México SA
17/11/2007
Celebra Cepal la reducción de la indigencia en México
Carlos Fernández-Vega
La Jornada
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Bancos que pagan la nómina se quedan con quincenas para cobrarse adeudos
Crecimiento económico, generación de empleo formal y aumento del gasto social son tres elementos fundamentales considerados por la Cepal en sus mediciones sobre pobreza e indigencia regionales. A mayor avance de esos indicadores, menor número de pobres e indigentes, concluye.
Por ello, llama la atención que el organismo celebre la “reducción” de pobreza e indigencia en México, cuando sus propias cifras documentan que en los últimos años el nuestro ha sido uno de los países con peor tasa de crecimiento económico en América Latina; que el desempleo se duplicó en el pasado sexenio; que la generación de puestos de trabajo en el sector formal sólo garantizó 16 por ciento de la demanda, y que en materia de gasto social ocupa la posición número 12, por debajo de Nicaragua y apenas por arriba de Jamaica.
Son cifras, conceptos y referencias contenidas en su informe Panorama social de América Latina 2007, divulgado ayer, en el que se asegura y celebra que la pobreza en México se redujo de 41.1 por ciento de la población (40 millones de personas) en el año 2000 a 31.7 por ciento (33.3 millones) en 2006, mientras la indigencia lo hizo de 15.2 a 8.7 por ciento de la población, y ello se da justo en el periodo en el que el país registró la menor tasa de crecimiento económico de los últimos 25 años (2 por ciento promedio anual, casi la mitad del sexenio previo), así como la más reducida generación de empleo formal (16 por ciento de la demanda real; en sentido contrario, la mayor tasa de emigración), y un creciente gasto corriente disfrazado de gasto social.
¿Cómo celebrar una reducción a todas luces contradictoria con los propios patrones de medición de la Cepal? De acuerdo con su informe, “la mayor parte de la reducción en el número de pobres en América Latina entre 2002 y 2006 provino de los avances observados en Argentina, donde el volumen de la pobreza se redujo en 9 millones de personas, seguido de Brasil, México y Venezuela, en cada uno de los cuales el número de personas pobres cayó entre 4 y 6 millones… A su vez, a la reducción de 26 millones de personas indigentes contribuyeron principalmente Brasil, que representa alrededor de una cuarta parte del total, Argentina y México, donde cerca de 5 millones de personas dejaron la condición de indigencia en cada país” (para ser pobres a secas).
La Cepal explica que el equivalente mensual de las líneas de pobreza más recientes va de 45 a 161 dólares por persona en áreas urbanas, y de 32 a 101 en rurales; en el caso de la indigencia, de 23 a 81 dólares en áreas urbanas, y de 18 a 58 en rurales(los valores más bajos corresponden a Bolivia; los más altos a México).
De lo anterior resultaría que en México no sería pobre aquel con un ingreso mensual de 131 dólares (promedio rural-urbano), ni indigente con 69.51 dólares (ídem). De inmediato quedamos sorprendidos, porque los trabajadores con salario mínimo (alrededor de 136.3 dólares mensuales) automáticamente quedan fuera de la estadística de pobreza, y según los números del gobierno mexicano alrededor de 6.5 millones ganan el salario mínimo, un número muy parecido a la reducción de la pobreza en el país celebrado por el organismo regional.
Entonces, ¿se puede afirmar, sin ruborizarse, que con los resultados económicos de los últimos seis años México redujo 10 puntos porcentuales su estadística de pobreza? La Cepal dice que sí.
Bancos que pagan la nómina se quedan con quincenas para cobrarse adeudos
Crecimiento económico, generación de empleo formal y aumento del gasto social son tres elementos fundamentales considerados por la Cepal en sus mediciones sobre pobreza e indigencia regionales. A mayor avance de esos indicadores, menor número de pobres e indigentes, concluye.
Por ello, llama la atención que el organismo celebre la “reducción” de pobreza e indigencia en México, cuando sus propias cifras documentan que en los últimos años el nuestro ha sido uno de los países con peor tasa de crecimiento económico en América Latina; que el desempleo se duplicó en el pasado sexenio; que la generación de puestos de trabajo en el sector formal sólo garantizó 16 por ciento de la demanda, y que en materia de gasto social ocupa la posición número 12, por debajo de Nicaragua y apenas por arriba de Jamaica.
