahmadinejad también se ha pronunciado numerosas veces a favor de una política común con su vecino país Pakistán. En algunas declaraciones ha afirmado que “...Teherán está preparada a ampliar sus vínculos y a intercambiar sus experiencias con Islamabad en diversos campos...”. Además de un fuerte acuerdo en las futuras políticas energéticas de la región, los dos países han formado un frente común en la gestión del problema afgano. Han apoyado al “Acuerdo de Bonn” y desde siempre apoyan conjuntamente al presidente afgano Hamid Karzai. En los últimos años, Irán y Pakistán han dado también pasos concretos para incrementar su cooperación en el campo de la seguridad. En noviembre de 2001, fue instituida la “Pakistani-Iranian Joint Ministerial Commission”, es decir, una comisión común para afrontar los problemas del terrorismo, de la violencia sectaria y del contrabando de armas y drogas. En el mismo año, los servicios secretos también dieron vida a una estrecha colaboración destinada a impedir la infiltración de extremistas islámicos en sus respectivos países.Sin embargo, los vistosos progresos continúan teniendo significativas divergencias. Los dos países persisten en políticas exteriores muy diferentes. Pakistán apoya a Estados Unidos en la guerra de Irak y parece no interesarse demasiado en el problema israelí-pakistaní. Los ayatolá iraníes, sin embargo, censuran continuamente el “estado sionista”, y las pésimas relaciones entre el presidente Ahmadinejad y su homónimo americano Bush son conocidas . Por el momento, con estos datos, los dos países pueden limitarse sólo a una política regional común sin poder auspiciar políticas de acuerdos de mayor alcance.
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El futuro de Pakistán en las relaciones con Irán
El auténtico interrogante para el destino político de Islamabad es cuál será la futura relación íraní-pakistaní. Pakistán vive uno de los momentos más difíciles de su historia con la crisis del general Musharraf, la declaración del estado de emergencia indeterminado y la vuelta a la patria de Benazir Bhutto. El país está siendo manejado con mano dura por su Jefe de Estado además de vivir una escalada delextremismo islámico. ¿Cómo podrían cambiar las relaciones con Irán?Si Musharraf quedara en el poder, se llevarían a cabo las políticas previamente definidas. Pero, ¿continuará siendo apoyado por los americanos? Las últimas declaraciones de la Secretaria de Estado Condoleezza Rice y del propio presidente Bush critican duramente la gestión de la crisis del general Musharraf. Se trata de una condena significativa. Puede que los americanos hayan decidido no apoyar más a su aliado histórico, sustituyéndolo por uno nuevo. La hipótesis que sitúa a Benazir Bhutto como ese nuevo aliado no es del todo descabellada. Los dirigentes iraníes no han comentado aún la actual situación pakistaní, sólo se han limitado a observar atentamente el desarrollo de los acontecimientos.
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Conclusiones
Pakistán es un país fundamental desde el punto de vista estratégico. Está justo entre Oriente Medio y Asia, separando una realidad de la otra. La situación aún es demasiado compleja como para poder sacar conclusiones definitivas. Lo que es seguro es que Estados Unidos jugará un papel determinante, ya que no puede permitir que en Pakistán tome posesión un gobierno de inspiración islámica. Si esto ocurriese, perdería el control de las fronteras con Afganistán; necesita un aliado fuerte en la región. Irán pretende exactamente lo mismo: quiere estabilizar definitivamente la región, buscando un fiel aliado en Islamabad. Hasta ahora, no ha sido posible conseguirlo con Musharraf, pero si el actual Jefe de Estado se ve obligado a actuar solo, las relaciones entre ambos países podrían cambiar. Si los americanos renuncian a apoyarlo, Irán no dudaría en hacerlo aunque pediría a cambio una política exterior más alineada con los intereses de Teherán.
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Traducción de Carolina Sabater
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Mapa Irán
Enlaces
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Equilibri.net - Italy/17/11/2007

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