Son cifras, conceptos y referencias contenidas en su informe Panorama social de América Latina 2007, divulgado ayer, en el que se asegura y celebra que la pobreza en México se redujo de 41.1 por ciento de la población (40 millones de personas) en el año 2000 a 31.7 por ciento (33.3 millones) en 2006, mientras la indigencia lo hizo de 15.2 a 8.7 por ciento de la población, y ello se da justo en el periodo en el que el país registró la menor tasa de crecimiento económico de los últimos 25 años (2 por ciento promedio anual, casi la mitad del sexenio previo), así como la más reducida generación de empleo formal (16 por ciento de la demanda real; en sentido contrario, la mayor tasa de emigración), y un creciente gasto corriente disfrazado de gasto social.
¿Cómo celebrar una reducción a todas luces contradictoria con los propios patrones de medición de la Cepal? De acuerdo con su informe, “la mayor parte de la reducción en el número de pobres en América Latina entre 2002 y 2006 provino de los avances observados en Argentina, donde el volumen de la pobreza se redujo en 9 millones de personas, seguido de Brasil, México y Venezuela, en cada uno de los cuales el número de personas pobres cayó entre 4 y 6 millones… A su vez, a la reducción de 26 millones de personas indigentes contribuyeron principalmente Brasil, que representa alrededor de una cuarta parte del total, Argentina y México, donde cerca de 5 millones de personas dejaron la condición de indigencia en cada país” (para ser pobres a secas).
La Cepal explica que el equivalente mensual de las líneas de pobreza más recientes va de 45 a 161 dólares por persona en áreas urbanas, y de 32 a 101 en rurales; en el caso de la indigencia, de 23 a 81 dólares en áreas urbanas, y de 18 a 58 en rurales(los valores más bajos corresponden a Bolivia; los más altos a México).
De lo anterior resultaría que en México no sería pobre aquel con un ingreso mensual de 131 dólares (promedio rural-urbano), ni indigente con 69.51 dólares (ídem). De inmediato quedamos sorprendidos, porque los trabajadores con salario mínimo (alrededor de 136.3 dólares mensuales) automáticamente quedan fuera de la estadística de pobreza, y según los números del gobierno mexicano alrededor de 6.5 millones ganan el salario mínimo, un número muy parecido a la reducción de la pobreza en el país celebrado por el organismo regional.
Entonces, ¿se puede afirmar, sin ruborizarse, que con los resultados económicos de los últimos seis años México redujo 10 puntos porcentuales su estadística de pobreza? La Cepal dice que sí.
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Las rebanadas del pastel
Mientras el ministro español de Relaciones Exteriores, Miguel Angel Moratinos, “pide respeto a las empresas españolas”, van dos testimonios (uno dirigido a México SA, otra a la trasnacional financiera implicada, con copia a este espacio) que resumen el modus operandi de esas empresas para las que “pide respeto”: a) “desde 1994 trabajo en el Patronato Universitario de la UNAM. Mi sueldo es depositado en el BBVA Bancomer. Como tengo un pequeño adeudo, que no me niego a pagar, en dos tarjetas de crédito del mismo banco, sin avisarme o consultar a la UNAM, el 25 de octubre de este año el banco en cuestión me descontó toda mi quincena. El 10 de noviembre repitió el abuso y me arrebató mi sueldo producto de mi trabajo, cancelando la posibilidad de comer, pagar la luz, la renta y la escuela de mi hija a la que aún mantengo como madre sola. Seguramente a los dueños del BBVA Bancomer que viven en España les importa muy poco lo que nos pase a las mujeres mexicanas que trabajamos para sobrevivir. Por ello, aunque poco entendemos de política, sí comprendimos por qué muchos mexicanos y latinoamericanos se enojaron cuando el rey Juan Carlos “mandó callar” a un gobernante del Cono Sur, como sucedió el 10 de noviembre en la Cumbre Iberoamericana. ¿Qué autoridad moral puede tener un rey español cuando los banqueros de su país abusan de las mexicanas y latinoamericanas? Lucharé porque la UNAM me deposité mi sueldo en otro banco y porque los que tenemos tarjetas de nómina en esa institución financiera española presionemos para optar por otra institución y, a la vez, convocaré por todos los medios a mi alcance para que los ciudadanos no aceptemos las ofertas que a las salidas de las tiendas departamentales nos hace el BBVA-Bancomer para darnos una tarjeta de crédito, en un afán de atraparnos en sus redes usureras de las que nunca escaparemos”… b) en carta dirigida al BBVA-Bancomer: “mi nombre es Elena Sevilla González. Soy funcionaria del Patronato Universitario de la UNAM; mi nómina es depositada en Bancomer desde hace más de 14 años; tengo dos tarjetas de crédito también de Bancomer. El 25 de octubre de este año, Bancomer dejó en ceros mi nómina; la siguiente quincena, 10 de noviembre, hizo lo mismo, sin ninguna notificación o autorización de mi parte. Entiendo que Bancomer me cobre, pero no entiendo por qué me quita mi sueldo. Me está matando de hambre, textualmente. ¿Por qué no me avisaron? Llevo un mes, soy madre soltera, y no percibo ningún otro sueldo” (Elena Sevilla González, ciudad de México, esevillagonzalez@yahoo.com.mx).
Las rebanadas del pastel
Mientras el ministro español de Relaciones Exteriores, Miguel Angel Moratinos, “pide respeto a las empresas españolas”, van dos testimonios (uno dirigido a México SA, otra a la trasnacional financiera implicada, con copia a este espacio) que resumen el modus operandi de esas empresas para las que “pide respeto”: a) “desde 1994 trabajo en el Patronato Universitario de la UNAM. Mi sueldo es depositado en el BBVA Bancomer. Como tengo un pequeño adeudo, que no me niego a pagar, en dos tarjetas de crédito del mismo banco, sin avisarme o consultar a la UNAM, el 25 de octubre de este año el banco en cuestión me descontó toda mi quincena. El 10 de noviembre repitió el abuso y me arrebató mi sueldo producto de mi trabajo, cancelando la posibilidad de comer, pagar la luz, la renta y la escuela de mi hija a la que aún mantengo como madre sola. Seguramente a los dueños del BBVA Bancomer que viven en España les importa muy poco lo que nos pase a las mujeres mexicanas que trabajamos para sobrevivir. Por ello, aunque poco entendemos de política, sí comprendimos por qué muchos mexicanos y latinoamericanos se enojaron cuando el rey Juan Carlos “mandó callar” a un gobernante del Cono Sur, como sucedió el 10 de noviembre en la Cumbre Iberoamericana. ¿Qué autoridad moral puede tener un rey español cuando los banqueros de su país abusan de las mexicanas y latinoamericanas? Lucharé porque la UNAM me deposité mi sueldo en otro banco y porque los que tenemos tarjetas de nómina en esa institución financiera española presionemos para optar por otra institución y, a la vez, convocaré por todos los medios a mi alcance para que los ciudadanos no aceptemos las ofertas que a las salidas de las tiendas departamentales nos hace el BBVA-Bancomer para darnos una tarjeta de crédito, en un afán de atraparnos en sus redes usureras de las que nunca escaparemos”… b) en carta dirigida al BBVA-Bancomer: “mi nombre es Elena Sevilla González. Soy funcionaria del Patronato Universitario de la UNAM; mi nómina es depositada en Bancomer desde hace más de 14 años; tengo dos tarjetas de crédito también de Bancomer. El 25 de octubre de este año, Bancomer dejó en ceros mi nómina; la siguiente quincena, 10 de noviembre, hizo lo mismo, sin ninguna notificación o autorización de mi parte. Entiendo que Bancomer me cobre, pero no entiendo por qué me quita mi sueldo. Me está matando de hambre, textualmente. ¿Por qué no me avisaron? Llevo un mes, soy madre soltera, y no percibo ningún otro sueldo” (Elena Sevilla González, ciudad de México, esevillagonzalez@yahoo.com.mx).
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